Mi vida en Londres II: en la cúpula del placer
Como ya he contado en mis anteriores relatos, estuve viviendo en Londres durante una temporada, donde lo pasé bomba disfrutando del sexo a tope y sin complejos.
Uno de mis sitios favoritos era una sauna, The Pleasure Dome (La Cúpula del Placer), que visitaba con cierta asiduidad y en la que viví aventuras muy intensas y morbosas.
Aquel día llegué temprano a la sauna, lo que me gustaba hacer, pues a esa hora todavía no había demasiada gente y podía pasearme a gusto y relajarme de verdad en la steam room, antes de que llegara todo el mundo y empezará la acción.
En la entrada me atendió un mulato morenazo que me dio una bienvenida bastante calurosa.
Tengo ojos azules y un buen cuerpo, adquirido en mis sesiones diarias de gimnasio y piscina, lo que puede explicar tal recibimiento.
Pasé al vestuario, como esperaba, no había nadie, me desnudé y anudé la toalla alrededor de mi cintura.
Atravesé la zona de duchas y las salas de descanso y me metí en la steam room, la sala de vapor, ésta me gusta más que la sauna normal, donde el ambiente es muy seco y la temperatura demasiado alta.
Además el vapor y la luz tenue crean un ambiente muy especial, íntimo y misterioso.
Bien, allí, tumbado en un banco se encontraba el morenazo de la entrada, ya desnudo, con su preciosa polla en plena erección, por lo visto en un servicio extra de la casa…
Bueno, al ver ese cuerpazo y esa sonrisa incitadora ni me lo pensé, me arrodillé, agarré la verga con mi mano derecha, me la acerqué a la boca y empecé a mamar.
El mulato comenzó a gemir muy pronto, el fulano estaba realmente caliente, así que arrecié los chupeteos, tragándome hasta el último centímetro de ese poste de carne. Al poco pude sentir las convulsiones previas al orgasmo y me preparé para tragarme las descargas de esperma.
Y estas vinieron, vaya que sí, una tras otra, hasta un total de 4, por lo que apenas pude tragarme toda la leche.
Noté los últimos respingos de esa fantástica polla y luego cómo empezaba a desinflarse. Una buena mamada, sí señor.
Como el chaval debía volver al trabajo se largó sin decir ni una palabra, aunque tuve tiempo de darle las gracias por el regalo de su leche.
A todo esto ya había empezado a llegar un montón de hombres y podía oírse ajetreo por la zona de vestuarios.
Decidí subir al área de descanso para aclararme un poco la garganta, pues allí siempre hay café y zumos a disposición de los usuarios. Tomé un vaso de zumo y me recosté sobre los almohadones.
Enfrente de mí estaba sentado un tío maduro, grande, peludo, en plan oso, que también estaba recostado, mostrando, por debajo de la corta toalla, una hermosa polla circuncidada y un piercing en el pezón derecho.
La polla en reposo ya mostraba un tamaño considerable, así que el descanso que yo iba a tomarme quedaría para luego.
Mirándole fijamente me relamí los labios y él cogió el mensaje enseguida, pues me hizo una señal para que le siguiese.
Bajamos a una de las salas en penumbra, que ya estaba bastante concurrida, y el papá oso se sentó en un banco, quitándose la toalla y ofreciéndome un pollón que crecía a ojos vista.
Sabía que ahí tenía entretenimiento para rato, así que me senté en el suelo, entre las piernas de ese gran macho y comencé a tragar carne.
Calculo que la tranca sólo mediría unos 19 cm, pero el capullo era extremadamente gordo, así que al engullirlo me llenaba toda la boca, debiendo coordinar la respiración por la nariz.
Aquella mamada parecía no tener fin, yo chupaba y chupaba y el gran oso permanecía inmutable, estuve más de 20 minutos mamando sin parar.
Alrededor ya habían 4 o 5 tíos mirando, no podía contarlos bien, pues tenía mi atención en otra cosa y con semejante polla en mi boca apenas podía girar la cabeza.
De cualquier modo, mi oso peludo debía estar disfrutando, pues me acariciaba la nuca y el pelo, como si yo fuera su chiquillo.
Yo, por mi lado, le acariciaba sus enormes y peludos huevos, o jugaba con el anillo de su pezón, retorciéndolo para darle mas placer. Bien, hasta los más resistentes tienen su límite y, tras 45 minutos de mamada, todo un récord, el tío anunció que se iba a correr…
Yo me tragué la polla hasta el fondo y entonces empezó a soltar leche como un surtidor, por lo que me la tuve que sacar de la boca, a riesgo de perecer asfixiado.
