Capítulo 7

De niña a mujer VII

Estudios, exámenes, malas noches tratando de abarcar tanta información.

Al fín todo eso quedaba atrás por ahora.

La última semana había estado llena de tensión por el constante temor de no poder estar adecuadamente preparados para los finales, pero lo habíamos logrado.

Ahora podíamos relajarnos a gusto.

El ventanal de su sala permitía la entrada de una fresca brisa que bañaba nuestra piel que ardía en esos momentos.

No nos hacían falta muchos pretextos para arrojarnos en brazos el uno del otro y hacer que nuestras bocas y manos se encontraran con ansias, con sed, con deseo. Jenny, tan inocente, tan hermosa como siempre, con un pie puesto en territorio familiar, conservador… no podía ocultar el gusto que le daba el descubrir conmigo más y más acerca del mundo del sexo.

Nos habíamos vuelto expertos en acariciarnos íntimamente bajo la ropa, para reponer la compostura rápidamente si alguien se acercaba.

Pero aquel día precisamente, la suerte permitió que nos quedáramos solos en su casa.

Yo había tenido el placer de ver parcialmente su delirante desnudez aunque siempre con la ropa puesta.

Había podido brindarle repetidamente oleadas de placer que la dejaban completamente agotada, sin habla ni movimiento por varios minutos.

Me encantaba sentarme a su lado, con el rostro bañado con sus dulces secreciones vaginales, acariciando suavemente su rostro, mientras ella se recuperaba lentamente y finalmente abría los ojos para dedicarme una hermosa sonrisa de agradecimiento.

Esta tarde, en cambio, me atreví a más…y secretamente ella, a pesar de sus temores, también lo deseaba.

Entrelazados como estábamos, llenándonos de caricias y oleadas de deseo, me las arreglé para ponerme de pie y ella me imitó, sin soltar el profundo beso que nos tenía unidos.

Con mi cuerpo pegado a ella, sintiendo sus pequeñas manos acariciando mi espalda, mi cintura, mis glúteos.

Fui avanzando con ella hacia la el pie de la escalera, cerca a la puerta de la casa.

Podía sentir la avidez con la que su traviesa lengua retaba a la mía a una lucha similar a la que nuestros cuerpos se entregaban, frotándonos, provocándonos mutuamente.

Ella simplemente seguía mi movimiento, sin pensar, sin preguntar.

Ohhhhhh!- Suspiró profundamente al sentir mi cuerpo enredado al suyo, presionándola contra la puerta del baño, justo al lado de la puerta de entrada a la casa.

Mmmmm – dejaba ella escapar mientras mis manos se infiltraban bajo su blusa de colores pastel.

Sin desabotonar la prenda, me apoderé de los jugosos frutos que eran sus pechos, raspándome los párpados con sus inhiestos pezones, mordisqueando la piel alrededor, mientras que su pubis buscaba instintivamente el roce de mi muslo.

Con mi derecha solté el botón anterior de su apretado pantalón y procedí a bajar su cierre, mientras mis labios succionaban ávidamente ese enloquecedor pezón.

Ohhh! Que haces?? – pregunta ella entre gemidos – Alguien me puede ver!

No en este rincón, dulzura – aseguro yo, mientras clavo suavemente mis dientes en su pecho agitado.

Mmmmmm, ufff, me estás provocando – gime en un hilillo de voz – me haces desearte . . . tanto.- tratando de silenciar esta última palabra.

Con una mano apoderada de su pecho y la otra metida en el pantalón recorriendo su candente raja, prácticamente la levanto en peso permitiéndole sentir muy rígido sexo a plenitud a través de la ropa contra su húmeda conchita.

Uuyyyyy! Se siente tan … rico,… tan … duro. – gime ella con un tímido atisbo de lujuria.

Mmmmm – saboreo yo sus pechos, llevando mi mano derecha a su espalda y haciéndola brincar antes de atraerla más hacia mí, lo que la hace exhalar profundamente.

Con la mano busco la perilla de la puerta contra la cual la tengo atrapada, giro la misma y la puerta de abre tras de ella golpeando la pared. Ella se sobresalta.

Que pasa? – pregunta apenas distraída de nuestro manoseo.

Nada – digo yo, reanudando mis caricias – sólo quiero acariciarte mejor…

Pero alguien… – no la dejo terminar.

