Penitencia de semana santa con una diosa alemana

Era un miércoles justo antes del jueves Santo, y yo me encontraba en Almería por motivos de trabajo.

Tenía una reunión con unos clientes, pero la reunión se había alargado demasiado, y perdí mi vuelo para volver hasta mi ciudad de origen.

Al ser víspera de Semana Santa, no hubo manera de conseguirme plaza en ningún vuelo, ni tampoco de alquilar ningún coche para volver por carretera, y tras esperar más de dos horas en el aeropuerto, llamé a mi secretaria para que intentase conseguirme algún hotel en el pasar la noche, y probaría suerte de nuevo al día siguiente.

Al poco rato me llamó y me dijo que me había conseguido una habitación en un hotel de Roquetas de mar, una localidad cerca de Almería, y, tras conseguir un taxi, me dirigí hacia el hotel.

Éste estaba situado en primera línea de playa, y era un hotel de cuatro estrellas, bastante nuevo y con buen aspecto.

Después de llegar a la habitación, y darme una ducha, miré el reloj.

Eran poco más de las seis y media de la tarde, así que pensé que tal vez podría aprovechar algo de lo que me quedaba de día.

Presté atención a los múltiples servicios que ofrecía el hotel y vi que uno de ellos era una piscina cubierta.

Decidí que esa sería la mejor forma de emplear el tiempo hasta la cena, de modo que bajé a la tienda del hotel a comprar un bañador (en mi escaso equipaje no llevaba bañador, claro está), me cambié en la habitación, y me dirigí a la piscina.

Esta no era demasiado grande, pero al ser climatizada el agua estaba realmente caliente, y se estaba de vicio allí.

Estuve nadando un rato, y después me recosté contra el borde de la piscina. La piscina había varios niños jugando, con sus madres vigilantes sentadas en unas tumbonas, pero se estaba bastante bien, por que los niños no molestaban mas de lo que suele ser habitual en esos casos.

Entonces entró en la piscina una pareja, y ella era la mujer más apetitosa que he visto nunca.

Una altísima morenaza de bellísimos ojos grises, con el pelo ligeramente rizado y un cuerpo de infarto, que pude apreciar mejor cuando, momentos después, se quitó la ropa y se quedó vestida solo con un bikini negro increíblemente favorecedor.

Sus pechos eran grandes y apetitosos, y era ligeramente ancha de caderas, vamos, como me gustan a mi las mujeres, que haya donde agarrarse.

Realmente estaba como un queso. Se metió con el novio/marido en el agua y al instante comenzaron a besarse y a abrazarse, con bastante discreción.

He de destacar que, cuando pasaron cerca de mí en sus juegos, pude apreciar que ella tenia una sonrisa pícara increíble, que hizo que se me pusiese dura solo de pensar en lo que esa sonrisa prometía.

La verdad es que ella me había puesto como una moto, y yo no podía dejar de mirarla a escondidas, pero aun así me pillaron varias veces apreciando la generosa anatomía de la chica.

Cuando finalmente conseguí controlarme un poco y mi tienda de campaña bajó, decidí que ya era hora de salir de allí antes de que me pusiese malo, y me fui a secar.

Solo quedaba una madre con dos niñas en el otro extremo de la piscina, y la pareja se acercó hacia donde yo estaba.

Mientras me secaba, ellos hablaron en susurros, y momentos después, el hombre salió de la piscina para dirigirse a mí.

Yo me quedé de piedra, pensando en que tal vez venía en busca de problemas por el hecho de que me hubiese pillado admirando a su chica, pero en cuanto le vi salir de la piscina y comprobar que era una cabeza mas bajo que yo y mucho menos robusto, me tranquilicé al pensar que era él el que podía meterse en problemas.

Se acercó a mi y me saludó con una inclinación de cabeza.

-Hola- me dijo, con un fuerte acento.- ¿ tu hablar alemán?

-No, no hablo alemán.- respondí yo, sorprendido por la pregunta.

