Yo soy heterosexual.
Cuando tenía diez años tuve un encuentro que nunca le conté a nadie.
Una tarde a la hora de la siesta, yo estaba sacando a pasear a mi perra cuando quiero volver a mi departamento, un señor me pide entrar al edificio. Tuvimos un pequeño dialogo al esperar el ascensor, era un tipo de 25 años más o menos. La cosa fue que él se bajaba dos pisos antes que yo. Cuando llegamos a su piso me pidió que lo acompañara para mostrarme algo. Me obsequio un caramelo y de buen modo me dijo que le mostrara mi pito. No me pareció nada extraño y me bajé los pantalones. El sin pausa me agarro mi pequeña verga y me empezó a masturbar. Yo vibraba al son de su ritmo con mucho placer, cuando de repente siento que baja la otra mano para tocarme la cola y al poco tiempo introduce un dedo en el ano. Yo no podía dejar de vibrar pero nunca iba a acabar ya que no estaba desarrollado. Fue una experiencia muy satisfactoria aunque algo traumática ya que no se volvió a repetir y al tiempo la negué por completo.
Un año después estábamos con Marcelo y su familia en una quinta pasando un fin de semana de primavera. Marcelo es el hijo de un amigo de mi padre, que me llevaba dos años. Aprovecho la noche para que hagamos unos juegos. Él era de jugar y de traer iniciativas extrañas y atrayentes. El juego era sencillo pero él que perdía se sacaba una prenda. Al poco rato yo estaba desnudo y el apenas se había sacado un par de prendas. Él estaba super excitado y yo no entendía nada. Se desnudó apago la luz y me llevó a la cama. Me explicó que era la paja y como se hacía y me pidió que se la haga. A mí no me parecía nada anormal y se la hice… claro que no podía llegar a entender como se hacía y él me exigía más velocidad, o más apretado. Se puso muy nervioso y se movía y gemía como un enfermo con fiebre. Su pene estaba húmedo y caliente, como nunca lo había estado el mío. Tuvo que terminar él agarrándome la mano que tenía su verga, enorme para mí. Y sentirlo acabar sobre mis piernas y pecho. Yo nunca había visto semen. Y me impresionó, pero no me dio asco. Se embadurnó la mano con su leche y me la acercó a la cara, primero me la hizo oler y luego metió dos dedos en mi boca, se los chupe hasta dejarlos sin un rastro de semen. Ese líquido caliente era muy extraño, se me pegaba en los labios y en la garganta.
Luego él me masturbó pero yo todavía no estaba desarrollado. Así que me volví loco porque él lo hacía una gran velocidad y sin parar. Yo también me empecé a mover y a gemir como un desquiciado Tuve que pedirle que se detenga y lo hizo. Marcelo ya estaba al palo de nuevo y me apoyó su verga en mi culo… mi pija no dejaba de latir parada y fuerte como un mástil, pero lo que me perturbaba más era el cosquilleo que sentía en el ano. No hubo penetración pero quedé muy impresionado. ¿Podríamos decir que esa fue mi primera vez?.
Hoy tengo más de treinta años y he estado con varias mujeres y me encanta estar con ellas. Pero muchas veces, cuando me masturbo, pienso en hombres, en esa noche de primavera con Marcelo o en relaciones inventadas con muchachos que conozco o invento. ¿No me animaré a concretar esta fantasía? ¿Y si lo hago una vez y chau? Eso me preguntaba ya que al masturbarme no podía excitarme tocándome el ano me parecía sin gracia. Yo no frecuentaba el ambiente gay y en esta ciudad pequeña es muy dificultoso lograrlo, así que no me fue fácil dar el paso.
Pensaba que en algún momento debería probar un pene y eso empezó a ser una obsesión que parecía que nunca iba poder concretar. Hasta que una tarde tuve una idea. Al día siguiente fui a ver a mi peluquero que es gay y le conté mi problema, di mil vueltas antes de poder dejar en claro lo que deseaba. Yo no quería ser gay, solo quería probar. Él me dijo que me iba a solucionar el problema. Me dio una dirección y me dijo que estuviera allí a las tres de la tarde Yo no sabía que hacer… Volví a casa me bañé y a las tres de la tarde estaba en la dirección bien puntual. Toque el timbre y para mi sorpresa estaba Sergio, mi peluquero.
Me dijo que estuvo esperando este momento desde que me vio por primera vez en su local. Tenía puesto una bata y se notaba que se acababa de bañar. Me sirvió un vaso de cerveza y me invitó a sentarme en la sala.
