Aún está reciente en mi memoria, la delicia de hacer el amor en una habitación acogedora.
Ese día llegaba de mi viaje y tu me esperabas.
Tan pronto cruce las puertas de la sala de llegada del aeropuerto te vi.
Estabas esperándome y una vez puestos uno frente al otro un abrazo nos unió en el gusto de volver a encontrarnos, luego un tierno beso unió nuestros labios para saludarnos y darnos una muestra del fuerte deseo contenido.
Me invitaste a salir y subimos al auto que nos llevó hasta nuestro departamento.
El día estaba frío y nublado.
Cuando llegamos al departamento la espera acabó, me abrazaste sin contener nada y comenzamos a besarnos mientras nuestras manos acariciaban mutuamente nuestros cuerpos sobre las ropas y entre ellas.
Rápidamente me quitaste la chaqueta y la camisa y me llevaste a la orilla de la cama, donde desabotonaste mi pantalón soltándolo me empujaste para que me tendiera, prontamente tus manos comenzaron la tarea de quitar el pantalón y luego desnudar mi sexo que ya estaba duro para ti. «Voy a saludar a mi amor» dijiste y prontamente tomaste mi carne en tu mano e inclinándote sobre mi besaste mi pene deliciosamente para luego meterlo en tu boca dándome una deliciosa lamida que hizo temblar mi cuerpo.
Notando el gusto que te dabas te saqué de tu posición y te arrastré sobre mi, y desabotoné tu pantalón y lo quite rápidamente, tus medias y enseguida el calzón dejándote desnuda de la cintura hacia abajo, y sin demorar más con mis piernas abrí las tuyas y metiendo mi mano entre nosotros tomé mi pene y lo apunté justo al pliegue de tu sexo donde introduje primero toda la cabeza que fue recibida por el beso de tus labios vaginales para luego acomodarnos y plenamente sincronizados movernos para hacer una penetración total, eras mía nuevamente y yo tuyo, otra vez.
Mientras mi sexo era atrapado dentro del tuyo, nuestras bocas se unieron en besos ardientes, juntando nuestras lenguas devorándonos. Siempre unidos por nuestros sexos nos las arreglamos para quitar lo quedaba de ropa, tu quitaste mi polera y yo tu blusa para luego soltar el abroche de tu sostén, así tus pechos fueron liberados para mi deleite y levantándote sostuviste tu peso sentándote en mí para yo poder atrapar en mis manos tus senos que se agitaban para mi, me acerque a ellos y comencé a chuparlos, los pezones que se mostraban duros y excitados y la redondez del volumen que atrapaba en mis manos para comerlos y verte disfrutar, mi sexo buscaba alcanzar el rincón más profundo en ti, y tu facilitabas la penetración deliciosamente.
Nuevos besos y una cabalgata constante de tu cuerpo sobre el mío nos acercó peligrosamente al placer, la verdad eso queríamos los dos, y mirándonos estuvimos de acuerdo en acabar, yo levanté mis caderas para darte una mayor penetración al tiempo que tu restregabas tu vagina fuertemente sobre mi pene y así me hiciste explotar y derramar mi semen dentro de tu cuerpo que lo recibió con una deliciosa convulsión de las paredes de tu vagina que se pegaban a mi tronco humedecido por tus lubricaciones, mezclando nuestros orgasmos y así te dejaste caer sobre mi pecho para abrazados disfrutar el gusto que aún podíamos sentir en nuestros sexos.
Una vez que pasó el agotamiento del primer orgasmo, nos dimos tiempo para conversar de lo acontecido en el tiempo que estuvimos separados, nos refrescamos y acariciamos gozando de la buena ocasión de estar juntos otra vez.
Charlamos y mientras las caricias incitaban un nuevo encuentro.
Esta vez tome la iniciativa yo, y dejándote abajo comencé a besarte al tiempo que mis manos tomaban ubicación en tu cuerpo, con una de ellas atrapé uno de tus pechos y con la otra me deslicé desde tu vientre hasta acariciar tu pubis y reconociendo tus muslos finalmente llegue a ubicarla justo entre tus piernas acariciando así tu vulva y penetrando suavemente con mis dedos hasta sentir la lubricación que otorgaba tu excitación, en tanto te besaba, tu lengua se enredaba con la mía, besaba tu cuello y sentía tus suaves suspiros y palabras de gusto.
Con esa buena disposición me ubiqué sobre ti, tu me recibiste separando tu piernas para darme el espacio para acomodarme, tu mano tomó el tronco de mi pene y lo guiaste a tu entrada excitada, mirándote a los ojos inicié la penetración, me encanta mirarte en ese momento, ver como tus ojos brillan y tu rostro se ilumina ante el momento de placer que nos damos.
Así llegué hasta el fondo de tu vagina y tu coronaste mi entrada rodeándome con tus piernas tras mis caderas, aferrándote fuertemente a mi y así estrujarme dentro de ti.