-¿Inglés?-preguntó él

-Sí, inglés sí hablo- hablaba ingles bastante bien por motivo de mi trabajo.

-Ah bien.- dijo él hablando en este idioma con más claridad que el español.- Mi nombre es Ralph, y he visto que a ti gustar mi novia.

Es evidente que me quedé de piedra, y sólo hacerte a decir: ¡¿Qué!?

-Si, yo querer saber si tu gustar mi novia.- insistió él- ¿Tú pensar ella guapa?

Y que respondía yo. La chica estaba como un queso, pero si le decía eso el alemanito podía calentarse y todavía tenia que sacudirle.

«Bueno, si tengo que sacudirle, tampoco creo que vaya a perder nada».

-Si, ella muy guapa.

-Ah, bien. Tu también gustar ella.

Me quedé de piedra, como es normal y la miré.

Estaba apoyada en el borde de la piscina, con la mitad del cuerpo fuera del agua, mirándonos, y sus pechos rebosaban por encima del borde de la piscina, haciéndolas más apetitosas aún si cabe.

Cuando vio que la miraba, me dirigió una mirada y una sonrisa tan llenas de lujuria que creí que me iba a matar a polvos allí mismo.

Yo ya no sabía que hacer, así que Ralph continuó con la explicación.

– Ella querer ir cama contigo

-¡¿Quéé?!- dije de nuevo, como un estúpido.

-si, ella querer…. ¿joder? Contigo.

Al ver mi mirada, que debía de expresar toda la sorpresa e incredulidad que yo sentía, él levanto las manos en un gesto para tranquilizarme.

-Tranquilo, yo explicar. Yo gustar ver mi novia en cama con otros hombres, yo solo mirar.

-A ver si me he enterado bien.¿Quieres que yo joda con tu novia mientras tu miras?

-Si, yo sentarme en silla y veros juntos, yo excitar mucho eso.

Definitivamente, el tío era tonto…

-Ella ver que tu mirar ella, que ella gustarte, y querer ir cama contigo. ¿Tu querer?

-¿De verdad quieres que me acueste con tu novia?

-Si, mi gustaría mucho.

Dudé. Coño que si dudé. No sabia que hacer.

De repente un tío se me acerca, y me pide que me tire a su mujer, que está como un queso, y que él sólo mira.

Pensé que había una cámara oculta, o que era una tomadura de pelo, pero después pensé que nadie me conocía allí, y que podía ganar mucho y no perder nada, así que decidí arriesgarme a que se tratase de una broma de mal gusto y acepté.

-Está bien, acepto.

-¡Bien!- dijo él. Se acercó a la toalla y cogió algo. Volvió junto a mí y me lo mostró. Era la llave de nuestra habitación. Me enseñó el numero.

-Mira. Este ser número habitación nuestra. ¿Tú ir allí a las ocho? -Eso era media hora más tarde.- Llamar tres veces, ok?

-Si- asentí yo como un autómata.. ya estaba hecho, había aceptado, no podía echarme atrás. Ralph se volvió un momento hacia donde estaba su novia y asintió con la cabeza. La sonrisa de ella se ensanchó considerablemente. Ralph y yo cerramos nuestro pacto con un apretón de manos y me fui a mi habitación a prepararme. Una vez allí me duché y me afeité, preparándome par mi cita. Estaba nerviosísimo. Cualquiera no. El tío quería que me follase a su novia delante de él. Y vaya novia. Puff. Yo estaba enfermo solo de pensarlo. La media hora de plazo que nos habíamos dado fue la media hora mas larga de mi vida, sin duda.

Por mi mente aparecía una y otra vez la idea de que era una broma, que me la estaban jugando, pero instantes después recordaba su sonrisa y me decía a mí mismo que si era verdad, no tendría otra oportunidad como esa en toda mi vida.

Así que me puse un pantalón y una camisa, y me fui para allá.

Cuando llegué, tome aire profundamente, y golpeé tres veces la puerta. Creí que mi corazón se iba a paralizar.

De hecho, creo que lo hizo durante unos segundos.

