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El barraco – Guía de la fauna ibérica

El barraco – Guía de la fauna ibérica

El Barraco, un animal típico de la fauna ibérica, que en tiempos pretéritos pastaba en grandes manadas por toda la piel de toro, hoy en día es una especie abocada a una lenta y degradante extinción. La liberación fémina ha sido su gran holocausto, que ha restringido a este bello animal de porte majestuoso a marginarlo a zonas profundas y olvidadas del Prepirineo navarro-aragonés y sus estribaciones del Ebro.

El Barraco, una subespecie del floreciente Macho ibérico-ligón de playa (Linneo 1789), presenta hábitos de cortejo prenupciales únicos en el mundo animal, que distan mucho del cortejo del Urogallo y del macho Ibericus.

Su berrea, que dura todo el año, comienza en las proximidades de una potencial hembra en celo, aunque los últimos estudios en etología han puesto de relieve que sufre una cegera atroz en este cortejo que le impide reconocer a una potencial hembra.

la Berrea comienza en hábitat muy restringidos, siendo habitual comenzar el rito apoyado en la barra de un bar o en cualquier fiesta o romería (lugares óptimos en donde el observador avezado y paciente puede llegar a contemplar en todo su explendor a este mamífero). El cortejo siempre se inicia de lejos, y nunca se aproximará a la hembra objeto del cortejo a más de tres o cuatro metros, poniendo énfasis en pasar desapercibido para ella. El cortejo se inicia en manada, cuando un grupo de barracos, liderados por un macho más curtido, el cual comienza la Berrea con una serie de ruidos guturales, en donde se pone de manifisto todo su potencial reproductor. El proceso va acompañado de toda una se rie de comentarios y precisiones sobre la fase final del cortejo: La Cópula.

A pesar de toda su gallardía y hombria, el Barraco es un animal inofensivo, cuya inocencia es una parte de este complejo proceso de berrea y cópula. La berrea continúa entre la manada de barracos que aportan su propia dosis hormonal al conjunto del grupo aumentando la excitación del barraco atacante. tras un largo y delicado proceso en el cual la manada comienza la segunda fase. En un despliege sublime de sus artes, comienzan una serie de movimientos rítmicos de pelvis, en general disimulados entre la música de fondo, que tratan de incorporar a la hembra elegida dentro de la manada. El barraco, llegado este punto, sufre de enajenación mental transitoria, adquriendo su tez tonos rojizos, y su mirada se torna centelleante y viva. Si la aceptación por parte de la hembra es positiva observaremos un intercambio de miradas y comentarios absurdos, que culminan con intentos de contacto físicos, una danza tribal en la que el barraco iniciado de la mano de la hembra, que ahora se personaliza y toma nombre, bailan juntos e incluso abreban a la par.

La hembra, junto con su cortejo de hembras amigas inician una huida simbólica hacia otros lares, la cual es sequida por la manada de barracos, repitíndose el proceso anteriormente descrito a un ritmo más frenético. Este proceso suele culminar con una desbandada de la manada de hembras o con procesos análogos en donde el barraco se queda literalmente con un palmo de narices.

Es característico, e indicativo, del barraco s.s. que tras el proceso de berrea no se produzca nada positivo para él. Pero su fuerte preparación y su concienzación dentro de la manada hace que la berrea sea interpredada como un éxito. de hecho el barraco, subcosncientemente acepta este hecho, y en los raros casos en donde la hembra se deja cortejar y permite el deasarrollo feliz de la berrea, el barraco, aturdido se muestra incapaz ante el sesgo que toman para él los acontecimientos y suele tornar a la manada, la cual huye en tropel en busca de lugares óptimos en donde continuar con la berrea.

La dificultad mental que posee el barraco para pasar de la berrea a la cópula, hace de su comportamiento un caso único en el mundo animal.

Morfológicamente el barraco presenta fenotipos muy dispares, aunque en los individuos vocacionales es típica una abultada prominencia a la altura del abdomen, la cual va acompañada por una girnalda de michelines, todo ello culninado por una incipiente alopecia. Mal afeitados, desaliñados y pasivos, completan su existencia viviendo con sus madres y soñando los más, despiertos.

La liberación sexual de nuestras latitudes han marginado a nuestro entrañable barraco, a lugares poco accesibles como tascas y barillos de pueblo en donde sus más profundas y obscenas ilusiones se materializan a la par que un vaso de vino se trasvasa. Ellos no sueñan con top-models ni con suecas, sólo desean a su vecina de toda la vida, que entre rosario y rosario desnudan y poseen con sus armadas mentes, elogio de los poetas y envidia de los artistas.

Es , pues, nuestro compañero, un ser vulgar, rayando lo trivial, que de casa al trabajo y de éste al bar, crea un mundo en donde todo se puede. Que no es este mundo nuestro un lugar en donde ni siquiera soñar nos hemos de atrever. Así, amable lector, te diré, que mil veces más he de amar al barraco, por su gracia, por su saber estar y por la ilusión con que afronta el mundo, sin mermarse nunca ante las adversidades que la vida dia a día nos depara, sin achicarse jamás lo más mínimo, y que sólo teme, como los celtas, a que el cielo se le derrumbe encima, y que además tenga cuerpo de mujer y alma de demonio.

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