Tu te quedas en el baño y te arreglas mientras yo salgo.- La calmo.

Su mano presionando mi cabeza contra sus senos me hace entender que está de acuerdo.

Mis manos vuelan sobre su ropa, desabotonando, descubriendo su hermosa piel ante mi vista anhelante.

No puedo evitar llenar su piel de besos y pequeños mordiscos, que ella inicialmente recibe titubeando pero luego se deja enloquecer por ellos.

Su lindo torso está totalmente desnudo ante mis ojos.

Ella me nota apartándome brevemente para gozar de esa visión y se sonroja, llevando sus brazos a cubrir sus senos lindos, hechos para gozar.

Suavemente tomo sus manos y descubro su cuerpo y las llevo a mis hombros, que ella acaricia con evidente placer.

Coge entonces el borde de mi camiseta y la eleva sobre mi cabeza dejándome el torso desnudo, me mira por un instante, se muerde el labio inferior y me atrae hacia ella para sentir la dureza de mi pecho contra la suavidad del suyo.

Nos quedamos así besándonos por unos segundos.

Poso entonces mis manos en su estrecha cintura y en forma casi brusca, la giró, mirando hacia la pared.

Ella se deja hacer y posa sus manos en el empapelado mientras siente el latido de mi corazón contra su espalda estrecha, delicada.

Sus caderas ejecutan una leve danza, tratando de sentir mi mástil entre sus firmes nalgas. Mi caliente respiración sobre su nuca la hace gemir

Mmmmm, Alberto, me gusta sentirte así, mi vida – gime ella.

Mis manos se mueven hacia adelante adentrándose en sus jeans, acariciando ahora sus vellitos sedosos, y atreviéndome a palpar los labios mayores henchidos de deseo. La presiono contra mi sexo palpitante.

Ooohhhhh – otro suspiro.

En ese momento clavo mis dientes en su hombro, haciéndola sobresaltar, a la vez que mis manos tiran hacia abajo de los bordes de sus jeans, venciendo el obstáculo de sus redondas caderas.

Alberto, que haces? – casi inaudiblemente.

Te quiero admirar, linda – le digo en el oído.

Pero…- ella

Shhhhh… – interrumpiéndola

Mientras mis manos siguen bajando los pantalones por debajo de las rodillas, mi boca desciende por su espalda hasta su cintura, donde la mordisqueo suavemente, haciéndola arquearse de placer.

Sus redondas nalgas vestidas tan solo con un hilo dental rosa se proyectan contra mi torso que se aprieta contra ellas.

La tentación es mucha y mi boca se lanza a besar y morder con vehemencia esos cachetes prometedores de placer.

Ohhhh, Alberto, que ricooo, – ruge ella – me haces temblar con cada toque tuyo.

Mi boca dispuesta a englotonarse con ese divino culo, cubre toda la piel y poco a poco se entierra en su candente raja, donde tan solo un filamento de tela rosada la protege de mis embates.

Su hermoso culo se mueve suavemente de adelante hacia atrás acompañando el rítmico movimiento de mi lengua a lo largo de esa tentadora raja.

Saca la truza del camino – murmuro a duras penas, con el rostro enterrado entre sus cachetes ardientes.

Yo esperaba que ella tan solo apartara el hilo dental hacia un lado dejando su jugosa raja libre para que mi lengua continuara explorando. Cuando noto que sus manos descienden a los lados de sus caderas, me aparto levemente y veo embelesado como introduce los pulgares bajo el fino elástico y empieza a descender la prenda, poniendo su enloquecedor culo más cerca de mí. La minúscula prenda termina a nivel de sus rodillas.
No espero mas y me lanzo nuevamente a la profundidad de su rajita, bebiendo con fruición sus deliciosos jugos.

Ohhhh, Alberto, mmmmm – conteniendo sus gemidos antes estas intensas sensaciones que le hago sentir.

Mi lengua recorre ese delicioso surco con enloquecedor ritmo, mojando, acariciando, circundando su apretado ano, latigueando el comienzo de su vulva delirante y hambrienta.

La visión de su rostro ya sudoroso pegado a la pared y su cintura arqueada ofreciéndome su intimidad entre esas riquísimas nalgas, no hacen más que provocan sendas secreciones preseminales que empapan mis calzoncillos distendidos a mas no poder por mi verga que furiosamente trata de liberarse de su encierro y entrerrarse entre las cálidas y aterciopeladas carnes de mi amada.