Entonces él abrió la puerta apenas una rendija, y tras ver que era yo, me dejó pasar.

Él estaba vestido sólo con una toalla y parecía estar mucho menos nervioso que yo. Cerró la puerta y me guió hacia ella.

La habitación estaba iluminada por una excitante luz roja por el sencillo método de poner unas braguitas de encaje rojas sobre la lámpara.

Y allí estaba ella. «Dios mío»- pensé «es lo más increíble que he visto en mi vida.» Y así era. Sin lugar a dudas.

Ella estaba de rodillas en la cama, con un camisón negro que ocultaba lo justo a la vista para hacerla más deseable aún, si eso era posible, y que realzaba su cuerpo. Y que cuerpo, por favor.

Era maravillosa. Deseaba sentir sus sensuales y carnosos labios por mi polla, estrujar sus generosos pechos y sobar su apetitoso trasero.

Y, a juzgar por como me miraba, ella deseaba hacer lo mismo conmigo.

Ralph pasó silencioso tras de mí. Se quitó la toalla y se sentó desnudo en una silla situada en un rincón frente a la cama, listo para disfrutar del espectáculo.

-Es tuya- me dijo.

Yo no sabia que hacer.

Me había acostado con muchas chicas, pero no había estado nunca en una situación así. Me acerqué dudoso a la cama, con toda mi atención puesta en ella, y ella se acercó también a mi, de rodillas, hasta situarse al borde de la cama.

La mujer mas excitante del mundo estaba rozándome en ropa interior y con unos ojos que me pedían que la follara, y yo no sabia que hacer.

Era frustrante, porque la excitación me dominaba.

Decidí empezar por algo sencillo, y la di un corto beso. Un pico, como dicen ahora los jóvenes.

Los dos retrocedimos y nos miramos mutuamente, buscando la aprobación en los ojos del otro.

Volvimos a darnos un pequeño beso, sin separarnos, y continuamos besándonos lentamente, cada beso más ansioso que el anterior, y cada vez más sedientos de la boca del otro.

Poco después, mi lengua batallaba con la suya, y, cuando su mano rozó mi pecho, exploté y, tomándolo de su delicioso trasero, la atraje hacia mí.

No se cuanto tiempo estuvimos besándonos, pero todo el mundo debería ser besado así antes de morir para saber lo que realmente es un beso.

La sensación solo se rompió cuando ella llevó la mano sobre mi pantalón para indicarme que tenía otro tipo de sed.

Se separó de mí para empezar a desnudarme con sus manos produciéndome escalofríos al tocar mi piel, mientras yo trataba de robarla un beso de nuevo.

La ayudé a quitarme los pantalones y los calzoncillos, y quedé desnudo, con mi polla erecta como un asta de bandera apuntando amenazadora hacia ella.

Ella emitió un ligero gemido de sorpresa al ver mi polla, y no pudo resistir acariciármela con una mano.

Después, visiblemente sorprendida, dirigió unas palabras a su novio. Yo le miré para ver el motivo de su reacción.

Su novio estaba sentado en la silla, completamente desnudo y muy excitado, masturbándose lentamente.

Pero su polla era diminuta, parecía casi de juguete.

Debía de medir menos de diez centímetros. A su lado yo parecía Príapo, a eso se debía la sorpresa de ella.

-Esta sorprendido de tu tamaño- me dijo él.- Yo no hago que ella disfrute con el sexo. Muy pequeño, por eso buscar tu.

Yo asentí y volví mi atención a mi diosa, deseoso de mostrarle lo que mi herramienta podía proporcionarla.

Ella se abalanzó sobre mi polla y me besó suavemente en la punta.

Fue tal la sensación que recorrió mi cuerpo que casi me corro en ese mismo instante.

Su lengua acariciaba mi polla con suavidad, dándola ligeros lametones hasta recorrerla en su totalidad, y entonces empezó a chupármela poco a poco.

Puede que nunca hubiese tenido una polla en condiciones, pero desde luego sabia muy bien como chupar.

