Hola soy Martín, 27 años, de Buenos Aires, Argentina, la historia que les voy a contar paso hace unos meses y empieza así.

Un martes después de salir del trabajo tome un taxi, lo primero que siempre hago es echarle una mirada al tachero a ver si es de mi tipo o no, por suerte este si, era, y eso me sirve para ir fantaseando todo el viaje, al mirar sus manos, sus brazos, su cara y ver si se escapa algún pelo de su pecho a través de la camisa.

Soy de poco hablar y de mucho mirar, pero el tachero aburrido empezó hablar sobre la terrible lluvia que caía, que no paraba de caer de hace 10 horas, bla bla bla, y yo seguía la conversación, para no ser descortés, de repente me dice que le gusta la lluvia y lo pone re caliente, ahí me empezó a interesar más conversación y se noto que puse más empeño en seguirla, respondí que a mi también me gusta la lluvia y que no hay nada mejor que coger y ver la lluvia por la ventana.

Note que él también se soltó, y me comento que hacia mucho que no la clavaba y que estaba re caliente, ahí me empecé a dar cuenta que el flaco me esta apurando y yo le seguí el ritmo, imposible parar, el tipo me gustó de entrada y lo poco que podía ver de él mientras manejaba, me excitaba.

Debía tener unos 38 años, era bastante alto, y morrudo, con manos enormes y bien peludas, ojos, claros, piel morocha y abundante pelo en su cuerpo, por lo que podía apreciar desde atrás.

Me acerque al medio del asiento y me adelante, quedando mi cabeza más cerca que la del el, la calentura que tenia hacia que se me explotara la pija adentro del pantalón.

Baje la vista y el estaba igual, con la verga a mil, y despacio, le puse una mano en la pierna, me miró como pensando, «es lo que los dos queremos», y cambió el rumbo de destino, para alejarse del tránsito y de la gente.

Estaciono en la calle lateral de una autopista, la verdad que no había nadie, y con la lluvia, era imposible que alguien se arrimara al auto.

Yo de un salto ya estaba en el asiento de adelante junto a el.

Empezó a tocarme la pierna y yo la suya fui subiendo hasta encontrar su verga y empecé a apretar y a manosear por encima de su jean, le saque la camisa del pantalón y metí mis manos por bajo de ella, y sentí un hermoso pecho peludo, firme, áspero, de hombre, con un olor que me calentaba mas, fui desprendiendo la camisa para poder ver lo que tocaba, y realmente era como lo sentí con las manos.

Ahora lo tenía que probar con mis salivas y lengua así que baje y empecé a besarle el cuello, y me prendí a sus tetas, como un niño esperando que saliera algo por ahí, él no paraba de gemir y con mi verga en su enorme mano, no paraba de apretarla y estrujar mis huevos.

Me fui bajando con la lengua por todo su pecho, estaba transpirado de la calentura y humedad que había en el clima y en el auto sobre todo, no podía perderme nada de ese hermoso pecho, saqué por completo su camisa y subí chupando sus axilas y dejando hilos de saliva por todo su cuerpo, y con las manos trataba de encontrar su verga fuera de ese jean.

El también me saco la camisa y me estaba comiendo, con sus dientes y lengua humedeciendo todo mi pecho, y raspándome con una barba de algunos días atrás, yo ya con la verga afuera y casi sin pantalones estaba por terminar, la situación me ponía muy caliente, el calor dentro del auto, el chivo que a ambos nos caía por todo el cuerpo y se mezclaba con el otro, la humedad, y el poco espacio, me daba vuelta.

Al tomar su verga empecé a pajearla y acercándomela a la boca, mientras el se comía la mía, la tenía muy dura y a punto de reventar, media como 22 cm gorda y llenas de venas, de color muy oscuro y con una cabeza color violeta, el olor era netamente de un hombre que había estado todo el día trabajando un olor fuerte pero exquisito.

Empecé a chuparla y ese gusto salado inundaba mi boca y con las primera gotas de su leche, ya soñaba con que terminara ya.

Baje hasta sus huevos, que eran enormes y muy peludos, los devoré, no podía dejar de chupar y sentía caer la transpiración de su cuerpo como bajaba como un río y se mezclaba con mis babas, trate de separar sus piernas para poder llegar a su orto, que no lo encontraba por cantidad de pelos que había por allá abajo.

