Capítulo 1
La orgía I (24 horas después de La fiesta y tras un buen día de playa)
Para todos aquellos que me lean por primera vez, voy a haceros una breve presentación de los diferentes personajes que aparecen en este relato. A mis fieles lectores (a los que os agradezco de todo corazón por vuestra paciencia y fidelidad), os invito a pasar directamente al inicio del relato.
Sandra: una servidora. Soy una chica bastante alta, delgada, de pelo rubio y largo, de ojos azules y nariz respingona. Tengo muy poca teta (no se puede tener todo) pero unos pezoncitos color cereza, siempre erguidos y duritos como huesos de aceituna que me envían unas más que agradables descargas erógenas con tan sólo una ligera caricia. Tengo un coñito del que estoy muy orgullosa : unos labios menores en forma de alas de mariposa (que vuelven locos a la mayoría de los hombres) y un clítoris hipertrofiado que corona mi vulva y al que yo llamo cariñosamente « mi pollita ». Soy muy activa sexualmente. Me gusta probarlo todo… Todo. La naturaleza me ha bendecido con un don maravilloso : soy multiorgásmica.
En el momento de este relato tenía 22 años.
Carlos: mi marido. 30 años. Nos casamos hace dos años, tras seis cortos meses de noviazgo. Es alto, de pelo castaño, delgaducho y de pecho imberbe. Es inteligente, super cariñoso e increíblemente fogoso en la cama… y dónde sea. Como a mí, le gusta probarlo todo y compartir conmigo toda nueva experiencia. Tiene una cualidad que engrandece su persona : no es celoso.
Juan: amigo íntimo de Carlos. 30 años. Se conocieron en la escuela y desde que nos casamos viene asiduamente a nuestra casa. Hasta la noche anterior a « La orgía » era virgen. Yo me encargué – con mucho gusto- de que lo dejara de ser (leer « La fiesta »). Es más bajito que Carlos, de pelo castaño oscuro, medio calvo, no muy guapo pero más corpulento que mi marido. Su secreto : tiene un rabo descomunal y un aguante sin par. Vamos : el amante ideal.
Trini: compañera de trabajo de Carlos. Unos 30 años también. Tenía un novio hasta el día en que « conoció » a Juan (leer « un día de playa »). Desde entonces vive pegada a él, como una lapa. Mide un metro y 65 centimetros. Es muy bonita. El pelo cortito, castaño claro, una nariz pequeña y una boca muy sensual. Comparada conmigo podríamos decir que es algo regordeta : un buen culo, unos muslos rellenos, un poco de vientre… Y unas tetas enormes, algo caídas, muy blancas (se pueden distinguir las azuladas venas bajo la piel lechosa), con unos gordotes pezones rosados que apenas se distinguen en el centro de sus aureolas pero que cuando se excitan sobresalen como si fueran un par de garbanzos. Bajo su apariencia de pija mojigata, se esconde una de las tías más calientes y guarras que jamás haya conocido.
Tom y Laura: Una parejita que conocimos en la playa. Laura es una chica de 16 años, deportista de alto nivel –gimnasta-, de padre boliviano y madre murciana. Tiene un cuerpo de niña (apenas mide un metro y medio), prácticamente sin tetas, pero todo en ella es puro músculo. De pelo corto y negro azabache, tiene una carita de virgen inca… Pero es todo cuanto tiene de virgen. Vive en Madrid con su entrenador y pigmalión Tomás (Tom para los amigos). Tom tiene más o menos la misma complexión física que mi marido pero –exatleta de alto nivel que era- su esbelto cuerpo parece haber sido esculpido en fibra de vidrio. Y es un magnífico jodedor… Sino que se lo pregunten a mi culito.
Gloria y Vicky : las gordas gemelas. Cincuentonas entradas en carnes, con más vientre que tetas y con unos culos impresionantes. Separadas de sus respectivos maridos, viven juntas en Calella. Tienen una tienda de ropa interior y lencería de lujo y se pasan el tiempo follando con lo primero que pillan – cuanto más jovencito, mejor-. Pero ante todo, son dos personas maravillosas, siempre de buen humor, generosas hasta lo indecible.
Hans : joven alemán de 22 años. Estudiante Erasmus en Barcelona. Se gana unos dinerillos extra encargandose del parking de la playa nudista a la que solemos ir cuando podemos. Allí conoció a Gloria y Vicky convirtiéndose en su gigolo particular. Es muy alto, luce una larga melena dorada (que lleva siempre atada en una coleta) y un cuerpo que te quita el hipo… Y claro : folla como los dioses germanos.
Toni y Lisa : amigos íntimos de Gloria y Vicky. Son propietarios de un restaurante italiano en Calella. Tienen una casa digna de « Dallas » lo que me hace suponer que andan metidos en otro tipo de negocios más lucrativos. Toni es un siciliano –aunque lleva muchos años en España- de unos cuarenta y pico – aquí diría también que se ha sacado al menos cinco- alto, cuadrado como un armario pero con 20 quilos de más. Tiene una cara simpática, redonda como un pan y un bigote y una barbita recortados en torno a su boca. Casi calvo, sin embargo tiene el resto del cuerpo recubierto de un tupido vello canoso – espalda incluida- que lo asemeja a nuestro desaparecido gorila albino « copito de nieve ».
Lisa, su mujer, es una joven sevillana de edad indefinida, morenísima y con un cuerpazo despampanante. Tiene las piernas más largas y hermosas que haya visto en mi vida. Y unas uñas larguísimas, siempre pintadas de rojo sangre, que acrecientan sus aires de mujer fatal.
Ambos comparten algo de esencial conmigo : el sexo.
***
Espero que esta presentación os ayude a disfrutar todavía más del relato. Ese es mi más sincero y modesto deseo.
***
La mansión de Toni se situaba a las afueras de Calella, en la ladera de una colina rebosante de verdor mediterráneo. La casa estaba enclavada al final de una pequeña carretera rodeada de pinos. Al salir del coche, lo primero que me sorprendió fue el intenso olor a pino y a romero… Esto es el paraíso, me dije satisfecha.
Toni y Lisa nos hicieron visitar su casa. Primero por fuera, admirando la sobriedad del conjunto e imaginando el pastón que todo aquello debía haberles costado… Y la piscina… Una enorme piscina con forma de habichuela gigante que lucía como una luna llena…Todo parecía estar hecho para que pasásemos unos momentos inolvidables.
El interior estaba a la altura de nuestras expectativas… Sin lujos superfluos, sin embargo todo destilaba buen gusto y calidad… El salón ocupaba la parte central de la planta baja y servía de comedor y de cocina, pues todo era un espacio abierto con amplias puertas acristaladas que daban a la terraza y la piscina.
Toni encendió las luces, abrió las puertas que daban acceso a la terraza y nos pidió que nos pusiéramos cómodos. Se fue hacia la nevera y sacó un par de botellas de cava :
No conviene hacer mezclas – nos dijo descorchando una de las botellas – Este cava me lo traen unos amigos de Sant Sadurní y os puedo asegurar que podéis beberlo como agua que nunca os dejará una mala resaca.
Lisa sacó unas copas de uno de los armarios de la cocina y trayéndolas a la mesa – una mesa baja de cristal de forma rectangular de grandes dimensiones alrededor de la cual se disponían en forma de U tres inmensos sofás de piel granate- nos dijo :
¡Uy, qué modositos que os veo a todos ! ¡Venga, alegrar esas caras, que esto parece un funeral !
Es cierto que la situación era algo curiosa. Nos sentíamos incómodos por varias razones : gente desconocida, lugar desconocido… Parecía que nuestras líbidos se hubieran apagado… Hacía falta la chispa que encendiera de nuevo la hoguera de nuestras pasiones desatadas.
Vicky y Gloria se miraban sonrientes, conocedoras ciertamente de la evolución que la velada iba pronto a tomar, pero sin atraverse a lanzar el pistoletazo de salida.
Brindamos a los placeres de la vida y fue entonces cuando nuestra pequeña gimnasta preguntó si podía darse un baño en la piscina :
¡Por supuesto ! – le contestó Toni – Pero con una condición…
¿Cuál ? ¿Cuál ? – preguntó Laurita con una voz que la hacía todavía más niña de lo que era.
¡Nos tienes que hacer un bonito streaptease ! – tocó un botón del mando a distancia que tenía en la mano y una música tope sensual inundó la estancia con sus notas lancinantes.
La pobre Laura no había nacido para ganarse la vida en un cabaret pero si que le puso mucho vicio al asunto. Fue despojándose una a una de las pocas prendas que llevaba encima y a cada una de ellas se acercaba de uno de nosotros para retorcijarse lascivamente. Todo ello adornado con graciosas piruetas gimnásticas que no hacían más que realzar la dureza de sus jóvenes músculos. El punto culminante de su numerito fue cuando, tras sacarse las braguitas, hizo la vertical delante de nuestro anfitrión y comenzó a arquear su busto hacia delante y a abrir las piernas doblándolas hacia atrás hasta que sus pies se apoyaron en los hombros de Toni :
¡Fantástico ! – se exclamó éste – ¡Esto se merece un premio !