Me estaba poniendo enfermo.

Hubo un momento en que me flaquearon las piernas y me sujeté a su cabeza para no caer, lo que ella interpretó como una señal para que chupase más profundamente, y se metió mi polla en su boca por entero.

Qué gusto, qué maravilla, qué sensación tan extraordinaria.

Sus tiernos labios se apretaban contra mi glande y bajaban hasta hacer desaparecer por completo mi instrumento en su linda boca.

En el interior de su boca, su lengua lamía mi polla, y con sus manos me acariciaba los cojones.

En ocasiones aceleraba el ritmo de forma bestial, follándose mi polla como si su boca fuera un coño, haciéndome gemir de placer, y luego reducía de golpe el ritmo, limitándose a mantener mi polla en su boca, o pasando a lamerme la base de mi cipote.

Estuvo chupándomela más de un cuarto de hora, consiguiendo que yo disfrutase pero no me corriese durante todo ese tiempo.

Pero lo mejor de todo es que me miraba a los ojos con una mirada de puta viciosa y de satisfacción inmensas, como si pudiese pasar sin problemas el resto de su vida allí abajo, chupándomela.

Cuando ella aceleró de nuevo el ritmo, yo la avisé de que iba a correrme, aunque seguramente ella no me entendiese, pero pareció hacerlo y, apretando más aún sus carnosos labios, me hizo explotar en su boca, llenándosela toda de leche, tragándosela toda como si la fuese la vida en ello.

Cuando terminé de eyacular, y ella hubo devorado hasta la ultima gota de mi semilla, me lamió de nuevo toda la polla, de arriba a abajo, dejándola limpia y reluciente, tras lo que se incorporó sobre la cama, sonriéndome, esperando a que yo continuase.

Y vaya si estaba dispuesto a continuar.

Terminé de desnudarme y me puse de rodillas en la cama, avanzando hacia ella mientras retrocedía con gestos de evidente satisfacción.

Pese a no hablar el mismo idioma, sabía perfectamente por mi mirada que me la iba a comer entera, y lo estaba deseando.

Cuando llegó al cabecero de la cama se quedó allí, esperándome, y cuando llegué, me besó con ansia, mientras yo empezaba a acariciar todo su cuerpo y nuestras lenguas jugaban en el interior de su cálida boca.

Bajé mis labios por su cuello, haciendo que se estremeciese, y la fui tumbando con suavidad, acariciando sus pechos por encima de la ropa interior.

Durante unos minutos, proseguimos con los besos y yo disfrutaba metiéndola mano, sintiendo como se iba calentando por momentos, así que decidí pasar al siguiente nivel y la despojé de su ropa interior, revelándome unos pechos rosados y apetitosos, y un coñito bien abierto y lleno de flujos.

Me incliné a devorar sus tetas, chupándolas como un cachorrillo hambriento, pasando de una a otra sin motivo, besándolas con fruición, tirando de sus pezones, y estrujándolas con mis manos a la vez.

Ella cerraba los ojos y gemía levemente, disfrutando de mi boca ansiosa mientras yo sentía como sus pezones iban creciendo y endureciéndose bajo mi boca, y ella gemía fruto de mis atenciones.

Cuando me di un atracón de sus maravillosas tetas, fui bajando poco a poco, lamiendo su vientre y su ombligo, lo que hizo que ella se riese, y cuando la miró, me encantó de nuevo con su deliciosa sonrisa, de modo que me hizo besarla ansiosamente de nuevo antes de descender de nuevo por su cuerpo para degustar sus otros labios, que ya tenia ganas de probar.

Sus muslos eran muy suaves, y olían intensamente a sexo, indicándome con su aroma además de con sus gestos que necesitaba que la diese placer, a lo que me dediqué con gusto.

Enterré mi boca en su sexo, besando sus labios con delicadeza, y dándola ocasionales lametazos, notando como sus flujos bullían bajo mis atenciones.