Mis manos acarician sus muslos tensos debido a la incomoda posición, y se encargan de sacar una de sus zapatillas.

Ella colabora elevando el pie mientras que mi lengua presiona traviesamente contra su apretado ano. Libero así aquel pie y termino sacando el pantalón de esa pierna.

La otra pierna es liberada más fácilmente… la experiencia ayuda, al parecer.

Instintivamente ella totalmente desnuda de espaldas a mí, separa las piernas proyectando su adorable culo hacia mi, para facilitar mi acceso.

Mis manos ahora se posan en sus caderas que se mueven ya en un furioso vaivén, apretando su intimidad contra mi boca golosa.

Oh, oh, oh mi Diossssssss – alcanzando el clímax inesperadamente – Aaaahhh, que rico me haces sentiiiiiirrrr!

Tratar de liberarla de sus prendas me distrajo momentáneamente del ritmo de placer que le estaba dando.

Pero eso no impidió que su facilidad para alcanzar el orgasmo saliera a relucir. Llenó mi rostro de deliciosa secreción, que me supo a gloria.

Me puse de pie detrás de ella pudiendo sentir su entera desnudez mientras que ella trataba de recuperar el aliento. Su mano buscó hacia atrás mi cuello para acercar mi rostro al suyo, con ternura.

Te pasaste, mi amor – me agradeció ella – el orgasmo que me diste fue … tremendo. Casi sentí que me desmayaba.

Eso no es nada – le respondí mientras la volteaba hacia mí.

Puedo sentir sus brazos aún temblorosos rodeando mi cintura y sus labios besando cálidamente los míos.

Mientras respondo a su beso, la hago sentarse suavemente sobre la tapa del inodoro y me arrodillo ante ella besando su rostro con ternura.

Mis besos descienden esta vez sobre sus pechos invitantes haciendo que su respiración se torne agitada nuevamente.

Ella apoya sus manos en la tapa para ganar estabilidad y sin querer proyecta sus pechos hacia mí, viéndose más tentadora aún, si esto es posible.

Sus muslos separados tiemblan al sentir nuevamente que mi rostro se está acercando a esa selva de placeres que tan dulce sabor y aroma tienen, y sin que yo lo pida, se acomoda más al borde para brindarme ese delicioso postre que sabe que tanto me gusta.

Dejo que mi lengua tome la iniciativa y la dejo hacer.

Mis manos recorren sus muslos tibios y acogedores, sus pechos enrojecidos, sus pezones duros, las medias lunas de sus nalgas, su cintura. Mi lengua en tanto sigue su danza inacabable, hurgando, separando, hundiéndose, sorbiendo.

Los gemidos de Jenny aumentan de tono y frecuencia, su respiración se hace más pesada, sus gemidos pasan a ser ronquidos de placer.

Su rostro se tensa, los ojos cerrados con fuerza, su cuerpo se tensa esperando la erupción inminente, mientras que su pelvis se lanza violentamente contra mi lengua incansable.

Ufffff, ahhhhhh, ohhhhhh, sssiiiiiiiiiii, asiiiiiiiiiiiiiii- en un espasmo glorioso y bello – ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh

La climática tensión de su cuerpo es seguida por una relajación total de sus músculos que me hacen temer que caiga al suelo.

Definitivamente la intensidad de sus orgasmos es admirable. No puedo evitar sentir algo de orgullo de ser yo quien le hace sentir eso.

La abrazo a mi arrodillado frente a ella. Siento el calor que ella y yo generamos en el pequeño baño.

El cuerpo de mi mujercita se ve hermosísimo perlado de sudor. Me besa, me abraza, me atrae hacia ella.

Nos quedamos así por unos minutos, besándonos suavemente.

Te amo, Alberto- la oigo susurrar en mi oído – soy tuya, lo sabes?

Lo se, cielo – Yo sonrío al oír esto- Yo también te amo, Jenny.

Te gustó, mi amor? – pregunta estúpida de mi parte.

Tu que crees, tontito? – ooops!, se confirma mi sospecha – acaso no te diste cuenta?

Je, je, je – me río maliciosamente.

Y tú? – me pregunta mirándome a los ojos

Y yo? – sintiendo el latido en mis sienes

Si… yo he llegado varias veces, pero tu no. – mientras siento su mano descendiendo sobre mi inhiesto bulto.