El juvenil coñito de Laura se había quedado a un palmo de las narices de Toni, de tal manera que éste sólo tuvo que avanzar su cabeza para poder chupárselo. En la posición en la que estaba, únicamente pude ver como su lengua – una lengua enorme, más ancha y espesa de las que había visto hasta entonces- salía de su boca y dardeaba aquel juvenil albaricoque :
¡Ohhh, papiiii ! ¡Qué ricooo ! – gimoteaba la niña con las manos en el suelo y la sangre que se le « bajaba » a la cabeza.
Aquello fue el detonante. A partir de ese momento mágico y durante las horas que siguieron, fui actriz y espectadora de una de las experiencias sexualmente más intensas de toda mi existencia. Y, curiosamente, guardo el recuerdo de que todo ocurrió como en un ralentí espontáneo, en cámara lenta… Nada que ver con el ambiente forzado y violento de las orgías de las pelis porno… En esa reunión de personas adultas – o casi- y responsables había ante todo mucho respeto y muchísimas ganas de dar y recibir tanto placer como pudiéramos dar y recibir.
Laurita, con su metro cincuenta de estatura y sus cuarenta y cinco kilitos de músculo no fue obstáculo para que el corpulento Toni levantándose la izara del suelo con pasmosa facilidad. Y todo sin dejar de comerle aquel chochito imberbe :
¡Sigue, sigue, papiiiito ! – era fácil descubrir que esa putilla de dieciséis años llamaba « papito » al primero que le cepillara el conejo- ¡Dale lengua a tu niiiiñiiitaaahhh !
El calabrés, ducho en estas artes cunnilinguares, la sujetaba por los muslos con suficiente fuerza para que Laura, cuya carita (medio boliviana medio murciana, según lo que nos había contado en el restaurante) había quedado rozando la abultada bragueta de Toni, pudiera desabrocharle los pantalones, bajarle los calzoncillos y zamparse el pollón del cuarentón sin apenas pestañear :
¡Papiii…Sclupp… tooo … schlupp ! – los gemidos de Laurita le salían deformados por la insistencia de aquel micrófono de carne turgente en entrar y entrar y volver a entrar en aquella boquita de piñón.
Sosteniéndose con las manitas que se agarraban como tenazas en los muslos de « papito 2 », la cabecita de Laura inició un vaivén acelerado arrancándole sonoros quejidos orgiásticos :
¡Arrrrrrr ! ¡La puta que te parió ! ¡Qué mamaaaadaaa !
Y ¿qué hacíamos los demás mientras tanto ? Pues, en primer lugar, mirar alucinados el espectáculo. El pequeño cuerpo de Laura sostenido en el aire y pegado como una garrapata a la reencarnación de Copito de Nieve era una imagen cargada de sensualidad animal… Un 69 imposible entre gorila albino y gacela de los Andes…
Nos pusimos todos de pie a dar vítores y a aplaudir la esplendida prestación. Casi todos. Fue entonces cuando vi que Juan y Trini se habían separado un poco del grupo ; Juan, completamente desnudo, se había sentado en un sillón de mimbre de estilo « Emmanuelle ». Trini –que sólo llevaba puesto su tanguita negro- arrodillada entre sus piernas le estaba propiciando lo que había prometido a Carlos la noche anterior : una impresionante paja cubana.
Pero en ese momento estábamos tan concentrados en el numerito de Toni y Laura que ni siquiera les prestamos atención. Me dije que ya tendríamos tiempo de verlos en acción y con todo lujo de detalles.
El 69 proseguía su acrobático curso con nuestro alentador trabajo de mirones hambrientos. Gloria chillaba histérica :
¡Vamos, chiquilla ! ¡Que lo tienes a punto !
Por su parte Lisa fustigaba a su marido-gorila :
¡Venga, Toni ! ¡Haz que se corra ! ¡Hazla gritar a esta putita !
Dicho y hecho… La lengua de Toni salió victoriosa. Todos pudimos ver como Laurita empezaba a relajar los músculos de sus brazos parando su bombeo bucal, como sus muslos atenazaban la cabeza de Toni, como sus glúteos se contraían…
¡Hiiiiiiiiii ! ¡Auuuuuuuuuuuuuiiiiiiii ! ¡Jaujaujaujauuuuuuuu !
¡Qué maravilloso orgasmo ! pensé… Esa lengua hay que probarla, me dije, mientras Laura resbalando sobre el coloso de Calabría se dejaba caer mansamente a sus pies con la cara iluminada de placer.
Ahora, mi niña… ¡ya puedes ir a bañarte ! – le dijo Toni poniéndose en pie con su rosado y tieso nabo mostrando la dirección de la piscina como el dedo de Colón muestra la de las Américas.
Laura se levantó y le obsequió con un sonoro beso en su velludo pecho – ahí donde le llegaban sus escasos 150 centímetros- abrazándolo como si abrazara su osito de peluche :
¡Oh, papito ! ¡Qué rico me comiste ! – exclamó Laurita desabrochándole la camisa. Era evidente que la chiquilla no tenía prisa en ir a bañarse.
El cuarentón calabrés se dejaba hacer. Laura le quitó la camisa, le sacó los pantalones y los calzoncillos… Vicky y Gloria se habían puesto una a cada lado de Toni y cogiéndole polla y huevos en sus regorditas manos, le espetaron :
¡Follatela, Toni ! ¡Vacíale los huevos en su coñito a la chiquilla ! ¡Que no ves que se muere de ganas !
La carita de Laura era todo un poema… Conozco tan bien esa expresión que se nos pone a las mujeres cuando estamos a punto de caramelo… Cuando lo único que deseamos es que una buena polla nos joda sin piedad… Cuando nos sentimos puro objeto sexual… Un poema !
Las dos gorditas se escupieron las manos y con su saliva le lubrificaron el cipote al amigo. Este, zorro viejo, no esperó consentimiento de la menor – por si acaso no se lo daban- y agarrándola por la cintura la elevó un metro del suelo para ensartarle su erecto mástil en aquel jugoso y juvenil fruto que se partió fácilmente en dos haciendo que la niña volviera a empezar su letanía de « papiiiitos »…
Mi nivel de calentura iba progresando con naturalidad, lo que en mí significa a ritmo rápido y creciente. A mi lado, Hans, mi próximo objetivo, estaba como yo absorto en la contemplación de aquellos dos cuerpos tan dispares pero que jodían con tal sincronización de movimientos y jadeos que parecía que estuviesen representando un número porno en uno de esos locales… ¡Mmm ! Ya os contaré otro día qué pasó el día de mi boda y dónde fuimos por la noche tras el banquete… ¡Mmm !
¿Hans ? ¿Te apetece que hagamos lo mismo ? – le pregunté subiéndome la falda y mostrándole mi acogedor chumino… Ya ni me acordaba de dónde habían ido a parar mis bragas.
El hermoso ejemplar de teutón pareció sorprendido por mi propuesta indecente. Miró a derecha y a izquierda buscando a mi maridito…
No te preocupes por él… ¿No ves ? ¡Está más que ocupado ! – le dije casi chillando para sobrepasar el jolgorio animal de Toni y Laura.
¡Oh ! ¡No comprrendo tu Karrlos ! Con una mujjerrr como tú…
Carlos se había aposentado entre las dos marujas y las estaba dejando despelotadas. Como un pulpo, desabrochaba botones, abría blusas, sacaba sujetadores, bajaba braguitas… Vicky y Gloria fingían debatirse como si las estuvieran violando y Carlos lo aprovechaba para sobarles las tetas, pellizcarles los pezones, apretujarles el vientre, amasarles los muslos, meterles dedos y más dedos en esos coños ya de por si dilatados…
¡Ji, ji, ji ! ¡Qué chico tan fogoso ! – gritaban satisfechas las dos zorronas.
Tomé la mano de Hans y la conduje hasta mi coño :
¡Anda, cielito ! ¡Muéstrame todo lo que harías con una « mujjerr » como yo !
Entre tanto, Toni se había acostado en el suelo y Laura galopaba sobre él con una furia increíble :
¡Aaaahhh ! ¡Qué gustoooossooo ! ¡Venteeee ! ¡Vente yaaaa ! ¡Lléname la panochita de lecheeeee !
¡Niñaaaa ! ¡Te voy a reventaaarrrggg !
Al oir estas palabras, Tom (el único que parecía algo ajeno a todo ese frenesí sexual), se levantó y regañando a Laura le dijo :
¡Ojo, Laura ! ¡Que este tío te va a preñar ! – y dirigiéndose a Toni : – ¡No te corras dentro que la chica no toma nada !
Las palabras del entrenador surgieron efecto. Laura descabalgó su montura justo a tiempo : de la polla calabresa surgió un cordón espeso de lefa blanca que describiendo una perfecta parábola cayó sobre el matorral de pelillos canosos que decoraban el pecho de Toni. La niña contemplaba la poderosa eyaculación del italiano entre asombrada y entristecida :
¡Oh, qué penita ! ¡Con lo que me hubiera gustado sentirla en mi chuchi ! – y poniendo cara de enfado le preguntó a Tom : – ¿Por qué no puedo tomar la pastillita, eh ?
