Capítulo 1
Parte I – Amanecer caliente
Pasaban de las 9 de la mañana y a pesar de ser un típico día otoñal, afuera el clima nos regalaba un día un tanto frío.
La ducha estaba empañada por los vapores del agua caliente que salía de la regadera y que mojaba mi cuerpo desnudo. El agua escurría por todos los rincones de mi anatomía, mientras con ambas manos me llenaba de jabón con ayuda de una esponja suave. Recorrí ambos brazos, ambas piernas y finalmente mi torso. Puse especial atención en mi busto, grande y firme… me encanta la sensación que se desata cuando froto y masajeo mis niñas; siempre listas para recibir cualquier caricia. El roce de la esponja despertó de su letargo a mis pezones, que pronto ya estaban duros, ávidos de ser acariciados y devorados. Los enjaboné para después acariciarlos con suavidad y delicadeza… ¡Ufff! mis caricias y el contacto con el agua caliente me prendieron y de inmediato sen cómo el interior de mi intimidad empezaba a mojarse. Fueron tan solo unos instantes, pero cuando me di cuenta, mi mano izquierda ya había recorrido el camino desde mi seno izquierdo hasta mi pubis y se había internado en mi entrepierna.
-Aaahhh- Un leve e incipiente gemido alcanzó a escapar de mi boca cuando introduje mi dedo índice en mi cueva y poco a poco se fue abriendo camino hasta desaparecer totalmente. No pude evitarlo y empecé a moverlo de adentro hacia afuera una y otra vez, haciendo que mi calentura fuera subiendo cada vez más. Aprovechando que la humedad de mi sexo y el agua de la regadera servían como lubricante, me aventuré y metí también el dedo medio y de inmediato el movimiento se hizo más intenso y frenético.
Sin darme cuenta, ya me había acomodado para recibir el chorro directo del agua de la regadera en mi vagina…
-Aaaaahhhhh- un gemido más fuerte y prolongado se escuchó en el cuarto de baño, que era testigo de esa deliciosa masturbación matutina.
Seguí metiendo y sacando los dedos de mi sexo caliente y totalmente mojado hasta que en mi interior sen la descarga que me indicó que mi orgasmo estaba muy cerca. Tuve que botar la esponja que aún sostenía en mi mano derecha para por recargarme en la pared ya que mis piernas ya estaban flexionadas y empezaban a temblar por el éxtasis que estaba sintiendo.
-Aaaaahhhh… aaaaahhhh- No pude más y mi cuerpo estalló en un delicioso orgasmo que movió todo en mi cabeza. Tuve que tomarme varios minutos para ayudar a que mi conciencia y mi respiración regresaran a la normalidad. Levanté la esponja del piso y me dispuse a terminar de bañarme. Cerré las llaves y salí de la ducha que aún contenía todo el vapor del agua caliente. Caminé con especial cuidado ya que iba descalza y tomé la toalla que había dejado recargada en el lavamanos, solo para sutilmente pasarla por mi cuerpo y quitar el exceso de agua. Siempre lo hago así ya que me encanta la sensación de tener la piel mojada y sentir la frescura del aire.
Envolví mi cuerpo con la toalla, sujetándola en el busto tapando apenas por debajo de las nalgas.
Me cepillé el cabello y me dispuse a salir y regresar a la habitación.
Sin hacer ruido, caminé lentamente hasta la cama en donde estabas acostado plácidamente dormido. Solo la sábana blanca cubría tu cuerpo; tonificado, grande y vigoroso, pues a pesar de la madurez de tus casi cuarenta, tienes la estamina de cualquier chico de mi edad. Te observé y no pude evitar recordar lo delicioso que me hiciste sentir la noche anterior ahí, en esa misma cama y entre esas mismas sábanas… mi piel se erizó al recordar la forma en que me tomaste, cómo embriagaste mi piel con tus besos y tus caricias y cómo te hundiste en mí por primera vez.
El cumplir mi fantasía de sentir tu hombría dentro de mí y tenerte entre mis piernas hizo que nuevamente en mi interior emergiera ese calor que me pone a mil; que me calienta y me hace humedecer al grado de que mis jugos escurren por mi vulva. Por mi mente pasaron las sensaciones que me hiciste sentir y que me estremecieron cuando tus labios recorrieron mi piel; cuando tus manos estrujaron mis senos y mis nalgas, cuando tu boca devoró con lujuria mi sexo y cuando tu virilidad se abrió paso entre la piel y la carne de mi intimidad y me llenaste toda… me llenaste de piel, de placer y de locura.
