Gozando sin perder la virginidad II

El relato que les contaré, me sucedió cuando le pedí a Enrique, que saliéramos juntos nuevamente.

Desde que había visitado el departamento de soltero de este señor de 40 años, mi vida había cambiado, y eso fue porque lo que me enseño esa noche en su departamento, no me dejaba dormir y esto hizo que me decidiera a pedirle, que repitiéramos el encuentro que habíamos tenido en su departamento.

A mis 18 años, él era con el único que me había ido a una cama y había respetado mi virginidad tal como se lo había pedido, a pesar que en un momento le pedí que me hiciera el amor por delante.

Ese día como de costumbre fui con mi bandeja, a repartir café a los empleados de esa oficina y lo vi a él como de costumbre, trabajando en su escritorio.

Puesto que era el jefe de ese departamento, su oficina estaba separada de los demás empleados y daba privacidad para poder hablar con él.

Toqué su puerta y me hizo una seña para que entrara y me invito a sentar.

Tenia algo de vergüenza estar ante él, a pesar que en un momento tuvimos intimidad, pero él tenia un carácter muy extrovertido y me empezó a hacer bromas, lo cual hizo que me sintiera rápidamente en confianza.

Que es lo que te trae por aquí preciosa, me dijo.

Le comenté que desde que me llevo a su departamento, la relación con mi enamorado ya no era la misma y que no eran suficientes los besos y caricias que él me daba, y que mi enamorado me había propuesto que tuviéramos sexo, pero yo me había negado nuevamente.

Él me escuchaba atentamente a todo lo que yo le decía y debido a la experiencia que tenia me dijo que si yo gustaba podríamos salir nuevamente.

Lo que me dijo, me evito la vergüenza de pedirle que quería que me llevase nuevamente a su departamento, y a la vez me sentía culpable de no dejar que mi enamorado me lleve a la cama, y yo por mi lado lo iba a hacer con otro hombre que no era él, pero quería repetir las sensaciones que me hizo sentir este hombre maduro nuevamente.

Le respondí que deseaba salir con el nuevamente, sabiendo que en esta oportunidad no tendría las fuerzas de mantener mi palabra de seguir siendo virgen, para llegar así al matrimonio con mi enamorado.

Me dijo que me recogería en la puerta del restaurante donde yo trabajaba el jueves después de su trabajo, pero que me pusiera linda para él y que si en algún momento me arrepintiera, podríamos únicamente conversar en su departamento.

Sus palabras me aliviaron ya que me trataba con consideración y no me obligaba a nada que no quisiera. Salí de su oficina y seguí vendiendo ese día mis productos.

Los días siguientes tenia mis sentimientos encontrados, ya que por un lado quería experimentar mas cosas y por otro lado sabia que estaba siendo desleal con mi enamorado.

Llego el jueves y no fui a trabajar ese día y fui a comprarme ropa para estar tal y como me lo había pedido.

Llegué a mi casa y me puse unas braguitas y un sujetador muy pequeños que había comprado.

Me puse medias de nylon y unos zapatos de taco.

En la parte de encima un top de licra y me arregle lo mejor que pude.

En mi casa al verme vestida así, me preguntaron donde iba y les dije que iba a visitar una amiga y mi padre se molesto un poco por la falda tan corta que me había puesto.

Ese día le había dicho a mi enamorado que no fuera a la casa ya que debía visitar a una tía que se encontraba enferma.

Llegué como a las 8 de la noche al restaurante donde trabajaba, y por suerte ya habían cerrado.

Esperé solo un momento y llegó él en su auto.

Se bajó de él y se acercó para abrirme la puerta del copiloto.

Cuando entre al auto, él miraba hacia abajo y seguramente pudo alcanzar a ver mis braguitas blancas y el encaje de mis medias en el momento que me sentaba.

Mientras nos dirigíamos a su departamento, él ponía su mano derecha sobre una de mis piernas, diciéndome que estaba muy bonita y lo afortunado que era mi enamorado de tenerme.

Su mano la sentía caliente y mi corazón latía fuerte imaginando que haríamos cuando estuviéramos solos.

El auto ingresó a la cochera del edificio y subimos por el ascensor hasta llegar a su departamento.

Al entrar me pidió que me pusiera cómoda mientras el preparaba un trago.

Mientras él se encontraba en la cocina sonó su celular y supuse que seria su esposa llamándolo, pero alcance a escuchar que dijo, Si en 15 minutos como te dije y colgó.

Cuando volvió brindamos y me dio un beso en los labios, que me hizo estremecer y temblaba como una hoja, pero no intento nada mas y siguió conversando conmigo.

Me sentía rara de estar a solas con un hombre casado, pero por otro lado mi cuerpo me pedía experimentar cosas, que solo un hombre maduro y no un muchacho me podrían dar.

Los tragos que tomamos me relajaron y de pronto me encontraba riendo de las bromas que me hacia.

En un momento dado me dijo si yo aceptaba todo lo que le propusiera esa noche y yo sin saber a que se refería exactamente, le dije que esa noche él era mi dueño y que me podía hacer lo que él quisiera.

