Capítulo 5

La guerra del diablo V: Encuentros

Tokio Japón. Dos meses atrás.

Lita Kino, Sailor Júpiter, se encontraba sentada en las gradas del campo de entrenamiento de la escuela preparatoria Jubba; aburrida, con las piernas cruzadas y la barbilla apoyada en la palma de su mano.

Sus ojos verdes se paseaban distraídamente por el campo, viendo como los distintos equipos se preparaban, cada uno en sus especialidad, para las próximas competencias estatales.

Mientras ella esperaba su turno para practicar el lanzamiento de jabalina y martillo, cosas para las cuales su fuerza y destreza la hacían casi insuperable.

No obstante, ella no compartía el entusiasmo de sus compañeras de equipo, en parte porque le molestara sobre manera que todos la llamaran «la chica Hércules de la preparatoria Jubba», pero sobre todo porque su verdadero interés era prepararse en cosas «más femeninas» como la cocina internacional o los arreglos florales, en vez de andar por ahí luciendo el horrible uniforme deportivo de la escuela; compuesto por pantalones cortos, camiseta y calcetas en color verde, con franjas anaranjadas.

Sin mencionar que le apretaban los «tenis oficiales» del equipo.

Aún así había cedido a las suplicas de la capitana del equipo para a unirse a las competencias.

Ahora, en vez de estar en la clase de cocina, su materia favorita, tenía que entrenar con el resto de la selección escolar.

-¡ Tú turno Lita!.-le grito la capitana. La princesa de Júpiter se levanto de su lugar y estirándose perezosamente camino hacia el área de lanzamiento, al hacerlo volvió a pasear la vista por el campo y descubrió, al otro lado de la cerca metálica, a un chico de unos 17 años, vestido con un uniforme de secundaria consistente en: una camisa de cuello Mao, pantalones oscuros y camisa blanca. Entre las manos sostenía una cámara profesional cuyo estaba apuntando directo a ella. Lita no le dio mayor importancia y llegando a su destino tomó la jabalina en sus mano para luego dar los pasos requeridos y arrojarla con todas sus fuerzas. La lanza deportiva cruzo el aire a gran velocidad y cayo casi al otro lado del campo.

De inmediato las otras chicas y su entrenadora, la señorita Aoba, aplaudieron su hazaña .-¡Bravo Lita!.-le dijo la capitana acercándose a ella.

-¡Seguro seremos las campeonas de este año!.- comento Aoba mientras anotaba en una libreta la marca hecha por Lita. Esta sonrió en agradecimiento a los halagos de su entrenadora. Pero en ese momento sus ojos miraron hacia donde había visto al chico con la cámara y lo que vio la hizo estremecer. El muchacho seguía ahí, pero ahora estaba de espaldas, recargado contra la malla de protección, mientras tres jóvenes mayores, vestidos con trajes deportivos en color negro, lo rodeaban con no muy buenas intenciones. El noble corazón de la princesa de Júpiter la impulso a ir en defensa del chico y sin mas salió corriendo hacia allá, dejando a sus compañeras un tanto confundidas

-¡Te advertimos que no queríamos verte husmeando por aquí!.-grito el más feroz de los tres maleantes al tiempo que golpeaba sin piedad el rostro de su presa, mientras sus cómplices lo sujetaban por los brazos para que no cayera.

-¡Dele una lección capitán!.-dijo uno de ellos mientras contemplaba el rostro desfigurado por el dolor.

-¡Déjenlo en paz!.-los tres tipos miraron hacia donde provenía la voz y descubrieron a una chica alta y fuerte quien los miraba enfurecida por aquel acto barbárico.

-¡Será mejor que te ocupes de tus asuntos «chica Hércules»!.-dijo el líder de aquellos malvados al reconocer a Lita.-¡Nosotros somos las estrellas del equipo de Judo y no te tenemos miedo!.-en efecto, Lita no tuvo más que mirar a los abusivos para identificarlos como Kan, Jato é Isuko, luchadores de judo con amplia experiencia y más de un torneo ganado. Sin duda retarlos al mismo tiempo no era un buena idea, pero la visión del chico, casi noqueado a causa de los golpes, era lago que Lita no podía pasar por alto.

-¿Por qué le hacen eso?.-interrogó, más para ganar tiempo que porque le importaran las razones que esos tres pudieran tener. El capitán de los judokas colocó su mano el la barbilla del chico y lo hizo levantar el rostro.

-¡Este mocoso es un maldito espía!.-acuso.-¡Observa nuestros entrenamientos para informar a otras preparatorias sobre nuestros logros y arruinar nuestras oportunidades!.-

-¡No es verdad!.-todos miraron el rostro casi infantil del chico, cuyos ojos lagrimeaban a causa del dolor.-¡Soy un estudiante de la secundaria Noda!-dijo lo más fuerte que pudo.-¡Estoy haciendo un reportaje sobre el deporte en las preparatorias para nuestro periódico, eso es todo.!-. Isuko, el capitán, soltó con desprecio la cabeza del chico mientras sus ojos centellaban de furia.

-¡Maldito mentiroso!.-exclamo levantado el brazo para golpearlo de nuevo. Pero antes de que pudiera hacerlo Lita llego hasta el y tomándolo del brazo le aplico un espectacular derribe que lo mando a dos metros de distancia. Sin embargo, Isuko era un luchador experimentado, que con un elegante giro en el aire logro caer de pie. -¡Conque esas tenemos!.-dijo volviéndose hacia Lita.

