Te voy a contar algo que ocurrió hace algunos años cuando todavía estudiaba en la universidad, mi mamá me pidió que le vaya a comprar a Gamarra varios paquetes de inciensos aromáticos. Ya antes le había acompañado así que sabía dónde tenía que ir.

Con desgano emprendí el viajecito. Tomé el bus que me dejó cerca del Parque Cánepa y de allí caminé a la zona donde venden productos naturistas. Ubiqué el puesto de la casera de mi señora madre, le pedí la cantidad encargada, pagué y metí a la mochila todo el paquetón.

Me estaba dirigiendo nuevamente al parque Cánepa para tomar mi bus de regreso cuando una jaladora me intercepta para ofrecerme una lectura de tarot con un chamán norteño. El costo era de s/ 20 soles.

Antes varias veces me habían ofrecido leerme el tarot y yo nunca aceptaba pasando de largo pero ese día como que me entró curiosidad por saber qué me dirían acerca de mi futuro.

Le jaladora me hizo entrar a un edificio en la misma avenida por donde transitaba. Subí las escalares a un segundo piso y me hizo pasar a un cuarto con puerta metálica. Allí dentro se encontraba el chamán. La muchacha se fue y cerró la puerta.

Confieso que me dio algo de miedo estar a solas con ese hombre. En la mesa donde realizaba la lectura de tarot tenía un cráneo aunque lo bueno fue que el lugar estaba iluminado.

El chamán era un hombre bien trigueño, llenito, de calculo a lo mucho 1.70 de estatura porque era solo un poquito más alto que yo, y uno de sus dientes delanteros estaba forrado con una plancha de oro.

Yo en aquella época tenía ya mi pareja hombre y él estaba un ciclo arriba del mío. Yo lo que quería mucho y hasta pensaba que nos haríamos viejos juntos (iluso yo). Y bueno, la razón de entrar a que me leyeran las cartas era para preguntar si mi pareja me estaba siendo fiel y es que él tenía un amigo en la universidad con el que se llevaba muy bien y prácticamente iban a todos lados juntos y yo sabía que ese amigo era gay.

Lo conocía y la verdad es que la relación de amistad entre ellos no me ponía para nada celoso, aunque yo sabía que ese chico quería con mi pareja, también sabía que mi enamorado nunca le haría caso pues el pobre tenía una nariz de cóndor enorme que lo hacía lucir muy feo.

Pero resulta que luego de las vacaciones. Ese amigo regresó a la universidad con nariz nueva. El maldito se operó la ñata. Y estoy muy seguro que lo hizo con el firme propósito de quitarme a mi novio.

Así que le pedí al chamán que me dijera si mi pareja me estaba siendo infiel o si me sería infiel en el futuro con ese amigo.

El hombre me respondió que mi novio estaba muy enamorado de mí y que no veía infidelidad de su parte. Que no me preocupara por el amigo pero que sí quería fortalecer el vínculo entre nosotros podría hacer un pequeño ritual de atracción.

YO: ¿Cómo es eso?

CHAMÁN: Mira yo te hago un pequeño rezo ahora y te doy este polvito para que te lo pongas en tu ano antes de tener intimidad con tu novio.

YO: Y cuánto cuesta eso?

CHAMÁN: No te preocupes. Es gratis. Me has caído bien.

YO: Gracias 🙂

El chamán me pidió que me ponga de pie de espaldas a él y que cierre los ojos.

Comenzó a recitar un rezo que ya ni recuerdo. Solo recuerdo que lo decía muy rápido al mismo tiempo que frotaba mi cabeza y espalda con una piedra. Luego de unos segundos comencé a sentirme muy excitado. No sé qué me pasó pero de pronto tenía ganas de sentir una verga dentro mío. No, no es del todo correcto, en realidad quería sentir la verga del chamán dentro mío. No me sentía mareado ni nada parecido solo muy excitado. Me dieron unas ganas tremendas de tener sexo ahí mismo con ese hombre (creo que me lanzó algún hechizo ya que analizando luego la situación no tenía síntomas de haber sido drogado).

Me di la vuelta y le agarré el pene por encima de su pantalón que se notaba empezaba a ponerse duro.

YO: No quieres que te la chupe?

CHAMÁN: Sí, chiquito.

Me desconocí en ese momento. El chamán se sentó, desabrochó la correa y yo ansioso le bajé la bragueta. Le vi el calzoncillo rojo de la marca Stripper (lo recuerdo perfectamente) que estaba mojadito por la zona de su glande. Le bajé el calzoncillo y comencé a succionar con locura ese pene cobrizo. No era grande pero tampoco pequeño aunque en ese momento me parecía la cosa más rica del mundo.

Nos desvestimos y me sometió de pie contra la puerta metálica y también en ese suelo sucio pero no me importó. Solo deseaba sentir su hombría con fuerza dentro de mí y que me llenara con su leche. Porque saben qué? Lo estábamos haciendo sin condón y es que en ese tiempo aún no tomaba PrEP.

Lo rememoro y el Tadeo de esa época nunca hubiese permitido que lo bese alguien con ese forro de oro en el diente pero en ese momento disfrutaba a mil con sus apasionados besos.

Me besó TODITO. Y la forma como me frotaba su verga mientras me mordía la nuca es algo que no olvidaré.

Luego de una media hora el chamán se vino harto dentro de mí y yo pude sentir como sus fluidos escurrían. Me dejé caer sobre su cuerpo y él me abrazó. Ambos estábamos empapados de sudor. Nos quedamos tumbados por unos minutos más.

Al rato comencé a sentir culpa y es que se me pasó toda la arrechura que tenía. Me vestí, me despedí y quise pagarle al chamán pero no aceptó el dinero. Le agradecí y me fui.

Afuera estaba la jaladora y por su cara me di cuenta que sabía lo que había pasado.

Ya en la calle comencé a sentirme preocupado de que el chamán me hubiera contagiado de algo pero lo único que me quedaba era mantenerme tranquilo y esperar el tiempo necesario para hacerme una prueba de descarte que afortunadamente meses después salió negativo.

Nunca más volví por esa zona y tampoco volví a ver al Chamán en persona, pero sí confieso que lo veo en mis recuerdos a veces cuando me pajeo.