Compañeros en el taller de reparación de coches e íntimos amigos
La jornada laboral, estaba llegando a su fin y el calor dentro de la nave se dejaba sentir, Juan estaba terminando de arreglar el carburador al Mercedes 220, mientras que Ernesto, colocaba los asientos traseros al Peugeot 306, después de soldarle las tirantas traseras.
Los dos trabajaban en el mismo taller de reparación de coches y eran íntimos amigos, ambos tenían 24 años y como buenos deportistas que eran, tenían cuerpos bien formados y ni una pizca de grasa.
Juan era moreno, fuerte y con un pelo negro y rizado que costaba trabajo de fijar, simpático y alegre siempre estaba de buen humor y le gustaba una fiesta en cualquier lugar y hora.
Ernesto, era castaño claro, mas serio y le gustaba mas el deporte y la buena vida en el campo.
Sus respectivas novias eran hermanas y aquel fin de semana lo pensaban pasar en el pueblo de Ernesto que estaba en feria, ya que sus novias estaban de veraneo en la bella localidad de Nerja con sus familiares.
Cuando sonó la sirena anunciando el final, fueron los primeros en pasar a las duchas, ya que querían salir para el pueblo, lo mas pronto posible en la moto de Juan.
El agua resbalaba por los cuerpos de ambos, quitando la capa de espuma y formando un charco a sus pies, Ernesto, al pasar al lado de Juan, vio que este totalmente desnudo, tenia el cipote en erección y dándole una suave palmada en el mismo, le dijo que tenia que dejarle en buen lugar entre las niñas de su pueblo y que a ver si esa noche presentaba la misma estampa.
Juan se queda un poco cortado ya que nunca le había gastado esa broma su amigo.
La carretera estaba solitaria y la moto, devoraba kilómetros a buen ritmo, Ernesto se abrazaba a Juan y la velocidad, impedía que pudiesen hablar.
Cuando salieron del bar en el cual habían parado para tomar un bocadillo y un par de cervezas, la noche los recibió y sin perdida de tiempo reanudaron el camino que les quedaba.
El pueblo, estaba engalanado y hasta habían traído una plaza de toros portátil que estaba montada en las afueras del mismo.
La casa de Ernesto estaba situada en una calle lateral y a pesar de ser pequeña, tenia dos plantas y un pequeño patio, era bastante bonita.
Se cambiaron y se fueron para la plaza del pueblo que era donde se había montado el escenario y una buena orquesta de música, desgranaba viejas canciones, en un rincón, se había colocado una barra y la gente, bailaba y bebía felizmente.
Ernesto, tenia muchos amigos y amigas y pronto aceptaron a Juan como una más.
Petri, una chica de 20 años, tenia una minifalda bastante corta que dejaba ver sus hermosos muslos y la camisa con los dos primeros botones abiertos, también dejaban ver la canal de sus pechos.
Juan y Petri, bailaban un bolero totalmente pegados y la polla de este, se encontraba metida entre las piernas de la chica, estaban en un rincón de la plaza que casualmente tenia la farola sin luz y la mano del mozo, estaba apretando el culo de ella.
Cuando termino la canción, y viendo que se iba a rifar una caja de vino entre los asistentes, se alejaron y se metieron en el cajero del banco, cerrando la puerta del mismo.
Juan, se saca el badajo que estaba en total erección (18 cm) y aunque intento de todas las maneras posibles metérselo en el chocho, no pudo, ella se negaba en redondo ya que decía que tenia novio formal y que estaba en la mili, solamente le pudo tocar los muslos, mientras le hacia una estupenda paja.
El chorro de esperma, salió como una bala, manchando los números del cajero automático, mientras que Petri, reculaba intentando sacar la mano de Juan que se había metido por el pernil de las bragas y le estaba masajeando el coño.
Las voces de unas personas cantando una canción, apresuran la salida de ambos que sudando y colorados por el esfuerzo, salieron corriendo en dirección a la plaza.
