La historia que me marcó para toda la vida

Hace tiempo que escribí mis experiencias de amor y sexo en mi vida, no es mi fantasía es mi realidad, lo hice en forma de diario aunque en pocas partes, ahora que encontré este lugar en la red me gustaría compartirlas con ustedes.

Desde muy pequeño cuando empecé a tener noción de la atracción sexual me di cuenta que me sentía atraído por los otros chicos, a los que miraba e imaginaba, me gustaba sobremanera cuando en nuestros juegos nos tocábamos o nos rozábamos me encantaba caminar con alguno que me tomara de los hombros y en los juegos de escondite me ponía bien juntito a alguno tocándolo descuidadamente o facilitándole a alguno de ellos que lo haga.

Todo transcurría así hasta aquel caluroso domingo que marco mi vida para siempre, tenia yo once años cuando ese día como a las tres de la tarde llegue a la casa en busca de mi amigo y compañero de escuela, con la intención de recuperar un cuaderno que le había facilitado, en la puerta me atendió Eduardo su hermano mayor un chico de dieciocho años, me invito a pasar y ya adentro me dijo que tome asiento y espere que enseguida vendría Alberto me pregunto si quería escuchar música y ante mi respuesta afirmativa puso una música suave y se retiró.

Al cabo de unos minutos regresó se sentó a mi lado y me explico que su hermano había salido pero regresaría en un par de minutos que el no tenía problemas si yo quería esperar, yo le dije que si era así prefería esperar pues necesitaba el apunte que buscaba, así él empezó a contarme cosas que pretendía afirmar tocándome suavemente en el hombro, brazo, en la mano, hasta que apoyo su mano en mi muslo desnudo ya que por el calor yo tenía un short y una blusa muy liviana, esta caricia me provocó una sensación de deseo que yo realmente no conocía pero me resultó por demás agradable el percibió esto porque se acercó mas a mi lado y empezó a acariciarme las piernas mientras poco a poco llevaba su conversación hacia el sexo, yo estaba aterrorizado y no podía decir palabra, la falta de respuesta mía el la tomo como permisiva y mientras profundizaba sus caricias y sus besos me decía que no tenga vergüenza de demostrar eso, ya que él sabia por su hermano que a mí me gustaba que me toquen los varones y que si yo me brindaba, con él sería muy feliz.

No sé si me brindé lo que estoy seguro es que no puse la menor resistencia a sus incursiones y también respondí a sus caricias con inmenso placer, luego de un tiempo mas de acariciarnos cada vez con mas libertad y deseos, me tomo de la mano me levanto y me dijo que fuéramos a su dormitorio, también esta vez me deje llevar sin responder palabra. Ya en su habitación me saco toda mi ropa, también el se quito la suya y nos metimos en su cama desnudos los dos, le dije que tenia miedo que viniera alguien y me tranquilizó diciendo que nadie vendría en toda la tarde.

Me abrazó dulcemente, el contacto de nuestros cuerpos desnudos me provocó una hermosa sensación que me dejó indefenso, él comenzó nuevamente con sus caricias, su boca buscó la mía y me besó largamente, su lengua me invadió recorriendo toda mi boca, sus manos volaban por todo mi cuerpo y yo en un verdadero éxtasis trataba de facilitarle la tarea en la que estaba empeñado.

Rompió el prolongado silencio para decirme que también yo tenía que acariciarlo, tomó mi mano y la llevo a su verga me asusto su tamaño y su rigidez, era enorme nunca pensé que pudiera existir una cosa tan grande, me quedé inmóvil con su miembro en la mano sin saber que hacer, él entonces me explicó como tenía que mover mi mano para darle mas placer y que con la ora le acariciara todo el cuerpo como el lo hacía conmigo, así lo hice y estuvimos largo tiempo extasiados uno con el cuerpo del otro, el me acariciaba y besaba todo me chupo las tetillas lo que me provocó mucho mas placer.

Luego me pidió que me volteara con la espada hacia arriba y repitió las caricias y besos, me besaba y lamía todo mi cuerpo, me mordisqueaba suavemente las nalgas y me lamía hasta que llegó a mi agujerito, allí su lengua hizo estragos con movimientos rotativos y penetrantes sentí que entraba y salía dándome tanto placer que no podía evitar los gemidos de dicha, fue allí que tuve mi primer orgasmo.

Después de un tiempo tomó un pote de crema que tenía sobre la mesita, untó bien su verga y se vino encima mío, sentí que la punta de tan enorme cosa pujaba por entrar en mi culito con delicados empujoncitos que él le daba, al comienzo no le fue fácil pero por fin lo logró.

No pude evitar un grito de dolor, mas que dolor era como un ardor inaguantable mi esfínter daba contracciones involuntarias que me provocaban mas dolor aun, mi grito hizo que Eduardo se quedara inmóvil en esa posición y trato de explicarme que la primera vez siempre dolía pero que si yo colaboraba me dejaría de doler, me pidió que me aflojara, que ponga el cuerpo blando, estuvimos así un tiempo hasta que me pregunto si me pasaba, yo respondí que si me estaba pasando, el comenzó con movimientos muy suaves que ya no me daban tanto dolor aprovechando cada movimiento para entrar un poquito mas, lo hacia con tanta suavidad y ternura que empecé a sentir mucho placer, el empezó a agitarse y gemir, sus gemidos se hicieron casi gritos: Acabo dentro tuyo…me repetía y su cuerpo cada vez se convulsionaba con mas fuerza. Hasta que de pronto sentí sus contracciones y descargo en mis entrañas un fuerte y caliente chorro de semen, este fue el detonante de un intenso e interminable orgasmo que tuve el que me hizo convulsionar mi cuerpo repetidamente, hasta que al fin los dos quedamos inmóviles, extenuados, yo sintiendo sobre mi cuerpo todo el peso de quien era el autor de tanta felicidad.

Después de unos minutos cuando recobramos el sentido, Edu con todo su orgullo machista satisfecho me hizo ver que en medio de tanto placer y contorsiones de nuestros cuerpos había logrado sin dolor de mi parte penetrarme completamente, todo su enorme miembro estaba dentro mío, lo que certificó empujando suavemente demostrando que más no podía.

Después de unos minutos cuando su pene se puso flácido se retiró, nos abrazamos y se quedó por largo tiempo acariciándome, besándome, agradeciendo lo que había hecho por él y me juraba que pronto lo repetiríamos.

Luego propuso que nos laváramos y vistiéramos porque ya era tarde, allí cambió la historia de ese día pues a nosotros que éramos los dueños de todo el placer, nos invadió el terror cuando al levantarme vimos en la toalla que Edu puso sobre la cama para no ensuciar, la sangre que había salido de mi cola, me llevó al baño, me lavó y luego de asegurarse que no había mas sangre me hizo vestir y me sugirió que me fuera y descansara, no sin antes prometer y jurar que a nadie contaría lo sucedido me fui despaciosamente ya que el gran dolor que tenía no me permitía caminar mas deprisa, un dolor inmenso, hermoso, sublime.

Con los años comprendí que ese dolor había sido el fruto de un hermoso acto de amor, por eso digo que ese día marcó mi vida porque a partir de allí me enamore de Eduardo, lo amo locamente y lo amare mientras viva.