El juego de mi mujer

Mi relato comienza en un caluroso día del mes de julio de 1.992 en un embalse cerca de Madrid.

Mi mujer, Alicia, y yo vamos a navegar de vez en cuando a este lugar durante los meses de verano.

Tenemos una pequeña embarcación y la utilizamos para buscar zonas solitarias donde poder desnudarnos y hacer el amor en plena naturaleza que es como más nos gusta.

Este día nuestro buen amigo Alberto nos acompañó. Estaba solo pues su novia Almudena pasaba las vacaciones en Galicia y él por razones laborales no había podido ir con ella. Yo por aquel entonces tenía 33 años, Alicia 31 y Alberto 25. Alberto es un chico bastante atractivo la verdad. Es alto, moreno, fuerte y muy divertido.

Aunque ella nunca me lo dijo yo sabía perfectamente que Alicia estaba embelesada con él. No la culpo en absoluto pues yo en mis fantasías eróticas me había imaginado haciendo un trío con el y Alicia e intentando acariciarle.

Tengo cierta tendencia bisexual y si algún día lo probase me gustaría haberlo hecho con él. Pues como digo ese día Alberto nos acompaño. Eran alrededor de las 13 h. cuando, con unos bocadillos y unas cervezas, embarcamos en la pequeña lancha y en pocos minutos llegamos a una playa totalmente solitaria y rodeada de vegetación. Era nuestro lugar favorito para practicar sexo en plena naturaleza.

Buscamos un lugar bajo un árbol para comer y mientras, charlábamos. Durante la comida habíamos bebido mucha cerveza y Alberto nos reservó una sorpresa para los postres. De su mochila sacó una botella de orujo.

Mientras bebíamos el orujo Alberto recordó a Almudena. Almudena es una chica que por aquel entonces tenía 23 años, y es muy atractiva. A mí me tenía loco. Me he masturbado mil veces pensando en ella.

Desde sus preciosos pies hasta su jugosa boca, pasando por sus perfectos pechos y su increíble culo, es una mujer casi 10. Pues Alberto la echaba de menos. Sobre todo en lo que se refiere al sexo y cuando ya estábamos todos bastante alegres, nos lo confesó.

Yo se que en ese mismo momento, de no estar yo con ellos, Alicia, que ya estaba algo borracha, se habría abalanzado sobre él para besarle. Se le notaba demasiado en la mirada y no podía disimularlo por culpa del alcohol.

Llegados a ese punto Alicia le confesó que ese lugar lo frecuentábamos para practicar sexo. A mí, aunque en un primer momento me sorprendió, esa confesión me agradó y fui mas explicito contándole detalles de en donde y como lo hacíamos.

Yo notaba claramente que Alicia estaba cada vez más bebida y más caliente. En ese momento ella propuso echar las toallas al sol y tumbarnos. Así lo hicimos. Alicia, como siempre hace, se descubrió el pecho para tomar el sol.

Estábamos Alicia y yo tumbados boca arriba y Alberto de lado hablando con nosotros.

No paraba de contarnos historias sobre los lugares donde el y Almudena practicaban el sexo. Alicia le escuchaba atentamente y el animado por su interés contaba detalles sobre lo que disfrutaba su novia con él.

Yo le miraba de vez en cuando y siempre le sorprendía mirando las tetas de Alicia y ella, que lo sabía, cada vez se las acercaba más. Estaban los dos muy muy calientes y yo como ellos algo borracho.

Entonces decidí dejarles solos un momento y me fui a dar un baño.

Desde el agua les veía cada vez mas cerca. Por un momento pensé que acabarían besándose pero de repente se levantaron los dos y vinieron corriendo a bañarse junto a mí. Alberto, que era muy bromista, se tiro hacia mi y me hundió.

Mientras Alicia que se reía viéndonos se acerco hacia mi para intentar bajarme el bañador y dejarme desnudo. Yo que la conozco bien, la vi venir, sujeté fuertemente el bañador y no lo consiguió. Entonces lo intento con Alberto. A el lo pillo desprevenido y se lo bajó hasta las rodillas.

