Viaje de Mar del Plata a Buenos Aires muy erótico
De los jugueteos de un señor bastante veterano, con una muchacha joven y bonita.
Antes de comenzar quiero expresar que en mis relatos siempre estará la realidad, porque de nada vale siempre contar cosas extremas sobre la sexualidad, cuando sabemos bien, que por ejemplo eso de – me limpio hasta la ultima gotita – ocurre muy de vez en cuando.
Además, al relatar siempre la realidad, podemos llegar a descubrir las tendencias y costumbres de hombres y mujeres de diferentes pueblos y culturas, por lo que sería interesante intercambiar con las personas de diferentes sexos, sobre los gustos reales de cada tipo, y si realmente les gusta tal o cual cosa, haciéndonoslo saber mediante nuestro correo electrónico.
También seria interesante que los psicólogos o sexólogos nos ilustraran acerca de si son normales ciertas actitudes, o simplemente desviaciones perversas.
Soy marino mercante y recorrí un 70% del planeta, por lo que tuve experiencias en todos los continentes que les voy a contar en futuras entregas, pero siempre ajustándome a la verdad.
Ahora si entramos en el relato:
En mi niñez había escuchado una conversación de mujeres (tías y amigas) sobre lo que contaba una de ellas acerca de un suceso que le había ocurrido en el tren, donde un hombre que estaba viajando detrás de ella – la había mojado hasta la combinación o enagua –
Las cosas que decían de ese pobre tipo no me las olvido jamás, pero cuando crecí y empecé a viajar, me di cuenta que tanta culpa no podía tener el tipo, porque para ponerse así, pienso que ella en algo debe de haber colaborado.
Por eso me gustaría saber si a las mujeres les gusta cierto tipo de franeleo en el transporte o si les resulta tan terrible o vergonzoso, por lo que sería bueno realizar una encuesta, para que no sean tan caretas.
El verano pasado, volvía a la estación de ómnibus de Mar del Plata bastante triste por haber terminado las vacaciones, porque fueron muy buenas.
Unos muchachos al cruzárseme y viéndome con el equipaje me dijeron jocosamente – ¿Se te terminó la joda tío? – A lo que les respondí – No se –
Pareciera que los muchachos me dieron buena suerte, por lo que les contare.
Faltaban 15 minutos para la salida del micro ómnibus y en la dársena de salida había muy poca gente, por lo que me alegré pensando que viajaría muy cómodo y no se me sentaría ningún gordo, como es en la mayoría de las oportunidades que me ocurre en todo tipo de transportes.
Segundos antes de la partida, éramos apenas diez pasajeros, entonces ocurrió lo increíble.
Se acerca una señorita de unos 24 años, trigueña, 1.70 de altura esbelta, pelo negro hasta los hombros, pechitos firmes cubiertos por una remerita que permitía ver que no tenia corpiño o sujetador.
Llevaba puestos unos pantalones náuticos finitos, ajustándose a su cintura por un elástico, que permitía ver al trasluz su pequeño triangulito de la biquini negra que tenia puesta.
Al acercarse para sentarse del lado del pasillo me saludó con una hermosa sonrisa.
Pensé en adelantarme a los hechos, diciéndole, que en cuanto el micro partiera, yo me iba a ocupar otro asiento, así podría viajar mas cómoda, – me pareció esto mucho mas agradable que ella fuera la que tomara la iniciativa de dejarme plantado como a un boludo.
Me agradeció el gesto, pero me dijo que este ómnibus haría una parada en otra playa cercana a Mar del Plata, que creo que era Cobo o Mar Chiquita.
Efectivamente allí subió bastante gente pero no llegó a completarse, quedando algunos asientos vacíos incluso los de las ventanillas.
Como vi que no se mudaba de lugar, le pregunte en donde iba a bajar.
Me dijo que en Ciudadela, entonces, le propuse que como me iba a dormir, que me hiciera el favor de despertarme al bajar, ya que yo lo tenía que hacer en Ramos Mejía, que queda a 5 minutos de allí.
Inflé mi almohada Sansonite, y me puse el antifaz negro, que uso en los viajes en avión, quedándome dormido rápidamente.
Habría pasado una hora, cuando en una curva el micro hizo que dejara la posición y me sujetara del borde del asiento para no perder el equilibrio.
