Quien fuera tierra
El estaba allí. Tal y como ella había imaginado se saludaron sin dejar de mirarse caminando hacia el auto. Hablaba.
Decía que echaba de menos las largas noches de duermevela contándose las mil y una cosas que por su mente pasaban, esa sensación de conocerse desde siempre, desde hacía muchos años.
Ella escuchaba. Habían estado mucho tiempo separados. Contemplaba su rostro y sonreía. Tuvo el deseo de tocarle el flequillo. Se contuvo.
……..quien fuera tierra
de la calle donde pisas….
<<Es el sacerdote que se sube al minarete para llamar a la oración>> Imagínate calles estrechas, vacías, paredes blancas, puertas de madera pequeñas, como para enanitos, huele a especia, la gente lleva chilaba y pasa a tu lado despacio y mira al suelo. Sólo el ruido de las monedas de tu bolsillo, no hay prisa y no sabes, excepto por tu ropa, en que siglo estas. <De repente suena la voz de la llamada a la oración con un eco que corre por las calles pero suave, te invita solamente, te dice: ¡Alá es grande!, quiere hablar contigo>. Me paro. Me siento en el suelo. Hace una ligera brisa que me seca el sudor. Ahora huele a tabaco, alguien fuma a mi lado. Miro hacia arriba, al cielo, el azul es blanco y la puerta de enfrente es azul, añil, alguien a mi lado me da un té con hierbabuena, está ardiendo. Miro a mi derecha, lentamente la pared blanca, la ventana enrejada de madera, la calle empedrada, y tú: ¡gracias por el té!>>
Llegamos. Te tocas los bolsillos, miras en la chaqueta. En el pantalón. En el bolso de mano. No sabes dónde has puesto las llaves. Te quedas un momento parado. Te ríes a la vez que te llamas de todo.. ¡espera!, ya se donde están. La espera del ascensor que llega al décimo piso se hace larga. Al final del pasillo el tintineo de unas llaves colgadas de la puertecita del magnifico buzón te esperan. Con cara confundida las coges. Aun no sabes como tuviste tal despiste. Cómo en tan poco tiempo habías olvidado lo que era de continuo una costumbre. Llegar a casa todos los día. coger la correspondencia, leerla en el ascensor. No recuerdas nada.
……quien fuera el agua
con la que calmas tu sed..
<Los diferentes paisajes se multiplicaban ante su ojos y le hacían brillar con una luz especial. Llevaban tres horas de tren. Tuvo sensación de hambre, o tal vez era hambre de verdad. Sentía pereza de cruzar los vagones, el acomodador le había dicho que tenía que recorrer un largo pasillo y pasar por al menos tres vagones diferentes. ¡Tenga cuidado señorita!. Hasta la una no se abrirá el vagón comedor y será mejor que se de prisa, pasados una hora nos separaremos en ese punto. Perdón. Perdón. Chocaba una y otra vez con los pasajeros que lo mismo que ella querían llegar a ese aroma tan especial. Ya olía a café. Sentía la espuma en los labios. Sí, tenía hambre y sed. Depositó el vaso en la mesa y fue a sentarse junto a ella. Quiso conversar y no supo como comenzar. Ella le comentaba que venía del Rocío, con voz muy ronca, apenas se la oía tanta felicidad acumulada por días de fiesta y abundancia de sol, ese sol que lo traía aún reflejado en su pelo corto, en su nariz quemada. Era la tierra que aún le abrazaba como cada noche de fiesta. El año que viene volveré, le decía muy segura. Volveré.>
……quien fuera el aire
que penetra por tu boca……
Pasaron un largo pasillo. Los reflejos del atardecer jugaban con las elegantes cortinas como dándome la bienvenida. ¿Quieres algo?. ¡Ven!, te muestro la casa. No lo oía. <Estaba mirando un cuadro maravilloso que colgaba de la pared blanca. Un carboncillo. Obra sin acabar. Me llamó la atención que estuviera enmarcada como quien está seguro de que no haber continuidad. Representaba a un señor de barba larga y pelo lacio que abrazaba con firmeza y tanta ternura que enternecía hasta la fibra más íntima de mi ser. Lo titulé, sin dudarlo «Paternidad» ¿Cómo una persona, por muy artista que fuese podía expresar tanto amor, tanta compenetración en aquél cuadro sin haber tenido hijos propios?.
… quien fuera espuma
para acariciar tu piel…..
<En aquél instante se hizo el cambio. La atmósfera se hizo más densa. Empezó a llover con tanta fuerza que parecía traspasarían los cristales. Sintió algo de frío. Un cierto temblor le recorrió por todo el cuerpo. Se sentó con cierto desasosiego y se puso a leer la revista que había comprado en el anden anterior. La lectura duró muy poco. No podía leer. El paisaje que se dejaba ver entre los cristales atraía con fuerza. Mejor lo veo y oigo un poco de música.>
….quien fuera el sol
para iluminar tu cara
quien fuera luna
para en tu lecho yacer….
Le miró. Con un gesto le decía que se sentase a la mesa. Había preparado varios entrantes y bebidas. Un combinado con mucha Coca-Cola hielo y un poco de whisky para ella, un vodka con naranja para él. Querían ver la película «City of Angels» con Nicolas Cage, Meg Ryan, Andre Braugheroco. todo, poco a poco, iba dejando de tener interés.