Espectadora en secreto de las experiencias homosexuales de su amigo
Cuando le conté a Inés que era gay cambió todo entre nosotros.
Surgió una naturalidad y una confianza de la que nos sentíamos orgullosos.
Siempre le he contado todos mis secretos hasta hacernos los mejores amigos.
Además sabía que mi secreto estaba a salvo con ella y eso era muy importante ya que en mi trabajo y sobre todo en mi familia seria terrible que esto saliera a la luz, sería mi perdición.
Creo que con el tiempo he conseguido que se desinhiba en lo referente al sexo, en convencerla de que es natural y, mas aún, algo bueno y que nadie debería desaprovechar.
Tengo que reconocer que a veces me alegro de ser gay porque si no seguro que habría hecho alguna burrada por ella, es realmente preciosa, y tiene unos pechos que vuelven loco a mas de uno, aunque estoy en condiciones de asegurar que no lo había hecho con nadie, al menos hasta que pasó esto, ni siquiera tenía novio.
Una de las veces que yo le hablaba de mis ligues, cosa que afortunadamente hacíamos a menudo, la encontré más curiosa de lo normal, me preguntaba hasta el más mínimo detalle; esto para nada me molestaba, lo que pasaba es que notaba que se estaba poniendo bastante cachonda, supuse que el sexo normal y corriente era algo que ya estaba muy «trillado» y a ella le iba el morbo puro y duro.
Supongo que pequé de vanidoso cuando empecé a pensar que se me estaba insinuando, que ella quería aliviarse el calentón que tenía encima y pensaba «tampoco le va a importar». Pero realmente si me importaba, no estaba seguro de si me iba a gustar y además no sería nada bueno para nuestra amistad.
Conseguí enfriar la situación, aunque estaba seguro de que ella seguía caliente y me sentía mal por dejarla así.
Entonces tuve una idea que al principio me pareció descabellada pero que entre el morbo que supondría y el querer hacer un favor a mi amiga fue tomando forma, y después de una llamada ya estaba en camino Alex, con quien en ese entonces me encontraba a menudo.
Era un chico dos años mayor que yo, muy masculino, moderadamente velludo, de carácter fuerte.
Yo era algo así como su puta, él tenía novia pero de cuando en cuando venía a mi casa a buscar un agujero donde desfogarse, eso si, en todo caso le hubiera pagado yo a el por sus servicios porque tenia un polla sin ser exageradamente grande, si la mayor que yo había probado. – ¿A quién has llamado? – preguntó Inés
– A Alex, del que te he hablado antes – respondí
– Bueno, supongo que os tendré que dejar solos –
– Para nada, ¿no tenías curiosidad por nosotros? Le he llamado para que nos veas en plena faena. Puedes mirar perfectamente desde la habitación que está enfrente de la mía, allí nadie va a entrar ni a mirar hacia allí.
– Esto es una locura, yo me marcho
– Inés, entiendo que estés nerviosa pero si tienes valor podrás ver eso que estás deseando. Si lo estoy haciendo por tí.
Estuvo unos momentos pensativa, y a cada segundo estaba más convencida.
En ese momento se oyó el ascensor y seguidamente el timbre – Ya no te puedes marchar… ahora si quieres cierras los ojos y te tapas los oídos.
– No dijo nada así que fui a abrir la puerta. Allí vi algo que no me gustó nada, Alex venía con un amigo de similares características, pero más corpulento. Me le presentó, se llamaba Jose. No me dio buenas sensaciones. Cualquier cosa que se saliera de lo habitual podía ser peligroso para el plan que yo tenía. Al pasar por el pasillo no vi a Inés, y estaba seguro de que iba a mirar todo lo posible y quizá a masturbarse.
Sin pensárselo dos veces empezaron a quitarse la ropa, yo hice lo mismo y cuando la polla de Alex quedó libre me la metí en la boca entera ya que todavía no estaba totalmente erecta.
Yo no me había quitado los pantalones y mi empalmada me empezaba a molestar, pero a Alex no solía gustarle que yo me masturbara mientras le estimulaba a él.
Era bastante egoísta respecto al sexo. Jose se giró hacia mí y mi corazón empezó a palpitar muy fuerte cuando vi su polla, la verdad es que era realmente grande.
Tenía mucho pelo en el pubis y también en las piernas y el pecho.