Entonces me dediqué a su ya hinchado clítoris, besándolo y sorbiendo ligeramente sus jugos, notando como crecía y como ella me rodeaba con sus piernas y me empujaba de la cabeza para que yo no abandonase su jardín de Venus, pero por supuesto que yo no estaba dispuesto a abandonar el paraíso que ella había dispuesto para mí.

A la vez, acariciaba sus pezones con mis manos, y notaba como ella se retorcía a cada lamida que la daba, mientras gemía y susurraba cosas en alemán, lengua que no tenia que conocer para entender lo que decía.

Estaba claro que todavía quería más, y yo estaba dispuesto a dárselo. Introduje mi dedo índice en su coño, donde casi se ahoga en sus flujos, y aproveché para meter el dedo bien al fondo, lo que a ella la encantó.

Cuando se lo saqué, ella elevó las caderas hacia mí, protestando por que solo mi lengua seguía otorgándola placer, pero se relajó en cuanto notó que mi dedo índice empezaba a entrar en su ano.

Ella abrió los ojos al notar esa intrusión, pero la sonrisa que me dedicó dejaba claro que quería que siguiese. Y yo no iba a negarme.

Mientras seguía comiéndome su coño, fui introduciendo poco a poco mi dedo en las profundidades de su delicioso culito, y sus gemidos fueron haciéndose más profundos a cada momento.

Finalmente, y arqueando la espalda, empezó a convulsionarse presa de un orgasmo increíblemente largo, ya que yo en ningún momento dejé de proporcionarla placer, y mi dedo ya entraba y salía con toda facilidad de su culito.

Un aluvión de flujo emergió de su vagina, llenando mi cara y empapando sus muslos.

Finalmente, quedó quieta por unos instantes, recuperándose, y cuando notó que yo me apartaba de su chochito, se levantó hacia mí sonriéndome para besarme apasionadamente, compartiendo sus flujos conmigo.

Mientras lo hacia, dirigió su mano hacia mi polla, que, después del memorable espectáculo de gemidos que había acompañado a mi exploración de su sexo estaba durísima, y yo tenia un dolor inmenso de huevos que esperaba ser aliviado.

Ella lo entendió, y a la vez yo estaba seguro de que quería más, así que mi alemana tomó un condón y lo puso sobre mi polla, mientras yo la acariciaba.

Una vez listo, me tumbó boca arriba y se puso sobre mí, besándome mientras ponía la puntita de mi polla en la entrada de su coño y se iba dejando caer poco a poco, alargando el momento, porque su coño estaba más que lubrificado y hubiese entrado a la primera si ella hubiese querido.

Finalmente, se introdujo todo mi miembro en su interior, y juro que solo con eso ya estuve a punto de correrme, del placer que me hacia sentir mi polla dentro de esa cueva tan cálida y apretadita.

Ella notó como se tensaba mi cuerpo, y quedó quieta, sin moverse, durante unos instantes, para indicarme que esperaba mucho más de mi, y yo estaba dispuesto a dárselo sin duda.

En cuanto notó que yo me relajaba y volvía a abrir los ojos, ella me regaló de nuevo la calidez de sus labios, y acarició con sus manos de piel de seda mi pecho.

Entonces, con lentitud y ayudándose de mis manos sobre sus caderas, comenzó a subir y bajar por mi polla, estrujándomela con su estrecho coñito.

Poco a poco comenzó a aumentar el ritmo, mientras ella se inclinaba sobre mi, rozándome con su olorosa cabellera y dejándome estrujar sus tetas y sobar su culo.

Yo observé entonces a su novio, que continuaba sentado allí, pajeándose lentamente mientras los ojos le brillaban. Sin embargo, puesto que su novia, mi querida alemana no le hacia ni puto caso, no iba a hacérselo yo.

Ella tomó mis manos de sus caderas y las levó a sus pechos, acariciándoselos los dos pares de manos juntos, jugando con sus pezones, los cuales, cada vez que los tocaba parecían haber crecido desde la vez anterior.