Yo estaba asustado y excitado. Él lo entendía y me trató como a un rey sin mencionar el tema de mi visita. Me preguntó que quería hacer y yo le dije que no sabía lo que se hacía en estas ocasiones. Y fue así que llevó la iniciativa. Me pidió que me desvista, y lo hice mi pene estaba re parado. Me piropeó y me la agarro haciéndome una paja pequeña. Cuando vio que yo me empezaba a retorcer me pidió que no me apure. Bajo hasta quedar su boca sobre mi pene y la empezó a lamer como si fuera un helado y luego se la tragó entera. Varias mujeres ya lo habían hecho pero nadie la chupaba como él. Se tragó toda mi leche que no dejó escapar ni una gota… trató de besarme pero lo rechacé y me enfríe rápidamente. Estaba arrepentido de haber hecho esto. Sergio lo notó y lo sentí molesto, él estaba al palo. Pero como es muy sabio no me presionó. Nos recostamos en su cama y me dejó estar un poco en paz. Cuando yo casi me duermo me acarició el pecho, jugando con mis tetillas.
Lo dejé porque me pareció inofensivo y me producía un cosquilleo que me gustaba. Se acercó más y me las mordisqueó, mientras sus manos se deslizaban hacia mi culo. Sin tocarlo me puso a latir el ano y mi pene se elevó. Sentí lo mismo que aquella vez en las escaleras de mi vieja casa.
Se dio vuelta y se aflojó la bata dejando me ver un pene de impresionantes medidas, mucho más grande que el mío. Yo estaba boca arriba y él se puso sobre mí como para volver a chuparme el pene. Su pene gigante quedó ante mi boca. Él aspiraba mi pene y yo olía el suyo, se lo veía húmedo con el líquido pre seminal. De repente dejó de chuparme el pene y pasó a lamerme las bolas. Hizo una maniobra para que abra las piernas y de inmediato pasó a lamerme el culo. No pude más el olor a semen me estaba volviendo loco y la chupada que me estaba haciendo me iba a hacer acabar en un segundo.
Tomé su pene entre mis manos con ansiedad y como si lo hubiera hecho mil veces. Se lo chupe hasta que tuvo que dejarme de lamer para gemir abiertamente. Yo quería que acabe en mi boca, estaba loco, yo nunca había imaginado que la cosa se pusiera así, pero él tenía otras intenciones.
Se incorporó para quedar sentado su culo en mi boca y se lo chupe. En este momento yo quería que me penetre y no esperé y se lo pedí. Yo no sabía bien en que posición y como se debía hacer, pero lo que sí sabía es que quería que se ponga un profiláctico. Él se rio y me dijo si no los usara ya estaría muerto. Con una habilidad demencial se lo puso con una mano mientras remojaba sus dedos en mi boca. Sus dedos tenían el gusto de mi leche, de su leche, otra sorpresa fue sentir su dedo dilatando mi ano. Primero fue un dedo y luego fueron dos. Gemía y le ofrecía mi culo para que se incrementara la cantidad de dedos en mí, él lo entendió y me hizo un masaje con los tres dedos enteros.
Esto me excitaba más y no me satisfacía, parece que a él tampoco porque muy despacito fue sacando los dedos y me apoyó la cabeza de su verga coronando mi ano. Yo volaba y quería más, ya que pensaba que la tenía dentro.. Cuando hizo presión sobre mí sentí que me partía en dos, le decía que parara pero él no me escuchaba y seguía introduciendo su pene despacio pero sin parar. No sabía cuánto le faltaba pero sentía un infierno de excitación y dolor. Una parte de mí le pedía más y la otra que lo dejara ya. Sergio decía que bueno lo tenía.
Cuando yo no creía que me podía entrar nada más, presionó aún más y allí me di cuenta que lo único que había penetrado era su cabeza. Las lágrimas brotaban de mis ojos y el dolor se hizo imposible de soportar, yo le pedía que salga que me estaba matando pero él nada…- Si salgo ahora no sabrás lo que es bueno… Mis nalgas chocaron con su cuerpo y recién allí comprendí que lo tenía todo dentro, enorme, gigante dentro de mí. Fue entonces que empezó a bombear y yo sentí un placer nunca imaginado. Sentía cada milímetro de su sexo en mi interior. Cada vez más a fondo. Cada embestida era más profunda y creí que le seguía creciendo dentro de mi orificio.
Sus movimientos fueron cada vez más violentos, sabía lo que estaba por pasar…
Sentí un calor liquido dentro de mí que llegaba hasta la médula de mi columna vertebral y al mismo tiempo salió un chorro espeso e infinito de mi pene.
Saboreamos los restos de semen el suyo y el mío mezclándose en uno solo.
Quedé destruido en la cama. No me podía mover y él me pidió el último esfuerzo. Yo ya no entendía nada ni quería nada, pero había gozado tanto que no podía dejar de hacerle un favor, aunque no podía pensar que me pediría eso. Me pidió que me ponga boca abajo y limpió toda la sangre que corría por mi culo. Me puso una crema refrescante que me hizo muy bien ya que era fría y mi culo era el mismo infierno.
Luego buscó mi calzoncillo y me lo puso y me los fregó por todo el pene y el culo para que se le impregne mi olor y me pidió que se lo regale.
Sacó uno de él del ropero y después guardo el mío bajo la almohada. Dos horas después pude levantarme e irme. Quiso despedirse con un beso en la boca pero no lo dejé. Simplemente le dije chau.
Alguna vez volveré, por lo menos eso creo.