Ya sabes que no puede ser, Laura… ¡Y no te quejes, que nunca tienes bastante !
¡Uy, uy, uy ! Tú lo que estás es celoso… – poniéndose de rodillas, le desabrochó la bragueta, le sacó el miembro medio empinado y sin mediar palabra se lo mamó hasta dejárselo duro como una porra.
Por otro lado, las dos gorditas se deshicieron del manoseo lúbrico de mi Carlitos y se abalanzaron sobre su amigo anfitrión haciendo temblar sus grasientas carnes. Una se ocupó de lavarle el cipote a lengüetazos y chupetones y la otra a beberse a lametazos toda la leche desperdigada entre su pelambrera viril :
¡Humm ! ¡Qué pasada el sukraja ese ! No sólo hace que el semen sea más espeso y blanco sino que también le da un gustito … ¡de lo más sabroso ! – exclamó Vicky feliz como un garbanzo en un cocido.
¡Qué buenas sois, amigas ! – se regocijaba Toni – ¡Seguid, seguid ! – con ambas manos se sujetó las piernas, abriéndolas y alzándolas para que Vicky pudiera chuparle a placer los cojones – ¡Así, así ! ¡Chúpame los huevos! – la lengua de la gorda se contorsionaba como una boa entre sus pelotas y no tardó nada en descender hasta el negrísimo ojete de Toni. – ¡Buauuu, Vicky ! ¡Cómeme, cómeme el culo !
Empezaba a darme cuenta que ese hombre era un cabrón de cuidado y un pervertido de primera. Concentrada como estaba en el guarrísimo beso negro que Vicky le propinaba, no me había fijado en lo que hacía Gloria… La muy cerda recogía la crema seminal con su rosada lengua y se la ofrecía a Toni quien la acogía a su vez sacando un palmo de lengua golosa.
Carlos, más salido que un piloto de las 24 horas de Le Mans, se había quedado en pelota picada y acercándose por detrás de Vicky empezó a propinarle unos estruendosos azotes con la palma de la mano :
¡Ayyy ! – gritó la gorda, más por la sorpresa que por el dolor. También le gustaba hacerlo conmigo pero yo no tenía tanta chicha como ella y enseguida se cansaba… Pero en ese culazo había suficiente grasa como para poder estarse dos horas azotándola sin que sintiera otra cosa que un leve escozor.
Gloria se había sentado sobre la cara de Toni, de espaldas a él, ofreciéndole coño y culo por el mismo precio y éste debía estar metiéndole su mágica lengua hasta el fondo de su dilatada vagina porque la pobre no paraba de gemir y jadear como una puerca.
¡Grrrrr, grrrr, grrrr ! – gruñía la marrana – ¡Oh, Toni… si tuvieras dos lenguas !
En la cocina, Lisa, Tom y Laura parecían estar hablando. Curioso, pensé, pues apenas cinco minutos antes Laurita con el higo abierto de par en par esperaba que su querido entrenador le descargara su dulce de leche y ahora… ¡Calla ! ¡Qué cojones ! ¡Esos tres no están hablando… se están metiendo en las narices unas rayitas de coca ! Ahora comprendía porqué Tom cambió radicalmente de idea tras hablar con Gloria… Esta le había prometido que si venía se podría poner hasta las narices –nunca mejor dicho- de polvo blanco.
¡Eh, vosotros ! ¡Granujas ! – les chillé levantándome y sacándome de encima al teutón que llevaba diez minutos chupeteándome los pies, dedito a dedito, repitiendo sin cesar :
Sandrrrita, qué pieeess mucho herrrmossoss !
No es que no me gustara, al contrario, pero me daba más cosquillas que otra cosa… Si me hubiera comido el chichi el mismo rato y con la misma aplicación que lo hacía con el dedo gordo de mi pie, os aseguro que ya habría gritado « ¡bingooo ! » como mínimo tres veces.
¡Venid ! ¡Hay para todos ! – Lisa, la única que conservaba toda su vestimenta, nos invitó a compartir sus polvitos mágicos.
¡Vamos, baboso ; suéltame el pie que me lo vas a gastar ! – le dije agarrándolo por su rubia coleta- ¡Vamos a probarla ! Que estoy seguro que tú te pones de coca hasta el culo cada vez que te tiras a las gordas…
Miré de reojo al cuarteto que yacía en el suelo, justo a tiempo para ver como mi Carlitos le clavaba la polla en mitad de aquellas dos calabazas gigantes, allí donde más duele :
¡Aaaaaahhhh, cabróóónnnn ! ¡Me parteeeeesss ! – el alarido de Vicky fue acompañado por un movimiento brusco de su dedo mayor que se insertó con la misma violencia en el ano de Toni.
¡Qué culo, so puta ! ¡Qué culo ! – gritaba Carlos fuera de si, dándole por el culo con una brutalidad a la que no me tenía acostumbrada.
Vi como la polla de Toni volvía a enderezarse fruto del suculento masaje de próstata que la otra le hacía. La cara del italiano seguía escondida entre las nalgas de Gloria, la cual con los ojos enturbiados y la boca babeante, jadeaba casi imperceptiblemente :
¡Ohhh, cómo la sieeennnto ! – gemían las dos al mismo tiempo. ¡Qué divertido ! pensé ; lo que son las gemelas, una siente la lengua decaparle el culo, la otra una polla taladrarle el suyo y las dos expresan el intenso placer con la misma frase… Estoy segura, me dije, que las dos van a correrse simultáneamente.
Me saqué el vestido por encima de la cabeza y le pedí a Hans que me desabrochara el maldito sujetador :
¡Dime una cosa, guapito de cara ! ¿Te gusto ? – le pregunté cogiéndole la cabeza entre mis manos – Porque tú a mí … ¡Uf ! Tú a mí, me pones cachondísima.
¡Yaaa ! ¡Mucho, mucho ! ¡Mira ! – me respondió Hans bajándose los pantalones. Mi vista quedó fijada en el obelisco que estiraba la tela de sus calzoncillos.
Le ayudé a deshacerse de su camisa y de su boxer. Su hermosa polla salió erguida como un resorte mecánico. Me metí dos dedos en mi rajita y se los acerqué a los labios :
¡Mira cómo me tienes ! – le dije mientras Hans me chupaba los dedos. Me agarró una mano y la condujo hasta su miembro erecto :
¡Y mirra cómo estoy yo ! – me dijo mientras yo le asía su asta palpitante y durísima.
Lisa nos llamó de nuevo :
¡Venid, rápido ! ¡Juan, Trini, vosotros también !
No sé cuanto tiempo llevaba Trini pajeando con sus tetas la tranca de Juan, pero lo cierto es que acogió con agrado la invitación de Lisa :
¡Este tío es la hostia ! – exclamó Trini masajeando sus melones – ¡Creo que voy a tener unas agujetas de cojones en las tetas !… ¡Anda, campeón ! ¡Vamos a ver que nos ofrecen los amigos !
Carlos que seguía dándole al pistón en el culo de Vicky, le dijo :
¡Hey, no te olvides de mí, ricura ! ¡Me lo prometiste !
Tú ya tienes bastante con el culo de Gloria… – le replicó su tetuda compañera de trabajo.
¡Aaahh ! ¡Yo soy Vickyyyy ! – rectificó ésta sacándose de la boca uno de los huevones del calabrés.
Les dejamos seguir su cuarteto anal y nos acercamos a la barra americana que servía de separación entre la cocina y el salón.
Bien, ya estáis aquí… – Lisa nos hablaba como una vendedora de cosméticos- Así que queréis probar la colombiana, ¿eh ?
Hans y yo asentimos. Trini y Juan, abrazados, miraban con curiosidad.
Yo no lo he probado nunca. – dijo Trini con cierta aprensión.
Yo tampoco. – añadió Juan con su alucinante polla presta a lo que se terciara.
Laura no sacaba ojo al cipote de Juan. Sus ojitos sacaban chispas y su lengüecita relamía lascivamente sus carnosos labios :
¿Puedo ? – preguntó la niñita a su entrenador. Este que ya andaba hasta el culo de coca le contestó :
Claro que sí… Aunque tú, mañana, vas a quedar última y además te van a pillar en el anti-dopage.
Esperad… – terció Lisa- Vamos a hacer algo original… Visto el tamaño de tu polla…
Y tomándola en la palma de su mano, con una habilidad impresionante, consiguió depositar sobre ese palpitante chorizo de cantimpalo, una fina y larga rayita de coca. Me pasó un canutillo de plata y me pidió que mostrara a los otros cómo se esnifaba… ¡Dios, qué visión ! La mano fina, de dedos larguísimos de Lisa inmovilizaba aquel brutal miembro sobre el que se extendía una línea estrechita como de tiza blanca. Me incliné hacia aquel maná celestial, dejando bien en evidencia mi traserito para quien quisiera servirse de él.
¡Ifffffff ! – tapándome una de mis narices, aspiré con fuerza por la otra consiguiendo inhalar casi todo el polvillo. – ¡Uauuuu ! – grité al sentir como la droga me llegaba directa al cerebro.