Cogí su polla con la mano derecha y noté las pulsaciones en las venas de su verga.
Estaba deseando comérmela. Me la metí despacio, sin dejar de meneársela a Alex, y lo que más me gustó fue su sabor, era muy intenso pero a la vez suave.
Me la sacaba casi entera y otra vez me la introducía todo lo que podía que no era poco. Era deliciosa, me costó dejarla para dedicarme otro rato a la de Alex.
Cuando cambiaba una por otra me gustaba dejar un hilillo de saliva entre el capullo y su boca, y noté que esto les ponía bastante cachondos. Fue agotador pero inmensamente placentero.
Ahora mi culo pedía acción, y desde luego prefería que Alex lo hiciera y seguir mamando a Jose.
Así que la señal se la hice mientras que estaba con Jose, y Alex empezó a bajarme los pantalones.
La tenía bien lubricada así que no tardó en metérmela, y en cuatro o cinco bandazos ya la estaba introduciendo hasta el fondo. Deseaba que ese momento no acabara. Además, Inés se lo debía estar pasando muy bien.
Pero a los pocos minutos Alex me la sacó, pensé que quería correrse sobre mi espalda, pero lo que estaba haciendo era dejarle su sitio a Jose. Me levanté del suelo y me negué.
– No, contigo no quiero Jose, lo siento. Sigamos como antes.
– ¿Tu has oído algo? – dijo Alex mirando a Jose y dejándome pasmado. Siempre se había portado muy bien conmigo. Me hice a la idea de que iba a ser difícil. Sin embargo, cuando empezó a intentarlo, me negué en rotundo, era imposible meterme tanta carne en el culo. La excitación se me había pasado. Me volví a levantar y cogí mis pantalones cuando me agarraron con fuerza hasta hacerme bastante daño. Alex me cogió los huevos con la mano y apretó produciéndome un dolor insoportable. Seguidamente me escupió en la cara y me colocó sobre la cama.
– Tu harás lo que se te diga, zorra. Ahora mismo ponte boca abajo y ábrete el culo con las manos. Estaba realmente acojonado porque Alex era otro, no era el que yo conocía y éste Alex no me gustaba nada. Tuve que hacer caso, lo hice tal como dijo y cerré los ojos esperando lo que tenía que venir. Jose me metió casi la mitad de su polla a la primera. Fue desgarrador, por suerte aguanté sin gritar porque eso le habría encendido aun más.
Empezó el mete saca lento pero metiéndomela hasta donde yo pensaba que no se podía llegar. Realmente el tenía que estar haciéndose daño. El dolor era tremendo, le supliqué que parara, pero Alex le jaleaba y me insultaba. Creo que Jose consiguió meterme toda su polla entera en el culo. Alex se subió a la cama sin dejar de meneársela y justo antes de correrse apuntó a mi cara dejándome perdido.
Nunca había hecho eso y me humillaba profundamente.
Se lo estaban pasando bien a juzgar por sus risas, y cuanto más gritaba yo más fuerte me daba pero no podía evitarlo.
Además Jose tenía un aguante extraordinario. No sabía si iba a aguantar más cuando vi a Inés en la puerta, lo que me produjo a la vez alivio y preocupación.
– Bueno, creo que se ha acabado la fiesta, dejadle. – dijo seriamente. Creo que debieron sentir bastante vergüenza. Sentí la polla de Jose saliendo de mi culo rápidamente. Pero Alex no se había dado por vencido.
– ¿Qué pasa, nos vas a pegar? –
– No, pero si no le dejáis dentro de poco la gente pegará el culo a la pared cuando os vea venir. – respondió Inés
– Si tú hablas yo también lo haré, y creo que a tu amiguito no le conviene.
Sabían más de mi vida de lo que yo pensaba. Sabiendo mi secreto podían hacerme lo que quisieran y eran conscientes de ello.
Podían arruinarme. Jose se acercó a Inés y la miró de arriba a abajo, con intenciones obvias.
– Venga preciosa, vente conmigo a la cama y no diremos nada.
– Era cierto que nos tenían a su disposición pero aquello era demasiado. Le dije a Inés que se fuera. Me daba igual que todo el mundo supiera lo mío. Me miró con inmensa tristeza. Debía haberse quedado escondida pero ya era tarde. Al menos si se iba ella estaría a salvo.