-¡Dele una lección Capitán!.-gritaron de nuevo Kan y Jato, quienes sujetaban aún a su víctima. En ese momento el agudo sonido de un silbato se dejo escuchar y todos pudieron ver a la señorita Aoba corriendo hacia ellos. La presencia de una autoridad hizo que el valor de los bravucones se esfumara. Jato y Kan soltaron al chico y echaron a correr, mientras Isuko, antes de seguirlos, amenazaba furiosamente a Lita.

-¡Estas muerta «chica Hércules»!.-Lita no le presto atención y se acercó al chico, quien se había derrumbado en el suelo.-¡¿Qué paso aquí Lita?!.-interrogo la entrenadora apenas llego junto a ellos.

-¡Esos tres golpearon a este chico!.-respondió Lita inclinándose sobre la víctima.-¡Todo porque estaba tomando unas fotos!.-

-¿A sí?.-la entrenadora miró con recelo al muchacho.

-¡No me diga que usted también cree que es un espía!.-dijo Lita indignada. La entrenadora no contesto, en vez de eso se dio la media vuelta para regresar al campo de entrenamiento.

-Haré un reporte sobre esos tres.-dijo sin mucha convicción.-Pero será mejor que tu amigo no vuelva por aquí.-Lita la miro alejarse. En verdad le molestaba que alguien pudiera tratar así a una persona, solo porque era «sospechosa». En todo caso, su preocupación en ese momento era la salud del chico herido. Con todo cuidado lo examino y descubrió horrorizada que su ojos estaba hinchado y con una escandalosa tonalidad escarlata. Pero lo que más la escandalizo fue descubrir que las piernas del chico estaban terriblemente dañadas, sobre todo la derecha, delgadas y algo deformes; acaso como resultado de alguna enfermedad.

-Malditos cobardes.-pensó furiosa al darse cuenta de aquel muchacho no había tenido ni siquiera la oportunidad de huir de sus agresores, en ese momento descubrió junto a la barda dos muletas ortopédicas, de brillante cromo tiradas en el suelo. Lita estiró la mano para tomarlas justo en el momento en que el chico recobro el sentido.

-¿Estas bien?-pregunto Lita. El chico la miró confundido por unos segundos antes de arrebatándole violentamente las muletas de sus manos.

-¡¿Dónde esta mi cámara?!.-exclamó mientras colocaba sus antebrazos en los brazaletes de las muletas para poder levantarse. Lita se molesto por la aptitud de «su protegido», pero igual miro en todas direcciones buscando la propiedad perdida. Cosa que no les llevo mucho tiempo, la cámara estaba a solo dos metros de distancia, materialmente hecha añicos. El chico se puso en pie y, tan rápido como pudo, camino hacia el lugar donde estaban los restos de su cámara. Al llegar se dejo caer de rodillas y tomo entre sus manos los despojos de su aparato, su rostro adquirió una expresión de infinita tristeza, todo su cuerpo temblaba de rabia y frustración. Al fin se enjugo las lagrimas con el antebrazos y tambaleándose se puso de pie nuevamente. Lita se acercó a él para brindarle su apoyo pero su respuesta no fue la esperada.

-¡Déjame en paz!.-le grito el chico antes de emprender su camino. Lita frunció el ceño por aquel gesto desagradecido, pero aún así se sobresalto cuando el muchacho volvió a caer rodillas tras dar apenas unos cuantos pasos. Alarmada volvió a ir a su lado, solo para encontrarse con la misma respuesta.-¡Qué me dejes en paz!.-grito el chico. Ese último rechazo hizo que la princesa de Júpiter perdiera la paciencia y tomando al chico por las solapas de su camisa lo levanto como a un muñeco.

-¡Ahora escúcheme «señor macho»!.-grito indignada. El chico empezó a temblar de miedo ante aquel cambio de aptitud por parte de la chica que lo había salvado.-¡Esos tres no solo son más grandes y fuertes que tú, también son campeones de Judo!. ¡Nadie hubiera podido defenderse de ellos! ¡No tienes de que avergonzarte!. ¡Así que deja de actuar como un tonto y permite que te lleve a la enfermería!.-las palabras de Lita hicieron mella en el chico.

-Lo siento.-dijo avergonzado de su conducta.-Es solo que…-los ojos del muchacho se fijaron de nuevo en su cámara rota, mientras el llanto le oprimía la garganta, Lita comprendió que aquel aparato era algo más que un simple utensilio para él.

-Animo.-dijo la princesa de Júpiter mientras esbozaba una sonrisa.-Conozco un buen taller donde arreglan cámaras. Tal vez puedan reparar la tuya.-el chico miro a Lita con una esperanza renacida en sus ojos. Ella lo miró conmovida y le hizo pasar el brazo alrededor de su cuello para ayudarlo a caminar.

-Por cierto.-dijo al emprender la marcha.-Me llamo Lita… Lita Kino.-

-Yo soy Paul… Paul Billington.-dijo el mientras trataba de no mirar los pechos de Lita que, debido a ser más bajo que ella, le quedaban casi junto a la altura de su cara.

En algún lugar de Europa central: El presente.

-Tenemos que atraparla.- era la frase que se repetía una y otra vez en la mente del joven comandante Eric Von Wolffer, mientras corría junto a sus hombres para tomar por asalto aquel viejo castillo que bien podía ser llamado «la base terrorista más grande del mundo». Una verdadera fortaleza construida en el corazón la selva negra, Europa Central, refugio de una de las terroristas más buscadas del mundo, «La Garra Roja». Sus superiores nunca le revelaron como había sido descubierta después de tantos años de búsqueda infructuosa. Solo le ordenaron tomarla por asalto y capturar a Garra Roja para llevarla ante un tribunal internacional, para ser juzgada por sus crímenes. Aunque, si la situación lo ameritaba, sus superiores no tenían nada en contra de que ella muriera en el asalto.