Yo sabia que de un momento a otro, me amaría como lo hizo la vez anterior y esperaba con ansias el momento, cuando el intercomunicador del departamento sonó.

Se levantó a contestar y lo escuché que decía, Si, sube que te estamos esperando. Eso me extraño, ya que pensaba que estaríamos los dos solos esa noche.

Cuando vino donde yo estaba le pregunté que había sido todo eso y me dijo, déjate llevar solamente y no te vas a arrepentir.

La puerta del ascensor se abrió y entró un hombre de la misma edad que Enrique y me lo presentó.

Era un hombre maduro pero bien conservado.

Enrique le sirvió un trago a su amigo y nos pusimos a conversar amenamente.

Se notaba que su amigo era muy educado también y me pidió si podría bailar con el.

Yo me había puesto algo nerviosa ya que no esperé en ningún momento que alguien llegara, pero ya estaba ahí y decidí que me dejaría hacer lo que me pidieran.

Salí a bailar y su amigo se pegó inmediatamente hacia mi y me apretaba contra su cuerpo.

En un momento del baile puso su mano en una de mis nalgas levantando mi falda y me puse toda colorada, pero no dije nada.

Mire luego a Enrique, pero él nos miraba mientras tomaba su copa y caí en cuenta que se habían puesto de acuerdo previamente, para que su amigo viniera esa noche.

No sabía que pasaría a partir de ese momento, pero me excitaba la manera como me acariciaba el amigo de Enrique, mientras él miraba como me metía mano.

En medio de la sala su amigo me bajó el cierre de mi falda y ésta cayo al piso.

Luego me sacó el top que tenia puesto, quedándome en sujetador, braguitas y medias.

Me besaba la boca, chupando mis labios y mi lengua, y pude sentir su pene inflamado por debajo de su pantalón.

Enrique parece que no aguanto mas ver como me comían a besos y se puso de rodillas detrás de mí y me bajo las braguitas, dejando mi chocho al aire. Luego me empezó a lamer el ano, separando con sus manos mis nalgas y podía notar la humedad de mi coño.

Las manos de ambos las sentía en todo mi cuerpo y en un momento yo misma me saqué el sujetador para permitirles ver mi cuerpo totalmente desnudo.

Ellos también se quitaron la ropa y me mostraron sus vergas. Ninguno de los dos decía palabra alguna, al parecer querían que yo tome la iniciativa y me arrodillé y se las empecé a mamar a ambos.

Que excitación me producía estar en esa posición, chupando las vergas de ambos como si fuera una puta, pero a la vez la situación me llenaba de morbo por estar así con dos hombres a la vez.

Estando así de rodillas y chupándosela a Enrique, su amigo se acostó sobre la alfombra y metió su cabeza entre mis piernas y me empezó a lamer la chucha y a tomarse el liquido que de ella salía.

Pasaba la lengua por mi ano y me chupaba la parte interior de mis piernas. De pronto Enrique eyaculó dentro de mi boca y me dijo que me la tomara toda y así lo hice, chupando hasta dejarle la verga limpia.

Luego su amigo me hizo poner en cuatro patas y empezó a meterme la verga por el ano.

No me imaginé que una verga tan grande pudiera entrar por mi agujero, pero él bombeaba sin parar mientras jadeaba de placer.

Pasó un momento y sentí que mi recto se inundaba de leche y el amigo de Enrique aullaba de placer, por la corrida que se había dado.

Exhausto se sentó un momento y Enrique se me acercó para decirme que me quería meter la verga por la chucha.

En ese momento me olvidé que quería llegar virgen al matrimonio, y le dije que sí quería. Que deseaba que ambos me culeen por ahí.

Enrique me levanto y me sentó en el filo del sofá y me abrió las piernas.

Metió su cabeza entre ellas y me empezó a una larga lamida. Esto hizo que ansiara ser penetrada y le pedí que me la metiera de una vez.

El cogió su verga con una mano y la enfilo hacia la entrada de mi coño. Primero metió solo la cabeza y yo movía mis caderas para que entre más.

Poco a poco sentí una mezcla de dolor y placer, y cuando ya la tuve adentró me sentí la mujer mas feliz y me arrepentí de no haber gozado antes así antes.

Mientras Enrique me hacia gozar, yo sacaba mi lengua pasándomela por los labios y al abrir mis ojos, tuve el pene de su amigo frente a mi cara.

Se lo empecé a mamar fuertemente y a tratar de meterla toda a mi boca.

Sentí un orgasmo delicioso y al parecer ellos se dieron cuenta, porque empezaron a bombearme mas fuerte, hasta llenarme de leche por la boca y por la chucha.

Luego nos fuimos a la cama y turnándose me culearon como les vino en gana.

Al llegar a mi casa esa noche, mi enamorado me estaba esperando en la puerta y lo salude con un beso, pensando dentro de mi que había vuelto hecho toda una mujer, sintiendo el semen de ambos aún dentro de mi chucha.