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La chica de la revista

La chica de la revista

Un chico joven, con aspecto de adolescente, está sentado frente a un escritorio, con un libro abierto.

Parece que está muy aburrido porque bosteza todo el rato.

De pronto se levanta y pega su oído a la puerta de la habitación. Exclama algo en voz alta:

– ¡No se oye nada¡. ¿Se habrá marchado mi madre?. ¡Estoy harto de hacer los deberes¡.

El joven mira su cama. Se dirige a ella y mete su mano muy afligido, por debajo del colchón.

Entonces tuerce su cabeza en dirección a la papelera.

Se dirige en dos pasos a ella y comienza a sacar cosas. Saca muchas hojas, algunas de ellas, totalmente blancas; y una manzana medio comida.

Esta vez parece muy inquieto. Se queda un muy pequeño rato, algo pensativo. Comienza a dar vueltas por la habitación.

– ¿Pero qué habré hecho con mi revista?.

En ese momento llaman a la puerta. El muchacho la abre extrañado.

De pronto asoma un brazo que tiene una revista en la mano.

El chico abre los ojos como platos. Entra una despampanante mujer vestida con una espectacular cazadora negra, que tapa una camiseta roja; y debajo unos ceñidos pantalones que comprimen unas poderosas piernas y unas nalgas de ensueño.

La mujer que tiene un rostro bellísimo se lleva su dedo índice a sus labios pidiendo silencio.

Entra en la habitación y cierra la puerta. También echa el cerrojo.

– ¿Es esta tu revista?.

– Si

– Pues entonces tómala que es tuya.

El muchacho coge la revista de un golpe, con cierta desconfianza y descubre que la chica que aparece en las fotos de la revista es la misma que tiene ahí delante en carne y hueso.

– Resulta que compraste esta revista en el kiosko de mi tío- le dice la chica.

– Así que el kioskero señor Rodríguez es su tío.

– Si. Digamos que es así o algo parecido.

– ¿Y qué has venido a hacer aquí?.

– Pues es que resulta que eres el comprador número dos mil de la revista…

Esto lo dice con una voz muy insinuante.

– Y eso quiere decir que te ha tocado un premio.

El muchacho hojea rápidamente su revista.

– El comprador número dos mil recibirá un fabuloso premio que consistirá en pasar la noche con la chica de tus sueños, la que aparece en las fotos…Así que ve poniéndote cómodo.

El jovencito se abalanza literalmente sobre su cama muy campechano.

– Esto…¿No tendrás por casualidad algo de música?.

El chico se levanta y enciende su radiocassete. Se vuelve a tumbar mientras la joven bonita comienza a realizar un prodigioso striptease.

Comienza por quitarse la cazadora descubriendo una ceñidísima camiseta roja con dos abultadísimos senos que están a punto de explotar.

Detrás van sus pantalones. Debajo lleva unas braguitas negras que están parcialmente cubiertas por la desbordante camiseta roja.

Así, muy poco a poco se va levantando la única prenda que le queda hasta terminar por mostrar sus poderosas delanteras. Lo hace no dejando de toquetear todo su cuerpo.

– Bien ahora te toca a ti.

En ese preciso momento suena un timbre. La mujer levanta su chaqueta del suelo. Y mete la mano en uno de los bolsillos interiores. Saca un teléfono móvil que no está dejando de sonar. La chica comienza a hablar.

– ¿Qué?… ¡Hola tío¡… Que he cometido un error… Que este no es el número dos mil…Vaya…Y te acaba de llamar…

La joven hermosa vuelve a meter el teléfono en el bolsillo interior de su cazadora.

– Pues…lo siento mucho… pero creo que se ha cometido un error puesto que tu no eres el comprador número dos mil. Parece ser que se trata de otro chiquito tan joven como tu…

La mujer recoge su cazadora del suelo y se la pone.

– Así que otra vez será.

La chica se despide lanzándole un beso con la mano y sale por la puerta.

El chico visiblemente compungido y entre cómicos sollozos golpea su cama con la palma de su mano.

– ¡Ohhhh¡. ¡Nooooo¡.

El muchacho reacciona enérgicamente levantándose de la cama. Entonces comienza a dar vueltas por toda la habitación.

– Y a todo esto. ¿Dónde he dejado la revista?.

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