Comenzamos así a jugar, yo salía un poco de ti y tu te presionabas contra mi atrapándome otra vez dentro de tu sexo. «que rico, que delicioso lo hacemos, me encantas, te quiero» las palabras salían de tu boca o la mía al tiempo que nos poseíamos uno al otro.
Con todo ese delicioso juego un nuevo orgasmo se hacia sentir, por lo que dimos una pausa para poder continuar, salí de ti y bebimos un jugo de frutas para recuperar energías, charlamos unos instantes mientras dábamos respiro a nuestro deseo.
Pronto nuevos besos y caricias nos acercaron a amarnos, nuevamente te ubiqué bajo mi cuerpo, acomodando tus caderas y separando tus piernas para elevarte sobre mis muslos y penetrarte teniendo a la vista como tu delicioso sexo se abría ante mi entrada y recibía cálidamente el largo de mi cuerpo, me rodeaste el cuello llevándome hasta ti, para así poder besarme y darme el calor de tu lengua, yo me acomodé sobre ti para profundizar mi penetración y tu apretabas tus muslos aprisionando los míos, nuestras caderas iban y venían en un delicioso compás que solo nos daba gustos, mi cuerpo me hizo sentir que el placer quería llegar… así que retrocedí y salí de tu cuerpo para poder relajar la tensión y al verte, tendida en la cama, tus piernas entreabiertas y yo dentro de ellas, la visión de tu sexo y tu cuerpo desnudo me hizo desearte más… esta vez te tome de las caderas y te pedí que te voltearas, tu obedeciste preguntándome que te iba a hacer, el amor, te respondí mientras te acomodaba levantando tu trasero y dejándote de rodillas y apoyada en tus manos, cuando viste la posición me dijiste que si te iba a hacer el amor como los perritos, y yo te respondí que sí, al tiempo acaricie tus nalgas y toqué el botón de tu ano, apoye la punta de mi pene ahí y te cargue intentando un avance pero te quejaste y yo retrocedí para que te relajaras, deslicé entonces mi pene de entre tus nalgas hasta encontrar la abertura de tu vulva, donde acaricie con mis dedos y abrí un poco para luego llevar la punta de mi pene y comenzar una suave pero firme penetración, tu vagina se abrió para mi y entré en tu cuerpo, tu te presionabas sobre mi ayudando a que nuestra unión fuera más completa, hicimos el amor en esa posición por un largo y delicioso momento, mis manos tocaron tu cuerpo acariciando todo lo que quedaba a mi alcance, tus pechos, tu vientre, tu espalda; tu vagina estrujaba cada penetración y así una sensación conocida empezó a anunciar el placer.
Me retire de ti y volteándote volví a ubicarme sobre ti, tu sin perder la continuidad tomaste mi tronco y lo llevaste otra vez a tu deliciosa vulva que me recibió húmeda y tibia para absorberme en tus paredes y en ese trance comenzamos a movernos para hacer explotar el orgasmo, rápidas y fuertes embestidas dentro de tu cuerpo y tu abrazada a mi fuertemente nos hicieron fundir nuestros sexos en un orgasmo conjunto que yo manifesté en 4 fuertes espasmos que fueron suavizados en el temblor de las paredes de tu vagina que se estremecían por tu orgasmo, así quedamos abrazados, yo sobre ti, y besándonos dulcemente nos dejamos abrazar por el calor de nuestros cuerpos cansados y aún temblorosos por el placer.
Con todo el calor que hicimos el frío exterior parecía no existir, aprovechamos nuestro descanso para conversar, y cada cual fue al baño a asearse y refrescarse.
Cuando ambos lo hubimos hecho me invitaste a mirar el paisaje desde la ventana de nuestra habitación, podíamos ver la ciudad, los cerros, el cielo, los aviones que llegaban y salían del aeropuerto; desnudos, te abracé por atrás mientras me contabas cosas de la ciudad, mis manos te acariciaban.
Luego nos servimos algo de beber y comimos algunas cosas que tu habías preparado para nuestro encuentro.
Más tarde los deseos se habían renovado y ambos nos dedicamos a darnos cariños y mimarnos, tu te deslizaste justo sobre mis piernas acariciándolas y diciéndome cuanto te gustaban, pronto mi tronco aún reposado fue atrapado por tu mano y comenzaste a apretarlo y deslizarlo por entre tus dedos excitándome rápidamente, tu sabes bien como hacerlo, con besos y caricias de tu lengua terminaste de erectarme dejándome otra vez listo para darte gusto.
Yo a su vez acaricié la tibieza entre tus piernas y me di el gusto de besar tu sexo y sentir su aroma de deseo y pasión encendida.