Alberto al intentar separarse de ella calló al agua lo cual aprovechó Alicia para terminar de bajárselo y quedarse con él. Me lo dio a mi y yo ayudándola en su plan salí corriendo para dejarle desnudo.

Alicia también corrió y salió del agua. Así que le dejamos cubriéndole el agua hasta la cintura y desnudo mientras nos rogaba que le devolviésemos el bañador mientras ella y yo nos reíamos de él. Sus ruegos pasaron a ser amenazas hacia Alicia.

Decía que o le devolvíamos el bañador o saldría del agua desnudo para desnudarla a ella. Nuestra respuesta fue que no se atrevería a hacerlo. Y sin mediar mas palabra salió corriendo del agua desnudo hacia Alicia.

Yo corrí en dirección contraria con su bañador en la mano. El no tardó en dar alcance a mi mujer.

La cogió por detrás amarrándola de la cintura y dirigiéndose a mí amenazó con quitarle la braga.

Sin darme tiempo a contestar ella gritó que no se la diera que no se atrevería a desnudarla.

Yo no tenía ninguna intención de acercarme por que en realidad estaba deseando que él la desnudase. Y sin mas amenazas así lo hizo. Con algo de resistencia por parte de Alicia, el no tardó en dejarla completamente desnuda.

La imagen era sorprendente. Mi mujer y mi amigo peleando por unas bragas y claro, restregando sus cuerpos desnudos.

Entonces me percate de que Alberto tenía el pene en erección. En su pelea él tropezó y Alicia se abalanzo encima suyo. Supongo que movida por los efectos del alcohol, agarró sus testículos y le amenazó con retorcérselos si no le daba sus bragas.

El ni corto ni perezoso agarró sus tetas y le dijo que a ver si se atrevía. En esa situación pasaron unos segundos en los cuales ellos se miraron sin moverse. Yo les miraba atentamente esperando acontecimientos y ocurrió lo que yo jamás imagine que pudiera pasar.

Ella sin dejar de mirarle a los ojos, soltó sus testículos para amarrarle el pene y comenzar a masturbarle. El mas sorprendido que yo pero sin dejar de mirarle a los ojos liberó sus pechos y sin tocarla se dejó hacer. Supongo que en ese momento sentía mi presencia y la suma de su sorpresa y la vergüenza le dejo inmóvil.

Alicia siguió acariciándole mas y mas y por todo su cuerpo. Ninguno de los dos me miraba a pesar de estar delante de ellos. Me acerqué hasta las toallas, a unos tres metros de ellos y me senté sin dejar de mirarles.

Alicia, sin soltar su pene, le susurró algo al oído y el reaccionó poco a poco y comenzó a acariciarla mientras tenían sus mejillas juntas. Yo no paraba de mirarles pero ellos a mi me ignoraban. Poco apoco comenzaron a animarse mas hasta el punto en el que Alicia acercó sus labios a los de Alberto y ya acariciándose sin ningún reparo comenzaron a besarse apasionadamente.

Entonces Alberto se tumbó boca arriba y Alicia deslizó su cabeza hacia el pene de el. Cuando contemplé como mi mujer comenzaba a lamer el pene de mi amigo, el mío se puso tan duro que creí que iba a explotar. No pude evitar bajarme el bañador para comenzar a sobármelo.

Alberto gemía de placer y Alicia se coloco de manera que su coño quedase frente a su boca lo que aprovecho el para comenzar a lamérselo. La escena que tenía frente a mí era a la vez maravillosa e increíble. Jamás hubiera imaginado, por mucho que me gustase, que esto ocurriera.

Pero a pesar de formar parte de una de mis fantasías mas deseadas, no fui capaz de acercarme más a ellos y participar. Estaba tan sorprendido de lo que estaba sucediendo y de que ocurriese delante de mí, que no era capaz de reaccionar.