El ataque había comenzado hacia casi una hora, pero ninguna de las unidades había informado sobre la captura de aquella mujer.

Por décima vez volvió a recordar la sesión de instrucciones que había recibido para llevar a cabo la misión.

Lo primero que se les mostró fue una foto en blanco y negro de una mujer alta y sumamente atlética, casi hombruna, enfundada en un ajustado uniforme de asalto, mismo que dejaba sus hombros al descubierto permitiendo ver en uno de ellos un curioso tatuaje en forma de zarpa felina.

Su rostro era atractivo, pero sus fríos ojos rasgados y su larga cabellera negra peinada hacia atrás, le daban un aspecto temible.

Según el reporte ella era responsable de muchas muertes ocurridas en: Europa, África y el Medio Oriente.

-¡Tenemos que atraparla!.- grito antes de accionar su rifle de asalto y arremeter contra una de las entradas de la base.

Así continuo la cruenta batalla entre las fuerzas terroristas y los comandos especiales que intentaba tomar por asalto su base.

Todos los pasillos y andenes se encontraron pronto tapizados con los cadáveres destrozados de terroristas y militares por igual.

El aire estaba lleno de un profundo olor a cordita y carne quemada, el suelo estaba lleno de casquillos de diversos calibres, los muros tenían profundos agujeros; algunos con restos de viseras, sesos o de cualquier cosa que alguien se pudiera imaginar.

Un grupo de soldados intentaba tomar una de las últimas posiciones enemigas, un gran bodega subterránea, donde varios de los cabecillas con algunos hombres se habían refugiado.

El comandante de las fuerzas especiales estudio la situación y opto por arrojar granadas de gas dentro de la bodega.

Varios hombres arrojaron las granadas con puntería, mientras el resto se colocaban sus mascaras anti-gas.

Como lo esperaban varios terroristas salieron convulsionándose y tosiendo a causa del gas.

De inmediato se ordeno la toma de la bodega, pero cuando los soldados se acercaron fueron abatidos por una mortal ráfaga de fuego.

Todos vieron surgir a una alta mujer, provista de mascara anti-gas, quien los recibió con una ametralladora de 45 milímetros en un brazo y un mortero en el otro.

Detrás de ella surgió el resto de los terroristas armados con ametralladoras Scorpion.

Los soldados respondieron el fuego y uno de los que iban junto a la mujer cayo por tierra con el pecho destrozado a tiros.

La mujer respondió con disparos de mortero que hacían brotar géiseres de fuego en medio de sus enemigos.

Animados por su ejemplo los demás terroristas se lanzaban salvajemente contra los soldados accionando sus armas, uno de ellos termino con las piernas mutiladas y la cabeza hecha astillas.

Otro consiguió matar a varios soldados antes de que una granada lo alcanzara y lo hiciera pedazos.

Pero la mujer parecía imbatible.

Con increíble precisión evitaba los disparos y contestaba el fuego con mortal eficiencia.

Tan grande era su fiereza que los soldados terminaron por retroceder.

Cosa que ella aprovechó para recargas su arma y correr en busca de una salida, aunque bien sabía que no la había. -¡Maldito Hans!- pensaba mientras corría.

Hans era uno de sus comandantes, el que la había llamado a Europa con el pretexto de necesitar su ayuda para un nuevo atentado.

Ahora sabía que Hans era un traidor, un espía dentro de su organización, y el responsable de esa trampa para capturarla.

Una sonrisa cruel iluminó su rostro, Hans había muerto en sus manos esa misma noche, pero el muy hijo de puta logro resistir el tiempo suficiente para que la trampa se cerrara.

Ahora ella estaba acorralada y su captura era cosa de tiempo.

De pronto, al doblar en una de los pasillos se encontró de frente con la unidad encabezada por Wolffer, por un momento la sorpresa los congelo, pero ella reaccionó y disparo a quemarropa sobre sus enemigos, estos cayeron como piezas de domino, pero la suerte le volvió la espalda y sus municiones se agotaron.

Llena de rabia arrojo su arma a un lado y tomo un AK49 de caídos, pero no bien se había incorporado el lacerante dolor de una ráfaga abriéndose paso en su cuerpo la paralizó.

El tiempo pareció detenerse mientras sentía como su sangre y entrañas escurrían hasta el suelo.

Los soldados se acercaron, sus ordenes aún era capturarla; pero ella levantó la cara dejándolos ver un rostro descompuesto por el dolor y la cólera, sus ojos estaban rojos y llenos de odio, con las fuerzas que le quedaban Garra Roja levantó el AK49 y disparo.

Uno de sus atacantes cayo con la cabeza abierta por la mitad y otro sintió el ardiente choque de las balas contra su cuerpo, antes de caer destrozado.

Los restantes apuntaron y abrieron fuego llenos de rabia, era el fin… pero las balas siguieron de frente hundiéndose en los gruesos muros.

Atónitos, algunos se despojaron de las pesadas mascaras y miraron en todas direcciones buscando alguna señal de Garra Roja.

No encontraron nada.

Un segundo antes.

Garra Roja apretó los dientes y tenso los músculos de su cuerpo en espera de la muerte.

En efecto un dolor inenarrable la golpeo de pronto, pero no era lo que ella esperaba.

Era peor.

