Mi mochila, Arjona y el alumno
Los parlantes del equipo de sonido retumbaban con Arjona cantando «Si el norte fuera el sur «.
Menos de diez minutos antes había entrado al apartamento que rentaba en una populosa zona de la ciudad, de regreso del trabajo que ahora me permitía ser mas independiente.
Había puesto mi ahora veterana mochila negra en el sofá, me había quitado los zapatos, había hecho una limonada instantánea y luego me desvestí para irme a dar una refrescante ducha.
Afuera estaba haciendo un calor insoportable y sabia que me tenia que apurar pues Luis y Vicky llegarían en solo cuestión de minutos.
Eran dos muchachos, creo que eran novios no oficiales de esos que no lo quieren dar a conocer pero se cogen de vez en cuando, a los que les estaba dando una tutoría en ingles.
Estudiaban en la universidad, cerca de donde yo vivía, y eran amigos de unos amigos de unos amigos míos.
Y ya que había aprendido ingles en mis estudios en Estados Unidos de vez en cuando me ganaba unos dólares extras haciendo esta clase de tutorías.
Sali de la ducha con solo una toalla alrededor de la cintura, y escuche que tocaban a la puerta.
«Ni modo, voy a salir así medio desnudo y mojado»- pensé. Abrí la puerta y vi el rostro juvenil de Luis. Me sonrió.
«Buenas tardes»- me dijo.
«Hola, adelante»- le invite mientras notaba que venia solo.
«Acaba de llegar?»- me pregunto mientras ponía su mochila al lado de la mía (como una premonición de lo que sucedería) y se dejaba caer en el otro sofá y yo me acercaba al estéreo para que Arjona no me interrumpiera mis palabras.
«Si, me agarraste en la ducha»- le conteste mientras pasaba frente a el dirigiéndome a la cocina -«Quieres una limonada?»
«Por favor»- me dijo el mientras se tomaba la camisa con dos dedos dándose aire en su pecho. Mientras servía la limonada pensé que Luis era atractivo, cosa que ya había pensado antes, con su estilo de estudiante revolucionario, cabello lacio largo recogido en una cola, barba delicada muy rala, y con unos ojos expresivos y vivaces.
«No viene Vicky?»
«Se sentía mal…dijo que yo aprendiera por ella, ahora»- me contesto mientras me acercaba con el vaso de limonada fría.
«No te quieres dar una ducha?»- le pregunte en una jugada audaz -y quizá tonta de mi parte- se que esta haciendo mucho calor y los ventiladores no ayudan mucho -trate de justificar mi invitación.
«No…gracias…»- me contesto Luis con un dejo de indecisión.
«Vamos…te traigo una toalla…no hay problema…»- presione.
«La verdad es que esta haciendo calor…»- dijo el.
Camine hasta el armario del pasillo y saque una toalla.
«Toma…date un duchazo…te caerá bien…»- le dije extendiendo mi mano para darle la toalla blanca.
Luis se puso de pie y coloco su vaso sobre la mesa de vidrio que tenia a un lado del sofá.
«Bueno…»- dijo mientras tomaba la toalla.
«Eso si…no se vale que te vuelvas a vestir…porque yo no estoy vestido y casi me miras en cueros…»- otra jugada arriesgada. Esta vez Luis no me contesto, solo se metió a la ducha. Escuche como caía el agua y me imagine aquel cuerpo sudoroso siendo lavado por aquel liquido fresco. Ajuste el volumen del estéreo para que se escuchara como un fondo para mi conquista, que a esas alturas ya estaba decidido a hacer.
Me senté en el sillón extendiendo mis piernas para que se me notara bien una de ellas, pues la toalla no me daba por completo para taparme, y además para que mi bulto quedara ajustado debajo de ella.
Di un par de tragos a mi limonada cuando escuche que Luis salía de la ducha.
Cumpliendo con mi pedido solo traía la toalla puesta.
Su pecho tenia un par de tetillas chicas que se miraban sabrosas y cuando sentí el olor a jabón, a hombre recién duchado sentí como mis hormonas comienzan a controlar mi verga.
«Puedo dejar la ropa allí?»- me pregunto con un poco de nerviosismo.
«Claro… no te preocupes…te cayo bien, verdad?»- le dije mientras pasaba frente a mi y miraba como las gotitas de agua permanecían pegadas a su torso juvenil.
«Muy bien!»- expreso sentándose y tomando su vaso con limonada.
Lo volví a ver mientras platicábamos sobre los estudios, su familia, sus planes.
De vez en cuando hacia algún movimiento que me permitía observar sus piernas hasta la obscuridad donde se encontraba su verga.
Poco a poco fui tocando el tema de la intimidad para explorar mis posibilidades.
«Me pongo caliente cuando estoy desnudo»- le confesé tratando de que tomara el anzuelo.
«Por que tiene alguien mas desnudo frente a usted?»- la pregunta me desubico por unos segundos. Quería algo conmigo o no?
«No, porque te tengo a ti desnudo»- le dije en mi mas arriesgado movimiento.
«Usted es gay?»- ahora si era el momento de la verdad. Por que me preguntaba eso? Como le contestaria?