Al sacármela el blanco esperma siguió saliendo a borbotones y me llené toda la cara y el pecho de su lefa, me embadurnó por completo.
Pudieron oírse algunos aplausos, pues la faena había sido de campeonato. Con un gruñido se despidió mi gran oso peludo y yo me quedé tumbado en el suelo, intentando recuperar el aliento.
Entonces pude ver que a mi alrededor había 5 tíos, ansiosos por correrse tras el espectáculo.
Algunos tenían la polla grande y hermosa, pero yo me sentía cansado y no estaba por la labor. Mejor me quedaba ahí quieto unos minutos, hasta que pudiera levantarme de nuevo.
Pensé que al ignorarles los 5 fulanos se irían, pero estaba equivocado.
Tres de ellos decidieron que de todos modos iban a correrse y empezaron a masturbarse sobre mí, con la clara intención de darme una nueva ducha de esperma.
Estando ya tan pringado pensé que me daba igual un poco más de leche, así que los dejé hacer.
Como resultado, acabé cubierto de esperma de la cabeza los pies, incluyendo mi polla, sobre la que uno de los fulanos tuvo a bien correrse.
La verdad que era una sensación agradable, estar rebozado en el esperma de 5 hombres me excitaba muchísimo por lo que mi polla, completamente erecta, señalaba al techo, mostrando sus 23 cm.
Decidí permanecer allí un rato más, con los ojos cerrados, disfrutando de la sensación del semen sobre la piel de mi cara, pecho, piernas y brazos.
De repente alguien se agachó a mi lado y, sin decir una palabra, comenzó a lamer mis piernas, engullendo golosamente toda la leche, ya espesa, que me cubría.
La sensación era muy agradable así que le dejé continuar.
Poco a poco, esa lengua prodigiosa fue limpiando todos los rincones de mi cuerpo, excepto la polla, que dejó para el final.
Noté como avanzaba por mi pecho, me succionaba las tetillas y seguía su camino hacia mi cara. Allí fue realmente meticuloso y consiguió limpiarme por completo.
Lamió mis labios con gula y yo los entreabrí para que su lengua entrara en mi boca.
Él aceptó la invitación y nos besamos ardorosamente, de forma que pude degustar parte del esperma que acababa de recoger sobre mi cuerpo.
Abrí los ojos y pude ver un oriental muy joven, 18 o 19 años, delgado, fibroso, totalmente afeitado, que mostraba ahora una gran sonrisa debajo de sus ojos rasgados, del tamaño de almendras.
Tras besarme, decidió acabar lo que había empezado y dirigió su boca a mi herramienta, limpiando primero los huevos y subiendo, poco a poco, hasta el glande de donde surgían ya gotas de líquido preseminal.
Si pensarlo mucho engulló toda mi polla y me proporcionó una felación tan buena como las que yo doy.
Su boca se tragaba todo, hasta las pelotas y subía y bajaba por mi tranca, como si estuviera follando con ella.
Yo, que ya estaba muy caliente, no tardé demasiado en eyacular, ofreciéndole ahora mi propio esperma, que él se tragó hasta la última gota. ¡Estaba claro que el chaval estaba sediento!
Cuando acabó el trabajo me invitó a subir de nuevo al área de descanso a tomar algo.
La noche no había hecho más que comenzar…
Tras tomar otro zumo de naranja y charlar un rato con mi lamedor asiático, que resultó ser indonesio y estudiante de medicina, descansé de nuevo un rato, para reponer fuerzas.
Mi boca ya había trabajado bastante, así que ya era hora de que empezara a trabajar mi culo.
Sólo de pensarlo ya empezaba a notar un cosquilleo en la entrada de mi ano, que ya pedía guerra.
Para la acción más dura debía de internarme por los pasadizos más profundos y oscuros de la sauna, que se encontraban en el nivel inferior del complejo.
Bajar al ese nivel estaba reservado a aquellos dispuestos a todo, con ganas de llegar hasta el final, sin reservas ni complejos.
Para empezar, la toalla alrededor de mi cintura iba a ser totalmente inútil, así que la dejé en un rincón y, ya desnudo, empecé a bajar las escaleras.
La distribución de esta planta es totalmente diferente a la de la superior, no hay más que un laberinto de pasillos y salas medio en penumbra, con muchos rincones en completa oscuridad.