No me contuve y decidí entregarme a lo que estaba sintiendo y a darle rienda suelta a mis deseos; finalmente, no viajé de México hasta Alemania nada más para platicar con mi amigo secreto con quien llevaba semanas hablando por internet.
Me acerqué y lentamente deslicé la sábana que te cubría… poco a poco, como si tratara de acariciar tu cuerpo con ella. Finalmente logré deslizarla hasta dejarte totalmente desnudo. Mis ojos de inmediato buscaron tu miembro, pues lo quería tener otra vez. Me situé frente a la cama y con extremo cuidado me subí por la parte de los pies y aprovechando que estabas acostado boca arriba y con las piernas abiertas me acerqué hasta quedar a la altura de tu pelvis. Lentamente acerqué ambas manos a tu miembro flácido y lo tomé y antes de que pudieras reaccionar y despertar, en un solo movimiento lo metí por completo en mi boca y empecé a mamar.
Apenas empezaba a tomar cadencia cuando pude percatarme que despertaste asombrado y diste un sobre salto al abrir los ojos y verme ahí, hincada en la cama con tu miembro viril en mi boca y mirándote fijamente a los ojos. Tu asombro duró breves segundos, pues de inmediato supiste lo que pasaba y me regalaste una sonrisa pícara, cargada de complicidad, lascivia y deseo. Te acomodaste de tal forma que abriste más las piernas para darme un acceso más cómodo, colocaste tu brazo izquierdo por detrás de tu cabeza para tener una mejor visión y con tu mano derecha empezaste a acariciar mi cabello al mismo tiempo que acompañabas el movimiento de mi cabeza mientras engullía tu falo, que para ese momento ya estaba completamente duro.
Lo tomé con ambas manos para masajearlo mientras con mi boca y mi lengua recorría la totalidad de la cabeza. Después de unos instantes, la toalla que aún tapaba mi cuerpo empezó a estorbar, por lo que pausé la mamada para incorporarme solo lo suficiente para poder quitármela. Tus ojos brillaron cuando mi cuerpo quedó descubierto; mi piel aún húmeda era bañada esta vez por la luz del sol matinal que se colaba por la ventana.
La toalla cayó al piso y yo regresé al mismo lugar y de inmediato tomé con ambas manos tu pene y lo masturbé mientras sonreía y te miraba fijamente a los ojos.
-Buenos días dormilón- te dije mientras mis manos frotaban cadenciosamente tu falo
-Buenos días princesa- respondiste mientras sonreías con total satisfacción
-¿Estuvo bien que te despertara?… ¿O me equivoqué? – te pregunté
-Claro que sí mi reina, es el mejor despertar que pueda tener- fue tu respuesta mientras que con tu mano derecha me hacías la seña que continuara con la mamada. Así lo hice.
Me acerqué y me tu erecto miembro en mi boca y reanudé la mamada… esta vez con más intensidad. Con cada lamida y cada mamada me mojaba más y más y a pesar de tener la boca llena con tu carne, los gemidos empezaron a escapar. Era demasiado, ya estaba muy excitada y no podía parar.
Tú, por tu parte, también empezaste a gemir de placer… pronto tu mano izquierda también se posó en mi cabeza y con ambas manos marcabas el ritmo de mi mamada. Yo solo cerré los ojos y dejé que me llevaras hasta donde tú quisieras. Tomaste mi cabello para que no obstruyera la visión y me mantuviste presa en aquella húmeda e infartante felación, en donde mi saliva ya escurría a chorros por todo tu falo y por mis manos que acompañaban cadenciosamente mis mamadas con el jaloneo masturbatorio.
-Aaaaahhhh… así mi princesa… así…- me decías con tu voz agitada
-Me vas a hacer estallar… no pares mi corazón… no pares- agregaste
-Aaaaaaahhhh me corrooooooo- gritaste al tiempo que soltaste mi cabeza para darme libertad de movimiento. Estaba tan embelesada y entregada a mi calentura que no me importó y decidí que sería la primera vez que probaría tu líquido sexual. La noche anterior vaciaste tu semen en mi entrepierna y esta vez quise probarlo. Abrí la boca lo más que pude sin dejar de jalar hasta que llegó el momento en que explotaste con un gran chorro que entró prácticamente en su totalidad en mi boca. Me acerqué para recibir toda tu descarga… fue abundante… caliente… deliciosa.
Algunos rastros se me escaparon y escurrieron por una de mis mejillas y mi barbilla.
