Desde que la conocí personalmente tras comenzar mi relación sentimental con su madre, siento auténtica devoción por Sara, mi hijastra mayor, sobre todo por su cuerpazo sexy. Es una hembra viuda de 27 años, madre de cuatro hijos -¡sí, sí, cuatro hijos!- y físicamente alta, grande y fuerte, que posee una boca muy bonita con labios extraordinarios y sensuales, unas tetas medianas tirando a grandes, redondas y preciosas, con aureolas y pezones hermosos y oscuros, unas piernas grandes maravillosas, un coño peludo en su vulva pero con los labios vaginales depilados así como un culazo impresionante que hace que a cualquier hombre se le ponga la polla muy dura y tiesa al verla y sienta inmensos deseos de llevársela a la cama para follarla, en definitiva que despierta un morbo increíble.
En ausencia de mi mujer, Sara me invitó a cenar a su casa con ella y con los niños, invitación que acepté, la cena se prolongó más de lo normal y, al hacerse tarde, me propuso que me quedase a dormir, lo que también acepté. Los pequeños se marcharon a la cama ya que al día siguiente su tía -mi hijastra pequeña- los recogía temprano para llevarlos al colegio mientras que nosotros dos nos quedamos hablando hasta la madrugada en el salón tomándonos unas copas. En un momento de nuestra conversación Sara me dijo «Voy a mi habitación a cambiarme de ropa. Me voy a poner cómoda», permaneciendo yo sentado en el tresillo del salón viendo la televisión mientras ella volvía. Mi sorpresa fue mayúscula cuando la vi salir con una bata transparente bajo la que tan solo llevaba sujetador y tanga de color blanco, dejando al aire casi todo su cuerpo y las espectaculares nalgas de su maravilloso culazo, lo que hizo que mi polla se pusiese bien dura bajo el pantalón marcando un buen bulto en el mismo, lo que ella notó perfectamente aunque guardó silencio y no dijo nada, sintiendo yo en ese momento enormes deseos de correrme haciéndome una buena paja ante sus ojos para que me viese aunque contuve las ganas.
Continuamos hablando largo tiempo sentados en el tresillo del salón y para mí era irremediable no lanzar miradas a sus tetas y sus piernas maravillosas, algo de lo que también se dio cuenta en algún momento que otro respondiendo con una pícara sonrisa. Continuamos charlando otro rato y bien entrada la madrugada nos marchamos a dormir despidiéndonos con un beso en la mejilla en el salón y dirigiéndonos cada uno a su habitación, ¡o al menos eso creí yo en un principio!
Ya instalado en la mía me quedé en bóxer para dormir y, con la luz encendida, comencé a acariciar mi excitada polla de 23 centímetros por encima del mismo consiguiendo una erección brutal mientras pensaba en Sara y en lo buena que está, en su culazo enorme y en mis deseos de follarla, procediendo a comenzar a hacerme una nueva paja a su salud -habían sido ya muchas desde que la conocí- mientras la nombraba en voz baja, sorprendiéndome gratamente cuando comencé a escuchar suspiros tras la puerta y a Sara, que en voz baja decía «¡Jodeeerrr, qué polla tan rica tiene!, ¡Qué pollón, cielo santo!, ¡Uhhhmmm!», lo que me puso más caliente y cachondo aún y propició que, tras varios minutos, me corriese de forma abundante derramando gran cantidad de leche mientras gemía y jadeaba de placer y ella desde fuera decía «¡Qué rica!, ¡Qué corrida tan maravillosa!, ¡Jodeeerrr, cuánta leche!, ¡Uhhhmmm!». Era evidente que me había estado espiando a través del agujero donde va la manilla de la puerta y de la que ésta carecía de forma temporal, algo de lo que habíamos estado hablando también en nuestra conversación.
Totalmente relajado tras mi monumental paja me dejé dormir, despertándome por la mañana la voz de los niños cuando se disponían a marchar al colegio con su tía, a la que escuché hablar en voz baja con su hermana sobre lo acontecido en la noche anterior, lo que me produjo un morbo fuera de lo normal.