Todo a mi alrededor empezó a cobrar dimensiones psicodélicas. Mi nariz rozaba el falo de Juan y podía sentir su olor de macho dispuesto a copular con toda hembra que lo deseara. Sentía también el perfume de mujer que las tetazas de Trini habían dejado en ese pedazo de carne tras largos minutos de pajeo mamario… Sentía mi cuerpo explotar de excitación : los labios de mi sexo abrirse, los jugos vaginales escurrirse entre ellos, mi rajita dilatarse preparándose a ser penetrada… mis pezones, duros como piedras, deseosos que una boca los mordiera, que unos dedos los pellizcaran hasta arrancarme gritos de dolor.
¡Fóllame, Hans ! ¡Fóllame ! – grité poseída por el demonio de la lubricidad al mismo tiempo que mi lengua recorría de punta a punta el rabo de Juan lamiendo los restos de coca. – ¡Aaaaa… Oooohhh ! ¡Asíiiiiiiiii ! – chillé al sentir mi coño abierto en canal por la salvaje embestida del germano- ¡Mátameeee, cabróooooonnnn !
A pesar de su juventud, Hans era ducho en las artes del follar… ¡Joder, si lo era ! Tras su primera brutal embestida, la sacó casi por completo, para volver a empalarme hasta los huevos una segunda vez… y una tercera… y una cuarta… y…
¡Haaaaaaaaannnnnnnnsssssssss ! ¡Me coooooorrrrrooooooo !
¡Santo cielo ! ¡Qué orgasmo ! La verga de Hans me taladraba con precisión germánica, a ritmo constante, como los émbolos de un motor diesel.
¡Siiiiiii ! ¡Siiiiiiigueee ! ¡Yaaaaaa ! – sentía la llegada inminente del segundo orgasmo.
Lisa sujetaba por su base el pollón de Juan y me lo metía y sacaba de la boca sin darme tiempo a chuparlo como quería. Otras veces me golpeaba las mejillas con él increpándome con las más soeces vulgaridades :
¿Y ésta, eh ? ¿Por dónde la quieres, puta ? ¡Di ! ¡Di que quieres que te rompa el culo ! ¡Dilo !
¡Síiiiiii ! ¡Juannnnn, diooosss ! ¡Rómpemeeeellll culooooo !
¿Qué pasó entonces ? Pues, mirad… Para empezar Tom y Laura se fueron juntitos a la terraza para dar rienda suelta a sus más calientes deseos. Trini, caliente como una moto y cabreada al máximo se sacó las bragas y cogiendo a las malas a Juan le soltó a bocajarro :
¡Ni hablar ! ¡Tú… ! – agarrándole violentamente la polla y arrancándosela de la mano a Lisa y de mi boca jadeante- ¡Primerooo, me follas a mí ! ¡Que llevo todo el puto día esperando este momento !
Trini… yo… – el pobre Juan recuperando su estúpida timidez.
¡Ni Trini, ni hostias ! ¡¿Tanto te gusta esta putilla ? ! ¿Qué tiene esta zorra que no tenga yo ? – la mala leche le salía por los ojos y por la boca. Se acarició sus enormes senos ante mis narices y dirigiéndose a mí prosiguió con la serie de injurias : – ¡Sandra… Juan es mío ! ¡Y estas tetas… ! – se las cogió con ambas manos y me las restregó por la cara.
¡Qué poco me conocía Trini ! ¡Qué poco podía saber que yo a Juan me lo iba a tirar cuando quisiera ! ¡Qué poco podía imaginar que en lugar de ofenderme lo que estaba haciendo era calentarme diez veces más !
Ante mis ojos alucinados por el efecto de la droga, sus blancos pechos con esas enormes aureolas rosadas y esos pezones gorditos y blandos, produjeron en mí un curioso efecto…
¡Estas tetas, Sandraaa… Mmmm ! – mi boquita le succionaba con furia uno de esos caramelitos – ¡Estaasss teeetaaasss… Ayyy! – ahora le mordía con ganas su pezón.
La polla de Hans se inmovilizó durísima en mis entrañas. Sentí toda la fuerza de sus poderosas caderas clavadas en mis nalgas. Me apoyé como pude sobre la barra americana y abrí la boca en un espasmo de placer inmenso dejando por un instante de mamar las tetas de esa vaca lechera :
¡Cómo te sientooo, Hans ! – como un sensor afrodisíaco pude sentir como las paredes de mi vagina se llenaban de lefa caliente y eso me catapultó de manera brutal hacia un nuevo extasis : – ¡Oooohhh, Hannnssss ! ¡Qué gustooo, por diooosss !
Lisa había aprovechado el enfado de Trini para recuperar entre sus manos el mamporro de Juan y masturbarlo con ímpetu. Segundos mas tarde, abrió con precaución otra papeleta de coca y utilizando una de sus largas uñas como cucharilla dispuso unos cuantos polvillos blancos sobre el capullo, reluciente como una bombilla, del cipote de Juan :
Ya verás cómo le va a gustar a tu nena… ¡Y tú, Trini ! ¡Deja de quejarte y ábrete bien el coño que tu don Juan va a metértela hasta los ovarios !
Hans salió de mí, me acarició el pelo, los hombros y la espalda, terminó abrazándome y sus manos recorrieron mis senos, pellizcando suavemente mis largos y duros pezones :
¡Sandrrra ! ¡Erres marravillossaa ! ¡Wonderful ! – exclamaba depositando en mi nuca besitos calientes y mordisqueándome el cuello.
Con los ojos entornados, me dejaba mecer por tal expresión de deseo y ternura. Sentía su polla pegada entre mis glúteos como iba perdiendo su turgencia. Mis manos extendidas a lo largo de sus muslos, subían y bajaban saboreando la dureza de sus músculos :
¡Tú también, Hans ! ¡Este polvo me ha sabido a gloria ! – me giré y nos fundimos en un sabroso morreo mientras mi chuminito burbujeante exhalaba satisfecho nuestros zumos más íntimos.
Trini se había sentado sobre el borde de la barra americana. Siguiendo los consejos terapéuticos de Lisa, se abría el coño con dos dedos de cada mano. Lisa se mojó de saliva la yema de su índice y la cubrió con los polvos de la papeleta. Acto seguido, con esa misma yema blanquecina, le frotó con extrema suavidad el clítoris a Trini :
¡Ffffuuu ! ¿Qué, qué me haceeesss ? – soltó Trini, como si hubiera recibido una pequeña descarga eléctrica.
Lisa se fregó las encías con el mismo dedo y todo su cuerpo se estremeció de gusto :
Ahora, queridos… ¡A follar !
Juan, de pie frente a ella, metió la punta de su verga en la entrada de su raja. Al ver que no se decidía a penetrarla, Trini se impacientó :
¡Fóllame de una puta vez, hijoputa ! – hay que ver, la tía, con lo fina que era unas horas antes…
¡Va, Juan ! ¡Métesela hasta el fondo ! – grité- ¡Y era yo la zorra… ! – concluí irónicamente.
Espoleado por mi increpación, Juan se abalanzó sobre Trini y la penetró hasta que la punta de su miembro tocó la entrada del útero. Los ojos de Trini se abrieron como platillos volantes y un rictus de dolor intenso le cubrió el rostro :
¡Ahhhhhh… Hiiiiiiiiiiiiiiii ! ¡Pa… pa… fffooorr ! – la pobre intentaba hablar pero de su boca sólo salían extraños gemidos.
Juan, esta vez, no iba a comportarse como un caballero. No, señor. Iba a comportarse como un auténtico fauno fornicador :
¿No querías polla ? ¿No querías que te follara ? – repetía sin cesar mientras sujetándola por las caderas la martirizaba clavándole sin piedad y con extrema violencia su monstruosa verga.
Las lágrimas saltaron de los sorprendidos ojos de Trini quien como una plañidera en un funeral se puso a berrear :
¡Ay, ay, ayyyy ! ¡Por fffaaavooorrr !
Y lo que son las cosas… Cuando Lisa y yo estábamos a puntito de intervenir para que Juan cesara su masacre fornicadora… Vemos que la muy guarra se abraza aun más a él con sus piernas tocándose por los pies y se pone a gruñir, a rugir, a chillar como una puerca :
¡Aaaarrrrr ! ¡No te pareeeesss, cabrón ! ¡Fóllameeeeeeee !
Hans se esnifó una buena rayita y acto seguido se fue hacia la piscina dejándonos a Lisa y a mí solitas ante la pareja porno del año. Al verlo alejarse, fue cuando me di cuenta que los cuatro adictos al sexo anal (Toni y Gloria ; Vicky y Carlos) habían decidido darse una tregua y retozaban algorozados en la piscina : como focas, ellas ; una morsa calabresa, Toni y una anguila catalana, el flaco de mi marido.
¡Oh, Diooosss… Juannnn ! ¡Aajjjjjjj ! ¡Aaaajjjjj ! – aullaba la futura esposa de Juan.
¡Ven, Sandra ! Vamos a sentarnos al sofá… ¡Ahora nos toca a nosotras ! – me sugirió Lisa cogiéndome por la cintura.
