Yo tenía en ese entonces 19 años, y mi madre me había mandado donde su modista para hacerme unos pantalones.

Mi mama me dio la dirección y me dijo que la modista se llamaba Erika.

Mi madre la conocía hace unos 5 años y siempre le había hecho arreglos a su ropa.

Yo no la conocía, solo sabía de ella por las cosas que me contaba mi mama.

Llegue a un edifico, la dirección señalaba el 5 piso de unos departamentos antiguos.

Toque el timbre cuando la puerta se abrió y salió una mujer que no superaba los 35 años, de muy buen cuerpo y de bello rostro.

¿Sra. Erika? Pregunte, si dijo ella, con una voz muy sensual.

Pero no me digas señora, dime Erika.

Me hizo pasar a una habitación donde tenía todos los implementos de costura.

¿Así que tú eres Rodrigo, el hijo de Isabel? Si respondí.

¿No me dijo que tenía un hijo tan atractivo? Dijo ella.

Yo solo sonreí. Yo traía la tela en una bolsa.

Erika tenía un escote que mostraba la bondad del tamaño de sus pechos, detallando su forma y textura, los que estaban bastante firmes.

Tenía una sonrisa maliciosa, y unos ojos color miel que me comían cuando me miraba.

Ok, me dijo, quítate los pantalones y súbete a ese banco. Voy a tomar tus medidas.

Me quite el pantalón y subí a esa banca, quedando mi cintura a la altura de su cabeza.

Yo llevaba puestos unos bóxer, calzoncillos tipo short. Primero midió mi cintura. Luego midió el largo de mi pierna.

Desde arriba yo podía ver con más detalle sus pechos.

Abre las piernas, y me midió la entrepierna.

Sin querer me rozo los testículos lo que me puso muy excitado.

Tomo todas las medidas y me dijo que me vistiera.

Termine de vestirme y me dijo que regresara en dos días más.

Después de los dos días, compre una cajita de chocolates y fui a casa de Erika.

Hola me dijo, como te va? Bien respondí, te traje un regalito.

Humm dijo, me encantan los chocolates.

Bueno, sácate el pantalón.

Me lo saque y quede en slip muy pequeño, que marcaba el tamaño de mi miembro.

Note como ella miraba mi paquete mientras trabaja. Ella esta vez llevaba una camisa que mostraba su escote, dejando ver parte de sus pechos.

Haber dijo ella, ponte este pantalón. Era el pantalón sin terminar. Me quedo bastante bien.

Ella dijo que aún faltaba la basta y hacerle unos pinzados.

Ella tomo el alfiletero y empezó a marcar donde debía coser.

En eso estaba cuando ella me clavó un alfiler en la cabeza de mi pene, yo salte del dolor, y ella me pedía perdón.

Me saco el pantalón y me dijo que fuera a ponerme agua en el baño.

Me pincho tan fuerte que asomo un poco de sangre.

Ella me dijo: déjame que te cure, mira que yo fui enfermera.

Y sin dudar, me bajo el slip, quedando mi pene a sus cuidados.

La sangre me salía del cuerito, y corría muy poca.

Haber dijo ella en un tono sobre protector, besándome sobre el lugar donde estaba la sangre.

Esto hizo que mi pene se erectase inmediatamente, haciendo brotar un poco más de sangre, a lo que ella respondió introduciendo mi pene en su boca.

Ella giraba su lengua en mi glande dentro de su boca, haciéndome gozar como nunca.

Metía y sacaba mi verga de sus labios, que apretaban con fuerza mi glande.

Mi pene tenía una erección total, y se veía gigante.

Ella paro y tomando su cinta de medir, empezó a medir mi verga.

23 cm de largo por 5 de ancho. Y se la volvió a engullir, esta vez, la introdujo en su totalidad, llegando a la base de mis testículos.

Me hizo ver estrellas, casi me cogía su cara.

Así fue como estuvo cerca de 20 minutos mamándome la verga, hasta que mi semen se posó en su rostro.

Me pidió que me vistiera y que fuera a buscar pantalones en un par de días.