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La nata hace milagros

La nata hace milagros

¿Cuánto tiempo más tendría que esperar Mercy para que Alex se decidiera por fin a verla como la mujer que era y no la niña que él pensaba?. Alex era el mejor amigo de su hermano.

Desde niña lo había visto siempre por la casa, era uno más de la familia, pero para Mercy era algo más………era el hombre del que estaba enamorada, y estaba dispuesta a hacer lo que fuera por tenerlo. Y lo haría, estaba decidida.

Empezó a idear un plan que estaba segura funcionaria y que haría que Alex cayera rendido a sus pies.

Alex ajeno a la trama que se cernía sobre él, estaba en la biblioteca de la mansión donde vivía Mercy hablando con Gabriel, el hermano de Mercy.

Ninguno sospechaba lo que estaba por ocurrir. Mercy pidió a la cocinera que preparara una suculenta cena para dos, y de postre, nata, montañas de nata.

La cocinera no sabía para que necesitaba tanta nata, pero se abstuvo de preguntar.

En la mente de Mercy se estaba tejiendo un plan para demostrarle a Alex que ya no era una niña.

Las horas pasaban lentamente y Mercy aburrida se dirigió a la biblioteca en busca de un libro.

Al llegar se encontró a su hermano y al hombre que no la dejaba dormir por las noches.

Sintió que su corazón galopaba a mil por hora.

Sus mejillas se sonrojaron, sus manos se volvieron sudorosas, su cuerpo estaba reaccionando a la presencia de Alex.

El la miró como solía hacerlo, pero, vió en ella algo diferente, algo que no sabía lo que era pero que lo tenía intrigado, y estaba dispuesto a saber de que se trataba.

Mercy le preguntó a su hermano si cenaría en casa y este le dijo que no, pero que Alex podía quedarse así le haría compañía durante un rato. Ella no podía creer lo que acababa de oír.

¡Su hermano le había allanado el camino!!.Alex no supo que decir y aceptó la invitación de su amigo.

Mercy se excusó y salió en dirección a su dormitorio. Tenía que impresionas a Alex y para ello debía escoger bien el vestido.

Se dirigió al armario y lo estudió con detenimiento.

Al final optó por un vestido sin tirantes que se ceñía a su cuerpo como una segunda piel. Era de color azul como el mar, le quedaba muy bien, y Alex no podría resistirse.

No había tiempo que perder; así que se dirigió al baño y se metió en la ducha.

Mientras se duchaba empezó a excitarse al pensar en la velada que tenía por delante con Alex.

Estaba húmeda en el mismo centro de su ser, y sabía que aún lo estaría más cuando viera de nuevo a Alex.

Ya arreglada y vestida se dirigió al comedor donde un nervioso Alex la estaba esperando; no había señales por ningún lado de Gabriel, estaban solos, era la oportunidad que había estado esperando desde hacía tiempo y no iba a desperdiciarla.

Cuando Alex la vió no daba crédito a sus ojos, ante sí tenía a una hermosa mujer que hasta hacía unas horas consideraba una niña.

Se acercó a ella, le tomó una mano y la miró fijamente a los ojos.

Sin saber como ocurrió, la acercó más hacia él y su boca fue bajando lentamente hasta unirse a la de ella, fundiendose en un beso, suave y delicado al principio, como una caricia, como un leve roce de labios, para convertirse en un apasionado y voraz beso.

La estrechó entre sus brazos y la besó con frenesí.

Sus lenguas bailaban la danza de la pasión, sus manos corrian libres por sus cuerpos.

Estaban excitados; ella feliz, él atónito.

No comprendía que le estaba pasando, pero disfrutaba del momento y no quería que terminara. Mercy se retiró un poco y le dijo….”Te he preparado una sorpresa, algo que no olvidarás nunca”. Alex no supo que responder, estaba desconcertado, pero quería saber de que iba todo aquello, y estaba dispuesto a todo.

La mesa estaba preparada, no faltaba nada, incluso la nata estaba allí.

Mercy se acercó a la bandeja donde estaba la montaña de nata que pidió y con un dedo cogió un poco, se lo metió en la boca mirando a los ojos de Alex sin parpadear.

El parecía quedar sin respiración; viendo lo erótico de la acción de Mercy, se le hacía la boca agua.

Entonces ella cogió un poco más de nata y acercándose a él se metió el dedo de nuevo en la boca y acto seguido acercó sus labios a los de Alex, ofreciéndole el fruto de su boca, él no se hizo de rogar y tomándola en sus brazos la besó saboreando la dulzura de su interior. La nata pasó entonces a la boca de Alex y aquello sue su perdición.

Mercy aprovechó su desconcierto para tomar su mano y dirigirla a la espalda de su vestido y guiándola a la cremallera lo instó a bajarla.

El vestido cayó por su propio peso al suelo, dejando al descubierto unos pechos redondos y firmes con unos pezones erectos ya por el deseo.

Alex la contempló y fue recreándose con la visión de aquel cuerpo delicioso que tenía ante sí. Bajó la vista hasta su vientre y vió que llevaba unas braguitas preciosas blancas de encaje.

La cogió en brazos y la tumbó en la mesa, cogió nata y se la puso en los pezones.

Empezó a lamerlos Y Mercy se excitaba cada vez más. Estaba muy húmeda y ardía de deseos de tenerlo dentro de su ser.

Alex extendió más nata en el cuerpo de Mercy y repitió la acción. Estaba tan excitado como Mercy y eso se notaba en la presión que había en sus pantalones.

Mientras lamía el cuerpo de Mercy se desabrochó los pantalones

Se los quitó y también los bóxer dejando al descubierto en todo su esplendor la magnifica erección que tenía. Ella quedó deslumbrada con la visión que tenia ante sus ojos, y deseó que estuviera ya en su interior.

Alex le fue quitando las braguitas con los dientes mientras acariciaba sus pechos. Deseaba poseerla pero antes quería hacerla gozar al maximo.

Untó su monte de Venus con nata y la lamió hasta comérsela toda, separó sus labios mayores y la bañó en nata.Mercy creía volverse loca de deseo ,pues Alex sabía como hacerla gozar.

Mientras la lamía introdujo sus dedos en su interior imitando el movimiento rítmico de una copula.

Se tendió a su lado en la mesa y embadurnó su pene de nata, Mercy se abalanzó sobre el y lo chupó hasta hacer desaparecer todo vestigio de aquel delicioso postre.

Siguió chupando con verdadero afán a la vez que jugaba con sus testículos.

Alex la colocó de espaldas a él de manera que pudiera lamerla, y poniéndole nata empezó a jugar con su sexo, haciendo que tuviera un orgasmo tras otro , a su vez Mercy no paraba de chuparlo hasta que él eyaculó en su boca.

Una vez recuperados Alex se puso encima de Mercy y empezó a penetrarla, lentamente al principio y con más ímpetu después.

Mientras la embestía friccionaba el capullo de su deseo. Ella estaba loca de deseo y de placer.

Alex pletórico por haber sido el primero en poseerla, y sabía que sería el único, porque había decidido hacerla suya para siempre.

Llegaron juntos al orgasmo por varias veces hasta que quedaron rendidos y dormidos uno en brazos del otro. Mercy había conseguido su propósito. Alex ya era suyo.

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