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Loca pasión

Cuando el hombre que amaba desapareció de mi vida por aquellas circunstancias que ni la vida misma te puede explicar, quedé destrozado.

Desde hacía años le había entregado poco a poco todo mi sentir, mis deseos enloquecidos.

Vivimos momentos de amor inolvidables que aún recuerdo en las noches.

Cuando despierto sobresaltado como sintiendo que él está en mi recamara, posado a mi lado y deslizando sus manos de hombre sobre mi piel, en el instante menos pensado, estoy gimiendo y gritando su nombre e imaginando que está dentro de mí, poseyéndome, haciéndome suyo.

Tiemblo reviviendo esos instantes sublimes en que mi razón se nublaba cuando el éxtasis compartido por nuestros cuerpos unidos y convertidos en uno, llegaba al momento culminante de una entrega total.

Quedé, en realidad, durante varios meses dolido en mi interior, y reclamaba a Dios por qué él tenía que haber sido víctima de una violencia absurda.

Pero ya nada se podía hacer. Poco a poco fui entendiendo que la vida tenía que seguir.

En aquél abril, ya me sentía un poco recuperado y decidí ir a un cine, estando en él vi una escena muy excitante, que me dejo inquieto.

Sentía ese cosquilleo, que te turba todo y tienes que hacer algo. Pensé en ir a mi oficina y masturbarme.

Llegue allí, me desnudé y comencé a acariciar mi cuerpo.

De pronto vi el periódico sobre mi escritorio, en la página que mostraba los clasificados.

Al tomarlo vi algunos de esos sitios gay, anunciando que iban a presentar una obra de teatro muy “especial” y dejaban entrever que habría una orgía en el escenario. Tomé el teléfono y llame. Me contestó una voz varonil.

Al escuchar a ese hombre dándome la explicación de lo que ofrecían se me aceleró el corazón, tenía un poder seductor que me hizo comenzar a masturbarme mientras escuchaba sus palabras. Creo que debió percibir algo, tal vez mi respiración, porque me preguntó que si había subido unas escaleras corriendo.

Le dije que no, que si me lo permitía, simplemente le diría que tenía un tono de voz muy hermoso y que debería trabajar en la radio o la televisión. Le pregunté su nombre y me dijo: me llamo Efraín. Le dije que tenía un nombre muy lindo y que iría el día del evento que era un sábado en la noche. Yo hablé con él un martes.

Debo manifestar, que ese día después de hablar con Efraín me masturbé con la excitación que me producía el retumbar de sus palabras en mis oídos. Lo imagine allí, conmigo penetrándome y sintiéndome en sus brazos. Lo imaginé, alto, moreno, velludo y con una verga de al menos 17 cms., gruesa y venuda., con una cabeza redonda y provocativa, capaz de enloquecer mi vida hasta más no poder.

Pasó el miércoles, y nunca me abandonó ese deseo que Efraín hizo surgir en mí, con solo escuchar su voz. El jueves ya casi siendo las siete de la noche, pasé frente al club donde trabajaba Efraín y en el cual se daría el evento anunciado. Era un club gay, donde también había travestis.

Yo seguí de largo en mi auto, pero al pasar frente al club pude ver a un hombre que salía en ese momento del club, me dio la sensación de que antes de cerrar la puerta daba algunas instrucciones a alguien con cierta propiedad, por lo que me pregunté en cuestión de milésimas de segundos, si ese hombre sería Efraín.

La imagen de aquél macho, me confundió, hizo entrecortar mi respiración, mientras mi auto avanzaba hacia mi casa. Fueron casi veinte minutos de recorrido, cuando una fuerza extraña que me invadió me hizo dar vuelta y tomar rumbo hacia el club. Me dije a mi mismo, hoy quiero, conocer a ese hombre, estoy seguro que él es Efraín. Avanzaba y me sentía ansioso; tenía nervios, pero estaba decidido.

Al llegar al club, ingresé en una zona de parqueo aledaña a la entrada principal, la cual tenía una pesada puerta metálica color café, y una ventanilla pequeña que se abría para que desde el interior y con la seguridad debida se preguntará a quien llegaba, que se le ofrecía. Así sucedió cuando pulsé el timbre.

Una mujer abrió la ventanilla, me preguntó que si deseaba algún servicio especial o un masaje. Como instintivamente, le dije que deseaba un masaje, que me sentía algo tensionado y que sería una gran idea relajarme de esa manera.