Esparcidos por el suelo se puede encontrar una colchoneta aquí, un montón de cojines allá, aunque normalmente están tan llenos de goterones de esperma que más vale no usarlos.
Por este laberinto se pasean los tíos en bolas, polla enhiesta, buscando sexo extremo: tríos, folladas dobles, grupos…
Cuando más te adentras en él, más perversiones se practican: fist fucking, lluvia dorada, bondage.
Normalmente yo me quedo cerca de las escaleras, donde puedo conseguir una buena follada sin exponerme demasiado a perversiones que nunca me he atrevido a probar.
Cuando llegué al final de las escaleras ya pude ver, entre sombras, la primera pareja follando, el más pequeño estaba de espaldas sobre el suelo, con los pies sobre los hombros de su follador, que bombeaba su pijo dentro y fuera del ano con muchas ganas.
Naturalmente yo apenas podía ver los detalles, pero esa escena la he visto (y practicado) muchas veces, así que seguí adelante.
Tenía que encontrar al hombre que me follara esa noche, y yo no me conformo con cualquier cosa.
Así que empecé a deambular por el primer corredor, buscando a alguien desocupado, pero con cuerpo atlético y una polla que pudiera satisfacer a mi agujero, que es realmente exigente.
A ambos lados del corredor pude ver un par mas de parejas en plena acción, hasta un trío, y sus gemidos interrumpían de cuando en cuando el silencio del lugar.
En una esquina me crucé con un chaval joven, delgado, fibroso, completamente afeitado, que empezó a sonreírme, al tiempo que miraba descaradamente mi pene semierecto y se lamía los labios.
Pasé de largo, pues ahora mismo yo buscaba otra cosa, quizás más adelante…
Y de repente los vi, una pareja de auténticos machos, de unos treinta y tantos, pelo muy corto y cuerpos de impresión.
Él más alto, moreno, ojos grandes, pectorales inmensos, piernas duras y musculosas.
El otro, de mi estatura, castaño, piel bronceada, con una tira de cuero realzando sus bíceps y un culo de caerse de espaldas.
Ambos tenían sus herramientas en descanso, mientras charlaban animadamente.
Estaba claro que eran amigos y que estaban esperando a alguien adecuado.
Cuando me vieron llegar, interrumpieron su charla y me miraron apreciativamente de arriba a bajo.
Como ya he comentado, mi cuerpo no tenía nada que envidiar al suyo, y mi polla semiempinada se mostraba muy prometedora. Les debí de gustar, pues se miraron el uno al otro asintiendo y el más alto, Dick, se dirigió a mí de un modo que resultó muy directo: «YOU WANNA BE FUCKED BOTH WAYS?». Esto es: ¿QUIERES QUE TE FOLLEMOS POR LOS DOS LADOS?
Bueno, ante unas pregunta tan directa sólo hay 2 opciones, sí o no, y desde luego, ante semejantes especímenes, no iba a ser yo el que dijera que no.
Como una imagen vale más que mil palabras, me di la vuelta y me agaché, abriendo con mis manos los cachetes de mi trasero y mostrando mi depilado agujero, al tiempo que empecé a culear un poco.
Dick y su amigo, que resultó llamarse Harry, empezaron a reírse y soltaron un par de obscenidades acerca de lo que iban a hacer con mi culo.
Así que los 3 nos retiramos a una de las salas y sin más preámbulos empezamos la función. Yo me puse de rodillas con ellos 2 enfrente de mí y tomé una polla con cada mano, empezando un suave masaje para ponerlas a tono.
Pude sentir como iban creciendo de tamaño con mis caricias, el pene de Harry estaba circuncidado, estaba alcanzando un tamaño considerable, unos 21 cm, y el capullo, púrpura intenso, empezaba a destilar líquido preseminal; la «cosa» de Dick resultó ser más impresionante, 25 cm y tan gruesa como un pilar, el prepucio recubría un enorme capullo que apenas abarcaba entre mi pulgar e índice.
Acerqué las pollas a mi boca y empecé a lamer ambas con mi golosa lengua.
Mientras, Dick y Harry habían empezado a besarse y acariciarse, dándose gusto mutuamente.
Abrí mi boca del todo y me tragué el pollón de Dick, que me resultaba el más apetitoso. Me lo tragué hasta el fondo, hasta tocar sus huevos con mi barbilla.