Al tomarme del resquicio entre asientos, note el muslo de la muchacha contra el dorso de mis dedos de la mano derecha – ella no había puesto el posa brazos separador de los asientos ni yo por supuesto tampoco –
Como no sacaba la pierna, espere unos instantes mas, y entonces comencé a desplazar el dorso de mis dedos a lo largo de su mulo.
No había ninguna reacción en ella, por lo que, comencé a levantar levemente el antifaz con la mano izquierda.
La luz de los faroles de los paradores al costado del camino, que entraban por los bordes de las cortinas me permitieron ver donde estaba acariciando ese hermoso muslo.
Noto que ella abre un poco mas las piernas y se acomoda un poco mas a mi lado.
Allí comenzó lo que considero como la paciencia del pescador de tiburones, el corazón me empezó a hacer latir la garganta, porque debe de ser la sensación que siente un ladrón o un pescador, al fin uno se esta apropiando de algo y no sabe si quien tiene al lado es una víctima del ladrón o si lo está disfrutando, por lo que hay que ir con mucho cuidado para evitar momentos desagradables.
Entonces, con la palma de mi mano inicié un recorrido lento a lo largo de toda su pierna llegando en los últimos recorridos a tocar levemente su triangulito de sabor.
En ese momento ella se desplazó hacia adelante como señalándome que fuera mas a fondo con mis caricias.
Me quite el antifaz para observar en rededor si alguien nos estuviera viendo, pero todos dormían y los ramallazos de luz no eran muy frecuentes, seguí entonces metiendo mi mano por debajo del pantalón y la tanguita, llegando primero a su vello púbico y luego con el dedo mayor alcance su clítoris, allí dio un suspiro y se estiro aun mas señalando con su cuerpito que fuera mas a fondo.
Entonces con ese dedo mayor comencé a frotar su calentita y húmeda vagina, la mano izquierda la desplace por debajo de la remerita alcanzando sus pechos frotándoselos delicadamente y pellizcando sus pezones, le di entonces un tierno beso en sus labios y poco a poco fuimos entrelazando nuestras lenguas.
Seguí por unos instantes mas y al cabo de ello sentí como llegaba al orgasmo, mojándome aun mas ya mis tres dedos centrales.
Retire la mano y saboree ese hermoso juguito, que sabia a agua de mar, la misma que quizás en esa mañana hubieran acariciado ese delicado cuerpo.
Ya un poco mas calmado y aguantando el dolor que me causaba la presión de mi pija y huevos contra la bragueta de mi jean, trate de liberarla del encierro para recibir mi recompensa, pero fueron las primeras palabras que pronunció desde que empezaron las maniobras y fueron – no, que nos pueden ver – le dije que pondría sobre mi entrepierna una campera que tenia en el borde de la almohada, pero no hubo caso.
Tuve que resignarme e intente volver a dormir, pero no lo podía hacer, así que reinicié los anteriores movimientos, pero ya se apartaba de mi lado.
Como continué con los intentos, entonces definitivamente se retiró a otro asiento un poco alejado del lado interno del camino y además sola.
Sin resentimiento, pero muy caliente me dormí.
Cuando llegamos a Ciudadela sentí que me despertaban.
Era ella que cumplió su palabra. La esperaba un señor que debía ser el padre.
Me dijo – te agradezco la compañía – Vi que no estaba contrariada. Yo tampoco, porque en definitiva a veces dar cariño es mas placentero que recibirlo.
El ómnibus se puso en marcha nuevamente. Parecía que lo hacia con desgano. Ahora si que se le termino la joda al tío.
Pensé: Mañana vuelvo al trabajo y para peor quien me va a creer esta historia. Un hombre de 50 y una hermosa señorita de 24 que ni siquiera pude saber como se llamaba.
Mis disculpas a los lectores que esperaban quizás algo mas truculento, pero mi objetivo es saber si hay mujeres que les gustan estos tipos de acercamientos tan excitantes y también conocer el parecer de los hombres, que me lo pueden hacer saber a mi dirección de correo electrónico para intercambiar opiniones.
También me interesaría saber la opinión de algún psicólogo para saber si estos acercamientos entre hombres y mujeres es tan excitante como el baile.