En un instante sintió cada molécula de su cuerpo hacerse pedazos y arder como el infierno.

Sintió estar dividida en trillones de partes y ser ensamblada de un solo golpe. Al fin quedo de pie, sola, en medio de una oscuridad casi palpable.

Sin fuerzas para sostener cayo al suelo y sintió como alguien se acercaba, mas nada pudo hacer pues su mente se hundió en la penumbra para escapar del dolor.

Universidad de Yale. E.U. el presente.

-Y así jóvenes. Podemos ver nuestra concepción del tiempo es errónea, ya que la realidad es relativa, como lo demuestra la paradoja de los gemelos al aplicar la teoría de Einstein.-el ronco sonido del timbre indico al profesor Asuma que su clase debía terminar.-Bien jóvenes entreguen sus reportes sobre la teoría de la relatividad antes de la próxima semana.-los discípulos comenzaron a recoger sus cosas y salieron del salón. Mientras el viejo maestro hacia lo propio con sus gruesos cuadernos de notas. En ese momento alguien se acercó a su mesa.

-¿Qué se le ofrece?.-interrogo el catedrático sin levantar la mirada.

-Quiero que venga conmigo.-el profesor Asuma levanto la vista, sorprendido por la respuesta y por la voz, demasiado joven para ser de una alumna universitaria. Ante sus ojos estaba una joven de unos 17 años, vestida con una coqueto conjunto de saco y falda negra plisada, con una blusa era blanca y estaba decorada con encajes a modo de corbata. Sus piernas largas y bien torneadas lucían calcetas rojas. y sobre su larga cabellera plateada descansaba una pequeña boina que hacia juego con el reto del traje.

-No estoy para bromas jovencita.-dijo molesto el catedrático inclinándose de nuevo sobre sus papeles.

-Yo tampoco señor Asuma.-replicó fríamente la chica apoyando sus manos sobre el escritorio.-Soy Yoshira Daimon, y mi padre quiere que venga conmigo.-el profesor Asuma dio un salto hacia atrás al escuchar el nombre de esa joven atrevida. Su cuerpo temblaba y un sudor frío empezó a escurrirle por la frente.

-¡Daimon!.-dijo con voz trémula.-¡Tú eres su hija!… ¡Imposible!… ¡El esta muerto!…. ¡Muerto!…-Yoshira miraba con fastidio al viejo maestro mientras este retrocedía como un animalillo asustado.

-Le aseguro que mi padre goza de perfecta salud.-dijo la chica mientras caminaba lentamente hacia él.-Ahora haga el favor de venir conmigo. Tengo prisa.-Asuma estaba aterrado, si esa… cosa que tenía frente a él era lo que creía, entonces Daimon había logrado lo imposible… y si lo buscaba era porque necesitaba… que el cielo ayude al mundo si todo estaba listo para el plan de su colega. En ese momento una gallarda figura apareció en el umbral de la puerta.

-¿Profesor Asuma?.-tanto el viejo como la joven miraron al recién llegado. Era un joven japonés, alto y atlético, de rostro amable y cabello negro.

-¡Darien!-exclamó el maestro como si un ángel llegara a su rescate. Darien miro intrigado a su mentor y a la jovencita que estaba entre ellos.

-Olvide entregarle mi ensayo.-dijo el príncipe de la tierra acercándose a la singular pareja. Aprovechando la distracción de Yoshira el viejo maestro se abalanzó sobre le escritorio y, tomando todos sus cuadernos, se puso al lado del joven príncipe.

-¡Necesito que me ayudes con algo Darien!. ¡Ahora!.-dijo el viejo jalando al chico del brazos hacia fuera del salón. El príncipe estaba sorprendido y desvió la mirada hacia la chica que permanecía inmóvil cerca del escritorio. Esta lo miro fijamente, admirando la varonil belleza del futuro rey de la tierra, y dejo que una maliciosa sonrisa le iluminara el rostro. Darien experimento un viejo sentimiento mientras se alejaba junto con el profesor Asuma, una sensación de peligro… peligro mortal.

-¡Nos veremos luego profesor!.-dijo la chica sin demostrar mayor emoción. Asuma se puso pálido como una vela. Tan pronto como estuvieron lejos de las aulas el viejo maestro se derrumbo. Darien tuvo que sujetarlo para que no cayera. Rato después, ambos se sentaron bajo un árbol en el centro del campus.

-¿Qué esta pasando maestro?.-interrogo el joven viendo como el viejo mentor temblaba como si un frío mortal le corriera por todo el cuerpo.

-Créeme muchacho.-respondió Asuma.-No quieres saberlo… nadie debería saberlo.-el viejo parecía a punto del colapso. De pronto su aptitud cambio y frenéticamente busco algo en su bolsillo.-Darien necesito que me hagas un favor.-dijo sacando una llave, misma que le entrego al joven príncipe.

-¿Qué quiere que haga ?.-interrogo Darien mirando la llave que Asuma le había dado.

-Quiero que vayas a mi oficina y saques todas las cosas que tengo en la caja fuerte. Son varios libros muy antiguos y algunos discos de computadora. La combinación es 5derecha, 13 izquierda y 15 derecha. Te espero en mi casa esta noche.-sin decir nada más Asuma se levanto y caminando tan rápido como se lo permitían sus piernas se alejo. Darien lo vio perderse en la distancia, en su mente no dejaba de preguntarse ¿qué estaba pasando?. En ese momento sintió que los vellos de su nuca se erizaban, inmediatamente se dio la media vuelta y miro en todas direcciones. No tardo en descubrir una delicada silueta, recargada contra el tronco de una árbol cercano, que lo miraba insistentemente. El príncipe reconoció a la joven del salón, y desafiante se acercó a ella.

