Debo decir que en lo que se refiere a mi vida sexual yo creo que podría entenderse como normalita con una salvedad: mi promiscuidad. ¿El por qué?. No se. Quizá al hecho de que mi padre fuese escultor (aunque luego lo dejó) y era una persona muy liberal.
Digo lo de normalita porque ya se que no lo es pero las cosas que voy a contar mucha gente las práctica a diario con la diferencia de que no todas y con tanta frecuencia.
Me llamo Isabel. Actualmente tengo 39 años. Soy divorciada y tengo un hijo.
Yo soy y era una mujer ciertamente atractiva, de cuerpo bien formada pero sin exageraciones, de pelo castaño y ojos marrones pero muy sexy. Creo que me conservo igual que cuando tenía 20 años.
Además de mi hijo, mi familia son mis padres y mi hermano.
Bueno entonces voy ya directa a contar mi primera experiencia. Soy una persona muy rebelde y sobre todo de joven. Ingenua. Inmadura y no tengo inconveniente en reconocerlo. Siempre he sido así.
Yo era una adolescente y conocí a un albañil. Uno hombre de treinta años.
Me impresionaba su musculatura. Y también todas las cosas que sabía.
¡Como hablaba ese hombre!. Recuerdo que yo llevaba uniforme del colegio. Y me sentía enamorada de él. Bueno, estaba casado y tenía hijos.
Era muy simpático y te podía comer el tarro fácilmente.
Creo que mis amigas también se sentían fascinadas por él. Pero ninguna era como yo. Que se atreviese a dar determinados pasos.
Él como hombre de mundo que era se dio cuenta y se atrevió a proponerme al oído que fuésemos a su coche por la tarde. Quedamos citados a una determinada hora.
Pasamos la primera hora hablando. La verdad es que sabía mucho de mujeres. Tuve suerte. Pero de pronto comenzó a insinuarse. Recuerdo que todo lo hacía muy despacio y que yo me fui dejando llevar.
Me metió el dedo pulgar en la boca. Y me encanto y yo se lo chupaba.
Me beso en los labios. Cuatro veces seguidas. Recuerdo que la quinta vez me metió la lengua.
Luego me desabrochó un botón y luego otro. Recuerdo como miraba hacia todos lados como intentando ver que no le descubriesen.
Se decidió a meterme la mano por debajo de la camisa. Yo misma me quité el sujetador. Le temblaba un poco la mano y yo me sonreí. Atrapo mis senos. Y yo empecé a respirar con rapidez.
Me cogió de la mano y me la metió por debajo de su mono de trabajo. Sobre su calzoncillo y noté su bulto.
Mi corazón se aceleró y me faltaba el aliento. Los ojos se me dispararon hacia los lados.
Se bajó un poco el calzoncillo y me cogió llevándome mi mano hasta su pene, concretamente al prepucio. Lo sujetaba con el dedo índice y el pulgar.
Estaba muy duro. Entonces tuve una iniciativa, le desabroche la parte de arriba del mono y metí mi mano por debajo de su camiseta. Estaba sudada.
Me dio un poco de asco. Pero le acaricié los pezones.
Recuerdo que eso no le gustó demasiado. Cerré toda la mano cogiendo todo su miembro.
Estaba bastante resbaladizo. Él metió mano por debajo de mi falda y por debajo de mis bragas y me acarició el clítoris despacio y con mucha suavidad. Tuve un orgasmo. Me asusté y me quise ir.
– Chiquilla, no pasa nada, no pasa nada- me dijo- bésame en la lengua.
La sacó y así lo hice.
Bajé mi mano hasta sus testículos. Apreté. Hizo un gesto de dolor y yo me reí a carcajadas.
Entonces me metió un dedo en mi vagina. ¡Qué despacio lo hizo!. Pero consiguió meterlo todo. Volví a tener un orgasmo y esta vez gemí con fuerza.
– Ahora yo- me dijo él.
Se bajó parte del pantalón dejando libre su pene erecto. Yo le bese el prepucio. Se lo chupetee. Y eyaculó. Me puso la cara perdida y recuerdo que el líquido estaba muy caliente. El suspiraba todo el rato.
No ocurrió nada más.
Me bajé del coche y no le volví a ver.
Seguiré enviando más relatos. Me he atrevido.