Me sentía ligerita, como si en lugar de pies tuviera alas. Y en ese estado tan fuerte en el que me parece haber perdido toda noción de vergüenza, todo pudor. Juan, con el torso erguido, la cara sudorosa y contraída, continuaba pilonando con violencia el coño de Trini. Le acerqué mi boca y le ofrecí mi lengua para que recordara que fui yo quien lo había desvirgado 24 horas antes.
Al sentir mi lengua contra la suya, cesó unos instantes su vaivén frenético. Trini protestó airadamente :
¡No te pares, desgraciadoooo ! ¡Hazme gozarrrr !
¡Vamos, querida ! – intervino Lisa sin poder evitar echar un vistazo a esa mole de carne, a ese pilón de oscuro granito que desgarraba el suave chochito de Trini – ¡Vamos ! ¡Deja que la chica goce hasta morir de gusto !
¡Siiiii… Oooorrrrjjjjj ! – profirió Trini al sentir de nuevo su preciado consolador hundirse en su sexo.
Nos sentamos en el sofá. Lisa llenó de nuevo nuestras copas. Brindamos a la salud de todos, a la salud de Sodoma y Gomorra, a la salud de todos aquellos coños y pollas reunidos para nuestro goce y felicidad.
Fuera, en la terraza, Tom y Laura follaban sobre una de las tumbonas. Laurita, a cuatro patas, se hacía barrinar su joven y afeitado chochito por su atlético entrenador. Me encantaba el cuerpo de Tom, puro nervio, sin pizca de grasa. Un escalofrío de inmenso placer me recorrió el espinazo al recordar cómo me había enculado en la playa, a la vista de todos… ¡Hum… Dejemoslos que disfruten ! me dije. Yo tengo a esta hermosa hembra dispuesta a hacerme mil maravillas… ¡Seguro !
¡Oye, Lisa… ¿Te has dado cuenta de que eres la única que no se ha quedado en bolas ? –la frase me salió como entrecortada por culpa del cava y de la coca, supongo.
Quería que fueras tú, mi cielo, la que me desnudaras – entonces, Lisa bebió un sorbito de cava pero en lugar de tragárselo me acercó la boca a la mía y me lo vertió en su interior mientras su lengua relamía sensualmente la mía.
Sin dejar de picotearnos los morritos, le desabroché uno a uno los botones de su blusa hasta que apareció en toda su esplendor un hermosísimo par de tetas envueltas en un sedoso sujetador color carmín.
¡Eres guapísima ! – le dije recorriendo con mis manos su cara, su cuello, para terminar acariciando ese busto escultural.
¡Bésame aquí ! – con el índice y su larga uña esmaltada me indicaba su orejita. Ejecuté su orden e hice que mi lengua le chupara el lóbulo – ¡Aquí ! – me mostraba su largo y suave cuello ; se lo lamí cual ancha era mi lengua – ¡Aquí ! – indicándome el fantástico valle entre sus dos senos; hundí mi cara entre ellos apretándolos con suavidad con la palma de mis manos.
¡Son durísimos ! ¡Quiero chupartelos !
Se sacó el sujetador. Ante mí se erguían imponentes dos perfectas esferas deliciosamente bronceadas y coronadas por dos pezoncitos color café. Fue entonces cuando empecé a comprender que Lisa era una mujer muy especial : esas tetas eran demasiado perfectas…
¡Quítate el resto ! –le ordené
De acuerdo, pequeña… Pero tienes que cerrar los ojos…
¿Por qué ? – le pregunté con picardía.
Porque te lo pido yo…
Lisa se levantó. Yo cerré los ojos dispuesta a dejarme sorprender. No pude oir el sonido de la cremallera de su falda al sacársela pues, a mis espaldas, Trini chillaba como una cerda al ser degollada :
¡Jjjjiiiiiiiiiii… uuuuuaaaannnnn ! ¡Meeee cooo… cooorrroooooooohhhhhh !
La muy puta se estaba muriendo de gusto. La imagen de Juan y Carlos corriéndose en mi coño y en mi culo surgió de repente en mi mente y en un reflejo lujurioso me llevé la mano a mi más que sensible botoncito para acariciarlo sin más demora.
¡Abre los ojos ! – me invitó Lisa con su sensual voz.
Lo que vi entonces me dejó impresionada para el resto de mis días. A medio metro de mis narices, Lisa me mostraba orgullosa sus atributos … ¡masculinos ! De su pubis completamente afeitado, nacía un nada despreciable rabo en semi-erección, de color marrón oscuro y del que colgaban en su base un par de pelotas que no tenían nada, pero nada, de femeninas.
¿Te gusta, Sandrita ? – me preguntó agarrándose el cipote con una de sus manos, bajándole el pellejo para destacar su violáceo prepucio.
¡Uauuu ! ¡No sé qué decir !
Pues no digas nada… ¡Cómetelo !
Estaba claro que yo había nacido para probarlo todo en este mundo. Abrí los labios y le mamé la polla al travestorro con todo el arte que sabía utilizar. ¡Qué sensación más extraña : sentir como su verga crecía en mi boca, mirar hacia arriba y ver, en lugar de un pecho masculino, un impresionante par de tetas repletas de hormonas femeninas !
¡Qué boquita, Sandra ! ¡Qué puta mamooona que estás hecha ! – curiosamente su voz tomaba ahora entonaciones de camionero.
En la cocina, Juan seguía dinamitando el conejito de Trini. La pobre se había dejado caer hacia atrás exhausta y su cabeza colgaba hacia abajo, la boca abierta, babeante de tanto jadeo… Un murmullo casi inaudible salía de su garganta :
¡Jjjuuann ! ¡No pueee… do maaa…sss !
Sin dejar de chupar la suculenta piruleta de Lisa (más tarde iba a enterarme que su verdadero nombre era Luís… Luís Cueto Barragán ; lo que pensaba : un auténtico nombre de camionero) mis ojos acertaron a ver el momento preciso en que Tom se salía del chuminín de la gimnasta y le regaba la espalda con varios disparos seminales mientras la niña continuaba moviendo el culo como si bailara el hula-hop.
¡Paraaa… paraaa ! – Lisa interrumpió mi mamoneo agarrándome por los pelos y echando mi cabeza hacia atrás. Levanté la vista y la miré con deseo redoblado :
¿No te agrada lo que le hago a tu hermanito ? – le pregunté mientras le sobaba los cojones con una mano y la otra le buscaba hambrienta de sexo el ojete.
¡Ummmm ! ¿Si me gusta ? … La chupas como una diosa, Sandrita… Pero … – y me empujó con fuerza haciendo que cayera de espaldas sobre el sofá.
¿Quieres follarme, eh ? ¿Es eso lo que quieres,eh ? – le lancé abriéndome de piernas.
En ese momento, llegaron Trini y Juan. Este la llevaba en brazos, medio desvanecida. La depositó en el sillón y ella me lanzó una mirada de perro apaleado :
Sigue tú, si quieres – me dijo con los ojos en blanco – que yo … – y se quedó sin terminar la frase…
Juan se quedó de piedra observando el cuerpo de Lisa, sus marmóleas piernas, sus nalgas bombeadas, sus senos de fábula… su polla iniesta… Y Lisa, presta a avalanzarse sobre mí, se paró en seco, observando el descomunal miembro de Juan, reluciente de los jugos de Trini, con sus venas henchidas, latiendo repletas de sangre y el cascabel de su capullo a punto de reventar.
Fueron unos segundos de silencio casi absoluto, en los que hubiéramos podido escuchar el latir de nuestros corazones si no fuera porque en la terraza la borrachera de sexo y vicio había retomado su camino habitual. Sobre el césped, Tom y Laura, abrazados y felices, miraban como los otros cinco, tras el baño nocturno, se entregaban a sus más bajas pasiones. Las dos gorditas se habían metido de nuevo a cuatro patas –su posición preferida- e invitaban a sus hombres a que les dieran por el culo. Pero el único que estaba en estado óptimo para penetrarlas era Toni… Así que éste optó por empezar por el culazo que tenía a su derecha y poniéndose en cuclillas sobre Gloria (ay, no sé… por sus traseros no sabría reconocerlas… quizá fuera Vicky) le insertó la banderilla en todo el recto… Una, dos, tres embestidas y… cambio de pareja : la polla de Toni perdiéndose entre las nalgotas de Vicky. A ellas ni se las oía ; claro, tenían la boca tapada por las adormecidas vergas de Hans y Carlos, intentando rescatarlas de su flácida torpez.
¡Ven ! – le ordené a Juan doblando hacia dentro mi dedo índice – ¡Acércate y mira cómo me jode Lisa ! ¿O quieres romperles el culo a esas dos golfas ?