«No, pero no hago discriminacion…me gustan igual las mujeres que los hombres…y tu estas incluido…»- observe su reacción. Me quito la mirada por unos segundos, suspiro y dejo el vaso casi vacío a un lado.
«Le gustaría tener sexo conmigo?»- este muchacho hacia preguntas directas, de eso no había duda.
«Mucho»- le conteste poniendo mi vaso a un lado. El se levanto, dio un paso hacia mi sillón y con una mano temblorosa me toco mi pecho velludo.
«Pero sola esta vez»- me dijo. No comprendí el pedido, pero no iba a desaprovechar esa oportunidad.
Tome su cara con mis manos y acerque mis labios carnosos a los suyos.
El cerro los ojos y nos dimos un beso, al principio muy tímidamente, pero luego se encendió con el calor que imperaba afuera.
Su mano seguía sobre mi pecho, pero poco a poco se fue poniendo menos tensa y temblorosa para comenzar a jugar con mis vellos, luego mis tetillas y finalmente con mi ombligo.
Puse mi mano sobre la de el y la guie hasta el borde de la toalla.
El estaba de rodillas a un lado mío mientras yo permanecía acostado en el sillón.
Sentí como su toalla caía al piso mientras se movía hacia mi, se puso encima de mi y me abrió la toalla. La sensación de tenerlo encima me puso a mil.
Sentir aquella suave piel que rozaba con la mía me encendió mas allá de la descripción. Y cuando su verga toco la mía sentí que estaba en las puertas del edén.
El se movía suavemente de arriba hacia abajo frotando nuestras vergas en el proceso mientas mis manos exploraban su espalda, sus nalgas y hasta donde podía alcanzarle sus piernas.
El se detenía de vez en cuando para bajar con su boca hasta mis tetillas y mordisquearlas.
Luego nos seguíamos besando apasionadamente por otros minutos.
Yo sentía como su verga caliente se introducía de vez en cuando entre mis piernas sobando mis huevos y llegando muy cerca de mi culo excitado.
No lo tenia planeado así, pero me di cuenta que Luis me iba a coger y que seguramente yo lo iba a disfrutar.
«Usted esta rico»- me dijo el levantando su mirada por primera vez hacia mi.
«Y tu Luis estas delicioso»- le dije viendo como el pelo caía libremente ahora al haber perdido la cola que lo sostenía. Su cuerpo delgado, moreno claro y recién lavado era como un manjar para mis ojos, para mis manos, para mi piel que lo tenia tan cerca.
Continuo con su movimiento rítmico hasta que poco a poco, y con la ayuda de su mano, puso su glande en mi esfínter.
Yo me abrí lo mas que pude para facilitar la posición. El volvió a abrir los ojos y esta vez me miro directamente a los míos.
«Me lo voy a coger»- era como el alumno pidiéndole permiso a su profesor.
«Hacedlo»- le dije en tono que sonó mas autoritario de lo que pensé.
Sentí lo gordo de la verga que tocaba levemente el circulo alrededor de mi hoyo que a estas alturas estaba hambriento por recibir aquel macho.
Lo detuve con mi mano y puse saliva en ella para ayudar en la penetración.
El pene de Luis estaba tan lubricado y yo tan preparado para recibirlo que entro como la segunda velocidad en un carro nuevo.
Sentí aquel pedazo de carne, que ni siquiera había visto, abriéndose paso por mi orto y creí que estaba palpando el paraíso terrenal.
Luis puso sus fuertes brazos a un lado de mis hombros y comenzó a hacer lagartijas mientras mis piernas se apoyaban en sus hombros.
De vez en cuando se detenía por un instante y me besaba y lamia la punta de mi verga parada.
«Que delicioso Luis…que delicioso…»- le susurraba mientras escuchaba a Ricardo Arjona que cantaba algo sobre «yo te encontrare, no habrá sitio en el mundo, donde te escondan te hallare, yo te encontrare».
Luis, mi alumno, siguió cogiéndome por unos diez o quince minutos mas de una manera tan delicada, tan suave que me hizo permanecer en éxtasis por todo ese espacio de tiempo.
«Me vengooooo!»- me dijo mientras yo miraba como la yugular se le hinchaba en su cuello. Sentí el chorro de semen siendo disparado dentro de mis intestinos mientras me tomaba mi verga para ayudar a acabar. Mi semen salto sobre mi abdomen y mi pecho.
Luis tomo mis piernas, me las beso y las puso otra vez abajo de el, aun con su verga dentro de mi se puso nuevamente en la posición que comenzamos, sin importarle llenarse con mi semen y me beso apasionadamente.
«Esta es la mejor clase de ingles que he tenido…creo que se dice ‘I enjoyed it’, verdad?»- me dijo mientras sacaba su verga de mi culo abierto.
«Así se dice»- le conteste mientras trataba de recuperar mi aliento.
El me volvió a besar y se acerco a mi oído, como si alguien mas estuviera allí y no quisiera que oyera.
«Esta fue la única vez…»
«Ya tendremos tiempo para hablar de eso…cuando nos duchemos juntos…» – mi susurro se confundió con la voz de Arjona que decia algo así como «Que hubiera escrito Neruda, que habría pintado Picasso, si no existieran musas como ustedes, mujeres».
A quien le importaban las mujeres en aquel momento!