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Dormido ni se siente

Dormido ni se siente

Hace algunos años, compartía yo un cuarto de asistencias en una ciudad capital de un estado de México; eramos ocho muchachos entre veinte y veinticinco años.

Dos de ellos eran hermosos, uno bigotón, moreno y de apariencia muy caliente, el otro, flaco, alto y alguna vez dejó entrever bajo su pantalón una gran verga.

Para ese tiempo yo me autoaceptaba, estaba bien seguro de mi preferencia sexual, pero obviamente era sumamente discreto, temiendo que aquellos compañeros me hicieran a un lado una vez que conocieran mi personalidad  oculta, sin embargo, como lo he descrito,   admiraba sus portes y otros detalles.

Todos estaban muy buenos, pero estos dos eran los que ocupaban mi atención y muchas veces me di cuenta al levantarme al baño durante la noche que todos tenían erecciones nocturnas, cuando menos al amanecer, sus sábanas eran unas carpas  sostenidas por sendos mástiles que yo deseaba conocer.

Después de una juerga de estudiantes y cuando todos empezaban a roncar, me deslicé a gatas hasta la cama del flaco, toqué su paquete sobre el bóxer y pronto sentí su pelambre en la hendidura de la prenda, metí los dedos, saqué su pene flácido, pero muy largo, temeroso seguí indagando, metí más los dedos y toqué dos enormes bolas cubiertas por fino vello…. estaban rebosantes…. volví mi mano a la larga pieza de carne, juguetée con ella un buen rato, empezó a levantarse lentamente hasta alcanzar una talla que considero sobrepasaba los veinte centímetros….. este tipo de vergas me han atraído siempre, no estaba circuncidado, como me gustan, subí y bajé el prepucio, sentía su glande húmedo y resbaloso…. estaba dejando fluir su líquido preseminal abundantemente….

Las camitas de campaña que ocupaban los dos estaban una cerca de la otra, apenas sí cabía en el espacio intermedio una mesita de noche.

Arrodillado en el piso, me incliné hacia el bigotón y pasó algo similar, sin embargo, la verga de éste era mucho más gruesa y pesada… este usaba un slip de licra, sobre la tela el bulto era impresionante, posé mis dedos suavemente y aquel monstruo empezó a endurecerse; volví al otro y le sobé suavemente, su verga permanecía erecta y larguísima.

No era tan delgada como pensé.

Ambas eran unas ricas muestras de lo que el hombre tiene de hermoso: vergas acariciables, mamables y metibles.

Mamé una y otra alternadamente… ESTABAN DORMIDOS y NO SINTIERON. El primero se corrió abundantemente y yo con mi bigote recogí los mecos que derramó, se volvió y continuó “dormido”.

La verga del otro estaba durísima, cabezona y gruesa, la mamé, la ensalivé, me abrí las nalgas y empecé a intentar metérmela en el culo.

Lo conseguí y a las dos tres subidas y bajadas, sentí calientes chorros de leche en mi interior. Me retiré, el se volvió a la pared y siguió “durmiendo”.

Obvio decir la tremenda corrida que tuve yo en el baño, era increíble que mis huevos acumularan tanta leche…. fue algo abundante, cremoso y de olor agridulce penetrante.

Me fui a dormir con una sensación de culpabilidad.

El caso es que ya había hecho lo que tanto había imaginado y aunque no tenía la certeza de qué decir o cómo reaccionar cuando me reclamaran mi osadía o lo publicaran con los demás, algo dentro de mi me decía que no hablarían por su propia responsabilidad al no haberme detenido en el momento de los hechos.

Nunca se comentó sobre el asunto y yo seguí muchos años creyendo que “Dormido ni se siente”.

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