Lisa no esperó que el burro de Juan se acercara. Se acostó sobre mí, le tomé el miembro con la mano y lo conduje a mi rajita frotándolo como Aladino con su lámpara… Y el genio se me clavó con todo su poderío. Jamás había vivido sensaciones tan extrañas al ser penetrada… Ni con Bruto (el pastor alemán de mi tía Lola), con el que tuve ocasión de copular varias veces y al que me aficioné por puro vicio, obtuve tal intensidad de placer bizarro. No, Lisa era otra cosa… Me follaba como un hombre –aunque con una cierta delicadeza, semejante a la de mi marido- y al mismo tiempo sentía la presión de sus senos sobre los míos, el roce de nuestros pezones, el gusto dulzón de su piel, su hábil e infatigable lengua lamiéndome allí donde los hombres no piensan nunca en hacerlo : el espacio ultra sensitivo de mi cuello, muy cerca de las orejas…
¡Qué maravillaaaa ! ¡Qué gusto me das, amoooorrr ! – le decía atrapando su lengua entre mis labios, degustando intensamente el agradable sabor de su boca.
¡Se ha quedado frita ! – dijo Juan acercándose a nosotras.
Giré la vista y pude ver a Trini recostada en el sillón en posición fetal, los ojos cerrados, brazos y piernas plegados como un bebé en el vientre de su madre. ¡Adorable !
Puedes subir con ella arriba… La primera habitación subiendo a la derecha… La cama está hecha. – dijo Lisa recuperando su dulce voz femenina.
Aparentemente, Juan no tenía prisa en acostarse. No le hizo falta decirlo con palabras. Sentí su pegajoso capullo en mis labios. Abrí la boca y dejé que mi lengua saboreara el agridulce gusto que en él había dejado el coño de Trini.
¡Ooojjj, Sandraaa ! ¡Cómo túuujjj … no hay nadieee ! – gimió Juan.
¡Déjamelo a mí, ahora ! ¡Tú ya se la has chupado bastante ! – con estas palabras, Lisa me arrebató su polla y se la metió en su maravillosa boca.
Su sexo seguía su trabajo, duro como una roca, en el mio, inundado de mis propios jugos y del océano de esperma que Hans había vertido en él.
Juan se divertía sacándola de una boca para meterla en la otra. De vez en cuando, le chupábamos al unísono su enorme capullo y nuestras lenguas en contacto multiplicaban por mil la excitación reinante.
Lisa paró su sensual tracatraca. Justo cuando una servidora estaba a punto de maullar de placer.
¡Noooo ! ¡No te paressss ! – protesté al sentir que la extraía.
Lo siento, mi niña… pero un segundo más en tu coño y… ¡reviento ! Es que – le salía ahora su acentico sevillano- ¡lo tienes como las calderas del infierno !
En ese momento entró Carlos. Una de las gordas había conseguido devolverle la alegría, digo, la erección. Su vista se quedó enganchada en los sorprendentes atributos genitales de su adorada Lisa.
¡Sorpresa, sorpresa ! – exclamó nuestra amante travesti, levantándose y yendo hacia mi boquiabierto maridito. – ¿Sabes ? Me ha dicho tu mujercita que te mueres de ganas de montártelo conmigo.
Lisa se acercó tanto a él que sus miembros entraron en contacto. Sus pollas eran más o menos del mismo calibre. La única diferencia es que la de Lisa estaba recubierta de las blanquecinas babas de mi chochito. Le cogió una de sus manos y le hizo tocarle las tetas… Y claro, con la otra le hizo que le agarrara la tranca.
¡Anda, chupamela un poquito, maricón ! – le pidió Lisa con voz de Luís.
Juan impertérrito seguía follándome la boca a piñon fijo, sujetándome la cabeza con ambas manos para que no soltara presa. Ya estaba harta de mamársela al Juanito Holmes de los cojones. Lo que quería era que me la metiera… ¡ya ! Le propiné un mordisco a aquel bate que me pareció como aquellas longanizas que dejas secar y que luego cuando quieres comértelas no hay manera de hincarles el diente de tan duras que están.
¡Ayyy ! ¿Qué haces, loca ?
Pero… ¿Qué no ves cómo estoy, cabronazo ? ¡Es aquí dónde tienes que meterla ! – abriéndome el chocho aun más de lo que estaba- ¡Aquí !
¡A sus órdenes, mi generala ! – caramba, si hasta tiene sentido del humor, me dije.
En un abrir y cerrar de ojos lo tuve enclastado entre mis piernas y una vez más me inundó esa brutal sensación de sentirme llena hasta lo indecible, tanto o más que cuando Laurita me había metido su manita entera y buena parte del antebrazo.
Bastaron un par de idas y venidas de aquel vástago de palmo y medio para que, como Trini minutos antes, me sintiera desfallecer de gusto.
¡Cabrónnn… Me corrooo… Mmmm… Aaaaaaaaaaa !
Mi salvaje alarido despertó a Trini de su letargia y lo que vio le quitó el sueño de golpe. Su Juanito Banana follando como un sátiro con la puta flaquita que chillaba como la cerda que era (y que soy, no lo dudéis ni un instante !), mientras que a pocos metros, su compañerito de trabajo, su Carlitos que todavía no se la había tirado pero que le había hecho mojar el chocho cientos de veces, estaba mamándole el rabo a ese putón travestorro, de rodillas, en una posición de total sumisión.
¡Chúpame los huevos, mariconazo ! – Carlos, como un autómata obedecía las órdenes de su ama- ¡Así, así ! ¡Cometelos !
Trini se levantó y mirándonos con cara de asco se fue hacia la terraza. Demasiado tarde.
Las dos gordas, borrachas como cubas y con sus culos sudando esperma, le cerraron el paso :
¿Adónde vas, preciosidad ? – le preguntó Vicky con su sonrisa más viciosa y agarrándola del brazo, prosiguió : – ¡Ven aquí, golfa ! ¡Que la fiesta sólo ha hecho que empezar !
¡Suéltame, guarra ! – intentando zafarse de las garras de Vicky y Gloria.
¡Traédmela aquí ! – ordenó Lisa. Carlos dejó de chuparle la polla, se levantó y ayudado por las dos gemelas arrastraron a la tetuda hasta echarla como un saco de patatas sobre el sofá.
Juan se había quedado paralizado, sin saber qué hacer ni qué decir, los brazos extendidos, el pecho erguido. Por suerte para mí, seguía empinado como un toro de lidia, dentro, muy dentro de mí. Mis caderas, con las pocas fuerzas que me quedaban, continuaban moviéndose lascivamente, de abajo a arriba, sin parar… Me encontraba en un trance orgásmico sin fin, ajena a todo cuanto ocurría a mi alrededor. Los orgasmos se encadenaban uno tras otro, muy breves, muy intensos, gracias a aquella monstruosidad que me descuartizaba las entrañas.
De repente, Juan salió de mí, alarmado por los gritos de su Trini :
¡Noo, por favooorrr ! ¡Por el culo, nooo !
Trini, a cuatro patas sobre el sofá, con el culo en pompa, era sometida a los lametones lubrificadores de Carlos en su precioso ojete. Vicky y Gloria se habían sentado una a cada lado y le sobaban las tetas lanzando jubilosos comentarios:
¡Vaya par de globos, nena ! ¡Qué envidia, so puta ! ¡Qué envidia ! – y le retorcían los pezones sin ninguna delicadeza.
¡Auuuu ! ¡Qué dañooo ! ¡Ayyyy !
Haz que se estire en el suelo, Carlos – su ama seguía dando órdenes- ¡Metedle una polla en la boca y que se calle de una puta vez !
Trini ya no se debatía. Una vez en el suelo, retomó la posición de perra en celo. Al ver a Juan, le imploró :
¡Ohhh, Juan… Diles que me suelten !
Pero… ¿Por qué ? Si son muy buenos contigo – le dijo Juan en un tono entre serio y burlón. Y acto seguido, se arrodilló ante su cara, se sentó sobre las piernas y cogiéndole la cabeza entre sus manos, le dijo : – ¡Chupa, Trini ! ¡Enséñales a todos que eres la reina de las mamonas !
¡Juaaann ! ¡Nooo… !
¡Sí ! ¡Quiero correrme en tu boca !
Nosotras también corrernos en su boca – exclamaron a carcajada limpia Gloria y Vicky, enseñando a todo el personal sus chochazos chorreantes.
En ese momento, entraron Hans y Toni, seguidos de Laura y Tom. Toni se fue directo a su mujer :
¡Vaya, vaya, querida ! Veo que te lo estás pasando en grande –se besaron fogosamente agarrándose las pollas el uno al otro.
Viendo la considerable erección de Toni, pensé que el gorila italiano se había divertido un rato con los agujeritos de las gordas sin llegar a correrse. Hans también hizo su entrada con su vergota en estado de marcha… Era claro que las gemelas sabían bien lo que hacían con sus boquitas. Laura y Tom, más relajados que un carajo infantil, vinieron a sentarse a mi lado.
No queríamos perdernos la traca final – dijo Laurita acariciándome con sus manitas mis pequeños senos.
Tenéis razón… – continué, devolviéndole la caricia en sus minúsculos pechitos – Pero tu Tom, no está para muchos trotes –añadí metiéndole mano en su relajado paquete. – ¡Juan ! Deja que Tom pruebe la boca de tu novia… ¡Anda !
Hans y Toni apartaron la mesa de cristal no sin antes llenar por enésima vez las copas y pasárnoslas a cada uno. Trini que seguía lloriqueando pero sin dejar de mamársela a conciencia a su futuro esposo, soltó una especie de protesta cuando éste último le extrajo la polla-mordaza y se encontró con la mini-verga de Tom cosquilleándole el paladar… Pero siguió chupando… que era lo suyo. A la espera de ver quien se decidía a partirle el culo.