Cuando lo encontré empecé a llenarlo de saliva y fui hundiendo mis dedos hasta 3, y el comenzó a disfrutar más que nunca, él su lengua depositada en mi orto, y con sus manos me lo abría para dar más espacio a su cara que parecía que se iba a meter en mi, me raspaba con la barba y eso me ponía a full.

Deje los 3 dedos donde los tenia enterrados y volví a su pija porque ya necesitaba un poco de su leche, sin parar de chuparla empecé a sentir como su ritmo cardíaco se aceleró y tomo mi cabeza con sus manos y me apretó junto a su verga para explotar con toda esa leche que tenia acumulada desde hacía tiempo, era mucha, y no paraba de seguir saliendo, estaba como coagulada y con grumos del cantidad que salía, me inundaba la boca y la gozaba al estar tan caliente.

Cuanto vi que ya había terminado por completo, me levante y con toda su leche su leche en mi boca lo bese, y el sin tragarla la escupió y empezó a bajar por su cuello, por su pecho, no podía dejar que se perdiera y empecé a chuparla desde su pecho, mezclándose con sus pelos y lo salado de su transpiración.

Nuestros cuerpos estaban tan mojados que parecían recién salidos de la ducha.

Ahora era mi turno para terminar, que ya no daba más por explotar, el me tomo, de la cintura y me sentó arriba, el ahora ocupaba el asiento del acompañante, tomó mis piernas y las subió dejando su cabeza entre medio de ellas y enfrentada con mi orto y pija, desde ahí me empezó a trabajar para que fuera una acabada espectacular, yo con la cabeza metía debajo del tablero no podía ver lo que este tipo me estaba haciendo pero sí podía sentir dos dedos en el orto y mucha humedad por mi verga.

Cada tanto me escupía para lubricarme mas, con la otra mano masajeaba mi pecho estirando mis tetas hasta hacerme doler, y eso valió para terminar con un gemido de placer como nunca lo hice, sentí que mi leche salía y él la retenía en su boca y se pasaba la pija por sus barbas, haciéndome, doler de tanto placer, después me saco los dedos del orto y me volvió a mi posición inicial, quedando yo encima de el con nuestros pecho enfrentados y casi pegados por la transpiración, me apretó y escupió toda mi leche desparramándola por su pecho, para refregarse sus pelos con mi leche.

Quedando los dos exhaustos nos fumamos un faso y comentamos la excelente experiencia que habíamos tenido, me dijo su nombre, y me pidió mi teléfono para ver si podía llamarme para repetirlo.

Y así fue no pasaron 2 días que Lucio me llamó, para organizar una nueva juntada, y proponiéndome presentarme a un amigo, con el cual, la pasaríamos muy bien.

Por supuesto que acepte, y a las 11 de la noche, golpee la puerta de su departamento, y el abrió, para presentarme no a un amigo sino a dos, uno se llamaba Hernán y el otro Ricardo.

Hernán, debe haber tenido la misma edad que Lucio unos 38 años, también de contextura grande, medio calvo, rubio, de buen cuerpo, típico de un rugbier retirado, y con una barba candado bastante prolija.

Ricardo se veía mayor que ellos, le di unos 42, un tipo muy alto, con buen lomo, flaco y musculoso, morocho, ojos negros, muy elegante, un tipo con clase, llevaba una camisa blanca, con tres botones desprendidos, y por ahí dejaba escapar una manta de pelos negros que se asomaban de su pecho.

Una vez que fuimos todos presentados, se sirvieron unas cervezas y empezamos a tomar y hablar como para romper el hielo, pero al cabo de un rato, en el ambiente se notaba un clima de que la fiesta debía comenzar, yo estaba sentado a lado de Ricardo, que fue el mismo el que dio el primer paso, desabrochando, su camisa, y diciendo, «me voy a poner más cómodo» a medida que se iba abriendo la camisa, me iba acercando mi cabeza a él, en ese momento los otro dos se empezaron a unir a nosotros.

Lucio no se como hizo pero ya estaba completamente en bolas, el verlo me acordé de aquella noche de lluvia en su auto, pero ahora que lo veía parado y bolas me daba cuenta de lo enorme que era, su verga colgaba, flácidamente, entre sus peludas piernas.

Hernán bajo hasta la verga de Lucio y se la empezó a mamar empezó besando los pies y con su lengua subía por las piernas, hasta llegar a los huevos, los cuales se los metía enteros en su boca y después los escupía.

La pija de Lucio ya estaba al palo.