-¿Quién eres tú?.-interrogó. La joven lo miró sonriendo picaramente.

-¿Por qué tendría que decírtelo?.-dijo desviando la mirada hacia los viejos edificios de la universidad. Darien la miro con mayor detenimiento. Era hermosa, casi inhumana, sus ojos fríos como el hielo le daban un aspecto temible. Casi tanto como los monstruos que el había enfrentado en su tierra natal.

-¿Quién eres tú?.-pregunto de nuevo elevando el sonido de su voz.

-¿Andas buscando compañía?.-respondió Yoshira mirando de nuevo al príncipe de la tierra.-Te advierto que soy difícil de complacer.-antes de que Darien pudiera responderle la chica poso su mano sobre su entre pierna y apretó con fuerza su sexo.

-¡Vaya!…-exclamó descaradamente.- ¡Veo que tienes con que «jugar».!.-Darien sujeto la muñeca de Yoshira y trato de apartarla, pero esta lo tenía sujeto con la fuerza una pinza de acero.

-¡No te cruces en mi camino guapo!.-dijo Yoshira acercando su rostro al del príncipe hasta que sus labios casi se tocaron.-A menos que quieras morir.-murmuró amenazante. Sin decir más la joven soltó a su presa y dándose la media vuelta y se marcho sin volver la cara. Darien la miro alejarse hasta desaparecer en la distancia. Mil preguntas rondaban en su cabeza cuando emprendió la marcha hacia la oficina de su mentor, por el camino tomo la decisión de averiguar que estaba pasando.

En algún lugar.

Ambas miraron con preocupación hacia el cielo, todo el día habían tenido la sospecha de que algo estaba mal. Terriblemente mal. Pero lo que fuera que las amenazaba estaba más allá de su visión. Solo su ama era capaz de correr el velo que les impedía ver a su enemigo. Si tan solo llegara a tiempo.

-¡¿Cuánto falta?!.-pregunto una mirando hacia todas direcciones.

-Tranquilízate.-ordenó la otra.-Sabes bien que aún tardara algún tiempo en volver.

-¡Debimos decirle antes!.-

-¿Decirle qué?. No estábamos seguras. Pero ahora…-

-¡Ahora se llevaran sus temores a la tumba!.-interrumpió una voz terriblemente inhumana. Ambas miraron hacia donde venía la voz, y descubrieron a su dueño.

-¡Tenías razón!.-exclamó una de ellas al tiempo que extendía sus alas hacia el cielo.-¡Debemos ir con nuestra señora!.-la otra miro con rabia a su enemigo descubierto. Era tan espantoso creer que alguien fuera capaz de tan infame traición. Pero a sabiendas de que nada podía hacer, ella también extendió sus alas negras y emprendió el vuelo. Su enemigo las miró elevarse, divertido por tan vano esfuerzo.

-¡Estúpidas!.-les grito desde el suelo.-¡¿En verdad creen que es de mi de quien tiene que huir?!.-las dos que volaban por el cielo no comprendieron el significado de sus palabras hasta que, de la nada una sombra pasó junto a ellas golpeando a una en un ala.

-¡Cuidado!.-grito al ver a su compañera herida, pero antes de poder auxiliarla otra sombra la ataco a ella. Por suerte ella era más rápida, y con un elegante giro lo dejo ir en banda, para lanzarse de inmediato en pos de su amiga y hermana. Esta se sostenía a duras penas en el aire, su ala oscura estaba ahora teñida de sangre. Sus ojos estaban nublados por el dolor y la desesperación. En eso su compañera llegó hasta ella, tomándola entre sus brazos para aliviar un poco el esfuerzo de sus alas.

-¡Déjame!.-le dijo apenas pudo articular palabras.-Tú deber es ir con nuestra ama y advertirle!.-su hermana estaba a punto de decir algo cuando una sombra enfilo hacia ellas con las negras garras listas para matar.

-¡Fuego Sagrado!.-al instante una lengua de fuego puro envolvió a uno de sus atacantes, reduciéndolo en segundos a una masa inerte de carbón, no obstante, eso no era suficiente, ya que su lugar fue ocupado de inmediato por diez nuevos enemigos.-Tenemos que escapar.- pensó desesperada mientras sus ojos buscaban una salida.

-Déjame.-pidió de nuevo su hermana herida.

-¡No!.-respondió ella con firmeza.-¡Escaparemos juntas!- sin decir más se lanzo en picada hacia el bosque cercano, talvez pudiera dejar a su hermana en lugar seguro para luego, para luego ir por ayuda. A toda velocidad entraron entre los altos pinos y abetos, esquivando los troncos con la mayor precisión que podían. Detrás de ellas el zumbido de sus perseguidores, producidos por sus alas membranosas, resonaba por todas partes. Así la competencia entre las alas que podían remontar el cielo y las que podían lanzarse entre las estrellas continuo, pero aunque sus enemigos hubieran podido alcanzarlas casi sin esfuerzo se mantuvieron a distancia, acaso divirtiéndose con sus vanos intentos de huir de ellos.

Las doncellas no tardaron en notar aquella conducta, pero antes de que pudieran entender su posible significado, las gruesas ramas de un árbol les cerraron el paso.

-¡Cuidado!.-grito la herida tratando de alertar a su hermana. Pero ya era tarde. Las ramas se cerraron en torno suyo como los dedos de un esqueleto, sujetándolas con fuerza para luego azotarlas contra la corteza de los árboles vecinos. Las doncellas sentían sus huesos a punto de romperse pero de pronto aquella cosa las arrojo contra una gran telaraña donde quedaron atrapadas.