Esto sorprendió y entusiasmó bastante al dueño del aparato, pues dadas las dimensiones del mismo no debía ser habitual que lo engullesen de esa manera.
Tengo que decir que mi técnica para mamar pollas es muy buena, he aprendido a relajar la garganta y a coordinar la respiración con el movimiento de mete y saca de la pija en mi boca; de esta manera puedo tragarme cualquier cosa y chupar y chupar sin tener arcadas ni falta de aire.
En fin, que Dick empezó a disfrutar de lo lindo con la felación y Harry empezó a sentirse un poco celoso. Así que me saqué a Dick de la boca y me tragué a Harry, lo que hice con menos esfuerzo. Fui chupando alternativamente los dos mástiles de carne, disfrutando sabor, olor, textura…
Pero aún tenía una sorpresa más reservada para ellos, pues he entrenado la capacidad de mi boca no sólo en profundidad, sino en amplitud.
Y lo que hice fue tragarme ambos pitos a la vez, alojando un capullo en cada carrillo. Ahora era cuestión de respirar por la nariz y usar mi lengua para lamer y jugar con toda aquella carne que llenaba mi boca.
Dick y Harry lanzaron un par de exclamaciones y me dijeron que parara o se correrían los dos en ese momento. Así que paré y me puse de pie enfrente de ellos, para ver lo que querían que hiciera.
Harry me hizo exponer otra vez mi agujero, haciéndome inclinar hacia delante y apoyando mis manos en las caderas de Dick.
Así con mi palpitante agujero expuesto, Harry se agachó y empezó a ensalivar mi ojete, usando su lengua para relajar el esfínter.
En esa posición yo tenía la polla de Dick frente a mí, oscilando de arriba a bajo y totalmente dura y maravillosa. Así que mientras Harry me preparaba por detrás, yo empecé a entretener a Dick por delante, lo que a él le encantó, claro.
Tras la lengua, comencé a sentir 1, 2 y hasta 3 dedos de Harry, que ya había dilatado mi esfínter de manera notable.
Así, tras los dedos vino lo que yo ya estaba esperando desde hace rato: sentí el capullo presionando mi esfínter y de un solo empujón, Harry me la metió hasta el fondo, llenándome de verdad.
Así que allí estaba yo, siendo follado por ambos lados, pues en cuanto que Harry me la había metido, Dick empezó a bombear sus caderas, haciendo que su inmenso pijo entrara hasta el esófago y volviera a salir.
Estuvieron así unos 10 minutos, follándome mientras me decían obscenidades acerca de lo bien que lo hacía y de lo que les gustaba mi culo y mi boca.
Simultáneamente sacaron sus pollas de mi boca y ano, y por unos instantes yo sentí quedarme huérfano.
Sin embargo, sólo ere el relevo, pronto tenía a Dick frente a mí, ofreciéndome su hermoso pene y pude sentir la gran polla de Harry adentrándose en mis entrañas.
Los 25 cm de Harry entraron hasta el fondo con facilidad, lo que de nuevo sorprendió a mi amante, que debía estar acostumbrado a encontrar más resistencia.
La doble follada continuó durante 15 minutos más, que disfruté hasta el último segundo.
Ellos seguían bombeando más y más deprisa, cada vez más excitados y gritando más alto, hasta que finalmente pude oír el esperado: «I’m comming!», que ambos soltaron casi al unísono.
En cuanto sentí que empezaba a llenarme de esperma por ambos lados, apuré la paja que había estado haciéndome y los 3 nos corrimos simultáneamente.
Me tragué toda la leche de Dick, relamiendo hasta la última gota y dejando su polla limpia del todo. Harry había inundado mi ano y todavía seguía bombeando el muy cabrón, aprovechando su propia leche para lubricar mejor, pero en cuanto sacó su pijo me lancé sobre él, para chupar los restos de esperma que quedaban y dejarlo tan limpio como el de Dick.
En cuanto a mí, el orgasmo fue increíble, pues el sentirme usado por los dos lados a la vez me había puesto en un estado salvaje de excitación.
Tras la acción, Dick y Harry habían quedado muy satisfechos y me comentaron que más adentro del laberinto les esperaban unos amigos, invitándome a unirme a ellos.
Yo sabía que si seguía adelante podía pasarme cualquier cosa, pero la doble follada me había dejado en tal estado de excitación, que acepté la invitación sin pensarlo.
Claro, que lo que pasó entonces es ya otra historia…