Ernesto, que estaba totalmente bebido, les estaba esperando, se había quitado la camisa y se había metido en la fuente, las risas de todos los amigos que trataban de no ser mojados, atronaban el lugar.
Juan lo saco como pudo y se despidieron de los amigos, camino de la casa los dos dejaban un reguero de agua, iban empapados por fuera y por dentro.
Cuando estaban abriendo la puerta, sonaron en el reloj de la torre, las 4 de la madrugada.
Ernesto se quita toda la ropa, quedándose totalmente desnudo, mientras que Juan, no se quito los calzoncillos, ambos cogieron unas toallas y se rodearon el cuerpo con ellas secándose rápidamente.
Un estornudo de Juan hizo que este se quitara los calzoncillos, luego quitándose las toallas, comenzó a hacer posturitas resaltando sus músculos.
Ernesto, le imito y ambos con la media borrachera a cuestas, reían mirándose en el espejo de la habitación.
Juan de pronto dijo que era un vaquero del oeste y dando un salto se monto a cuestas sobre Ernesto y haciendo alusión a que era su caballo, le dijo que diera unas galopadas.
La polla de Juan con el roce de la espalda de Ernesto, comenzó a crecer, mientras que este que tenia las manos sobre el culo de su amigo, le tocaba los cojones.
En un momento dado, se lanzaron sobre una cama y jugando se tocaban todo el cuerpo, mientras intentaban derrotar a un supuesto enemigo.
Los cipotes de ambos, estaban en total erección, cuando Ernesto que tenia la cara sobre los muslos de Juan, levanto un poco la cabeza y empezó a dar lametones sobre el glande del carajo de su amigo.
Juan, no dijo nada, solamente abrió los brazos en cruz y separando las piernas permitió que su amigo, le chupase como si de un polo se tratara su hermosa polla.
Ernesto, disfrutaba mientras le tocaba los huevos y su lengua hacia malabarismos, algunas veces notaba como le llegaba hasta la campanilla de lo profundo que se la metía.
Un gran suspiro seguido de una convulsión, fue la señal para que comenzara a salir esperma que por otra parte su amigo no dejaba escapar, tragándoselo todo.
Sin decir ni media palabra, se echo a su lado y los dos se quedaron dormidos.
El sol entraba a raudales, cuando Juan se despertó y viendo a su amigo dormido, paso al cuarto de baño a darse una buena ducha.
El pelo lo tenia enjabonado y la espuma caía por su cara con lo cual los ojos los tenia cerrados, el agua resbalaba por su cuerpo, cuando sintió la puerta abrirse y como descorrían la cortina del baño, después de un «buenos días», las manos de Ernesto, recorrían su cuerpo extendiéndole la espuma, y se paraban frotando sus tetillas, comenzaron a bajar peligrosamente y se apoderaron de su carajo que con unos cuantos meneos, se puso en forma.
Cuando por fin se pudo quitar la espuma de los ojos y pudo abrir estos, vio como su amigo totalmente enjabonado, estaba de espaldas y con su mano intentaba introducir el cipote en su culo.
Lo cogió por la cintura y apretando poco a poco introdujo su miembro con gran facilidad debido a lo lubricado que estaba por el jabón.
Ernesto suspiraba mientras pedía —«más rápido»–.
El metisaca de Luis fuerte y enérgico producía un chop chop, cuando los huevos tropezaban con el culo de Ernesto.
El agua seguía cayendo con fuerza sobre ambos cuerpos, cuando con un salvaje alarido, Luis se corrió en el culo de su amigo, quedándose totalmente flojo sobre su espalda.
Después de vestirse salieron a desayunar donde se encontraron con varios amigos y juntos se fueron hasta el río para ver una función de pirotecnia.
La siesta que en estas fiestas era obligada, prometía ser muy feliz para Juan y Ernesto.