Estábamos terminando de recoger los documentos, cuando Oscar, llamaba por teléfono diciéndole a su hermano Mario, que tardaría más o menos una hora en llegar, que ya se encargaba él de llevar la comida para la cena, que ya la había encargado, así que no nos preocupáramos, que de eso ya se encargaba él.
Así fue como, Nando, un joven adolescente fue desvirgado y follado por el padre y tío de su mejor amigo Bufff, no podía creerlo, el padre de mi mejor amigo me estaba tirando los tejos, me decía que le gustaba mi culito y que lo ponía cachondo. Dios, si supiera las pajas que me había tirado a costa suya, seguro que me quitaba allí mismo el bañador y me daba una follada que no iba a olvidar en mi vida.
Yo no le sacaba la vista a la polla de aquel viejo, veía cómo se tocaba la verga acariciándosela. Me fijé que no estaba meando, tenía la polla medio morcillona y no dejaba de acariciar la verga mirando para mí, escaneándome de arriba abajo.
Partimos el sábado por la tarde como habíamos quedado, de Ciudad de México a Puebla no era mucho tiempo, si bien con algunas paradas en la autopista tardamos más o menos dos horas.
Juan, ese el nombre de mi primo, con el empezó mi experiencia sexual, teníamos casi la misma edad, desde niños siempre fuimos muy unidos, pasábamos las vacaciones en casa del uno o del otro, hasta que con el tiempo al empezar a crecer comenzó nuestra curiosidad por el sexo y lo fuimos descubriendo juntos.
Soy un hombre casado de 50 años recién cumplidos. La gente me considera una persona bien parecida y con un cuerpo razonablemente atractivo ya que practico diariamente diversos deportes por espacio de dos horas.
Este es el relato que un lector me pidió que escribiera, de cómo desvirgó e hizo suyo a un jovencito vecino, preñándolo por primera vez en su debut en el sexo.
Sabía que aquel jovencito andaría caliente, con ganas de sexo y solo era cuestión de darle un pequeño empujoncito. Había visto unas casas abandonadas a medio derruir cuando lo seguía, y allí era a donde lo iba a llevar si aquel jovencito decidía seguirlo.
Por aquel entonces contaba 19 años, iba al instituto Eusebio da Guarda, eran clases para adultos, muchas veces en lugar de acudir a clase, lataba, otros llamaréis hacer pellas, en fin, la cosa es no acudir a clase. Lo que hacía era ir por La Coruña a beber, fumar, jugar al ajedrez, en fin, ir de rumba todo el día, hasta que llegaba la noche que era cuando me iba a la estación de autobuses para coger el coche de línea e irme para mi casa.
Al fijarme más en él, pude apreciar que me estaba haciendo señas y bufff, el cabrón tenía la polla de fuera, menuda tranca que se le podía apreciar, era bien larga y ya la tenía bien tiesa, se la estaba acariciando con la mano a la vez que la exhibía para que se la pudiera apreciar.
Me llamo Miguel ángel, soy gay, aunque en mi familia no saben nada de mis gustos sexuales, o al menos eso creo. Estando de visita en Bogotá, acudí a una sala gay, donde además de sauna, cuarto oscuro, etc. Aquel día había un espectáculo de estriptis, del que fui algo más que un simple espectador.
Había subido al vehículo del amigo del tabernero, se había ofrecido a llevarme después de haberme follado junto a su amigo, y ahora después de dudar un poco, había aceptado a ir con él a su casa. Me había invitado a beber algo y pasar un buen rato junto a él.
Soy consciente de lo complicado que es hacer realidad una fantasía, por eso no me quejo de las leves consecuencias: moratones, laceraciones, magulladuras y dolor al sentarme.
Aún es pronto para iniciar mi actividad, acostumbro a levantarme siempre a la misma hora y dudo si leer un poco, pero no estoy de humor, enciendo la radio.
Que, cuanto tiempo sin venir por aquí, ¿eh? Me decía echando su mano a mi entrepierna, empezando a palparme la polla y genitales, a la vez que me preguntaba si ya no me gustaba fumar puritos. Que, cuanto tiempo sin venir por aquí, ¿eh? Me decía echando su mano a mi entrepierna, empezando a palparme la polla y genitales, a la vez que me preguntaba si ya no me gustaba fumar puritos.
El estaba de rodillas a un lado mío mientras yo permanecía acostado en el sillón. Sentí como su toalla caía al piso mientras se movía hacia mi, se puso encima de mi y me abrió la toalla. La sensación de tenerlo encima me puso a mil.
Espera un momentito que estoy apurado, me decía metiéndose en el aseo. Vi cómo entraba todo apurado al aseo, a la vez que se iba levantando el pequeño mandil que llevaba puesto por encima del pantalón.
Los nervios me podían, el chaval estaba allí de pie y me dijo “¿quieres rabo?” Mientras se sobaba su paquete por encima del pantalón. Yo, sin poder decir ni media palabra, sólo me agaché y le empecé a sobar el paquete.
Aquel día de sol, fui como en muchas ocasiones a pasear por las dunas, iba como siempre buscando quien me diera una buena follada. Allí fue donde empecé a tener encuentros con hombres, al principio solo fueron mamadas y poder ver y disfrutar de otros cuerpos desnudos, hasta que un día perdí la poca inocencia virginal que me quedaba, vamos que allí fue donde me desvirgaron a los 16 añitos.