Te miré fijamente mientras frotaba tu pene hasta extraer la última gota. Tus ojos se pusieron blancos del placer y terminaste por cerrarlos y recargar tu cabeza en la almohada mientras aún jadeabas y tu respiración estaba agitada.
Mis líquidos vaginales ya habían escurrido y al estar hincada ya tenía mojadas ambas piernas… no podía esperar más. Sin darte tregua para retomar el aliento, me incorporé y me acerqué para quedar hincada arriba de ti. De inmediato abriste los ojos y me regalaste esa mirada de placer que aparece solo en esos momentos. Acerqué mi cara a la tuya y te besé frenéticamente, dejando que saborearas mi saliva revuelta con rastros de tu semen; y tomaste mi cabello con tu mano izquierda y mi cintura con tu mano derecha.
Mientras nos besábamos me acomodé y con mi mano derecha tomé tu miembro aún erecto y lo acomodé en la entrada de mi sexo y lo introduje. Lentamente empecé a bajar mis caderas al tiempo en que tu pedazo de carne se iba internando en mi interior.
-Aaaahhh- un leve gemido se escapó a la mitad del beso que nos estábamos dando mientras sentía cómo poco a poco mi cavidad vaginal se llenaba con tu viril falo. ¡Fue delicioso! Estaba tan caliente que lo único que quería en ese momento era sentirte nuevamente dentro de mí y me llenaras de placer. Era como una urgencia el que me cogieras y me hicieras llegar al orgasmo. Aún en esa posición en donde nos estábamos besando empecé el movimiento y tú, de inmediato con ambas manos tomaste mi cadera como para seguir el compás de mis movimientos. Poco a poco fue subiendo la cadencia y la fuerza… estaba tan caliente que mi cuerpo solo reaccionaba al pacer y parecía que no podía controlarlo. Tus manos empezaron a estrujar y apretar mis nalgas y después alternaron nalgadas que me hacían vibrar.
¡Zas! Una nalgada en mi glúteo derecho
-¡Aahh!- fue mi respuesta
¡Zas! Ahora fue el turno de ni nalga izquierda
-¡Aaaahhhh!- respondí ante la fuerza de aquella nalgada
¡Zas! Ambas nalgas recibieron senda nalgada que me hizo vibrar hasta lo más interior
-¡Aaaaahhhh!… ¡Qué rico papi!- entre gemidos te dije al tiempo que aumentaba el vigor de mis movimientos para sentirte más adentro
-¿Te gusta princesa?- entre jadeos me preguntaste
-¡Sí papito! ¡Me encanta!- respondí
¡Zas! Nuevamente me nalgueaste con fuerza y lujuria
-¡Aaaaahhhhh! ¡Sí! ¡Sí!- respondí
-¡Eso princesa! ¡Gózalo!- me dijiste mientras me tomaste por las nalgas con fuerza y empezaste a marcar el ritmo y el movimiento de mis caderas.
No pasó mucho para que en mi interior sintiera la descarga eléctrica que originó la explosión dentro de mí que me llevó a un delicioso orgasmo.
-¡Aaaaaaaahhhhh me vengooooooo!- atiné a gritar mientras las contracciones de mi vagina aprisionaban tu falo y de mi sexo escurrían mis líquidos que te bañaron toda la pelvis.
Uffff… ¡Qué delicia! Estaba tan caliente que fue como liberar la tensión que mi cuerpo tenía contenida en su interior. A pesar que la noche anterior me hiciste gozar de lo lindo y me hiciste llegar al orgasmo 2 veces, mi excitación era tal que pareciera que llevaba días sin tener sexo.
Instantes después de mi orgasmo y de que tu boca se devorara la mía, me incorporé para quedar totalmente sentada en tu miembro. Con mis ojos busqué tu mirada y te sonreí lascivamente al tiempo que coloqué mis manos por detrás y me apoyé en tus piernas y empecé a cabalgarte.
-Ooooh mi reina… así, dale así corazón- me dijiste con total complicidad al ver cómo empecé el movimiento de adelante hacia atrás de mi cadera. Tus manos de inmediato buscaron mis senos y los tomaste con firmeza. Eso me puso a mil y empecé a marcar más los movimientos mientras mis gemidos empezaron a hacerse presentes.
-¡Qué rico mi niña!- me dijiste mientras tus manos pellizcaban mis pezones
-¡Sí papito!… ¡Qué rico!- contesté al tiempo que me concentraba en sentir cómo tu miembro duro y viril me llenaba completa y llegaba profundo… profundo.
