Comienzo este relato diciendo que Sonia es la madre de un sobrino de mi mujer por parte de su hermano. Cuenta en la actualidad con 43 años de edad y físicamente es morena, de estatura normal pero que posee unas maravillosas tetas medianas tirando a grandes que finalizan en unos riquísimos pezones de color marrón oscuro, un culazo extraordinario con unas muy apetecibles cachas, piernazas con muslos encomiables y un adorable coño peludo en el pubis pero cuidadosamente depilado a la altura de sus deliciosos labios. Es, por tanto y además de una extraordinaria mujer, una MILF que pone dura cualquier polla que se cruza en su camino -máxime si luce ropa ajustada- con objeto de ser follada con pasión para proporcionarle todo el placer del mundo sin parar.
Sonia tiene pareja desde hace algo más de 12 años aunque residrn en ciudades diferentes y se encuentran tan solo los fines de semana pero, aún así, desde que nos conocimos personalmente la compenetración entre ambos es total en todos los sentidos y una buena muestra de ello es que a diario hablamos telefónicamente durante largo tiempo y nos escribimos vía WhatsApp numerosas veces, enviándonos mutuamente fotografías íntimas -yo a ella de mi polla erecta y mis corridas y ella a mí en lencería ya que sabe que adoro las medias sexys y los ligueros-, lo que ha propiciado que mi deseo por ella haya sido siempre enorme y desde el primer instante en que la vi sintiese irresistibles ganas de follármela, lo que ella sabe sobremanera desde el principio puesto que nuestras conversaciones diarias giran en torno a todo lo imaginable e inimaginable y que no le ha disgustado jamás en absoluto sino todo lo contrario a pesar de esa barrera que a ambos nos separa para pasar mucho más tiempo juntos y que no es otra que su pareja ya que por mi parte y la de mi mujer, conocedora también de mis deseos desde el inicio, jamás existió problema alguno, habiendo sido muchas las pajas que yo me he realizado pensando en ella y las majestuosas corridas que le he brindado, lo que ella sabe muy bien ya que yo se lo he confesado en numerosas ocasiones en el transcurso de nuestras conversaciones y que le agrada sobremanera animándome inclusive en muchos momentos a que lo haga ya que el saber que yo la tengo presente la pone muy caliente y cachonda.
Un buen día de hace varios años Sonia y yo estuvimos hablando por teléfono a media mañana durante largo tiempo, algo más de dos horas, y mientras ella se encontraba trabajando en labores domésticas en uno de los domicilios en los que presta su servicios, como no podía ser de otra manera el sexo fue uno de nuestros temas de conversación de forma distendida lo que hizo que ambos experimentásemos una excitación desmedida máxime cuando yo le conté alguna de mis fantasías con ella y le reiteré mis enormes deseos de follarla algún día, confesándome que se sentía muy mojada y con muchísimas ganas de correrse, invitándola yo a que se pajease con su vibrador una vez se relajase en su casa tras la comida y pensando en todo lo que habíamos hablado a lo que me respondió que tenía otra idea mejor y que ya me la contaría a lo largo del día.
A media tarde yo me encontraba solo en casa porque Nuria, mi mujer, había salido con una amiga y su hija y volvería tarde cuando sonó mi móvil, al ir a cogerlo vi que era Sonia y un gusanillo recorrió todo mi estómago. Contesté a la llamada y pude escucharla con una voz más sensual de lo normal. Ella sabía que yo estaba solo en casa y me propuso quedar hora y media después para recogerme en un lugar próximo a nuestros domicilios -vivíamos muy cerca- e ir a tomar algo cuando finalizase unas gestiones que tenía que realizar en la calle, a lo que accedí sin problema alguno encantado y sin pensármelo dos veces.
A la hora convenida me personé en el lugar donde habíamos quedado para encontrarnos y con puntualidad meridiana se presentó Sonia en su coche a recogerme. Tras saludarnos cos con dos besos muy «calientes» en las mejillas nos dirigimos a tomar algo a una cafetería cercana, en el transcurso del recorrido me quedé mirándola de arriba a abajo apreciando lo atractiva y sexy que se había puesto para la ocasión, con un jersey de espuma, morado y de cuello alto, que le marcaba un espléndido par de tetas, una minifalda negra, medias del mismo color y tacones rojos, lo que provocó una erección de mi polla a la que ella no fue ajena respondiendo tan solo con una muy pícara y cachonda sonrisa diciéndome «¡Cari, tu polla parece que está despertando!», a lo que le contesté «¡Mi polla te desea hace mucho tiempo y despierta siempre para ti!», quedándome muy sorprendido cuando, sin mediar palabra, llevó su mano derecha hacia ella para acariciarla de arriba a abajo por encima del pantalón mientras que mordía su labio inferior fruto del deseo y me confesaba que también se sentía muy cachonda.