Cuando todo estaba por empezar, sonó el timbre, la actitud de todos era como si estuvieran esperando a alguien, y fue así, era un chico repartidor de pizza, quien traía 2 pizzas, helado y cervezas, pero todos parecían conocerlo, saludo a todos y Lucio me lo presento, su nombre era Cristian, y contó que llevando las pizzas así fue como se fue uniendo a estos encuentro cada vez que podía escaparse de su trabajo.

Cristian era un chico de unos 22 años, de estatura mediana, flaco marcado, y muy lampiño, se veía tímido e indefenso frente a estos machos maduros enormes y peludos.

Pero al parecer todos lo consideraban mucho, ya que todos se habían acercado a él y lo desvistieron en un minuto, los 3 machos estaban a su alrededor, rodeándolo con sus cuerpos, comiéndoselo con sus dientes y chupándolo enteramente.

Hernán se separó del resto para sacarse la ropa, dejando ver un cuerpo bastante interesante cubierto por un manta de pelos rubios sobre su pecho y piernas, y dejando ver una verga parada al palo de unos 18 cm.

Mi mayor interés era Ricardo, quería verlo desnudo, por el momento estaba, con la camisa abierta sin pantalones, y con un bóxer, todo deformado por la erección de su verga, que ya se asomaba por el agujero.

Ahí fue cuando Ricardo tomó de los hombros a Cristian y lo bajó hasta su verga, él tomo la verga por el agujero del bóxer y la presentó, era gigante debe haber medido como unas 26 cm, negra y con mucha piel que escondía la cabeza roja, que a medida que fue corriendo se dejó ver.

Lucio con el pote de helado en una mano y la otra que usaba de cuchara fue sirviendo y desparramando helado en el pecho de Ricardo, para luego devorar, al igual que lucio Hernán también se prendió a Ricardo chupando sus tetas como si de estas saliera helado.

Cristian chupaba la verga de Ricardo como si fuera la ultima verga que chuparía en su vida, recibía las gotas de helado derretido que provenían del pecho de Ricardo y de las lenguas de los otros dos.

Yo no podía creer lo que veía, estaba paralizado viendo ese espectáculo, nunca imaginado y con la verga a mil decidí desvestirme y ser parte del grupo.

Yo quería a Ricardo así que lo separe de sus devoradores y me lo lleve, lo acosté arriba de la mesa le unte el pecho con helado y empecé a lamerlo, me entretuve con sus tetas las cuales mordía y succionaba, me enredaba con sus negros pelos al ir bajando para meterme en la boca esa pistola de carne dura y fibrosa, cual sumergí en el pote de helado y la saque cubierta de un color blanco, el que fui comiendo mientras él se volvía loco por el frío del helado y el calor de mi boca, también le unte los huevos para poder saborearlos mejor, pasando helado también por su orto, que chupe y le metí la lengua hasta dejarlo sin una gota de crema.

Agradecido, me tiró al piso y se me subió arriba haciendo un 69, dejando colgados sus enormes huevos frente a mi cara y comiéndome la pija como un muerto de hambre, me acariciaba el orto, me metía los dedos, la lengua, y se metía mi verga hasta la garganta.

Lucio se acercó a nosotros, mejor dicho al orto de Ricardo que lo tenia parado mientras yo le mamaba la verga que estaba sobre mi cara, Lucio trato de lubricarle el orto con un poco de su saliva, pero este estaba muy pegoteado, con restos de helado, entonces no tuvo mejor idea que largarle cerveza por la raja del culo, mientras se lo masajeaba, y los restos de cerveza caían sobre mi cara, la excitación de Ricardo era tal que chupo mi verga de tal manera que me hizo terminar tragándose toda mi leche, mientras Lucio, le había metido el pico de la botella de cerveza en el orto y lo sacudía llenándole el culo de cerveza.

Eso fue lo que lo hizo venirse, en mi boca, me la lleno con interminables chorros de leche que solo una pija de ese tamaño podía tirar, y yo no podía de dejar de chupar, la boca la tenia rebalsada en leche, tibia y espesa.

Nos quedamos en 69, pero ahora sí con los cuerpos totalmente relajados, yo con su abdomen pegado en mi cara, y él con la cara enterrada en mis huevos, ambos pegoteados de helados, de leche y demás jugos corporales.

Lucio se tiro a lado nuestro pajeándose con el patético cuadro que hacíamos Ricardo y yo, y cuando estuvo a punto de terminar de levanto y termino en la cara de Ricardo y en mi pija a la vez, cualquier cantidad de leche como la primera vez que lo vi.