Ella me abrió puerta y al entrar vi al hombre que había visto antes cuando pase frente al club. Nuestras miradas se cruzaron y me detuve mirando de frente pero muy tiernamente sus ojos negros. Hice una pequeña sonrisa, de manera muy tímida y él me dijo sonriendo, hola bienvenido. Ven a la barra y te explico cómo es el servicio que te podemos brindar. Mi corazón latía a mil. Al escuchar su voz, inmediatamente reconocí que era el hombre que me había atendido por teléfono. Era Efraín.

Al estar en la barra frente a él. Le pregunté, tú eres Efraín, verdad? Y como sorprendido me dijo, sí, me conoces? No, pero si conozco tu voz. Yo soy Yairi Paolo, recuerdas que llamé el martes pasado para preguntar por el evento del sábado. Me dijo, claro, recuerdo tu llamada. Y te confieso que estaba ansioso de que llegara el sábado para conocerte.

Le dije, que no había resistido la tentación de venir antes, porque su voz tan hermosa me sonaba como un eco en mis oídos y me producía como una energía atrayente, que me había hecho venir desesperadamente para conocerlo. Él sonrió, y me dijo: gracias. Bueno, te invitaré, como cortesía de la casa, a un cóctel. Acepté encantado.

El siguió al otro lado de la barra y pude apreciarlo mejor cuando se desplazó para cambiar un cd de Julio Iglesias que sonaba en ese momento. Vi claramente todo ese paquete hermoso y abultado en su entre pierna y me sentí súper excitado. Sus 1.80 de estatura, su complexión atlética como de gimnasio, tenía bigotes algo poblados, y unos ojos negros intensos que brillaban cuando ese hombre me miraba y me hacía sentir mil sensaciones indescifrables. ¡Estaba enloquecido!

Se acercó a mí y me dijo: bueno Yairi que quieres hacer: te puedo llamar a un chico, aquí hay un catálogo para que escojas a alguien que te guste. O a un travesti, señalándome otro catálogo. Los miré durante algunos minutos y realmente había unos chicos divinos y unos travestis hermosísimos. Pero ahí estaba él y cuando levanté la mirada y vi sus ojazos penetrantes le dije: deseo que tú me des el masaje que necesito. Él se sorprendió y me dijo: espera a ver si Rosa me reemplaza mientras yo te doy el masaje. Se retiró y me pareció una eternidad mientras volvía. Al regresar desde una pequeña sala a la cual había entrado me llamó, me dirigí hacía él y cuando iba a entrar Rosa salía yendo hacia la barra a reemplazarlo. Me tomo de la mano y me dijo: ven, subamos a la segunda planta para atenderte como te lo mereces, quiero que disfrutes el masaje más placentero de tu vida. Al escucharlo me estremecí y le dije: Gracias Efraín, eres muy tierno y no sabes cuánto te agradezco que seas tú quien vaya a compartir este momento conmigo.

Entramos a una habitación donde vi una cama en forma de corazón, inmensa. Y sobre ella un espejo grandísimo. Él se sentó en la orilla de la cama, aun teniéndome la mano agarrada y me haló quedando sentado en sus piernas. Lance un pequeño gemido de sorpresa y él me abrazó, diciéndome al oído: Puedo quitarte la camisa e irte desnudando poco a poco? Le dije también muy suavemente, como susurrándole: claro, no te detengas. La forma como lo hacía me hizo entender que era un hombre que sabía lo que hacía, se le notaba la experiencia. Me sentí seguro, protegido, en los brazos de Efraín.

Cuando me quito completamente la camisa, comenzó a acariciarme con las yemas de sus dedos y yo temblaba de emoción. Sentía esos cosquilleos por cada pedacito de mí y lo abrazaba con desespero. Le decía: Que rico, Efraín. Que rico.