El rozar de mi polla en su coño empezaba a ponerla como una moto, mientras aceleraba el ritmo, y emitía suaves gemidos como de un ronroneo, pero sin dejar de mirarme a los ojos, indicándome que estábamos más unidos que lo que nuestros cuerpos demostraban.

Cuando estaba próxima al orgasmo, se abrazó a mi, dejando que fuese yo el que continuase culeando en el ritmo infernal que ella había impuesto y que la hacia derretirse de placer.

Finalmente, abrazados los dos como si quisiéramos unir aun más nuestros cuerpos, nos entregamos juntos al placer del orgasmo, yo en silencio, ella con gritos de placer y convulsiones que llegaban hasta los músculos de su coño, desde donde se transmitían a mi polla, que se descargó en su funda de goma.

Permanecimos unos instantes abrazados, unidos aun por la conexión mística y sexual que nos fusionaba.

Cuando ella se recuperó, me besó de nuevo, agradeciéndome con sus ojos el placer que la había dado, se puso a cuatro patas y me sacó el condón de la polla, y acto seguido se puso a chupármela, lamiéndola bien de arriba a abajo para limpiarme los restos de semen que quedaban allí.

Después dirigió una mirada a su novio, que se estaba limpiando la polla con un pañuelo después de correrse, y le dirigió unas palabras, tras lo que se volvió hacia mí y se me quedó mirando.

-Dice que ella gustar mucho tu follar ella. –me tradujo su novio.

-A mi también me ha gustado ella. – el tradujo y ella me besó, frotándome las tetas contra el pecho.

– Dice no fin aun. Ella querer que tu polla en su culo.

-¿Quiere que la de por el culo?

-Si, eso querer ella.

-Por mi encantado, pero aquí mi amigo el calvete está algo cansado. –dije, refiriéndome a mi polla, que descansaba flácida entre mis piernas, a escasos centímetros del coño que tan bien había disfrutado.

Él tradujo de nuevo, y ella me besó (no me cansaba de beber de sus labios, y al parecer ella tampoco) y después le dijo algo.

-Dice que ella gustaría y que ella ayuda tú.

Dicho y echo.

Comenzó a besarme con pasión de nuevo, y dirigía mis manos por su cuerpo, acariciando sus piernas y su culo, y rozando sus tetas, hasta que me puso sus melones en la boca y yo me lancé a devorarlos, alternando los besos a sus pezones con los besos a sus labios, disfrutando de ambos mientras no paraba de sobar su culo y su coño.

Su lengua jugueteaba con la mía, y en los momentos en que abandonada el interior de su cálida boca era para degustar sus pezones, mientras ella se encogía de placer y me besaba el cuello.

Es evidente que ante tal tratamiento uno funciona por muy cansado que esté, y mi polla despertó de su letargo volviendo a elevarse ligeramente.

Ella notó esto, y, sonriéndome como diciéndome lo bien que lo iba a pasar (yo creo que me la levantaba más su sonrisa que otra cosa.), se giró, poniéndome frente a mi cara su coño y su culito, y empezó a pasarme su melena de terciopelo por mis muslos, mi polla y mis cojones, dejando que colgase sobre estos y dándoles ocasionales lametones.

Se giró un poco para ver si yo estaba disfrutando, y al ver que yo asentía, se inclinó sobre mi miembro, contribuyendo a su recuperación con una excepcional mamada que me empezó a regalar.

Ante tal atención, y viendo su trasero respingón y su coñito meneándose a tan escasa distancia de mí, no pude resistirme y empecé a lamer la raja que iba de su coño a su culo.

Ella paró un instante para ver excitada lo que yo la estaba haciendo y aprobarlo asintiendo con la cabeza, para seguir chupando mi polla como si fuese un chupachups., así que yo seguí con sus lamidas.

Su coño tenia ese olor a hembra, a sexo que a todos los hombres (o al menos a mí) nos vuelve locos. Para ir preparando el camino a lo que vendría después, mojé mi dedo en los flujos de su vagina, y se lo introduje en el culo mientras seguía lamiendo.