Una vez recuperado levanté la vista y vi a Hernán y al pendejo que estaba en un sillón boca abajo y Hernán sentado en sus espaldas, metiéndole a dos manos algo que no sabía que era pero si era grande, el pendejo gritaba del dolor y Hernán le escupía en el orto para lubricarlo, mientras se pajeaba con la otra mano, terminándole todo en el culo del pendejo.

El pobre pendejo pareció que disfruto de la cogida que le dio su amo con el pepino que recién me di cuenta de lo que era cuando se lo saco del culo, cuando Cristian se dio vuelta tenía la pija a full y no faltó tiempo para que Lucio se tendiera de espaldas al piso y sentara al pendejo en su pecho dejando la verga de este a la altura de su cara, para chuparsela hasta que este se viniera con un largo chorro de leche que quedó depositado en la boca y en parte del pecho de Lucio, por el cual después pasó sus manos sobandose el pecho con el polvo que acababa de largarle el pendejo.

Todos terminamos tirados en el piso con las vergas flácidas, pegoteados, enlechados con olor a sexo y a cerveza.

Y ahí fue cuando Lucio propuso a todos pegarnos un baño y así fue nos dirigimos los cinco al baños nos metimos los cinco parado en la misma bañadera, todos rozándonos los cuerpos, y viendo como las pijas de los demás cobraban volumen, ahí fue cuando Hernán agarro su pija y empezó a mear a Ricardo, el chorro de meada, amarillo, le pegaba en la panza y le bajaba por la verga y las piernas.

Cristian se sentó en el piso abriendo las piernas de Ricardo y ubicándose debajo de él, y aprovechaba desde ahí abajo los chorros de meadas de Hernán, lamiéndole los huevos , las piernas, y todo el meo que bajaba de su cuerpo.

Al parecer el efecto de tomar tanta cerveza se noto ahí mismo cuando también luchó se unió, parándose en el borde de la bañara, y meando todo el pecho de Ricardo, mientras Hernán seguía el chorro con su boca, metiéndose parte del meo para volvérselo a escupir a Ricardo en el pecho, yo para no quedarme atrás me calentó mucho la idea de mear encima de alguien así que aproveche al pendejo que seguía tirado en el piso de la bañadera chupando cualquier liquido que bajara de arriba, y con todo la fuerza empecé a largarle un caliente chorro de meada, sobre el pendejo, y las piernas de Hernán y Ricardo.

El grado de calentura que hacia unos pocos minutos que había bajado comenzó a subir en forma desesperada, los cinco nos acomodamos dentro de la bañadera, parados uno al lado del otro muy apretado y nos empezamos a manosear, a chupar, a escupir, abrazar, con los cuerpos no solo pegoteado con leche y helado sino que ahora también meados.

Yo estaba en el medio de Lucio y Ricardo, aprisionado por esos dos enormes pechos llenos de pelos que encantaban sentir en mi espalda y en mi pecho, cada uno me besaba por el cuello, las orejas, las axilas, me tiraban de las tetas, me agarraban los huevos a 4 manos, yo estaba loco, me sobaron la verga hasta hacerme terminar en la mano de Ricardo, que junto toda mi leche y se la pasó a Lucio para que la probar nuevamente, este tomando leche de la mano del otro y untándosela por todo el cuerpo del gorila y ahí fue cuando Hernán abrió el agua para sacarnos las mugres que teníamos en nuestros cuerpos, el pendejo se prendió a Hernán, refregándolo con un jabón pasándoselo por todo el cuerpo, mientras que Ricardo se acomodo debajo del pendejo y empezó a meterle un jabón en el orto, se lo metía y este lo escupía nuevamente, hasta que lo que le metió fue la punta de su tremenda pija, en pendejo era sostenido de los brazos por Hernán, y era cogido por Ricardo.

El agua de la ducha seguía cayendo sobre la espalda de Cristian que gozaba y sufría al mismo tiempo de recibir semejante pija.

Las embestidas de Ricardo eran con fuerza y profundas, metiendole esos 26cm se un solo saque.

Mientras lo cogía, le pegaba cachetadas en el culo dejándoselo rojo y ardido y el puto del pendejo parecía gozar más gritando como una perra, cosa que llevó a Ricardo a acelerar el ritmo y venirse en el culo de Cristian, llenándolo de leche.