Con un calentón tremendo por parte de ambos llegamos a una cafetería y nos dispusimos a tomar algo en un ambiente distendido pero muy subido de tono teniendo el sexo como principal tema de conversación y sin dejar de mostrarnos mutuamente nuestro deseo por desfogarnos juntos.
Después de más de una hora volvimos a montar en su coche y, cuando creía que volvíamos a casa, Sonia enfiló por la carretera desconociendo yo tanto el lugar hacia donde nos dirigíamos así como sus intenciones. No le pregunté nada y, tras salir de la ciudad, continuó varios kilómetros por carretera hasta que se desvió para tomar un camino que conduce a un embalse, en plena naturaleza, comenzando yo a hacer distintas elucubraciones e imaginándome lo que ocurriría poco tiempo más tarde aunque también sin preguntas por mi parte.
Tras llegar al lugar en cuestión y totalmente excitado nos bajamos del coche y yo me dispuse a fumarme un cigarrillo acompañándome Sonia, que no es fumadora. Me apoyé en el vehículo y ella se situó justamente a mi lado pudiendo sentir su aliento y disfrutando de su olor corporal y de su envolvente perfume, comenzamos a charlar y la conversación iba subiendo de tono. En un momento de nuestro diálogo Sonia me cogió de la mano, la atraje hacia mí e introduciendo mi otra mano entre su pelo comenzamos a morrearnos y a besarnos con una pasión desmedida, recorriendo su cuello con mis labios mientras ella me susurraba al oído «¡Ya me tienes en tus brazos como querías, cabrón. Aquí estoy, goza conmigo como tanto has deseado!», a lo que le respondí «¡Sí, zorra mía, claro que voy a gozar contigo y te voy hacer gozar a ti. Estás buenísima y te deseo con locura desde que te conocí! Sus palabras me excitaban aún más y comencé a acariciar sus fabulosas tetas por encima del jersey de espuma que llevaba arrancándole gemidos y jadeos de placer. Soltamos nuestras manos y comencé a acariciarle su extraordinario culazo. Abrazados, con la que me quedaba libre, me dirigí a su entrepierna levantando su bonita minifalda y sorprendiéndome muy gratamente cuando comprobé que bajo ella lucía unas maravillosas medias sexys con liguero que incrementaron aún más mi calentura. Comencé a acariciar su coño por encima del excitante tanga que portaba primero y por dentro después, un coño majestuoso, peludo en el pubis y depilado a la altura de los labios vaginales, que estaba totalmente húmedo por la excitación contenida por lo que no me costó ni un ápice introducirle mis dedos en su gran raja, estremeciéndose ella de placer mientras me pedía entre gemidos que no parase porque deseaba correrse con locura, algo que me puso aún más cachondo de lo que ya estaba. Totalmente excitado fui aumentando el ritmo y conseguí provocarle un orgasmo brutal mientras le decía «¡Sonia, jodida puta, vaya pedazo de coño que tienes, cómo me gusta amor mío, me encanta»!, respondiendo ella «¡Es todo tuyo, cabrón. Cómo me lo tienes de caliente a todas horas. Goza con él, cariño, goza y disfrútalo!».
Mi excitación crecía a pasos agigantados y Sonia lo sabía por lo que procedió a desabrocharme el pantalón y comenzó a acariciar mi polla durísima y tiesa mientras me decía «¡Jodeeerrr, qué polla tienes, cabronazo, cómo me gusta. Las veces que me he pajeado con mi consolador y me he corrido de gusto mientras miraba las fotos que me has enviado y pensaba en ella. Es inmensa y la quiero para mí!». Seguidamente metió su mano bajo mi bóxer y comenzó a masajearla hasta que me pidió que yo siguiese de pie, bajándome el pantalón de todo y poniéndose de rodillas ante mí para comenzar a brindarme una espeluznante mamada que me llevó al éxtasis de placer. Fue maravilloso ver cómo la mamaba y se recreaba en mi capullo hinchado mientras me pedía que le diese toda mi leche en su boca.
