Capítulo 1
- Moisés, mi exquisito primo I
- Moisés, mi exquisito primo II
Ahhhh. Qué afortunado he sido al conocer hombres que me han hecho feliz sexualmente hablando. En todos sentidos. Ahora es el turno de comentar mis experiencias con Moisés, uno de mis primos más dotados y de buena leche.
Recuerdo la primera vez que lo vi desnudo. Ambos éramos estudiantes de posgrado y justamente cumplíamos 26 años…. con algunos meses de diferencia.
Él siempre parecía mayor, tenía un cuerpo excelente porque le gustaba mucho practicar toda clase de deportes. Como una asignatura opcional, yo estaba llevando un curso de dibujo artístico al carbón y como trabajo final debía hacer algunos bocetos con tema libre, siempre que fuese figura humana, lo más difícil por aquello de las proporciones, las sombras y el reflejo artístico de la anatomía.
No tardé en elegir mi motivo para hacer los bocetos y pensé de inmediato en Moisés; de ese modo, si lograba que aceptara ser mi modelo, mataba dos pájaros de un tiro: cumpliría con mi tarea escolar y podría al fin tenerlo frente a mí sin más ropa que su piel y su vellosidad. Debo aclarar que es un tipo tan velludo que aparte de su barba cerrada, los pelos del pecho asoman ensortijados por sobre su camisa o playera deportiva y ya habiéndolo visto antes en bermudas o shorts había constatado que también sus gruesas y firmes piernas estaban tapizadas de una pelambre excitante.
Como compartíamos departamento, apenas llegó y hablé con él. Lo llevé a la habitación y le planteé el asunto; le pedí que fuera mi modelo porque no tenía a quien más pedirle el favor, obvio que le dije debería ser totalmente desnudo, que ese era el requisito principal del trabajo por hacer.
Él me dijo que aceptaba siempre que lo dejara usar una tanga, que yo era tan creativo que podía imaginarme lo demás. Yo opuse mis argumentos y le dije que la anatomía precisaba cuando se plasmaba sobre papel o lienzo del respeto absoluto a dimensiones de huesos, tendones y músculos. No batallé mucho para convencerlo.
A la tarde siguiente, se dio una ducha, se secó, peinó y perfumó y presentándose envuelto en una toalla en el espacio que yo había colocado mi caballete y provisto de una excelente iluminación indirecta, artificial-natural, me preguntó que a qué hora iba a empezar el show. Yo le dije que en ese mismo momento, que ya estaba todo preparado.
Le apresuré a subir a una tarima que previamente había colocado al frente y a mi izquierda. Él dejó soltar la toalla, se limpió la transpiración y resto de agua de su ducha y lanzó muy lejos la pieza.
Para mi sorpresa, el paquetote que escondía era mucho mayor a lo que siempre hube imaginado: un fierro moreno, incircunciso, venudo, prepucio retraído y mostrando un glande digno de una mamada olímpica. Este «adornito» hacia todavía más espectacular la enorme bolsa que guardaba tensa dos enormes huevos, el escroto poblado por rizados vellos negros y el pubis de un dios griego….. todo esto culminaba dos gruesas y peludas columnas, esas dos piernas morenas que yo conocía sólo hasta el borde de los shorts.
Un temblor me hizo perder de momento la compostura. Aparenté no tener ningún interés en sus atributos y le pedí adoptar una pose en la que debiera subir su pie izquierdo sobre un escalón de 20 cm., de ese modo, pensé podré observar más a gusto el motivo de mi lujuria. Debo aclarar que en ese momento yo tenía ya la verga húmeda y durísima.
Él trató de adoptar la pose solicitada y me preguntó si estaba bien, que le dijera exactamente cómo era que se necesitaba. Me acerqué y le coloqué la rodilla, haciéndolo girarse a tres cuartos abierto, es decir, casi de perfil pero mostrando el bulto. Fue en ese momento que me preguntó: «Oye, ¿y qué pasa si esta madre se me para?, ¿También la vas a dibujar bien dura o tenemos qué esperar a que se me baje?. Yo le contesté que el dibujo debía ser artístico, pero que si él deseaba que fuera erótico, se la dibujaba bien parada. Hasta ese instante no tenía yo idea de cuales serían las dimensiones de aquella masa de carne venuda que colgaba sobre sus enormes huevos, pero se veía exquisita.
Mi temblor fue en aumento, incluso dudé poder tomar el carboncillo para hacer los primeros trazos, por temor a delatarme. Seguramente él ya sabía cuál iba a ser el colofón de aquella sesión «artística».
Inicié los trazos y Moisés me observaba atentamente, su mirada seguía mi mano y de pronto, yo sentía que se dirigía a mi abultada entrepierna. De verdad, yo ya no aguantaba la calentura.
De pronto, su verga empezó a endurecerse, daba ciertos respingos y campaneaba sus huevotes….. me dijo: «¿Ves?… te dije que se me podía parar…. y es que, cabrón, tienes una mirada que aunque ya no puedes encuerarme más casi me dices que te gusta mi verga y creo que te gustaría mucho mamármela….. no lo niegues, porque traes una carpa de circo, tienes tu verga también dura….. no seas cabrón, hazme una puñeta o dame una mamadita….. te prometo que luego le seguimos a la dibujada» ¿Te avientas?
Yo le dije que era muy común que me calentara, que siempre había sido muy ardiente y que además, sentía cierta envidia al ver su reatota frente a mí, que nunca me imaginé que estuviera tan vergudo. Como al descuido le pregunté: ¿Cuánto te mide ese garrote?
Su respuesta fue muy lacónica: «23 cm.», pero si la chupan puede crecer un poquito más» ¿Te animas?