Una vez se marcharon de casa los pequeños, Sara volvió de nuevo a su habitación para continuar durmiendo algún tiempo más ya que era muy temprano, yo salí al baño y al atravesar el salón vi la puerta entreabierta por lo que me acerqué y me asomé sigilosamente encontrándomela tendida en la cama, de espaldas a la puerta y sin la bata, tan solo en ropa interior, mostrándome su fantástico culazo en todo su esplendor. Raudo y veloz volví a mi habitación para coger el móvil y realizarle unas cuantas fotos que servirían para excitarme, pajearme y correrme pensando en ella. Volví a asomarme y continuaba en la misma posición por lo que pude hacerle varias fotos que me excitaron muchísimo y consiguieron que mi polla de 23 centímetros se pusiera dura y tiesa de nuevo, dispuesta a todo. De esa guisa fui al servicio y, a la vuelta, me senté en la cama pensando qué hacer, decidiendo volver a su habitación y verla de nuevo con la excusa de pedirle un cigarro, al llegar toqué a la puerta y ella se giró, se levantó sin inmutarse y sin taparse y yo no pude por menos que exclamar «¡Joderrr, Sara, cariño mío, cómo estás de buena y qué culazo tan extraordinario tienes!», a lo que ella me respondió «Tú tampoco estás mal, tienes una polla maravillosa, de vicio para gozar. Anoche te la vi cuando te pajeabas pensando en mí y me puse muy cachonda, teniéndome yo también que pajear y correrme aquí, en mi cama. Te estuve espiando y me encantó tu corrida. ¡Joder, la leche que echas!», lo que hizo que yo me sintiese un poco cortado ante la situación pero tremendamente excitado. Ella se acercó, me dio el cigarro y me besó calidamente en la boca, morreándome suave y morbosamente con sus labios perfectos y excitantes diciéndome «Y esto de regalo, que sé que te gusta mucho», lo que provocó en mí una calentura bárbara que se transformó en una nueva y dura erección de la que ella fue testigo mientras se mordía los labios de deseo. Le pedí fuego, encendí el cigarro, le di las gracias y, totalmente sorprendido y sin mediar palabra, salí de su habitación ante su cachonda y caliente mirada, entrando de nuevo en la mía muy excitado. Me tendí en la cama boca arriba y de nuevo comencé a acariciar y tocar mi polla por encima del bóxer con el deseo de volver a pajearme y correrme pensando en mi hijastra, acto seguido me lo quité del todo y la dejé a la vista totalmente tiesa y dura, con su capullo hinchado por la excitación contenida y con irrefrenable deseo de volver a derramar abundante leche, comenzando a hacerme suavemente y para prolongar el placer una nueva paja pensando en ella.
Escasos minutos después, cuando estaba en plena acción y para mi extraordinaria sorpresa, Sara irrumpió en mi habitación con el pelo suelto, vistiendo un precioso conjunto de lencería negra compuesto por sujetador, tanga, liguero y maravillosas medias sexys y luciendo unos majestuosos zapatos de tacón transparentes, dejándome su imagen totalmente perplejo y sin palabras. Cuando la vi entrar tan solo pude decirle «Sara, cariño, ¿qué haces…?», a lo que ella me respondió «Vengo a ayudarte para que goces de placer conmigo, que sé que lo estás deseando». Le pregunté «¿Y si de esto se entera tu madre…?», contestándome «No se enterará, no te preocupes, será nuestro gran secreto» y añadiendo «Sé que me deseas con locura desde hace mucho tiempo y quiero que me folles y me hagas gozar de gusto con tu polla como lo haces con mi madre». Estas palabras me pusieron aún más enormemente cachondo, me desplacé hacia un lado y le dejé hueco en la amplia cama, se acercó a ella y se tendió junto a mí. En cuanto la tuve a mi lado le pasé mi brazo por su cuello y comenzamos a besarnos y morrearnos con pasión y calentura mientras que con la otra mano le acariciaba sus enormes piernas y le magreaba las nalgas de su extraordinario culazo. Ella, por su parte, mientras nos besábamos me abrazó con una mano y con la otra me acarició el torso hasta que llegó a mi dura polla, que comenzó a masajear suavemente de arriba a abajo mientras me susurraba al oído «¡Qué polla tienes, cabrón. Ya nos lo había dicho mama a mi hermana y a mí. Por eso tenía ganas desde hace tiempo de gozar con ella y de llevármela al coño y te diré que Rocío también», lo que me dio un morbazo increíble.
