Un encuentro a tres muy erótico

Golpeó la puerta suavemente, los segundos transcurridos desde el último golpe hasta que la puerta se abrió, le parecieron eternos.

El la recibió con una copa de vino en la mano, pasó al living y ella estaba sentada bebiendo.

El ambiente semioscuro, la música, la fue envolviendo suavemente sintiéndose muy cómoda como si perteneciera a ese lugar.

Brindaron por el encuentro y sin mediar demasiadas palabras, las manos comenzaron a sentir el calor que emanaban los cuerpos.

Para ellas todo era novedad, estaban entrando en un terreno virgen, sólo experto en sus fantasías.

Desnudo se sentó y les ofreció su miembro enhiesto cual si fuese una ofrenda, ellas arrodilladas ante él, lo tomaron con sus manos hasta llevárselos a sus bocas y así comenzar a saborearlo.

Tímidamente sus lenguas se confundían al degustar dicho manjar, al tiempo que sus miradas se encontraban y una sonrisa picaresca se esbozaba en sus rostros.

Tranquilamente fueron despojándose de sus vestimentas, los dedos novicios fueron al encuentro de esos pezones rosados, al primer roce se empinaron, los dedos dieron paso a toda la mano para que pudiera sentir el placer de tocar otro seno que no sea el suyo, otra piel de mujer…

Sin darse cuenta estaban tendidas sobre la alfombra explorando sus cuerpos con sus manos y sus lenguas, las vaginas jugosas saciaban la sed.

El las miraba extasiado, esperando ser invitado a participar en el juego.

Volvieron a compartir la golosina con la cual él las convidaba, sus lenguas ávidas e idóneas deambulaban por todo su cuerpo, provocando y buscando placer.

Los tres cuerpos se enredaban, se emparejaban, triangulaban sin dejar de gozar y gozarse.

Jugaban como niños en un parque de diversiones, experimentando posturas, sensaciones…

El reloj marcó la finalización del juego, se despidió con un beso y la promesa de un nuevo encuentro.