La mujer por la que tanto suspiraba desde hacía mucho tiempo me estaba dando un placer inimaginable. Por fin había conseguido hacer realidad mi sueño y allí la tenía a ella, arrodillada ante mí y chupándome la verga con una maestría insuperable.
Tras varios minutos chupándomela de vicio le pedí que parase y nos metiésemos en los asientos traseros del coche. La recosté hacia atrás, le quité la minifalda y el tanga y le pedí que se abriese de piernas lo que hizo sin mediar palabra mostrándome su majestuoso coño en todo su esplendor e invitándome a comérselo para obtener un nuevo orgasmo. Encajé mi cabeza entre sus riquísimas piernas y mientras ella me la sujetaba comencé a deleitarme pasándole mi lengua por su riquísima almeja de arriba a abajo y deteniéndome en el clítoris, lo que la hizo estremecerse de puro placer mientras me decía totalmente fuera de sí «¡Sigue, amor mío, sigue. Qué bien me comes el coño, hijo de puta, cómo me gusta. Dame placer, cabrón, todo el placer del mundo. No pares, no pares, te lo ruego. Todo mi coño para ti como querías, aquí lo tienes, todo tuyo!». Tal era el placer que estaba recibiendo que segundos más tarde gritó «¡Me corro, me corro amor mío, me corrooooo. Ahhhhh, ahhhhh, ahhhhh. Qué ricooooo, no pares por Diooooosssss, no paresssss!», derramando una gran corrida en mi boca que degusté como el más exquisito de los manjares. Seguidamente se incorporó y la abracé con un solo brazo mientras que con la otra mano procedí a acariciar sus maravillosas tetas y a besar y chupar recreándome sus exquisitos pezones oscuros, lo que de nuevo la excitó sobremanera por lo que llevé mi mano a su coño y comencé a pajearla nuevamente mientras nos morreábamos con pasión hasta que conseguí provocarle otro inmenso orgasmo que la hizo gozar como lo extraordinaria puta y zorra que es.
Tras su deliciosa corrida le dije a Sonia que no podía más y deseaba follarla con todas mis fuerzas algo a lo que no accedió diciéndome «Cariño, sabes que tengo pareja y a eso por el momento no quiero llegar pero todo a su tiempo, no creo que tarde mucho en decidirme», añadiendo «Tú goza ahora con la nueva y buena mamada que te voy a realizar y dame tu leche en mi boca, que lo deseo con locura». Sin más se acomodó en el espacio del que disponíamos, cogió mi polla y comenzó a pajearme suavemente y a chuparla sin descanso mientras me decía «¡No te preocupes, mi vida, muy pronto podrás meter tu magnífica polla dentro de mi coño y de mi culo, yo también estoy deseosa de sentirla muy dentro de mí, pero por ahora disfruta del momento y goza conmigo de esta forma!». Yo asentí, recosté la cabeza hacia atrás y con los ojos cerrados me dispuse a disfrutar de la maravillosa mamada que Sonia me estaba proporcionando, comiéndose mis huevos y chupando mi polla de arriba a abajo mientras me decía «¡Que rabo tienes, cariño mío, cómo me gusta, lo deseo con locura, me vuelve loca!» y añadiendo «¡Córrete, hijo de puta, dale tu leche a tu zorra caliente. Córrete, correte mi amor!». Tras varios largos minutos gozando ya no pude aguantar más y avisé a Sonia de mi corrida exclamando entre gemidos de auténtico gustazo «¡Me corro, mi puta. Sigue, sigue… Toma mi leche, tómala, toda para tí, gran puta. Ahhhhh, ahhhhh, ahhhhh!», comenzando a derramar en su cara y en su boca gran cantidad de leche que ella degustó con exquisitez y tragó en su totalidad mientras se relamía sin parar. Continuó chupando mi polla hasta dejarla reluciente y limpia por completo y finalizamos con un apasionante morreo que volvió a calentarnos sobremanera, totalmente satisfechos procedimos a vestirnos para volver a casa aunque ambos mostramos muchas ganas de continuar gozando uno del otro pero convinimos en guardarlas para otro encuentro que no tardaría en llegar.