Tras un caliente y largo morreo comiéndonos la boca y magreándonos todo el cuerpo, Sara me dijo que estaba deseando que le comiese el coño y me pidió que lo hiciese, quitándose el sujetador y el tanga y dejando al descubierto sus extraordinarias tetas y su maravillosa y excitante raja. ¡Qué delicia y qué sensación verla tendida en la cama, abierta de piernas, totalmente desnuda para mí, tan solo con el liguero, las preciosas medias sexys y los tacones!, lo que llevaba deseando hacía mucho tiempo.
Comenzamos a morrearnos de nuevo, comiéndome sus labios suavemente mientras le acariciaba con ternura sus tetas, calentándola aún más a cada segundo, bajé a su cuello haciendo lo propio hasta que llegué a comérselas y a chupar sus pezones oscuros, pasando mi lengua por sus grandes aureolas. Ella me pedía que no parase y seguí bajando lentamente mientras besaba y pasaba la punta de mi lengua por todo su cuerpazo. Finalmente llegué a su coño totalmente mojado y me sumergí en él comiéndoselo de arriba a abajo al tiempo que le introducía varios dedos dentro, arrancando en ella suspiros y gemidos muy calientes que desembocaron en una corrida alucinante en mi boca, degustando su exquisito néctar femenino mientras me decía totalmente excitada «¡Hijo de la gran puta, qué bien me comes el coño. Cómo me gusta, jodeeerrr!, a lo que le contesté «Como se lo hago a tu madre. Te lo hago como se merece una puta zorra como tú, que está buenísima y me pone la polla muy dura. Cada vez que quieras podrás gozar conmigo como una jodida perra. Me pones muy cachondo y caliente, gran puta», palabras que a ella excitaban mucho más aún volviendo a experimentar otro genial orgasmo de placer con una corrida majestuosa.
Seguidamente le pedí a Sara que me chupase la polla porque tenía inmensas ganas desde hacía mucho tiempo de que me hiciese una buena mamada y de sentir sus preciosos labios y su maravillosa boca comiéndome el capullo. Me tendí en la cama y ella se situó para hacerlo de tal manera, arrodillada en la cama, que quedaba a mi vista y a mi mano su extraordinario culazo en pompa y su grandioso coño, rozando mis piernas con sus tetas y sus pezones por su posición. Mientras ella comenzó a mamar y chupar mi dura polla de una forma que me llevó al éxtasis yo acariciaba su coño por detrás y magreaba su culazo por todas partes, deseándola un poco más a cada segundo mientras le decía fuera de sí y entre gemidos «¡Cómo la chupas, zorra. Qué maravilla. Qué ganas tenía de sentir mi polla en tu boca, gran puta. Ahhh… Sigue… Sigue, puta, sigue chupándola, es tuya. Ahhhhh… Ahhhhh!
Con una excitación contenida incontrolable le dije a Sara que quería follarla, yo continué en la misma posición y ella procedió a subirse encima de mí, introduciéndose por fin mi tieso rabo en su coño mientras exclamaba cachonda perdida «¡Qué gustazo, por Diosss, qué gustazo tan grande, cabrón! ¡Fóllame, cariño mío! ¡Fóllame fuerte, mi rey! ¡Cómo deseaba tener tu pollón en mi coño, hijo de puta! ¡Qué bien follas a tu puta hijastra. Ahora entiendo también la pasión de mi madre por ti! ¡Quiero ser siempre tu puta y tu amante zorra!». Estas palabras provocaban aún mayor excitación en mí, volviéndome loco y follándola aún más fuerte.