Tras decirse unas palabras a la oreja, Lisa se me quedó mirando – yo tenía a Laurita chupandome las tetillas como un recién nacido mientras yo con uno de mis deditos le estaba explorando aquel coñito miniatura :
Sandra, cielo… ¿Me dejas que me folle a tu maridito ?
Me miré a Carlos y vi en su mirada un atisbo de duda pero también un mucho de deseo.
Por supuesto, querida… –le contesté- Pero hazlo aquí… delante de mí, ¿vale ?
Y ¿que os parece si yo me jodo a su mujercita ? Jajaja – el cabrón de Toni se había quedado con ganas de sexo peludo.
¡Anda, ven grandullón ! Muéstrame lo bueno que son los cuarentones follando – le dije guiñándole un ojo y tirándole la lengua. –Y tú, Laurita, prepárale el culo a mi Carlitos.
Carlos se puso en la misma posición que Trini, de rodillas y con el trasero bien levantado. Laurita, de nuevo acrobáticamente, consiguió meterse entre las piernas de Carlos y levantar la cabeza hasta que la boca le quedó a la altura de su ano.
¡Qué peludo, cojones ! – exclamó la niña picoteándole el ojete con la punta de su lengua. – ¡Arrrjjj, no me gusta ! ¡Qué sabor más malo !
Lisa vertió el resto de su copa entre las nalgas de Carlos. Regueritos de cava se iban perdiendo entre los pliegues de su ojal que Laura iba recogiendo gustosa con su serpenteante lengüecita.
¡Mmm… Mucho mejor ! ¿No crees que deberíamos afeitarle el agujerito ? – preguntó Laura
¡Otro día, mi cielo ! Otro día se lo dejaremos como el de Toni… – contestó Lisa.
El mencionado ya me estaba taladrando el chocho pero de manera algo cansina.
¡Más fuerte, abuelete ! – exclamé mientras mis manos acariciaban su peluda espalda simiesca. Qué contraste, pensé, tiene pelo por todas partes y en cambio se depila el pubis, los cojones y el culo. Desplacé hacia abajo mis caderas para que entrara en mí hasta el fondo y tener acceso a sus nalgas. – A ver si así te animas, Toni. – separándole los cachetes le hundí tanto como pude un dedito en su culo.
¡Gronk, gronk ! – chilló imitando a los cerdos – ¡Tú sí que sabes, guarra !
Cuando Lisa penetró lentamente el culo de mi Carlos, éste me miró con una cara que era todo un poema : un dolor intenso se reflejaba en ella pero también una sensación de plenitud y de goce que jamás antes había experimentado. Sus jadeos eran brutales y se reproducían progresivamente en mi mente haciendo que los dos gozáramos en una celestial osmosis.
Desde ese día, nuestras relaciones cobraron una dimensión superior. Tomábamos conciencia de que ambos éramos bisexuales (trisexuales si incluimos a los travestis) y que por encima de todo nos encantaba exhibirnos y follar en público… y con el público. Y como en el fondo nos amábamos profundamente, aceptábamos con satisfacción todo aquello que diera placer al otro porque era como si uno mismo lo recibiera.
Las pobres gordinflonas se consolaban una a la otra, como buenas hermanas, resignadas a que la noche se había terminado para ellas. ¡Paso a la juventud !
¿Quieres un poquito de cava, hermanita ? – le preguntaba Vicky a Gloria hundiéndole el cuello de la botella en aquel coño capaz de tragarse la caja entera.
¡Oiii Síiii ! ¡Qué fresquitoooo ! – gritaba la otra al sentir el espumoso líquido llenarle la vagina, al tiempo que se frotaba con furia el clítoris.
¿No ha estado mal el día, eh ? – le preguntaba a su hermana metiéndole y sacándole la botella a ritmo creciente.
¡Naaaaa… maaaaaaal ! ¡Maaaa…. ! – pobrecita, la vieja… no sé si por el cansancio, por la edad o simplemente por el gustazo de sentirse embotellada hasta la matriz… la verdad es que no se comprendía nada de lo que gritaba.
Sentí en mi coño como la polla de Toni se tensaba al máximo y como éste hacía un gesto de precavida retirada. Para impedírselo, le agarré con fuerza sus peludas nalgas y lo atraje violentamente hacia mí :
¡Córrete, amore mio ! – le dije en un italiano aproximativo – ¡Vacíame tu manguera, bomberooo… que yo me vengo contigoooo ! – Joder… otro orgasmo… ¡Vaya par de días !
¡Mamma miaaaaaaaaahhhh ! – su leche quemándome mi insaciable conejito- ¡Tutto per teeeee ! – y un segundo más tarde todo su peso de orangután saciado aplastándome.
¡Bravissimo, grandullón ! – dándole unas palmaditas en su trasero – Pero ahora sería mejor que te levantaras y me dejaras respirar.
Oh… Sí… Sí… Claro… – con esfuerzo evidente se extirpó de las tenazas de mi coño que correspondió con un divertido « pruuuttt », como un pedo y sentí automáticamente como el esperma salía a borbotones.
Me fijé de nuevo en Carlos : los ojos fijos en un punto del infinito, la boca entreabierta y un hilillo de saliva goteándole sobre el mentón.
¡Voy a correrme, amor… ! ¡Es insoportableeee ! – me dijo en un susurro cargado de erotismo. Entre Laura y Lisa lo estaban transportando al séptimo cielo.
Laurita seguía empotrada entre sus piernas chupándole el nabo con sonoras succiones y con su manita (Fffuu, qué manita) se pajeaba el chichi alegremente. Lisa continuaba sus lecciones de sexo anal con vehemente aplicación, la cara sonrojada por el esfuerzo, su piel brillando de sudor.
Una vez liberada del peso muerto del italiano, puse los pies en el suelo y sentada a horcajadas acerqué mi preciado y pringoso sexo a los babosos labios de Carlos que me miraba con cara de santito al que le hubieran abierto las puertas del paraíso.
Amorcito… ¡Lávamelo como tú sabes ! ¡Como un perrito bueno !
¡Qué placer, la puta que me parió ! Me metió la lengua hasta tocar el punto G (o el punto J, qué más da) absorbiendo a su paso todo líquido propio y extraño y saboreandolo con efusivos « Ummm »
– ¡Ohhhh, cielooo ! ¡Eres un monstruooo ! – tomó entre sus labios mi pollita particular y me la mamó como sólo él sabe hacerlo.
La bella Lisa estaba al borde de la corrida :
– Yo… también… ¡Ya me viene, perrita míaaa ! (¿se refería a mí o a Carlos ?) ¡Te voy a regar de lefa tu carita de ángel ! (¿ídem ?)
En un movimiento brusco sacó el cipote de su funda rectal y saltando como una gacela se colocó a nuestro lado, polla en mano, presta a eyacular sobre la cabeza de su perrita.
Fue un « cuatro en uno ». La primera en explotar fue la niña : metiéndose la mano entera en su panochita, empezó a dar brincos y a chillar como una hiena. Sus alaridos quedaron apagados por el chorreo brutal de lefa que soltó la verga de mi maridito produciendo un gorgoteo en su garganta similar al de una pecera. A pesar de tener problemas para tragarse aquel caudal de esperma, Laura estaba tan caliente que seguía succionando, chupando y lamiendo como si Carlos aun no se hubiera corrido.
Repito. Fue casi simultáneo. Pero como en un relato hay que poner un orden a las cosas y a las acciones diré que la tercera en descargar fue Lisa : agarrando con la mano libre (con la otra se pajeaba a tope) a su nuevo amante por los pelos, le hizo girar la cara hasta dejársela frente a su surtidor :
¡Arrrr ! ¡Abre bien la booo… caaaa, cachooo cabrónnn !
¡Dios ! La cara de Carlos recibió tal cantidad de lefa que parecía que acababa de ganar un concurso de « bukkake ». No podía ni abrir los ojos. En el colmo del paroxismo, con la lengua intentaba recuperar para bebérsela toda la leche que resbalaba por su nariz y sus mejillas. Y entonces se giró hacia mi coño para continuar su labor de lavado y recoger de paso, los salpicones de crema de Lisa que habían caído sobre mi vientre.
Todos mis sentidos agudizados (el profundo, penetrante olor de semen, de coños, de sexo ; la visión de esa espeluznante corrida facial, de las piernas arqueadas de Laura y su chocho vibrando a la espera de un calmante en forma de falo…) y el trabajo rápido, directo y terriblemente eficaz de mis deditos sobre mi protuberante clicli, me procuraron un orgasmo tan violento que no tuve tiempo de alertar a mi querido esposo de lo que le venía encima: mi sexo se abrió de par en par, como las compuertas de una presa, soltando un potentísimo chorro de ese misterioso brebaje que soltamos – de manera siempre imprevisible- las mujeres que como yo son llamadas (con toda la razón del mundo) « mujeres fuente », mancillando con brutalidad inesperada la pobre carita de ángel de mi infiel esposo.