Permanecía quieta enfrente de Jose, como con la mente en blanco, y al momento inexplicablemente sin levantar la vista del suelo se arrodilló suavemente quedando su cabeza justo delante de la polla de Jose, y se quedo así, sin hacer nada pero indicando que había accedido, sin decir una palabra.
La visión de su cuerpazo, de su expresión seria como indicando sumisión, su pelo liso cubriéndola parcialmente la cara, inmóvil, era infinitamente excitante.
Cuando me di cuenta la tenía otra vez durísima, y ni que decir tiene las de nuestros dos «violadores». Vi como la de Jose sufría la erección mas rápida que he visto en mi vida, quedando su glande justo enfrente de los labios de Inés, a un centímetro, palpitando, daba la impresión de que se estiraba más aún queriendo rozarlos.
Ella no se hizo de rogar y se metió parte del capullo en la boca, lamiendo la punta con la lengua dentro de su boca para después meterse un trozo bastante mayor. Yo no salía de mi asombro cuando oí la voz de Alex, del que casi no me acordaba.
– Y tú a que esperas. Vamos, que eres cien veces más puta que ella.
Es como si me hubiera leído el pensamiento, ya que necesitaba des- ahogarme así que me amorré a su polla ansiosamente. Inés y yo nos trabajábamos cuidadosamente ambas pollas, solo se oía nuestra saliva y un poco la respiración de ellos.
Miraba de reojo a mi amiga y vi que se desenvolvía perfectamente, con soltura, usaba muy bien las manos; no parecía para nada su primera mamada.
Alex no debía estar disfrutándolo lo suficiente cuando me ordenó que me pusiera en cuatro.
Mi culo lo estaba deseando así que no hizo falta por su parte ninguna delicadeza al metérmela.
Gocé enormemente su embestida así como el metesaca al que me sometió mientras Inés seguía aún con la mamada.
Culeé y jugué con mi esfínter tratando de portarme bien y complacer a Alex, que me imprimía un ritmo bastante fuerte.
La situación no era buena pero dentro de lo que cabe había que aprovechar y disfrutar del sexo.
Muy en el fondo era excitante. La verdad es que yo me lo estaba pasando mejor que ellos tres, incluso por momentos no percibía ningún estímulo exterior más que su polla perforándome a un ritmo constante. Casi me había olvidado de Inés pero ésta se encargo de devolverme a la realidad.
Dejó de chuparla y se puso en pie delante de Jose, sin quitar de su rostro esa expresión impasible que yo no alcanzaba a entender. Se llevó las manos a la base del jersey y se lo quitó por encima de la cabeza.
Llevaba un polo blanco que se quitó seguidamente, tras lo cual se pegó a Jose, acercando su cara a la de él y dándole un beso suave pero húmedo, llevó las manos a su culo sobándolo.
Cuando Jose llevó sus manos a los pechos de Inés y empezó a acariciarlos ella ni se inmutó. Alex cada vez me daba más fuerte, y por otro lado yo también me movía hacia atrás para que me entrara lo más posible en cada metida.
Dudo que nadie hubiera tenido la fuerza mental de aguantarse y no desabrocharle el sujetador a Inés, porque quizá ella no se dejara hasta ese punto. Jose no fue una excepción, e Inés para variar no dijo nada.
Las manos de Jose recorrieron cada centímetro de los pechos de Inés, mientras no paraban de jugar con sus lenguas. Jose hizo ademán de ir hacia la cama. Inés entendió y se tendió sobre su espalda.
Se desabrochó los botones de los vaqueros dejando ver algo de sus braguitas blancas. Jose terminó de quitarle los pantalones.
Era una diosa, realmente no pensaba que estuviera tan buena.
La violencia de Jose había desaparecido, simplemente lo iban a hacer como una pare- ja cualquiera. Inés había sido lista y viendo que no saldría de allí virgen había decidido que al menos no nos maltrataran.
En efecto, cuando Jose ya acoplado encima de ella la follaba con cierta suavidad ella le besaba y le acariciaba la espalda. Alex no pudo aguantar más y la sacó de mi culo para dirigirse a la cama; se sentó y comenzó a magrear las tetas de Inés. Dirigió su polla a su boca y ella comenzó otra buena mamada.
En ese momento, yo sentado mirando y ella teniendo un inicio sexual no muy acorde con el que una chica decente suele desear, me sentí realmente mal por ella y deseé no haber aceptado el chantaje.