Me limité en todo momento a observarles y masturbarme muy despacio.

A todo esto ellos ya sin ningún recato se lamían todo el cuerpo, se besaban y por fin, ella se colocó encima de el, agarro su pene y se lo introdujo en su vagina. Para mi eso ya fue demasiado y en ese momento me acerqué un poco mas para verlos muy de cerca y comencé a masturbarme delante de ellos.

Fue cuando comenzaron a follar cuando Alicia me miro a los ojos por primera vez. Su mirada mezclaba pura pasión con desafío hacia mi. Pero ella se dio cuenta inmediatamente de mi complicidad y desde ese momento hasta que se corrió no dejo de mirarme. Yo estaba ya apunto de correrme.

Entonces Alberto retiro un poco a mi mujer, saco su pene de su vagina y agarro su mano para que le masturbase. Enseguida se corrió a la vez que yo hacia lo propio. Alicia con sus manos llenas de semen volvió a besarle y se abrazo a el. Se levantaron para dirigirse al agua pero ella antes se acerco a mi, agarro mi cara y me besó dejándome en las mejillas restos del semen de Alberto.

Se asearon mientras seguían jugando y, como si nada hubiese pasado, se dirigieron hacia mí para pedirme que le acercase los bañadores.

Yo me puse el mío y les di a cada uno el suyo. Ellos a partir de ese momento intentaron que todo trascurriese como si nada hubiera pasado, pero a pesar del esfuerzo de los tres por no tocar el tema, en nuestro comportamiento se notaba que algo muy importante nos había pasado ese día.

Durante los siguientes días ni Alicia ni yo sacamos el tema. Yo a cada momento recordaba cada detalle de lo sucedido y me masturbaba a diario pensando en ello. Hasta que un día, dos semanas después, recibí una llamada de Alicia desde su trabajo diciéndome que había quedado con Alberto para charlar y tomar una copa a la salida.

Ese día regresó a las tres de la madrugada. Yo debido a mi preocupación le pedí explicaciones pero ella se negó a dármelas. Al día siguiente intenté de nuevo sin éxito hablar de ello pero ella se negaba a pesar de decirle que si había follado de nuevo con él, me lo contase que no me importaba.

Pero como no hubo manera de convencerla, no insistí más dando por zanjado el asunto. Durante los dos meses siguientes, estando ya Almudena en Madrid, se repitieron las citas con Alberto una vez por semana y durante este periodo en cuatro ocasiones quedamos los cuatro para salir sin que Almudena notase nada de lo estaba ocurriendo.

Tengo que confesar que, pensando en follar con Almudena, estuve a punto de contarle todo pero finalmente no me atreví. Tras estos dos meses, en los que Alicia no quiso practicar sexo conmigo, paso la primera semana en la que ella no llego tarde ningún día.

Yo supuse que Alberto no había podido acudir a la cita pero las siguientes semanas tampoco se vieron. De repente Alicia comenzaba a estar más cariñosa conmigo hasta que un día se insinuó y yo reaccione de inmediato. Practicamos sexo durante una hora haciendo de todo.

Nunca recuerdo haber disfrutado tanto los dos juntos. Relajados después de corrernos no pude evitar preguntarle por Alberto.

Ella se situó delante de mí y mirándome fijamente a los ojos me dijo que me olvidase para siempre de él, que nunca mas quería verle y que nunca bajo ningún concepto hablásemos más de él en el futuro.

Yo, más que sorprendido, insistí en el asunto pero ella, ya con lagrimas en los ojos me rogó que nunca más sacase ese tema. Yo no pude seguir insistiendo y hasta ahora, seis años después, nunca mas hemos hablado de aquello.

Actualmente, Alicia y yo llevamos una vida absolutamente normal en todos los aspectos, incluido el sexo, pero yo cada vez que me masturbo o hago el amor con ella, cierro los ojos y veo aquella escena: mi mujer y mi amigo juntos follando desnudos delante de mí en la orilla del embalse a la que nunca regresamos.