-¡Eso! Muévete así mi vaquera rica- me dijiste para después mover tus manos de mis senos a mis nalgas… y las estrujaste con fuerza… rico.
-Así papito rico, agárrame así y dame fuerte- entre jadeos te pedí
¡Zas! Nuevamente sen tus manos golpear mis nalgas con fuerza lasciva.
-¡Aaaahhh sí!- Reaccioné
¡Zas! ¡Zas! ¡Zas! Tres nalgadas seguidas me llevaron al cielo, pues la sensación se conectó con lo que estaba sintiendo en mi interior al sentir cómo llegaste profundo tocando un lugar que me provocaba espasmos.
-¡Oh sí!- Contesté. Moví mis manos de tus piernas y las posé en tu pecho y me recargué para poder moverme con más facilidad y hacer más marcado el vaivén de mis caderas. ¡Quería sentirlo de nuevo! -Dale mi reina, dale… dale y córrete nuevamente- me pediste mientras me apretaste con fuerza las nalgas y acompañaste el movimiento de mi cadera.
-¡Sí!- Entre gemidos te contesté
Aumenté el vigor de mis movimientos cuando de nuevo sen esa descarga que me anuncia la llegada de mi orgasmo.
-¡Sí! ¡Sí! ¡Sí!- Gemí y grité cuando sen que estaba a punto de llegar
-¡Aaaaaaahhhhhhhhh!- grité como loca cuando explotó mi interior y de nuevo te bañé con mis jugos
-¡Sí! ¡Qué rico mi princesa!- me dijiste mientras tus ojos inspeccionaban a detalle mi cuerpo y las evidencias del copioso orgasmo que había tenido
Me quedé inmóvil por unos instantes, para tratar de recuperar el aliento y la compostura, pues mi cabeza de nuevo daba vueltas por el placer que sen, pero no me diste tiempo, porque me tomaste firmemente por las caderas y en un movimiento calculado, me retiraste de encima de ti y me colocaste a un costado tuyo, boca abajo.
Te incorporaste y suavemente me dijiste: -Ponte en cuatro mi niña-
Yo te sonreí con total complicidad y te complací. Me levanté y me acomodé, poniéndome en cuatro, como si fuera a gatear.
De inmediato te hincaste detrás de mí y te acomodaste justo en mi trasero. Volteé a verte y te descubrí admirándome en la posición más vulnerable posible; con mi sexo totalmente expuesto y abierto para ti. Un suspiro enorme te llenó el pecho al momento que tus ojos brillaban mientras apreciaban la imagen; todo aquello que estaba ahí a tu disposición.
No lo pensaste más y en un movimiento preciso tomaste tu pene con tu mano derecha mientras tu mano izquierda me tomaba por la parte izquierda de mi cadera y así, sin miramientos ni titubeos me penetraste hasta el fondo.
-¡Aaaaaahhhhh!- Me arrancaste un gemido que salió de lo profundo de mi alma y de mi vagina; pues llegaste a lo más profundo de mi ser. Fue intenso el sentir semejante pedazo de carne en mi interior de esa forma.
-Aaaaaaahhhhhh pero qué rica estás mi niña hermosa- me dijiste lleno de placer
-Aaaahhh… ¿Te gusta?- repliqué
-Me encanta- de inmediato respondiste
-¿Te gusta lo que ves?- volví a preguntarte
-Me fascina mi reina… me fascinas y me encanta tenerte así mi niña hermosa- complaciste mi pregunta
-¿Te gusta tenerme así y cogerme?- insistí
-¡Sí! ¡Me encanta!… estás bien rica mi amor- contestaste al tiempo que empezabas a marcar más tus penetraciones
-Aaaahhhh… aaaahhhh… me encanta cómo me coges mi amor… me encanta cómo me la metes y me haces sentir rico- con trabajos contesté ya que los gemidos se apoderaban de mi garganta, como consecuencia del enorme placer que me estabas dando con cada embestida de tu viril y duro falo
Me tenías loca, mientras me tomabas por las caderas y me penetrabas frenéticamente mis senos se movían al compás de tus embestidas y yo empecé a sentir con más intensidad cómo la punta de tu miembro me tocaba en lo más profundo de mi intimidad. La intensidad subía y subía y yo, gemía más fuerte.
Llegó un momento en donde no pude más e intenté recargar mi torso en la cama, hundiendo mi cara en la almohada y asiendo fuertemente la sábana con mis manos; formando una escuadra.