Hernán después de haber ayudado a tenerle al pendejo a Ricardo mientras este lo culiaba sin parar, quedo con la pija dura a punto de estallar, y no falto tiempo de metérsela en la boca a Cristian que ni siquiera estaba repuesto de la cogida que le acababan de pegar.

Lo tomó del pelo y se la metió de una vez, mientras el pendejo se pajeaba, se la chupaba en forma desaforada, cosa que llevó a Hernán a llenarle la boca de paja en menos de lo previsto, largando mucha leche, le refregaba la pistola por toda la cara y se la volvía a meter en la boca para que le sacara hasta la última gota, el pendejo sin poder aguantar mas termino sobre el piso de la bañadera largando varios chorros de leche, para luego desplomarse del cansancio cayendo rendido encima de su propia leche.

Después de tan caliente cuadro, yo estaba ya estaba con la verga a full, de nuevo y no podía sacarle la mira de encima a Ricardo que esta tirado al costado de la bañera reponiéndose.

Estaba todo mojado, con esa verga que le descansaba en una de sus peludas piernas. Lo tomé de una mano, para ayudarlo a pararse, y me lo lleve al cuarto, lo tire en la cama y con la ayuda de Lucio empecé a secarlo con una toalla, secaba cada parte de su pecho, mientras que con mi lengua lo volvía a mojar, Lucio le secaba la raya del culo, mientras se la chupaba el mismo tiempo.

Para mi era muy caliente tener a toda esta masa de músculo y pelo rendido en la cama para hacerle lo que quisiera, me lo quería comer entero, quería chupar cada cm de su hermoso cuerpo y fue que por eso lo deje para ir a la cocina y buscar algo para condimentarlo. cuando volví traía en mis manos un frasco con miel, en el que metí mis dedos y empecé a pasarle por sus pezones haciendo que el frío de la miel, lo hiciera gemir y recuperar una terrible erección.

Mientras yo le untaba los pezones Lucio se los chupaba y mordía.

Me tire de espalda en la cama y le pedí a Ricardo que se sentara en mi cara para poder chuparle orto, y así lo hizo, pegando el culo en mi cara y separando con las manos ambos cachetes, me dejaba ver en el fondo de su raya negra de pelos, un hermoso agujero rojo, que palpitaba por ser chupado.

Tomé miel con mi dedo índice y unte por toda la raja, metiendo más en su jugoso agujero y con mi lengua iba degustando, y con mis dedos iba empujando hacia el fondo del agujero, hasta que logre meterle dos dedos empapados en miel.

El viejo estaba como loco y Lucio muerto por probar el placer que sentía Ricardo, se sentó enfrentado a el dejando también su culo encima de mi cara, lo que hacía que tuviera dos culos, deseosos de ser comidos, matándose los dos a besos que dejaban caer sus baba en mi cuello, me refregaban los dos culos húmedos por mi cara, mientras yo los escupía para poder lubrícalos y los untaba con miel para devorarlos.

Sus vergas se pegaban y frotaban, y los dos se pajeaban de forma rabiosa, mientras se pasaban sus lenguas por todos lados. cuando ya estaba a punto de terminar dándose lugar para ubicar sus vergas en mi cara, para inundarme con enormes chorros de leches que caían en mi boca y sus manos refregaban por toda mi cara.

Quedaron tendido en la cama, y ambos aprovecharon mi pija parada, para dar me una de las mejor chupadas que recibí en mi vida, mientras Lucio me chupaba la verga, Ricardo me preparaba en el orto, para partírmelo una vez que se recuperara, cosa que sucedió rápido, cuando sentí que me subía las pierna a sus hombros y sacaba sus dedos de mi culo, para reemplazarlos por esa magnífica pija que tenía.

La metió despacio, me dolió pero no me importaba, la quería tener toda adentro, me lubricaba con su propia saliva, lo que ayudó a que me la metiera entera, y así fue como empezó a bombear cada vez con más fuerza, mientras Lucio no paraba de chuparme la pija, y los dos me hicieron terminar como nunca lo había hecho largando chorros de paja para todos lados.

Y ahí fue cuando Ricardo sacó su poronga que ahora si media como 30 y descargó toda su paja en mi pecho con terribles chorros que me llegaron hasta la boca.

Lucio lamía todo mi pecho sin dejar nada de la leche de Ricardo.

Después de ese polvo nos quedamos dormidos, terminando una de las mejores experiencias que he tenido.

Quedamos en comunicarnos para volver a pasarla como esa noche.