Tu me has dado un placer increíble muchísimas veces y ahora … inclusive me has tenido desnuda frente a ti y no me has pedido nada.

No te preocupes, cielo, ya llegará el momento – intentando levantarme, cosa que ella impide envolviéndome rápidamente con sus piernas. –

Bueno… el momento… es …ahora – No puedo escuchar nada más que su voz, no hay autos en la calle, no hay pajarillos en los árboles, nada, absolutamente nada, solo su voz – Te deseo, te he venido deseando hace tiempo, pero no me atrevía y tu nunca me has presionado, a pesar de que he podido notar que me deseas mucho.

Estás segura? – Incrédulo.

Si, nunca imaginé lo hermoso que esto podía ser, pero no quiero esperar más quiero hacerme mujer contigo, el hombre que amo…

Y diciendo esto siento como sus manos aflojan el cinturón de mi pantalón, luego el botón, y lentamente baja el cierre. Por un instante me mira a los ojos y me pide que me ponga de pie.

Aún, sin creerlo, lo hago y tomando mi pantalón por los lados lo baja de un tirón con calzoncillo y todo, haciendo que mi verga hinchada y palpitante salte frente a su rostro sorprendido.

Ohh! No lo imaginaba tan grande. – comenta ella, – y tus testículos son tan suaves al tacto.

Siento sus dedos acariciar suavemente mi escroto, como si fuera un tesoro. Con su manita trata de rodear la circunferencia de mi cilindro.

No me alcanza la mano – la oigo decir – , ves? Es más grueso que mi muñeca …
Y como late, durísimo…, las venas se ven hinchadas. Me da miedo…

No te trataría de hacer daño, amor – me oigo decir.

Me va a doler verdad? – pregunta inocentemente.

Tal vez un poco, al inicio, pero tu misma lo harás al ritmo que puedas tolerar.

Estás seguro que tremenda cosa va a poder entrar en mi conejito?

Con lubricación y paciencia, claro – le aseguro.

Crees que estaré suficientemente lubricada?

Creo que si, pero si quieres lo puedes lubricar más…con tu … boca.

Me mira sorprendida, y luego de unos segundos esboza una leve sonrisa y dice:

Como? Así? – Y la veo acercar su lengua húmeda al glande enrojecido y dar una suave lamida hacia arriba, tal como haría con un sabroso helado. No podía creerlo… estaba a comenzando a saborear mi inhiesta y ansiosa verga, por primera vez.

Ohhhhh! – No pude reprimir el dulce escalofrío que recorrió mi columna.

Ella lo notó claramente y se dio cuenta del enorme placer que esa inexperta caricia me estaba haciendo sentir. Sentí que mi candente cilindro iba a estallar en sus manos.

Se animó a dar unos cuantos lametazos, haciendo que mi cuerpo se doblara del placer.

Me provoca saborearlo como una paleta de helado.- dice ella sonriendo, mientras su mano inconscientemente recorre la base de mi pene, dándome aún más placer.

Ella no tenía la más absoluta experiencia pero sus caricias instintivas me estaban llevando al borde de la locura.

Exactamente, dulzura – dije obnubilado por las sensaciones – trátalo como si fuera el más rico de los helados.

Entonces puedo hacer esto? Mmmmmm – Y levantando mi sexo desde su base, empezó a cruzar toda la superficie inferior con suaves lamidas transversales hasta llegar nuevamente al glande, al que dedicó una suave y húmeda chupada.

Ohhhhh! Jenny… no te imaginas lo que me haces sentir, dulzura.

Lo puedo notar – me dice suavemente – y me gusta ponerte así…

Entonces no dejes que se derrita tu helado – mirándola cálidamente.

Ella nota una evidente gota de líquido pre-seminal coronando mi glande y llevando la punta de la lengua a él, rodea mi piel para recogerlo en hábil maniobra. No se imagina lo cerca que me está llevando del orgasmo.

Mmmmm… – saborea mi fluido – es agradable, entre dulce y salado, pero sobre de todo, tibio, como tu cuerpo.

Me parece estar soñando todo esto. A cada caricia que me da, ella evidencia mi inmediata reacción, lo que la anima a descubrir diferentes formas de tocarme, cambiando el ritmo, el área, la intensidad de su caricia oral.