En pleno éxtasis de ambos, Sara me pidió que la follase por el culo, en lo que ella contaba con gran experiencia y algo que le gustaba muchísimo, a lo que accedí encantado porque lo deseaba con locura. Se situó a cuatro patas, me puse en cuclillas y comencé a follarla suavemente primero y con duras embestidas después a las que ella respondía totalmente cachonda y fuera de sí tocándose y metiendo sus dedos en su maravilloso coño para provocarse un nuevo orgasmo mientras me decía «¡Fóllame, fóllame por el culo así, cabrón, no pares que me corro, que me corro mucho y me encanta, hijo de puta! ¡Sigue, sigue…! ¡Así, así…! ¡Cómo me gusta que me folles así, por Diosss…! ¡Ohhhhh… Ohhhhh…! ¡Dame fuerte sin parar! ¡Fóllate a tu puta zorra con esa rica polla que me encanta! ¡Ahhhhh… Ahhhhh!», palabras que me calentaban más a cada segundo mientras mi verga le atizaba duras embestidas al tiempo que ella se corría de nuevo mientras me decía «¡Qué ganas tenía de que me follases, cabrón! ¿Te gusta el culazo que tengo…? ¡Es tuyo y para ti, fóllamelo con ese pollón tan rico! ¡Fóllate a tu zorra como has deseado cuando te has pajeado pensando en mí!», añadiendo «A partir de ahora ya no tendrás necesidad de pajearte, cada vez que estés cachondo y caliente y no te folles a mama, si quieres follarme a mí solo tienes que decírmelo y seré tuya». En ese instante, entre gemidos y jadeos muy agitados, Sara tuvo otro orgasmo maravilloso al tiempo que yo, también jadeando de inmenso placer, comencé a correrme soltando una inmensa catarata de leche dentro de su culazo, lo que le encantó, sacando mi polla del mismo y aprovechando ella para chupármela y hacerme una buena limpieza, saboreando mi capullo y tragándose todo el resto de mi lefa.
Seguidamente nos quedamos descansando en la cama mientras nos fumábamos un cigarro y conversábamos sobre lo ocurrido, diciéndome ella «¡Jodeeerrr, cabronazo, el pedazo de polvo que me has echado. Cómo me has hecho gozar con tu polla. Es increíble lo bien que me has follado!», a lo que yo le contesté «Me alegra mucho que te haya gustado, amor mío. Ten por seguro que ha sido el primero de muchos polvos con los que te haré gozar y retorcerte de placer. A partir de ahora te follaré cada vez que quieras o me apetezca hacerlo a mí. Serás en secreto mi caliente zorra». A continuación, totalmente desnuda, vistiendo solamente liguero y las fabulosas medias sexys, acompañadas de sus bonitos tacones, Sara se levantó y se dirigió a la cocina para preparar un café para los dos.
Ya de vuelta a la habitación con el café, se sentó de nuevo junto a mí en la cama, encendimos otro cigarro y proseguimos conversando en un tono cachondo y muy caliente, diciéndome «Sé que hace mucho que me deseas y desde que mama nos dijo a mí y a mi hermana Rocío que tenías una polla fabulosa y grande tenía muchas ganas de probarla. El día que nos lo dijo me puse muy cachonda y cuando llegué a casa por la noche tuve que hacerme una paja pensando en ti y en tu pollón, a esa siguieron otras muchas cada vez que te veía; siempre miraba hacia tu bragueta a ver si estabas empalmado y te notaba el bulto en el pantalón, lo que conseguí notar en varias ocasiones poniéndome muy caliente», contestándole yo «¡Cada vez que te veo me pongo muy cachondo y se me pone la polla muy dura y tiesa con solo imaginarme follándote, tu madre lo sabe y eso a ella también la pone muy cachonda». Continuamos nuestra conversación subida de tono y Sara me dijo «Como te comenté antes, mi hermana Rocío también tiene muchas ganas de que te la folles. Esta mañana, cuando vino a casa a por los niños para llevarlos al colegio, le he comentado que anoche te vi la polla y cómo te pajeabas pensando en mí y se ha puesto muy cachonda», respondiéndole yo «Pues ni te imaginas cómo me pone ella a mí de caliente, las pajas que me hago pensando en ella también y la cantidad de leche que echo cuando me corro. Me pongo muy cachondo cuando la veo, me encantaría comerle ese enorme par de tetas que tiene y sus pezones, comerle el coño para que se corra bien y follármela una y otra vez. Está buenísima, le pasa como a ti». Al escucharme, Sara se iba poniendo de nuevo muy cachonda y me dijo «No te preocupes, yo voy a hacer posible un encuentro entre vosotros a solas para que te la folles bien follada y goces de gusto con ella. Tranquilo que eso no tardará en ocurrir».
