Mi primera experiencia homosexual

Mi vida fue siempre heterosexual hasta los 21 años.

Fantaseé muchas veces con acostarme con un hombre, pero no pasó de algunas zanahorias y cosas por el estilo.

Leer relatos aquí fue lo que cambió mi vida.

Me animé y puse un aviso en internet buscando conocer hombres como yo, y luego de tres meses recibí respuesta.

Era un profesor de literatura, de Montevideo, que tenía experiencia sexual con hombres, y se había interesado en mi aviso.

Luego de varias charlas por correo electrónico quedamos de vernos.

Me dijo como era su auto y yo lo esperé en una esquina de 18 de Julio.

El sabía que era mi primera vez, por lo que se adaptó perfectamente a la situación y fue muy cuidadoso.

Estuvimos dando vueltas y charlando de todo un poco, hasta que a mi me requemaba el bocho y le propuse pasar a la acción, por lo que fuimos a un motel.

Jamás en mi vida había entrado a uno.

Prendimos la televisión y nos desvestimos. Yo no sabía que hacer y me puse a mirar la película que había.

El se acercó y comenzó a besar mi espalda, cosa que me hizo cerrar los ojos.

Me acosté, y él se puso a lamer mi pene, cosa que me apasiona.

Yo, para no ser menos hice lo mismo, y en un momento estábamos chupándonos mutuamente.

El se acostó boca arriba y me dijo que me subiera sobre él, pero al revés.

Así lo hice y continué mamando su ya erecta verga, pero él, en vez hacer lo mismo comenzó a penetrar mi virgen hoyito con su lengua.

Para que contarles, eso me hizo estremecer sobremanera.

Casi me desmayo del gusto y empecé a mamársela con más ganas.

El me metió un dedo, y al ver que mi culito era demasiado estrecho tomó una crema y comenzó a ponérmela.

Ahí comenzó nuevamente a introducir sus dedos, y cuando ya tenía tres dedos dentro, me dijo que me quería penetrar.

Yo, que lo esperaba hacía tiempo, no puse objeciones, por lo que se puso un preservativo y me hizo acostar boca arriba. Levantó mis piernas y comenzó a meter su puntita.

Pensando que me iba a doler, él sólo me ponía la cabeza, pero yo estaba desesperado y empujaba mi culito hacia él, buscando que me entrara toda.

Así lo hizo y yo me moría del gusto.

Me bombeó y me bombeó hasta que acabó, y a mi me excitó muchísimo ver la cara de gozo de un macho gracias a mí.

Estuvimos un ratito y me pidió metérmela nuevamente, a lo que accedí gustoso.

Esta vez se puso el condón y se quedó acostado, para que yo me subiera y lo cabalgara.

Mi excitación era tal, que tuvo que detenerme, ya que mi cabalgata era brutal y lo iba a dejar sin aire.

Me puso en cuatro patas y volvió a clavarme, hasta que quedó completamente vacío.

Nos vestimos y nos fuimos, y jamás volvimos a encontrarnos nuevamente.

Yo no acabé en su presencia, y al llegar a casa me hice una paja monumental, mientras acariciaba mi desvirgada colita.