-Ooohhhh sí… sí… sí- entre jadeos y gemidos varoniles exclamaste mientras me tomaste con más fuerza y aumentaste la fuerza de tus embestidas
-Aaaaahhh aaaahhhhh aaaaahhhhh- se ahogaban mis gemidos en la almohada
El aplauso sexual generado por el golpeteo de tu pelvis en mis nalgas se hizo más fuerte y lo acompañaban tus varoniles gemidos y los míos, que no alcanzaban a salir porque mantenía mi cara hundida en la almohada. Era para tratar de aminorar la presión que sentía por la intensidad de tus embestidas. Por un momento pensé que no lo soportaría más… era demasiado.
-¡Ooooohhh sí!… ¡Sí mi amor!… ¡Sí!- me dijiste acelerado
-Siente cómo te follo mi reina- agregaste
Yo ya no podía contestar, la intensidad y mis gemidos ahogados no me permitían articular palabra alguna
-Aaaaaahhhh me corro mi niña… ¡Me corro!- fue el aviso que me diste después de varios minutos de estar cogiéndome. Yo solo atiné a mover la cabeza lo suficiente para liberar mi boca y te contesté:
-Sí papito… vente rico… vente en mí… ya sabes cómo- fue mi respuesta
Continuaste tus embestidas con fuerza y frenesí haciendo más fuerte el sonido del choque de tu cuerpo con mis nalgas, que agarrabas con fuerza. Yo seguía ahogando los gemidos con la almohada.
-¡Aaaaahhhh!… ¡Me corrooooo!- gritaste frenéticamente y en seguida sacaste tu falo de mi interior y te lo jalaste hasta que explotaste y vaciaste chorros abundantes de tu semen en mi espalda.
Yo estaba sin aliento, no podía más… mi cuerpo estaba en éxtasis y sentía que las rodillas se me doblarían en cualquier momento.
Lentamente te retiraste lo suficiente para recostarte en mi lado derecho. Yo, terminé cediendo y me tumbé boca abajo, aprisionando mis brazos con mi cuerpo. Con los ojos entreabiertos te miré y ahí estabas, mirándome con una sonrisa llena de satisfacción. Te sonreí y te dije:
-Qué rico papito… qué rico me coges-
-Y tú estás muy rica mi corazón… y es un placer el poder estar dentro de ti y follarte y disfrutar lo rica que estás- me alagaste con tu respuesta
Fueron minutos donde intercambiamos halagos y palabras cariñosas y calientes que nos hacían sonreír y suspirar. Acariciabas mi rostro y mi cabello y yo me dejaba apapachar.
-Esto es lo más rico del mundo mi niña, y quiera que nos quedáramos todo el día aquí cogiendo rico, pero… ¿Acaso no tienes hambre?- inquiriste en un tono hasta cierto punto gracioso
-Jajajaja sí… muero de hambre- me hiciste reír y te respondí.
El delicioso encuentro sexual de la noche anterior y éste que acabábamos de tener ya me habían abierto el apetito.
-Muy bien. Entonces démonos una ducha rápida para que vayamos a comer algo y para que conozcas algo de mi ciudad- me respondiste mientras te levantaste de la cama y me extendiste tu mano derecha para ayudarme a levantar.
Me costó trabajo porque estaba exhausta y sentía que mis piernas aún temblaban, pero me decidí y así lo hice. Estiré mi mano derecha y alcancé la tuya, me aferré a ella y dejé que me jalaras. Así lo hiciste, gentilmente jalaste y me ayudaste a levantarme. Quedé de pie frente a ti y cruzamos nuestras miradas.
Te acercaste y con ambas manos acariciaste mi cabello y rostro y mientras me mirabas fijamente a los ojos me dijiste:
-Eres tan hermosa-
Yo solo atiné a regalarte una franca y honesta sonrisa que reflejaba la emoción y felicidad que en ese momento sentía. Tu mano derecha tomó mi barbilla, te acercaste y me besaste. Fue un beso cálido, húmedo, sensual… fue perfecto. De inmediato sentí que mi interior despertaba nuevamente, pues nuestras lenguas se entrelazaron y nos fundimos en un apasionado abrazo. Fueron solo unos minutos, pero fueron mágicos. Después de ese beso volviste a tomar mi mano y caminamos al baño para ducharnos y alistarnos para salir.
Continuará…
Muchas gracias por leer mi relato. Con gusto recibo sus comentarios y críticas constructivas en elizgz0398@gmail.com.