Mmmm… que …rico helado tienes – dice traviesa, mientras su boca lengua juguetea con mi verga palpitante- para mi solita…

Por un momento se detiene y siento como sus manos acarician mis tensos glúteos, con una delicadeza que me sobresalta aún más.

Besa la redonda cabeza de mi mástil, suave, repetidamente, tratando de envolver suavemente mi glande con sus labios, haciendo varias tentativas para abarcar el diámetro, como calculando el necesario esfuerzo para darme cabida y de pronto, cogiendo firmemente mis nalgas adentra lentamente mi mástil en su boca hasta casi la mitad de mi longitud retirándose poco después mientras estrecha el cálido y húmedo abrazo alrededor de mi carne palpitante.

Ahhhhh! Mmmmmmmmm, que rico se siente, cielo – digo roncamente – es increíble!

Repite la operación, tratando de adentrar más de mi verga en su boca pero las dimensiones no le permiten más.

No trates de meterlo todo, cielo – la animo – continúa, que lo estas haciendo fantásticamente…

Mmmmm, slrrrp, mmmmm – sus caricias adquiere mayor intensidad.

Prontamente me está trayendo al borde de un orgasmo descomunal.

Me vas a hacer llegar en tu boca si sigues así …- Le advierto gimiendo.

Todavía no… te quiero adentro – dice ella con seguridad

Esto me baja momentáneamente de la nube de placer en la que ella me tenía flotando.

Por supuesto que la deseaba, con locura, pero no iba a permitir que un momento de placer fuera a arruinar su vida o la mía. La quería demasiado para eso…

No tengo ningún preservativo conmigo – digo resignado – no esperaba …

Lo sé – me dice – pero hacía cierto tiempo sabía que esto podría suceder.

???? – la miro completamente intrigado.

Recuerdas que te dije que era muy irregular en mis períodos? –

Sí…- respondo con duda.

Desde hace un mes estoy tomando píldoras – y poniendo una cara intelectual – tu sabes … sólo para regularizar mis períodos, nada más…

Ajá… nada más – sonrío yo en complicidad.

Además no quiero ningún condón dentro mío… te quiero sentir a tí.- dice resueltamente. Este es mi regalo … para ti, para los dos…

Te amo, Jenny – un instante antes de inclinarme para besarla profundamente.

Siento como ella me atrae, haciéndome arrodillar entre sus piernas abiertas. Me abraza fuertemente, como buscando seguridad antes de emprender una aventura nueva, desconocida, sintiendo temor pero excitación a la vez.

Se suave conmigo…si? – pide cándidamente.

Yo no voy a invadirte cielo,- digo acariciando su mejilla mientras que mi verga roza la vulva caliente, haciéndola dar un respingo.- Tu vas a ser quien controle la penetración…

Si, mi vida… hazlo ahora – mientras me aprieta a su pecho, oigo su suave pedido en mi oído.

Yo tomo mi mástil y acaricio los alrededores de su vulva suavemente con mi glande, haciéndola suspirar.

Apoyo mi glande sobre la contraparte femenina que es su clítoris enrojecido y muevo mis caderas cadenciosamente haciendo que se froten enloquecedoramente. Esto la hace cerrar los ojos y abrir la boca dejando escapar jadeos de excitación.

Ohhhhh, ahhhh – exclama ella. – Tu verga, que rica se siente, …tan cerca a mi conejito…mmmmm

Yo siento lo mismo, un placer desquiciable que me urge a lanzarme de una buena vez, pero al abrir los ojos la veo a ella, dejándose llevar por el placer, confiando en mi, y me controlo, no queriendo hacer nada que empañe este momento.

Toma mi verga con tu mano, linda – le indico – frótalo con tu vulva, úsame para estimularte.

Y así hace ella, tomando mi mástil, roza los pétalos de su deliciosa flor con avidez, intensidad y puedo ver como se masturba con mi carne llegando poco a poco más cerca del clímax.

Mmmmmm, rico, riquísimo…me alocas, Alberto – gime mientras goza de este juego.

Frótalo entre tus labios, mi cielo. – mientras que mi placer también empieza a acumularse como lava a punto hacer erupción.