Por un momento las dos lucharon por escapar pero los hilos de plata se enredaban más y más en tono a sus cuerpos. En eso la risa de su captor se dejo escuchar de nuevo.

-¡Tontas!.-dijo apareciendo entre los árboles, seguido por sus sirvientes alados.-¿En verdad creyeron que podían hacer algo contra nosotros? ¡Ridículo!.-ambas hermanas se miraron entre sí y, en un acuerdo silencioso, decidieron prestar un último servicio a su señora ausente.

¡Fuego Sagrado!.-gritaron juntas dejando que de sus manos brotara una verdadera llamarada de fuego rojo que envolvió a sus enemigos. Ante sus ojos muchos de los alados insectos que servían al mal cayeron por tierra achicharrados, lo mismo que el negro árbol que las había capturado alevosamente. Pero su enemigo, aquel que se proponía la más negra traición seguía ahí, incólume, con los brazos cruzados y sonriendo divertido ante su acto de valor.

-¡JAJAJAJAJAJAJAJAJA!.-río acercándose a sus cautivas.- Veo que para ser tan pequeñas tiene un gran poder. Creo que podrían serme útiles.-

-¡Eso nunca!-

-¡Antes preferimos morir!.-dijeron ambas con arrogancia. Él las miro, su rostro estaba cubierto por las sombras de los árboles, permitiéndoles ver de claramente sus ojos llenos de veneno, brillando como los de la serpiente que se dispone a devorar a su presa.

-¡Ustedes me servirán a mi desde hoy!-sentenció. Su rostro se descompuso en un grotesca mascara de inhumana locura, sus labios temblaron y de su garganta brotaron palabras que habían estado muertas durante eones.-¡Iä!.¡Iä!..¡N’ghaa, n’n’ghai! ¡Iä! ¡Iä! ¡N’ghai, n’yad, n-yah shoggog, phthaghn! ¡Iä! ¡Iä! Y-hah, y-nyah, y’nyas!…-la voz de su captor aún resonaba entre las sombras del bosque cuando ellas sintieron un frío intenso que parecía provenir de algún espacio ajeno, de algún lugar donde la luz es solo una fantasía y las tinieblas reinaban a plenitud. Ellas podían percibir la corrupción apoderándose de todo a su alrededor, plantas, animales é insectos. Mientras iba acercándose a ellas lenta pero inexorablemente. Al tiempo que el hedor de una maldad más vieja que el mundo se iba haciendo más fuerte, envenenando todo lo que toca.

En ese momento algo apareció entre las sombras del bosque, algo que se arrastraba pesadamente hacia ellas, una cosa que nunca había caminado sobre la tierra, pero que ahora estaba ahí, para cumplir los deseos del nefasto ser que lo había llamado a través del tiempo y del espacio.

Ellas pronto pudieron ver a su verdugo, sintiendo que su corazón saltaba de horror y su sangre se congelaba en sus venas.

La criatura era semejante a una araña, enorme é hinchada, de un profundo color púrpura que avanzaba gracias a sus múltiples patas, largas y velludas; su cabeza era de color negro brillante y en sus ojos escarlata se podía adivinar una inteligencia alienígena, que se regocijaba de placer anticipado; al tiempo que sus largos colmillos se abrían y cerraban convulsivamente, escurriendo veneno, listos para realizar su trabajo mortal.

-¡Empieza con ella!.-ordeno el mago señalando a la hermana herida.

-¡No!-grito la otra forcejeando contra sus ataduras hasta lastimarse.-¡Hagan de mi lo que hagan pero déjenla en paz!.-la criatura emitió un agudo chillido que no podía ser otra cosa que una risa burlona. Lentamente se acercó a su primera víctima y abrió al máximo su espantosa cavidad bucal, la infeliz muchacha cerro los ojos y encomendó su alma a los dioses. Pero la araña no la mordió. En lugar de eso brotaron de su hocico una gran cantidad de pólipos, largos y gelatinosos, terminados en gruesas puntas semejantes a uñas negras.

-¡Aaaaaaayyyyyyyyy!.-grito abriendo los ojos desmesuradamente al sentir sobre su piel el contacto de esas sierpes cuyo contacto quemaba más que el ácido. Sus delicadas ropas fueron desgarradas por las afiladas garras dejando al descubierto la piel blanca de sus pechos, coronados por rozadas areolas y pezones delicados, contraídos por el miedo, el vientre níveo que se contraía constantemente por la fuerte respiración. Sus hermosas piernas y pies. Y su delicada espalda de la cual brotaban sus alas de plumas negras pero suaves. Sin esperar un minuto el monstruo dejo que algunos de los tentáculos se enredaran libremente sobre sus pechos desnudos o bien se deslizaran entre sus muslos. Al tiempo que otros la sujetaban de brazos y piernas impidiéndole cualquier movimiento.

-¡NOOOOOOOO!.-grito su hermana al ver como aquellas cosas gelatinosas comenzaban a separar las piernas de su hermana a pesar de los esfuerzos de esta por evitarlo. En ese momento uno de los tentáculos, grueso, negro y brillante, se enfilo hacia la vulva de la chica halada que se retorcía loca de horror y de asco. Pero nada podía impedir que el monstruo cumpliera sus deseos y con un solo golpe dejo que su infernal falo penetrara en las entrañas de su víctima.