Como era el mismo dedo que antes, y mi diosa alemana seguía excitadísima, el dedo entró con facilidad, y comencé a metérselo y a sacárselo.

Cuando consideré que entraba y salía con facilidad, lo sustituí por el dedo corazón, que costó un poquito, pero con mas facilidad que antes, por que ya estaba dilatado.

A cada arremetida de mi dedo, su boca reaccionaba chupándomela más a fondo, de modo que poco después ya estaba plenamente recuperado. Para terminar de preparar su trasero, la metí conjuntamente el índice y el corazón, lo que la hizo protestar un poco porque la dolió con el grosor, pero debía de prepararla para mi polla, mas gruesa aun.

Sin embargo, el dolor apenas la dolió unos instantes, y pronto empezó a gemir de placer, hasta el punto de que cuando los dedos entraron y salieron con facilidad, y metí otros cuatro dedos en su coño, dejó de chupar mi polla y empezó a gemir para correrse minutos después.

Ahora, con mi polla como una piedra y ella bien mojada, si que estaba preparada para que se la metiese por el culo.

Me salí de debajo de su cuerpo, y ella, deseando y sabiendo lo que la esperaba, demasiado debilitada aún por su orgasmo para moverse, permaneció como estaba, tumbada sobre la cama, con la cara apoyada en la manta y el culito apetitoso en pompa, expectante.

Yo no me hice de rogar y me puse de rodillas tras ella, acercando mi polla a la estrecha entrada, y empecé a besarla los hombros, el cuello, la espalda, y cuando terminé de besar sus nalgas, a lo que ella respondió con un ronroneo de placer, yo empecé a empujar mi ariete, intentando forzar su deliciosa puerta trasera.

La resistencia fue mas fuerte al principio, pero en cuanto mi mano empezó a acariciar su sexo para que se relajase y su esfínter se abriese, mi glande se introdujo en su interior, y todo resultó mucho más fácil.

Mi polla se abrió paso casi de golpe hasta sus profundidades, y cuando estuvo toda dentro, aguardé un poco para que su culito se acostumbrase al tamaño antes de empezar a moverme.

Cuando lo hice, fue muy despacio, poco a poco, hasta que solo mi glande quedó dentro y entonces volví a empezar.

Al cabo de unas cuantas embestidas ella se puso a cuatro patas para colaborar a mi trabajo, y yo, con la polla como una piedra, comencé a follármela mas rápidamente.

Su culito era mas estrechito y delicioso aun que su lindo coño, y apretaba mi polla dándome oleadas de placer.

Pronto mis cojones golpeaban contra sus nalgas, de la fuerza de mis embestidas, y sus tetas se bamboleaban colgantes, así que me acerqué mas a ella, y comencé a estrujárselas cuando ella tuvo un nuevo orgasmo, ya que mientras se estaba masturbando con una mano.

La verdad es que los continuos gemidos que ella lanzaba mientras la follaba me excitaban mucho, pero el que soltó cuando su orgasmo coincidió con una de mis embestidas más profundas fue demasiado.

Yo, que aún no me había corrido, esperé paciente con mi polla en su interior a que se recuperase, y que me mostrase que deseaba seguir, lo que no tardó mucho en seguir. Yo continué embistiéndola, empezando de nuevo con un ritmo lento, y aumentándolo mas deprisa que antes.

La verdad es que cuando me he corrido un par de veces, yo tardo mucho en correrme de nuevo, así que desde que se la metí por esa joya de culo hasta que se la saqué transcurrió casi media hora.

Nuestro orgasmo fue mutuo esta vez, y los dos gritamos al estremecernos de placer, cuando yo me vacié en el condón y el flujo de ella rodaba por sus muslos.

Nos separamos para besarnos, notando como el culo de ella estaba enrojecido, y después, como una niña buena, se arrodilló para sacarme el condón y limpiarme la polla que tanto placer la había dado.

Después se levantó, besó a su novio, y los tres nos acostamos juntos en la cama, con ella en medio y una teta en cada mano para disfrutar de un merecido sueño.

Continuará…