Ella permite que mi glande se interne levemente entre esos pequeños labios vaginales, apretaditos, tiernos, vírgenes. Sus gemidos crecen en intensidad cuanto más se adentra mi carne entre ellos. Mi pulgar está ahora jugueteando con su clítoris, cuidando que no baje de esa plataforma de excitación pre-orgasmica en que la mantengo.

El frote de mi glande sobre su vulva se empieza a ver ahora limitado a ella introducir levemente mi glande entre sus labios menores, totalmente bañados en nuestros fluidos.

Ella instintivamente imita un levísimo movimiento de vaivén hacia el interior de su vulva.

Ahhhhh, mmmmmmmmm, que rico, Alberto – dice ansiosamente – no me sueltes, me falta poco para llegar…mmmm

Ambos podemos sentir el tenue obstáculo que se opone al avance de mi pene hacia su intimidad.

Es precisamente hasta ahí donde nuestros movimientos nos permiten avanzar.

Su mano no necesita seguir guiando mi virilidad, por lo que ella me coge de las caderas, marcando un ritmo de suave bombeo.

Por instantes noto que ella trata de penetrarse más, pero el dolor la hace detenerse, no atreviéndose a atravesar ese umbral de virginidad que se interpone.

Lo quiero adentro…pero duele un poco – gime ella, con un leve tono de frustración.

No es el momento cielo. -la calmo – cuando estés llegando será el momento preciso…

Me falta muy poco para eso – dice ella, gimiendo.

Mis dedos siguen dando la atención debida a su clítoris jugoso. Sus gemidos se tornan más intensos, avisando de la inminencia climática.

Ahhhhh, ahhhhh, ricoooooo, mi cielo, que rico – ruge ella lujuriosamente.

Y en ese instante, dominada por un instintivo deseo de tenerme cerca a ella, el suave vaivén que ella mantenía sobre mis caderas, se convierte en un enérgico tirón que me adentra casi totalmente hacia la enloquecedora calidez de su apretada vagina.

Ahhhhh, Aayyy, Ohhhhhh – gime en mi oído mientras, que mis dedos continúan el estímulo de su clítoris – p…por favor, no te muevas…

Ok, mi cielo,- preocupado por ella y a la vez maravillado del cálido abrazo de su aterciopelada cuevita.

Ohhhh, te siento dentro – exclama ella en una mezcla de dolor y placer por el orgasmo que no acaba. – E…espera que me acostumbre …mmmmm, ohhhhh

Me quedo quieto esperando que se relaje. La beso dulcemente a lo ella responde con intensidad, tratando de fundirse conmigo. Suavemente siento que sus manos atraen mis caderas más hacia ella, completando la penetración.

Ahhhh, ohhhhh. – respirando fuertemente – duele…un …poco, pero se siente lindo. Me siento llena de ti por dentro.

Yo te siento divinamente, cielo – y luego – te sientes bien? Duele mucho?

Estoy bien -me asegura ella – el dolor esta pasando.

Nos besamos mientras nuestros sexos se encuentran quietos. Llevo mis manos a sus mejillas y lleno sus rostro de besos, muerdo sus labios, su cuello. Sus manos recorren mi espalda, mis hombros, mis glúteos.

Muévete, amor – me pide – suavecito…

Y mis caderas inician un minúsculo movimiento de bombeo que se incrementa paulatinamente. Sólo cuando la noto apretar los dientes por alguna ligera sensación de dolor me detengo.

No te detengas me dice – me calma ella – se siente rico y el dolor casi ha desaparecido.

Más, cielo, dame más.- suplica ella – uffff, que rico se siente, me frotas toda por dentro…riquísimo…

Mis sensaciones acumuladas por tanto tiempo empiezan poco a poco a hacer ebullición, buscando un alivio inminente.

Ohhhh,- gimo ruidosamente – te siento riquísimo, cielo, apretadita y caliente…

Te gusta mi conejito caliente? – me pregunta – tu verga rica lo pone más jugoso aún, no lo sientes?

Si, mi vida, me estas llevando al borde del orgasmo. – jadeo yo -mmmmmm

Tu dureza me aloca, mi macho – la oigo decir – me estas frotando tan rico por dentro…

Mi penetración es profunda, aunque mis movimientos no son muy extensos, pues trato que mi pubis roce plenamente su clítoris, mientras que mis manos, se apoderan de sus pecho hinchados. Muerdo uno de los pezones que ella me presenta.

