Rozaba el verano del 97, yo de aquella contaba con 24 años.
Ocurrió en el trabajo, Petra era una compañera con la cual me llevaba fenomenal, es extrovertida, risueña y muy, muy cachonda, tanto personal como sexualmente hablando.
Ella no es una top model ni mucho menos: es gordita, estatura media, gran culo y unas increíbles tetas, pero posee una gordura graciosa y caliente.
Además todo unido a su carácter calenturiento le da un morbo que tira de cabeza.
Pues como iba diciendo, todo empezó en el verano del 97 en agosto, trabajamos los dos en la hostelería y ¡claro! esa es la época en la que más trabajamos.
En medio de todo el batalleo del trabajo, siempre con muchos juegos de palabras picantes y picaronas, a cada dos por tres nos poníamos a tono pero sin llegar a nada más.
Pero este día, sábado por la noche, el ambiente estaba más caldeado que de costumbre.
Petra no paraba de marearme con sus miradas, sus insinuaciones y dobles sentidos.
En una de esas que yo me despisto, con su enorme trasero roza mí ya embriagada verga.
Me quedé anonadado, esto era la releche, de las palabras estábamos pasando a la acción.
Así que pensé «quieres guerra, la vas a tener», así que empecé una política totalmente agresiva, aprovechaba cualquier movimiento de ella por el salón del restaurante para que coincidiera mi enhiesta verga con su voluminoso culo.
Mi rabo estaba a punto de reventar. Ella, como es natural, se hacía la «ofendida» y la estrecha.
Al rato ella decide ir al aseo de señoras, a lo que yo opto por seguirla. Se mete en el aseo (lleno de mujeres), aprovecho que todas están en los lavabos y me introduzco sigilosamente en él. Llamo a la puerta donde sabía que ella se hallaba.
Me abre la puerta y apresuradamente como astuta anguila me cuelo por el pequeño hueco que dejó. Ella asustada y ruborizada: «¿qué haces? Que estamos en el trabajo y nos van a pillar», yo al unísono que le metía la mano en su chocho le espeté «¿Qué?, ¿Ahora qué?, ¿Ya no eres tan valiente?, si jugamos, jugamos en primera división verdad?», terminando en un largo morreo y magreándole sus tremendos senos y su mojada pepitilla. «Por favor, que nos pillan, que tengo novio, por favor, déjame salir».
Opté por liberarla de ese tan estrepitoso calentamiento que le había provocado, al no esperar ella mi reacción.
Pasaron los días y la cosa seguía como siempre, cada uno en su puesto de trabajo y como si nada hubiera ocurrido.
Un lunes por la tarde coincidimos los dos que salíamos del trabajo a la misma hora. El novio de ella estaba en la puerta esperándola para acompañarla a casa.
Llegó la hora de salir, me dirigí al vestuario del trabajo donde empecé a ducharme, al rato llegó ella y empezó a cambiarse al otro lado del biombo. «Quién está ahí?» preguntó «soy yo le dije», «qué haces» preguntó curiosa «me estoy duchando y estoy desnudo» «¿A que no sales?» me retó «Cómo, desnudo?» haciéndome el loco «Sí, no te atreverás a salir» «que no me atrevo?». «Como salga te vas a arrepentir de habérmelo dicho, porque tu novio está en la puerta», «¡Venga ¡valiente, sal» insistió, por lo que yo sin cortarme un duro, salí de la ducha desnudo y con una toalla colgada de mi miembro que estaba que se rompía de erecto que lo tenía.
Atravesé el biombo que nos separaba y me planté delante de ella desafiante, ella, en sujetador de encaje que dejaba ver sus grandes tetas, me miró picarona y sin decir ni pío se arrodilló ante mí, quitó la toalla y agarró mi firme polla y la empezó a lamer como si no hubiese comido en su vida.
La masajeaba hacia los lados mientras su boca la engullía y la sacaba con una suavidad celestial. Mi polla se rompía de dura que la tenía, y sólo deseaba que siguiera, que siguiera mamándome de aquella manera. Su boca seguía succionando y relamiendo y haciendo todo tipo de ruidos succionadores al conflujo de su saliva y mis jugos.
Su mano masturbaba cada vez más rápidamente a mi tan excitada herramienta y se escapaba entre sus chasquidos bucales alguna que otra sonrisa de victoria. Mi semen escondido en mis testículos clamaba por escapar, al sentir tanto placer ante aquella felación, y ella seguía a mis pies envistiendo mi polla con sus mordiscos y lengüetazos.
Advertí la sensación del orgasmo y la avisé de mi inminente corrida a lo que ella intento apartar la boca para seguir masturbándome pero se lo impedí agarrándola firmemente de la cabeza y empecé a ser yo el que daba las polladas en su boca, fuertemente me meneaba de atrás hacia adelante con mi polla en su boca, y sé que le estaba ocasionando arcadas, pero mi ritmo aumentaba del mismo modo que llegaba mi orgasmo.
Me la estaba follando por la boca, mis embestidas eran cada vez más salvajes y ella del mismo modo que antes chupaba, empezó de nuevo a succionar más profundamente mi miembro y los chasquidos de saliva y pensar en que su novio no estaba ni a cien metros de nosotros era lo que me volvía loco y en menos de dos minutos empecé a descargar mi densa leche por toda su boca sin dejar de aferrar su cabeza a mi bajo vientre, notaba cómo salía mi leche y se alojaba en toda su boca, se esparcía por toda su garganta.
Ella empezó a toser un poco, por lo que opté por sacarle mi polla de la boca y terminar de esparcir mis últimas gotas de semen por entre sus tetas, restregaba mi miembro entre sus globos como si quisiera penetrarlos también. Me quedé extasiado después de esta experiencia.
Me habían comido la polla en el trabajo y mientras el novio de ella esperaba en la puerta ¡QUÉ MORBO!
Luego con una sonrisa cómplice nos despedimos, «Bueno, mañana nos vemos».
Y ella se marchó del vestuario, se acercó a su novio le dio un gran beso en la boca y se montaron en el coche……. ¿se irían a follar?