Después peor aún, en la misma situación pero a cuatro patas y con ellos dos cada vez más calientes y, en contraste, si Inés quizá antes soportaba lo que la hacían, ahora ni lo más mínimo.
Más tarde Alex se puso detrás y otra vez la misma rutina. Yo sabía lo que iba a pasar.
No pasó mucho tiempo hasta que la polla de Alex estuvo dentro del culo de Inés, que aguantó sin llorar hasta que le tocó a Jose y entonces ya no aguantó, pensé que se moderarían un poco pero a Alex parecía gustarle la mamada entre sollozos de Inés.
Estaban empezando, tanto Jose a darle cachetes en culo como Alex a tirarla del pelo y a empujarla hacia sí produciéndole arcadas.
Y pensar que yo había llegado a excitarme con la situación.
Me sentí tan podrido que necesitaba hacer algo pero cortar ahora a esos dos sementales hubiera sido la peor decisión para ella y para mí.
Dado que conozco a Alex adivine cuando iba a correrse, y no parecía que fuera a avisarla. Cerró los ojos y descargó su leche en la boca de mi amiga.
Estaba claro que el sexo con su novia no era muy abundante porque su corrida fue enorme. Inés tragó parte pero estaba demasiado asqueada para tragarlo todo y derramó algo sobre la cama.
Yo sabía que esto no le gustaba nada a Alex. Mi autocontrol me hizo quedarme quieto cuando Inés recibió un revés fortísimo en su cara.
Alex ordenaba que le limpiara el semen que le quedaba en el glande pero ella aunque hubiera querido lloraba demasiado como para hacerlo; entonces llegaron otras dos bofetadas, a todo esto Jose no paraba, pero supongo que el culo de Inés ya se había acostumbrado.
Jose empezó a gemir y en tres o cuatro acometidas se corrió en su culo. No sé como pudo sobreponerse y obedecer a Alex, pero recogió el semen que le quedaba en la polla con su lengua y vi como lo tragaba. Le lanzó una mirada de sumisión.
– Ahora lo que queda en la sábana – ordenó
– No. – interrumpió Jose. – Que se lo coma, pero la otra puta se lo sirve con la lengua – dijo dirigiéndose a mí con una sonrisa. Por una milésima de segundo esperé a que Alex lo considerara una tontería, o que se fueran ya, o a que mi boca acertara a decir «no» pero nada de eso llegó. En ese momento ella y yo nos miramos, estaba claro que esto era peor que todo lo anterior. Pegué una lamida al semen de Alex, cerré los ojos y le metí la lengua en la boca; fue un momento violento, ella y yo nos respetábamos y nos apreciábamos, no hubiéramos caído en esa tentación como habíamos demostrado horas antes. Todo eso se derrumbó en ese momento, solo con rozarnos las lenguas nos hacíamos daño mutuamente. Repetí el proceso hasta que acabé con todo el semen, y se me hizo interminable. Ellos, cansados, ahora querían pasarlo bien de otra manera. Me hicieron chuparle las tetas, acariciarla todo el cuerpo… Luego tuve que recoger el semen de Jose de su culo y tragármelo, al menos esta vez el humillado era yo. Cuando terminé habló Alex:
– Venga, ya casi se terminó. – Casi suspiré y sentí que en el fondo Alex guardaba algo de dignidad pero ese sentimiento se evaporó en segundos.
– Venga, ahora vais a echar un polvo, que hacéis buena pareja.
Y te vas a correr dentro de ella, hasta la última gota, así igual tenéis un bonito recuerdo de este día. – Al instante miré a sus ojos buscando una expresión de broma o algo parecido pero era de lascivia total. De nuevo estaban los dos empalmados. – Eso sí, puedes estar tranquilo que después no diré nada de lo tuyo a nadie – Yo le creía pero el precio a pagar por ello era demasiado.
La cogí de la mano levantándola y dirigiéndome hacia la puerta. No sabia que estaba haciendo pero cualquier sitio era mejor que este. No sirvió de nada; nada mas alcanzarnos nos pegaron durante un buen rato, sobre todo a mí. Casi nos arrastraron hasta la cama de nuevo.
Pasó un rato hasta que la adrenalina bajó y se empezó a pasar el dolor de los golpes. En ese momento me acerqué a ella y la besé en la mejilla y después en la boca.