Ya no pude más y le dije, como culpándolo que él estaba empezando el desorden, que yo como niño bueno sólo quería que me ayudara con mi tarea.
«Al rato la hacemos, cabrón», fue su respuesta y acto seguido, se bajó de la tarima, se agachó para frotarse el empeine, el tobillo y la pantorrilla.
«¿Ya ves?, me fregué la pierna, tendrás qué pagarme el quiropráctico».
Yo le dije que no había necesidad de pagar nada, que yo mismo podía darle un masaje relajador e íntimo. Entonces todavía como incrédulo me pregunta: «¿Eres puto, verdad?….
Yo le contesté con un: «¿Tú qué crees?
En ese momento traje un ungüento, iba a empezar a friccionarle la pantorrilla y me dijo que no iba a aceptar el masaje si antes no me quitaba toda la ropa….. que él estaba en desventaja y que yo era el responsable si pillaba un resfriado. Insistió en que debíamos estar en igualdad de circunstancias.
Yo no tardé en cumplir su deseo y fue cuando me quité el boxer que me dijo sorprendido: «Ay, cabrón, también estás chiludo», y yo le aclaré que mi verga sólo alcanza 20 cm. bien parada, sobre todo cuando la ayudan con una boquita caliente y golosa.
Moisés me dijo que si lo estaba retando, que le pusiera la verga en la boca y ya sabría yo lo que es una mamada entre cabrones. Quise preguntarle en venganza que si también era puto como yo, pero me reservé esa pregunta, que sin duda hubiera echado a perder la situación.
Empezó a mamar mi verga con un apetito incontrolable, como si en ello le fuera la vida, descapuchaba mi glande con sus labios carnosos, recorría con su lengua el tronco de mi distintivo y luego lameteaba mis huevos. Yo le dije que también quería estar en igualdad de circunstancias y entonces…. vino un 69 de antología. Qué manera de mamar de los dos cabrones, ambos nos buscamos los culos con los dedos, los lubricamos con abundante saliva, jugamos con dos y hasta tres dedos, mientras nuestras bocas parecían querer arranacar los garrotes.
Como si fuesemos semáforos sincronizados, los dos soltamos chorros de ardientes y espeso mecos en la boca del otro. Fue una venida de las que más recuerdo. Aclaro que hasta ese entonces, yo había cogido muchos culitos, pero el mío sólo había recibido lengua y dedos….. Fue cuando recordé esto que pensé que aquel cabrón podía pedirme las nalgas.
El asunto fue que, nos fuimos a la ducha, nos aseamos, nos enjabonamos y tallamos mutuamente, obvio que nuestras armas cobraron vida nuevamente y fue cuando él se lubricó el culo con abundante espuma de jabón y me ordenó: «Métemela toda de un chingazo», «Reviéntame el culo, hace mucho tiempo que te traigo ganas, Cógeme papacito».
Lo obedecí y a cada empujón de mi cabezota sobre la abertura de su culo, él gemía, gritaba y pedía más y más, hasta que mis huevos chocaban casi con los suyos….. él gemía, me decía que mi verga lo estaba haciendo feliz, que nunca me iba a abandonar, que lo dibujara como yo quisiera, que si me interesaba se empinaba sobre la mesa y abriéndose las nalgas me mostraría el culo para que se lo dibujara…….. ufffffff, qué calentura….. al fin, solté chorros de mecos en su interior a la vez que sentí mis pies viscosos por la abundante leche que su propia verga vertió.
Pasaron muchos incidentes antes de que, esa misma noche se dispusiera a ser mi modelo nuevamente y fue cuando pude terminar mi tarea que fue calificada con un 100, máxima nota en México.
Eso fue hace ya algunos años, en esa época sólo dos veces más repetimos la acción, siempre con la misma lujuria….. ambos nos buscábamos, pero las actividades y los horarios de cada uno nos impidieron la mayor parte de las ocasiones concretar nuestro deseo. De todos modos, mis puñetas (masturbaciones) a su salud menudeaban, ya mi verga extrañaba ese rico culito comelón y gozoso de ser llenado.
Años después, ya casado él y con hijos en edad escolar, llegó a mi casa con su esposa y mi tía Évila, su mamá, quien me dijo que Moisés siempre le preguntaba por mi, que a ella le daba gusto que aparte de primos fuéramos excelentes amigos.
Después de los saludos de rigor, me dijo Moisés que mi tía y su esposa irían unos días a San Antonio, Texas, USA y que como él no iba a acompañarlas, que llevaban los niños y a él no le gustaba batallar, había pensado en darme «la molestia» de pedirme asilo por esos días. Que no acostumbraba molestar a nadie, pero en casa de mi tía se quedaría solo y al saber que yo sigo soltero y vivo solo, mejor nos hacíamos compañía mutuamente.
Yo le dije que su decisión era muy acertada, que en esta época de vacaciones de invierno yo no tenía pensado salir de la ciudad, sino recorrerla y visitar muchos sitios de interés que se han abierto y que por exceso de trabajo no he tenido oportunidad de conocer, que juntos podríamos hacerla de «exploradores».
La exploración fue total. Sí, como quizá se están imaginando, aunque yo ya no era virgen del trasero, el nuevo encuentro íntimo entre mi primo Moi y yo, incluyó un «plus». Ya les contaré la segunda parte.
Saludos afectuosos y mis mejores deseos para que esta Navidad 2002 y el inicio del inminente Año Nuevo 2003 pueblen sus caminos de éxito, prosperidad, salud, dinero, amor y buena voluntad.
Quedó debiendo la culiada que le dió el primo por el culo
Me calentó mucho la historia