El que Sara estuviese tan guapa y bonita, desnuda para entregarse a mí como una zorra, y el morbo que me había creado lo que me acababa de comentar sobre su hermana, hizo que mi polla comenzase a crecer de nuevo mientras ella me miraba con ojazos de auténtico deseo, poniéndose muy dura y tiesa y sintiendo enormes ganas de follármela de nuevo. Comencé a abrazarla y besarla otra vez mientras le penetraba su maravilloso coño con los dedos humedeciéndolo de nuevo y estremeciéndola de gusto. Acto seguido le pedí que volviese a chuparme la polla y lo hizo con maravillosa disposición, pasándome su lengua de arriba a abajo y comiéndome los huevos fuera de sí mientras me decía «¡Qué polla y qué huevos tienes, hijo de puta! ¡Ufffff… Uhhhmmm… Me encantan y me gustaría estar todo el día con tu polla en mi boca para sacarte toda la leche y tragármela!». Yo, por mi parte, recibiendo inmenso placer y con los ojos entreabiertos le dije «Mi polla será tuya cada vez que quieras, puta zorra, y te daré mi leche cada vez que te apetezca», añadiendo «Y si quieres se lo pides a tu madre y hacemos un trío, os follo a las dos sin problema y si tu hermana se apunta también».
Tan calientes nos estábamos poniendo de nuevo que le pedí a Sara que se acostase en la cama boca arriba y pusiese sus enormes piernas sobre mis hombros para follarla placenteramente. ¡Jodeeerrr, qué delicia ver cómo mi pollón duro y tieso entraba en su adorable coño dándole un gustazo y un placer inmensos!, verla así provocó en mí una excitación fuera de lo normal. En esa posición la estuve follando durante minutos hasta que le pedí que se pusiese a cuatro patas, brindándome una imagen escandalosamente brutal con su coño abierto de deseo y su culazo en pompa. Acerqué mi tiesa y dura verga a su rico coño y comencé a darle embestidas que la llevaron al éxtasis provocándole varios orgasmos casi seguidos mientras me decía «¡Fóllame, fóllame más, por Diooosss, por favor te lo ruego, mi amor, no dejes de follarme! ¡Sigue… Sigue, cariño mío, sigue…! ¡Ohhhhh…! ¡Ahhhhh…!». Sara era un volcán en erupción, una auténtica bestia del sexo que estaba gozando como una perra y una zorra majestuosa y que tras largo tiempo hizo que yo no aguantase más mi deseo, saqué mi polla dura de su rico coño y la dirigí a su boca, ella la abrió en su totalidad y comencé a correrme entre gritos y alaridos regándola con una gran cantidad de leche que también llegó a sus ojos y su cara, tragándosela toda mientras me decía «¡Qué rica, mi vida, qué rica! ¡Jodeeerrr, cómo te corres! ¡Cuánta leche, hijo de puta! ¡Cómo me gusta que me pongas así! No tengo ninguna duda de que a partir de hoy seré tu puta a la hora que quieras», finalizando con un ardiente morreo de rodillas en la cama mientras nos abrazamos apasionadamente.
Por último y antes de salir de la habitación para ducharnos, le pedí que provocase ese encuentro a solas con su hermana Rocío para hacerla gozar y follármela con todo el deseo del mundo, al igual que a ella, lo que me prometió haría en cuanto ella llegase a casa tras recoger a los niños del colegio.
Así terminó una mañana extraordinariamente caliente y fogosa con la puta zorra de mi hijastra mayor, la primera de otras que vendrían, con un culazo lleno de placer por mi follada y con una polla dura y tiesa por el gozo recibido.