Ohhhhh, que rico me estas dando, Alberto – ruge ella – hazme tuya…

Eres mía, cielo, eres mi hembra, divina, riquísima – mientras que continúo taladrando su cuevita con deleite.

Nuestros gemidos casi van al unísono. Mis caderas y sus muslos hacen un sonido excitante al encontrarse rítmicamente. Por momentos, cuando la penetro totalmente, imprimo un movimiento circular a mi pelvis para frotar su cervix.

Asiiiii, asiiii, frota mi útero con tu verga – me anima ella.

Dame duro, Alberto, quiero que me des más fuerte – suplica en un gemido – por favor…

Mis caderas comienzan un largo movimiento de bombeo contra su pelvis.

Sus gemidos casi se convierten en gritos que a duras penas puede contener. Me aprieta salvajemente contra su cuerpo para profundizarme en ella. La veo bajar la mirada momentáneamente para quedar cautivada viendo como mi rígida verga se entierra rítmicamente en ella.

Ohhhh! Esto es divino…me haces sentir … ohhhhhh, tan… rico. Estoy…tan…cerca…de …llegar. Mmmmmffmfmmmmm

Su pelvis acompaña a mis embestidas con movimientos circulares, buscando el estímulo preciso que la lleve al orgasmo. Sus movimientos son intensos, enloquecedores. No sabe que el tratar de llegar me está llevando irremediablemente con ella al clímax.

Ohhhhh! Ohhhhhhh! Diiiiiooooosssssss. Mmmmmmmmm – no pudiendo hacer más que enfrentar sin palabras la avalancha orgasmica desencadenada. Lo único que se oye ahora es el frenetico golpeteo de nuestros cuerpos mientras el clímax perdura.

Ahhhhhhh! Estoy llegandoooooo – rugiendo salvajemente, mientras aprieto su cintura hacia mí.

Su cuerpo responde con feroces embestidas tratando de aniquilarme de placer. Puedo sentir las rítmicas contracciones orgásmicas de su vagina atenazando mi verga que deja escapar caliente borbotones de semen que chocan contra su útero.

Dame, dámela toda, mi macho – grita ella, casi sollozando – dame toda tu leche…

Toma, cielo, mmmmm, oh Diossss! – dejándome llevar por los estertores de mi intensísimo clímax.

Ahhh, ahhhh, ahhhh, así, mi macho, lléname toda. Llena a tu hembra de leche caliente… – gime ella, para buscar mi boca con avidez.

Ambos sentimos nuestros latidos, golpear salvajemente en el pecho.

Nuestra piel pegada una a la otra.

Nuestros sexos enteramente compenetrados.

Nuestros movimientos se van atenuando.

Nuestros cuerpos no quieren separarse, como deseando eternizar este momento.

Vienen los besos, las caricias, sus dulces ojos que dejan escapar lágrimas de emoción.

No me puedo contener y la abrazo fuertemente sintiendo mis ojos humedecidos también.

La amo, la adoro y ella me adora también.

No pude elegir mejor ante quien mostrar ese momento de fragilidad por el que todo ser humano pasa al alcanzar el orgasmo.

Un momento así no debería ser desperdiciado con una persona completamente desconocida, que no siente ninguna emoción por uno.

Pero allí, en ese momento… la tuve a ella a mi lado… hace tanto tiempo…

Ya se quedaron dormidos? – pregunté

Como anestesiados – rió ella

Espero que no hayas usado fluothane – contesto yo pícaramente.

No hay necesidad, yo conozco a mi prole – asegura ella – cuando se ponen pesadillos es que están combatiendo las ganas de dormir…

No tiene Sandra su primer día de escuela mañana? – interrogo.-

Sí, pero ella entra más tarde que su hermano. – comenta ella- Sabes? El esta muy entusiasmado por que su hermanita va a ir a la misma escuela.

Me imagino – asiento y luego preocupado – pero no necesitas preparar el uniforme de ella? Yo tengo programada una cirugía muy temprano y no te podré ayudar.

No te preocupes. No tengo pacientes sino hasta después de las 10 a.m… mientras tanto… – poniendo el cerrojo de la puerta de nuestro dormitorio, para avanzar sensualmente hacia mi lado de la cama mientras que el pequeño camisón de dormir cae suavemente a la alfombra revelando su exquisita desnudez. – se me antoja una buena ración de helado…

FIN

Continúa la serie