Fue hacia mi pantalón y lo abrió con una agilidad que quedé pasmado. Me recostó en la cama y fue bajando el pantalón. Cuando me lo había quitado todo, pudo apreciar que mi interior era un hilo dental, blanco, como los que siempre acostumbro a utilizar desde que vivo mi sentimiento como gay. Me dijo: Sabes que es muy excitante ver ese hilo dental entre tu tierna raja y ver como contrasta con tu piel morena. Le dije: Ay! Tan divino, me encanta que te guste. Me respondió: Y ni que decir de ese culo tan paradito y tan redondito. Te lo voy a masajear. Sentí sus manos de macho en celo apoderarse de mi culo, me toco allí, en todo el centro y me hizo ver estrellas, fue con el dedo pulgar, y después fue pasando dedo por dedo, mientras yo lanzaba gemidos de locura. Entonces, sentí la humedad de su lujuriosa lengua mojar mi esfínter, el cual involuntariamente producto de esa alucinación de deseo, comenzó e efectuar espasmos abriéndose y cerrándose, como pidiendo verga a gritos. Me fue metiendo su lengua, la cual manejaba como un pintor parisino maneja su pincel. Y como me tenía boca abajo, me sentía dominada por ese hombre que apenas estaba conociendo pero que con solo tocarme, de la misma manera estaba enloqueciendo mis sentidos.

Se detuvo y se separó de mí, suavemente. Me dijo: Muñeca, quédate así, boca abajo, cierra los ojos e imagina que te estoy acariciando. Yo lo hice mientras sentía su respiración agitada. Podía escuchar cómo se iba quitando la ropa. Cuando se hubo quitado la ropa y estaba completamente desnudo. Me dijo voltéate lentamente y solo abre los ojos cuando yo te lo ordene. Me sentí dominada y sumisamente, enloquecida de pasión, le obedecí. Él era mi macho en ese momento; yo era su mujer. Y quien manda es el macho…..una se entrega y se derrite en sus brazos. Escuche su voz: fue una frase firme pero candente y llena de excitación. Mírame! El espectáculo era increíble, el hombre más divino que jamás había visto estaba como Dios lo había traído al mundo ante mis ojos. Su verga ya en erección se alzaba imponente ante mis ojos y estaba tan cerca de mí que tuve que hacer un esfuerzo gigantesco para no abalanzarme sobre ella y devorarla de una mamada.

Fue, entonces, cuando él, con sus brazos musculosos y firmes me rodeó por las caderas y me empujó hacia el centro de la cama, mientras se inclinaba sobre. Sentí el calor de su piel y su boca frente a la mía. Me miró con una varonil ternura y cerrando los ojos fue lentamente uniendo sus labios a los míos y yo enajenado totalmente, entre abrí los labios para recibir el primer beso de un hombre. Ha sido la sensación más divina. Todo se confundió en mi mente y mis sentimientos, en ese instante cuando su lengua y sus gemidos se apoderaban de mí, le correspondía con más pasión y casi sintiéndome mujer. Estaba allí, dominada por Efraín y anhelaba que ese instante fuera eterno. Fue su voz la que me volvió a la realidad, cuando me dijo: abre un poco las piernas. Abrazándolo lo hice y sentí que sus dedos me tocaban la entrada de mi huequillo lubricándolo tiernamente. Sentía como ponía entre mis nalgas una crema cálida preparando el momento que desesperadamente mi cuerpo pedía a gritos.

Levantó mis piernas y las apoyó en sus hombros, él estaba arrodillado en la cama y tenía mi culo allí abierto y dispuesto para una entrega total. Su verga inmensa de al menos 19 cms. Apuntó hacia mi cavidad enloquecida y al sentirla justo en la entrada misma, me relaje toda al tiempo que él comenzaba a empujar, firmemente pero con ternura. El corazón se me salía, mi respiración se entrecortaba y mis gemidos iban en aumento, pidiéndole que no se detuviera. Cuando ya me la había metido toda, comenzó a embestirme una y otra vez, demostrando su poderío de macho y haciéndome sentir mujer.

Fueron como quince minutos frenéticos donde ese hombre me poseía y hacía temblar lo más recóndito de mí ser, de pronto me dijo: mi amor, me vengo! Grite: desesperada….hazlo en mi boca! Saco su verga de mi culo y yo como una gata golosa prepare mis labios poniéndome en la posición más cómoda para recibir ese manjar. El primer trallazo de leche fue abundante y espeso…me cayó en toda la lengua y ávida lo lleve hacia mi garganta, cuando el segundo trallazo de ese macho divino inundo toda mi boca, y atragantada, salían gotas por la comisura de mis labios…yo trataba que ni una sola gota se me saliera de mi boca…. le pertenecía a Efraín en cuerpo y alma…y allí en ese instante nació mi gran amor por mi Efri. Quede jadeante y lo abracé….el me abrazó y susurraba palabras tiernas en mi oído mientras me pedía que volviera el sábado. Lo que sucedió aquella noche de inauguración del club fue maravilloso…pero después se los contaré.

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