Ahora el sexo lo iniciaste montándote sobre mi y auto penetrándote, me encanta como tomas mi pene en tu mano, lo apuntas entre tus piernas y lo llevas a tu abertura, mi pene comienza a entrar, me encanta sentir como tus pliegues se abren ante mi penetración y me encanta ver tus ojos en ese momento, la mitad ya había entrado y tu mueves tus caderas acomodando así una completa penetración hasta topar tu fondo, te atrapé, me dices y ríes con gusto iniciando una cabalgata sexual, esta vez tu llevas el deseo pues quieres darte el gusto de un orgasmo para ti, solo para ti, estás tan ansiosa que lo logras prontamente y puedo sentir las convulsiones de tu vagina alrededor de mi pene que duro y erecto no abandona tu gruta caliente y placentera. Haz logrado tu placer y yo soy feliz de dártelo.
Te quedas por unos instantes caída sobre mi pecho hasta que te serenas, entonces te tiendes a mi lado diciéndome dulces palabras de amor por el placer que has sentido.
Mi tronco aún permanece duro y lo tomas en tu mano acariciándolo y alabándole por lo que te hace sentir.
Así te dejo reposar mientras conversamos y nos besamos, mi sexo se relaja ante la charla y tus caricias suaves, cuando la conversación toca puntos excitantes me endurezco otra vez y tu mano siente esos estados.
Viendo que aún no me relajó me dices que si quiero sentir un gusto rico y me invitas a penetrarte y hacer el amor para que sienta placer yo ahora. Tu estás relajada y dispuesta, me dices que lo haga tranquilo y que lo disfrute nada más.
Es una situación muy bella, pues me ofreces tu cuerpo para que pueda alcanzar el ansiado orgasmo, te beso para sentir tu amor, tu lengua y labios se unen a mí y así me ubicó sobre tu cuerpo, tu una vez más me tomas del pene guiándome dentro de ti, cuando te abres para mi y penetro siento como contraes tu vulva apretándome deliciosamente, ante esté gusto te pido que no pares de hacerlo y comienzas en forma permanente a contraer y relajar tu vagina logrando deliciosos apretoncitos que estimulan cada parte de mi sexo, me muevo suavemente entrando y saliendo de tu cuerpo, tu llevas el ritmo de las contracciones y así cuando entro me aprietas dos veces y otras dos veces más mientras salgo.
Eres increíble, haz alcanzado un ritmo sexual que me tortura de placer, no logro controlar mis manifestaciones de gusto, jadeo ante las delicias que me ofrece tu cuerpo, tu vulva, húmeda por mis jugos y los tuyos, me aprieta estrujándome, trato de mantener la calma, pero me tienes atrapado, controlas mi cuerpo desde tu sexo, haces salir exclamaciones de placer y te fascinas ante el hecho de hacerme decir cuan deliciosa eres y lo rico que haces el amor, me pides que no me calle, que diga todo lo que quiera, que no me restrinja, una corriente fuerte comienza a crecer en mi cabeza y comienza a bajar por mi espalda, tu me miras fascinada acariciándome, no puedo más, ya la corriente ha llegado hasta mi sexo y lo prepara para estallar… el orgasmo es inminente, lo quiero y lo deseo como nunca, tu me invitas a gozarlo fuerte y me tomas desde los glúteos aferrándome contra tu sexo, mi tronco se encuentra totalmente en ti y tu no paras de contraer una y otra vez tu sexo alrededor del mío, comienzo a gritar suave pero crecientemente, hago un esfuerzo por prolongar la sensación y en ese momento aprietas más fuerte que todas las otra veces y mi pene no puede más y estalla de placer, una, dos, tres, cuatro, cinco fuertes espasmos acompañados de descargas de mi semen, me hacen gritar de placer y tu me aferras fuerte contra ti, estas excitada y feliz y me besas y abrazas diciéndome que no guarde nada, que saque todo el gusto y placer, que diga todo y mueves tus caderas dándome más gusto aún. Mi pene comienza a palpitar largamente, me he dejado caer sobre ti reposando todo el sabor del orgasmo, no se que te digo, solo se que me has causado placer extremo, y tu me besas y me dices que me quieres y que solo tu me darás ese placer. Hoy te deseo como nunca, pues el recuerdo de ese instante no me dejará olvidarte nunca.
Me has agotado, así que me tiendo a tu lado y tu acaricias mi cuerpo diciéndome bellas palabras de amor y de placer por lo experimentado, te abrazo y me recuesto en tus pechos besándolos mientras tu me hablas y siento el aroma de nuestros cuerpos que invade todo, mi placer está aún entre tus piernas y me encanta.
Conversamos mientras logro recuperar mi energía consumida por tu fuego, y tu quieres sentir tu propio orgasmo, por lo que frotas con suavidad mi pene invitándolo a la erección, cuando este por fin logra ofrecerte lo que quieres te montas en él atrapándolo en tu vagina y dándole movimiento a tus caderas buscas el placer que pronto llega acariciando tu piel y rebozando de una tibia emisión que inunda el tronco clavado en ti, sumiéndote así en su arrebato final que hace de ti una mujer plena que da y recibe lo que desea vivir.
El día se acaba, nada borrará este delicioso encuentro, y espero por otra ocasión para vivir más de los dos.