-¡NOOOOOOOO!… ¡AAAAAYYYYYYYY!… ¡POR FAVOR!… ¡NOOOOOO!…-los gritos resonaron por todo el bosque, los pájaros huyeron aterrados al sentir lo que pasaba entre los árboles, y los animales temblaban de terror en sus agujeros. El tentáculo de la cosa en forma de araña seguía entrando en el cuerpo de su presa, que pronto sintió como su vientre se hinchaba a causa de aquella invasión. Sus ojos estaban en blanco a causa del dolor y de la locura que le provocaba su situación. Su cabeza se movía de un lado a otro como si eso pudiera brindarle algún consuelo. Por su parte el monstruo reía emitiendo sus chillidos dementes, gozando la estreches virginal de su presa.

Entonces, en acto de sadismo puro, aprovecho que la infeliz respiraba desesperadamente por la boca para dejar que otro de sus pólipos penetrara por la garganta. La chica se convulsiono víctima de la asfixia, sus manos se crisparon y todos los músculos de su cuerpo se tensaron inútilmente.

La bestia continuo con su labor, cogiéndose a la chica sin misericordia, impulsando con furia sus largos é interminables apéndices dentro de ese cuerpo semejante al humano. En tanto su víctima había dejado de luchar y ahora se abandonaba a las sensaciones que le producía su violación.

Sensaciones extrañas y aterradoras, tenía la impresión de su cuerpo había muerto desde el primer embate del monstruo, pero por alguna razón seguía sintiendo el tormento de cada golpe dentro de ella.

Seguía sufriendo a causa de las garras que se hundían en sus senos, en sus muslos y en sus nalgas, desgarrando su piel blanca y tiñéndola de rojo carmesí. Por no mencionar la insoportable irritación que le provocaba el contacto de esa cosas babosas sobre su cuerpo.

-¡Aaaaaaagggggg!…¡Aaaaagggggggg!.-se quejaba mientras su violador seguía con su blasfemia, empujando y empujando dentro de ella, el tiempo pareció detenerse. Pero por fin el monstruo lanzó un gemido y empezó a depositar su semilla en el cuerpo de la ninfa, quemando su carne y su alma en una llamarada negra más allá de las más espantosas pesadillas. Entonces esta volvió a convulsionarse, más grotescamente que nunca y, de no ser porque tenía la boca cubierta por el grueso tentáculo de la araña, su grito se habría escuchado hasta las montañas más lejanas.

-¡POR FAVOR YA BASTA!… ¡TENGAN PIEDAD!… ¡YA BASTA!.-gritaba la otra desesperada mirando como la piel de su hermana comenzaba a adquirir un color extraño que corría desde su vulva sangrante hasta la punta de sus cabellos, como si se bronceara en tan solo unos segundos, y entonces se quedo inmóvil. Su compañera bajo la cabeza y comenzó a sollozar de rabia y dolor. La criatura liberó a su víctima de sus falos negros, para luego soltarla también se sus ataduras y entregarla en las manos de su cruel amo. Este la tomo con delicadeza y espero.

-Mummmmm.-gimió la pobre chica la recobrar el sentido, su cuerpo había recobrado su color normal, aunque las heridas en sus pechos y nalgas seguían sangrando y los moretones en sus muslos le dolían terriblemente. Aún así, nada se comparaba con el punzante dolor de su vagina, sangrante é hinchada como si acabara de parir.

-¡Fobos!.-grito su hermana aún prisionera.-¡Estas bien Fobos!.-ella no le respondió. Su mirada estaba fija en el rostro del hombre, si acaso eso podía llamarse hombre, que la sostenía entre sus manos.

-¿Quién eres?.-pregunto el brujo con voz dulce y melodiosa.

-No lo se.-respondió Fobos.

-¿De donde vienes?.-

-De un sitio donde reina la oscuridad.-

-¿Tienes dueño?-

-Si… Usted amo.-la ninfa de alas negras se postró ante él y este rompió a reír a carcajadas.

-¡MALDITO!.- grito Deimos.-¡¿QUÉ LE HAN HECHO?!.- por toda respuesta Fobos se dio la vuelta para mirar a su hermana prisionera y al hacerlo permitió que Deimos viera sus ojos, unos ojos rojos como las llamas del mismo infierno donde no había lugar para ningún sentimiento humano.

-¿Quién es ella?.-pregunto Fobos con indiferencia.

-Ella es tu hermana. Deimos.-respondió el mago sonriente.-Y ahora es su turno de unirse a nosotros.-no bien termino de hablar la gigantesca araña dejo que sus espantosos apéndices brotaran de nuevo. Deimos se agito desesperada por escapar, mientras su enemigo emprendía la retirada.-Tengo asuntos que atender.-dijo echando a Fobos a volar.-Te encargo que ayudes a nuestro amigo en su labor. Luego llévalo de regreso su lugar, por ahora no debe quedarse por aquí.-

-Si mi amo.-dijo Fobos agitando sus largas alas negras, mientras su nuevo señor desaparecía entre los árboles. Luego se dirigió a donde la prisionera ya había sido desnudada por las afiladas garras de la cosa carmesí. Esta vez la araña parecía tomarse su tiempo disfrutando de la belleza de su nueva víctima, muy similar a de Fobos.

Esta se acercó a su hermana, quien la miraba suplicante, tratando de encontrar algo en ella que no hubiera sido corrompido por el veneno negro de la cosa.

-Fobos… por favor… recuerda quien eres…-suplico Deimos. Pero su hermana, o la cosa que ahora tenía la apariencia de su hermana, estaba muy ocupada admirando la belleza de sus tetas desnudas, oprimidas por los largos pólipos del monstruo.