Caí rendida hacia un lado del sofá, satisfecha hasta la saciedad, pero sin perder detalle de lo que iba a suceder en los minutos siguientes.
Laurita, como un relámpago, se levantó en busca de esa polla que sus hirvientes entrañas le reclamaban. Y fue entonces cuando me percaté que la más que puta, zorra y guarra de Trini se lo estaba montando de fábula con tres tíos a la vez : clavada hasta la médula por las pollas de Hans –por la retaguardia- y de Tom –por su sabrosisima almejilla, completaba el trio la super-verga de nuestro Juanito (el tío seguía sin soltar gota de leche… un fenómeno de feria, os lo digo yo que sé de qué hablo) entrando y saliendo del chocho bucal de nuestra tetuda preferida.
Y la pobre Laurita llegó con retraso. Uno a uno, les fue pidiendo, rogando, suplicando que le calmaran el fuego uterino que la consumía. Pero ni caso.
Los tres sementales, como si hubieran firmado un acuerdo para concluir la faena al mismo tiempo y en el mismo lugar, se desengancharon de la más que puta y obligándola a permanecer calladita y de rodillas se dispusieron a regarla con el producto de lo que sus cojoncillos respectivos habían sido capaces de fabricar en tan poco tiempo (bueno, lo que acabo de decir no vale para Juan, que conste).
Y aquí si que hubo un orden. Entre gemidos punzantes, alaridos tormentosos y jadeos guturales, primero Hans y luego Tom le llenaron la cara, el pelo, el cuello, las tetas… de caliente lefa. Trini con los labios apretados y los ojos cerrados, soportaba estoicamente la lluvia láctea.
¡Abre bien la boca, cariño ! – le ordenó Juan. Y Trini abrió su adorable boquita de puta mamona sacando un palmo de lengua para recoger hasta la última gota :
Sí, amor… ¡es toda tu… aaaaaggg ! – el primer chorro de esperma salió propulsado con tal violencia que su trayectoria fue perfectamente rectilínea, penetrando como un obús la boca de Trini e impidiendo al mismo tiempo que sus cuerdas vocales pudieran terminar la frase. – ¡Amooorrr ! ¡Te quieroooggg ! – un segundo y un tercero le llenaron de vitaminas la boca y el estómago.
Amorosamente, Trini le propinó unos buenos lengüetazos, unos golosos chupetones, unos lúbricos lametones… Total : se la dejó limpia y reluciente como una patena.
Me estoy meando… – un curioso cambio de tema por parte de nuestro querido semental.
Yo también… – Tom solidario.
A mi no me importaría – soltó el guapísimo y siempre sonriente Hans.
Lisa, que para todo lo que tiene que ver con el vicio y la perversión está a la que salta, intuyó que aquellos tres cerdos querían regalar a la sumisa tetuda, tras la primera lluvia láctea, una esplendorosa lluvia dorada y como no quería que le dejaran el parquet hecho un asco les pidió que salieran al jardín…
Vamos, cielo… Vamos fuera… – Juan tomándola del brazo para que se levantara.
Pero si yo no tengo ganas de hacer pis… – protestó Trini.
A esta pija de los cojones le cuesta un huevo entender las cosas, pensé un poco enrabiada ; primero, ¡que no, que no, que no ! y luego ¡dame más, dame más, dame más !… Y luego os extrañáis que la llame « la más que puta ».
Me levanté abandonando a la pobre Laurita –que se había vuelto a sentar a mi lado, frustrada de no haber recibido una última ración de verga- y al orangután albino, completamente hecho polvo y que ahora se miraba con curiosidad animal cómo sus dos cincuentonas le lamían y relamían mi lefa y la de su travesti de mujer al bueno de mi Carlitos. Con su buen humor habitual le quitaban hierro al asunto de haber sido relegadas a meras mujeres de la limpieza :
Esta Sandrita… Jejeje… ¿Has visto, tú ? ¡Qué corrida, la tía !
Sí pues… Tú, Carlos… ¡No has estado nada mal !
Carlos, inmóvil, completamente aturdido, anonadado por todo lo que acababa de recibir, seguía de rodillas y como si fuera un enorme cucurucho de nata y crema de leche se dejaba limpiar por ese par de bocas, por ese par de absorbentes lenguas que se lo tragaban todo sin rechistar.
Me levanté, decía, y me fui para Trini a echar una manita a los tres mosqueteros :
Ricura… – le dije observando de cerca esas magníficas tetazas recubiertas de lechecita- No te hagas la estrecha que ya sabes lo que quiere tu « novio » – y dirigiéndome a Hans y a Tom, añadí sarcástica : – Si supierais lo que le gusta a esta puerca que se le meen encima…
Y salimos fuera. Trini, dócil como un corderillo, nos pidió que cómo queríamos que se pusiera :
¡Túmbate aquí, al borde la piscina !
Obedeció mirándonos a todos con una cara de vicio impresionante. Se estiró como se lo habíamos mandado y sin esperar nueva orden empezó a acariciarse la entrepierna :
¿A qué esperáis ? ¡Meadme de una puta vez !
¡Ay, los hombres ! Justo cuando os autorizamos a mostraros despiadadamente machistas, os cortáis como gallinas en el corral…
Los tres, como tres pasmarotes sujetándose las pililas –bueno, lo de siempre, dos pililas y un pollón- y sin soltar gota.
Trini seguía mirándoles con desdén, continuando su ritual masturbatorio. Con el frescor de la noche estival, sus aureolas y sus pezones se habían endurecido haciendo que sus tetazas se me antojaran dignas de la más bella diosa de la fecundidad.
No esperé a que los chicos se decidieran. Iba a ser yo la primera. Me puse en cuclillas sobre su preciosa carita de cerdita y abriendome la almeja ante sus narices le solté toda la orina acumulada de las últimas tres horas.
¿A que sabe gustoso, eh ? – le preguntaba orientando el chorrillo amarillento para que fuera parar en su boca. La muy guarra seguía con la boca abierta –ni los ojos había cerrado, la más que puta- y a pesar de que no se tragaba mis meados dejaba que se le llenara la boca con ellos para escupirlos después como lo hacen los cetáceos al salir a la superficie del mar.
¡Mmm… qué buenooo… me quemaaa !
Por fin, Hans y Tom le regaron copiosamente las tetas y el vientre. Sin dejar de pajearse, con la otra mano se iba esparciendo los orines por todo el cuerpo como si estuviera enjabonándose. Empezó a gemir de manera sobrenatural y al sentir que las últimas gotitas salían timidamente de mi chochito intentó alcanzarlas con la lengua y así, de pasada, comerme un poquito el chichi. Pero ya no estaba yo para esos trotes :
¡Tate, tate ! – exclamé apartándome de su boca voraz- Este conejito necesita un descanso… Ya te lo comerás mañana para desayunar.
Faltaba Juan. Sentía una morbosa curiosidad por ver si era verdad lo que me había dicho Trini… ¡Que meaba como un elefante ! Yo ya sabía que follaba como un burro pero eso, eso era otra cosa…
Hans, Tom y una servidora habíamos cumplido nuestra misión « vaporetto ». Trini, a punto del orgasmo, tenía la mirada concentrada en la tranca de Juan. De repente, dejó de masturbarse, levantó al máximo sus rodillas y con los dedos de ambas manos se abrió el coñazo:
¡Méame dentro, Juannn ! ¡Llénamelo !
De rodillas, Juan acercó el cipote a ese agujero negro en que se había convertido la vagina de Trini y con una puntería digna de un jefe de bomberos le vació la vejiga en todo el chocho.
Verla gozar de esa manera me produjo una serie de escalofríos que me erizaron todos los pelillos del cuerpo. Los muslos y el vientre le temblaban en espasmos violentos, como si sufriera un ataque cataléptico ; los ojos se le quedaron en blanco y la boca inmovilizada, abierta como su coño, era incapaz de proferir grito alguno… Fueron unos segundos en los que incluso temimos que le hubiera dado un patatús…
¡Qué va ! La más que puta terminó de correrse con un chillido inhumano que si hubiéramos estado dentro seguro que rompe la mitad de la cristaleria :
¡Hiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii ! ¡Ffffffiiiiiiiiiiiiiiii !
Y ante la mirada atónita de su Juan querido, de su coñazo feliz brotó un geiser de orina que bañó literalmente el pecho, el vientre, los genitales, las piernas de su tierno galán.
¡Uauu, qué gustazooo ! – soltó Trini mordiéndose el labio inferior. – ¡Esto habrá que repetirlo, si señor ! ¡Qué gustazo ! – y dándose la vuelta poco a poco para que admirásemos bien sus voluptuosas curvas, acabó echándose a la piscina.
Juan, meado de arriba abajo, se miraba a su sirena en el agua con ojos llenos de beatitud y admiración :
¡Qué mujer, señor ! ¡Qué mujer !
Y ¡qué puta, Juan ! ¡qué puta ! – le repliqué sintiendo una vez más los abominables celos consumirme las entrañas.
***
Y así terminó la noche, queridos. Nos quedamos todos a dormir la mona en casa de Toni.
FIN DE LA PRIMERA PARTE