Pensé que sería brusco como antes pero me devolvió el beso con naturalidad; besaba muy bien. Los besos pasaron a ser cada vez más lúbricos.
Nos abrazamos y sentí sus pezones sobre mi piel.
Yo no esperaba que pasara esto pero empezamos a olvidarnos totalmente del entorno y a dedicarnos a nosotros mismos.
No se podía decir que lo disfrutáramos pero si ellos querían hacernos daño, de esta forma no lo estaban consiguiendo.
Me cogió las manos y las puso sobre sus tetas. Más que nada traté de darle placer estimulando sus pezones.
Yo tenía desde hacia un rato un tímida erección que no conseguía aumentar. Inés se dio cuenta y me ayudó acariciándomela suavemente.
La situación mejoró mucho cuando se inclinó y empezó a chupármela. Conseguía con facilidad metérsela entera en la boca, y por dentro jugaba con la punta de mi polla dibujando círculos.
Por momentos solo me chupaba el glande y con una mano me masturbaba. Yo acariciaba su pelo y su cara e iba notando que se relajaba y que este aprieto estaba dejando de serlo.
Después fui yo el que me puse cara a ella y lamí su rajita y su clítoris. No tenía conocimientos prácticos pero los teóricos me sirvieron.
Mientras, acariciaba el interior de sus muslos o le introducía uno o dos dedos. Duró algo menos de tiempo que su mamada.
Me puse sobre ella y la besé, apuntando hacia su coño con mi polla, y empecé a follarla como teníamos mandado.
Ellos no quitaban ojo de encima por lo que ella fingía no querer hacer eso, pero veía en sus ojos que se encontraba bien, sentía que me quería decir eso con la mirada, en ese momento me di cuenta de lo compenetrados que estábamos.
Nos dedicamos a darnos placer mutuamente, olvidando lo que teníamos alrededor.
Durante unos minutos nos amamos. Era el polvo de nuestras vidas.
Ella se puso encima mío y se la introdujo para empezar a subir y bajar con intensidad. Parecía disfrutarlo mucho más de esta forma.
Sin parar de saltar sobre mí se inclinaba y me besaba o volvía a erguirse. Le encantaba besar y acariciar mi pecho.
Yo sentía un placer enorme ya que en mis anteriores relaciones me había acostumbrado a recibir y a mamar y no solía recibir este tipo de estimulación en mi polla.
El momento mágico terminó de golpe cuando me ordenaron darle por el culo.
Fue ella la que tomo la iniciativa, supuse que después de lo ocurrido ya poco le importaba.
Sin embargo yo la volteé poniéndola cara a mí.
Esa posición no me parecía tan humillante para ella, y además a mí se me daba bien por alguna experiencia con algún chico.
La situé en la posición que quería y la empecé a meter lo más suavemente que pude. El primer momento fue peor pero luego entró con facilidad.
No se como conseguí distraerme y que me bajara la erección, con lo que todo fue mucho más llevadero. Inés dentro de lo que cabe lo estaba soportando bien. Por suerte noté que me empezaba a venir el orgasmo.
La saqué y se la volví a meter en el coño.
De repente Inés empezó a gemir y a moverse con más intensidad, sentía su vagina contraerse sobre mi polla, y un orgasmo realmente largo convulsionó su cuerpo por momentos.
Esto me estimulaba aún más hasta que no pude aguantar más y me corrí.
Este momento fue muy duro, me di cuenta de que ellos no se habían corrido dentro de ella y era yo el que lo estaba haciendo.
Llevaba toda la tarde deseando que no lo hicieran y sin embargo yo lo acababa de hacer abundantemente.
Realmente era una tortura propia de una mente enferma.
No me asombré cuando nos pidieron que les ayudáramos a terminar la paja que se estaban haciendo mientras nos miraban.
Se corrieron casi a la vez sobre nuestras bocas y caras y por supuesto antes de tragarlo Inés y yo tuvimos que compartirlo y mezclarlo en nuestras bocas. Parece que esto fue suficiente, y sin decir nada se vistieron y no tardaron en marcharse.
Cogí un pañuelo y limpié su cara de semen así como la mía.
Después unimos nuestros labios y no dejamos de besarnos durante minutos.
Con ese beso nos lo dijimos todo.
Yo no sabía si esto podía llegar a alguna parte pero estábamos más unidos que nunca.
Ya desde esa noche durmió en mi cama.