-Déjate llevar.-dijo apoyando la punta de sus dedos sobre los rozados pezones de su hermana.-Así todo será más fácil.-Deimos quiso decir algo pero Fobos le tomo por la nuca y sin más la beso ardientemente. Deimos intento sacudirse aquella caricia sucia, pero las manos de su nuevo verdugo eran tan frías y firmes como la roca. Al instante Deimos sintió el veneno corriendo dentro de su boca, negro y repugnante como la baba de un gusano, su cabeza le dio vueltas y su vista se nublo.

En ese momento Fobos comenzó a frotar sus propios pechos contra los de su hermana, el contacto era delicioso pero terrible al mismo tiempo, pues las afiladas garras de la cosa carmesí se hundían en la carne de la chica a causa de la presión ejercida por la otra. Deimos cerro los ojos y se dejo llevar por la sensación de aquellas manos que acariciaban sus pechos lujuriosamente. Así, para cuando Fobos se aparto de ella un poco para poder besar sus gloriosas esferas, Deimos no pudo evitar gemir de placer, aunque aún se resistía a caer totalmente bajo el hechizo de sus captores.

-¡Aaaaaggggg!… ¡no!… ¡Sí!… ¡Nooooo!… ¡Noooo!.-En ese momento la araña volvió a tomar el mando y con sus fuertes pólipos abrió las piernas de Deimos, permitiendo que la nueva Fobos se colocara entre los muslos de alabastro, la chica-demonio empezó a pasar su lengua por entre los delicados labios de la flor virginal para luego descender más aún, hasta la ranura de las firmes nalgas, donde lamió con deleite el delicado punto entre ellas. Mientras, uno de los tentáculos se había introducido en la boca de Deimos, provocándole una sensación de ahogo, pero también despertando emociones aterradoras y desconocidas para ella. Sentía volverse loca, se sentía sola y perdida, pero aún intentaba oponer resistencia a sus verdugos. Pero su lucha era en vano Fobos tomo en sus manos uno de sus pechos para morderlo, clavando unos colmillos muy filosos en la trémula carne de su hermana, mientras uno de los tentáculos de la araña apretaba con fuerza el otro seno, recorriendo con la punta de su garfio toda la extensión de la delicada piel.

Deimos sentía como las manos de su hermana y los tentáculos del monstruo la tocaban por todo el cuerpo, recorriendo sus pechos, sus muslos, sus caderas y su sexo. De pronto sintió que algo penetraba lentamente entre los pliegues de su vulva, con alibio descubrió que se trataba de los dedos de Fobos.

-¡Aaaaaggggg!… ¡Noooo!… ¡Noooo!.-grito dentro de su mente, pero nada podía hacer por impedirlo, ni por detener el orgasmo que sentía a punto de estallar cada vez que la lengua de su hermana raspaba contra su abultado clítoris. Por un momento Fobos suspendió sus caricias y contemplo los labios húmedos del coño de Deimos. Entonces sus ojos se tornaron totalmente negros como pozos de brea. Su boca se abrió horriblemente, como la de una serpiente a punto de devorar a una presa, entonces algo salió de su boca, un enorme gusano ciego que fue a impactarse contra la virginidad de su hermana, haciéndola estallar en pedazos.

-¡MMMMUUUUUMMMMMM!.-gimió Deimos abriendo los ojos desesperadamente, sintiendo que un frío mortal la invadía. Toda la cosa que había brotado de las entrañas de Fobos había desaparecido dentro de su vagina, y ella podía sentirlo reptando dentro de ella, palpitando como su fuera un corazón ajeno al suyo. En ese momento la araña entro en estado frenético, y como la vulva de Deimos estaba ocupada enfilo su ataque hacia el indefenso ano de la chica ave. Quien solo pudo sentir un agudo dolor nacer en su culo cuando el grueso apéndice entro en ella de un solo golpe. Deimos apretó las quijadas a causa del dolor, pero la piel del monstruo era tan dura que sus dientes estuvieron a punto de romperse, sus ojos se llenaron de lagrimas y por un momento deseo la muerte. Al mismo tiempo que la cosa que ahora era su hermana reculaba su negra lengua contra su vulva intentando entras más profundamente en sus entrañas.

Ambos monstruos empezaron a martillar salvajemente contra sus centros de atención, lanzándose con tal furia que parecían querer traspasar a su víctima de lado a lado. Por fin los dos seres comenzaron a arrojar su ponzoñosa semilla dentro de la ninfa, la cual experimentó la más espantosa de las sensaciones al sentir dentro de su cuerpo aquella cosa que, como plomo ardiente, se abría paso hasta su corazón y su alma. Al terminar Deimos sufrió el mismo colapso que su hermana y termino por desmayarse.

-¿Quién soy?.-pregunto al recobrarse.

-Eres mi hermana Deimos.-contesto Fobos atrayéndola hacia su regazo.

-¿Que hacemos aquí?-

-Servimos a los señores oscuros.-

-¿Cómo?.-mientras Fobos contestaba a las preguntas de su hermana la monstruosa araña emprendió lentamente el camino hacia su mundo de tinieblas. En otra parte, su maligno amo contemplaba el bosque, que lucía tan pacifico desde su terraza como un pedazo del paraíso, mientras disfrutaba de una taza de Té. Ahora que había eliminado esa pequeña amenaza a su misión estaba listo para empezar. En poco tiempo su víctima llegaría como siempre a casa. Y él estaba listo para recibirla.

Continuará…

Continúa la serie