6 albañiles en celo cogen a una ejecutiva muy caliente

Eran las diez de la noche del viernes, iba rumbo a mi casa.

Esta noche me tocaría irme caminando, mientras el coche estaba en el taller.

Había sido una semana muy pesada, y por si fuera poco, estaba comenzando una fuerte tormenta.

En tan solo 5 días, mi equipo de trabajo había perdido a dos de nuestros clientes mas importantes de la empresa.

Iba vestida con una minifalda roja peligrosa que me llegaba debajo de las nalgas, y que estaba tan mojada, que se hacia visible la mini tanga roja que me separaba las nalgas y hacia mas curvas las líneas de mi culo.

También vestía una blusa negra manga corta con un cuello escotado v que dejaba mis pechos al descubierto casi a la altura del pezón.

Me había quitado el saco porque ya estaba muy mojado.

Iba hacia mi casa cuando al doblar la esquina, me encuentro con señor chaparro un poco calvo y con la ropa manchada y en harapos por preparar la mezcla de cemento y subirse a los andamios.

Este albañil me pregunto la hora y yo le respondí que eran las 10 pasadas, y cuando quise seguir mi camino, sentí que alguien me tomaba fuertemente de los brazos, cuando quise gritar una fuerte y sucia mano me tapo la boca.

De pronto me encontraba en cuarto oscuro, caliente y húmedo.

Alcance a distinguir la figura de 6 albañiles.

En el cuarto se percibía una combinación de olores a 7 machos, a sudor, a sexo, y a humedad.

Uno de ellos encendió una pequeña lampara y se acerco a mi.

Era moreno, de ojos casi negros, gordo y un poco calvo, vestía una camiseta gris y rota.

Se acerco y me dijo :Ya la hemos visto pasar mucho por aquí, y pues no queríamos dejar pasar la oportunidad de conocerla.

Su culo es tan grande que todos queremos restregarle el pene en esas nalguitas.

El cuarto era húmedo y caliente, de paredes de ladrillo rojo, y techo no muy alto.

Era un especie de sótano, y se escuchaba un silencio que me hizo darme cuenta que nadie podría ayudarme, por mas que gritara.

Yo comencé a asustarme, cuando el hombre chaparro se acerco a mi, me dijo que era la mujer mas sexy y buena que había visto, y comenzó a lamerme la cara, como si fuera un perro en celo .

De pronto se me acerco otro, este tenia un cuerpo atlético, con la piel blanca y ojos oscuros.

No parecía albañil, pero me miro fijamente a los ojos y me dio miedo ; me tomo del cuello y arranco la blusa de mi cuerpo, yo vestía un brassiere rojo de encaje que resaltaba mucho mis pechos, tanto como si fueran dos esferas perfectas.

Todos comenzaron a reír, yo no decía nada, solo observaba.

Cuando se me acerco otro de los hombres, este tipo era muy flaco, y muy alto, tenia en la piel un color bronceado cenizo, y unos ojos verdes grandes que me ponían muy nerviosa, tenia una mirada interesante y penetrante, y olía mucho a sudor, pero era un olor excitante y peligroso.

De repente se quito la camisa azul a cuadros que tenia, se agacho y se acerco a mi y me mordió despacio, cada una de mis tetas, y las acaricio con su lengua fuertemente.

Esa combinación de miedo y excitación me confundía. No podía entender eso que sentía.

Otro hombre muy moreno y de estatura media, comenzó a quitarse el pantalón de mezclilla, después la camisa a cuadros azules, hasta quedar desnudo completamente.

Se puso detrás de mi y pego el pene en mis nalgas, pude sentir lo caliente del miembro, así como también pude sentir como se excitaba ya que lo sobaba en mi culo fuertemente.

Su pene era chiquito, pero muy grueso como un pepino,, tenia un color rosa y de la punta le salía un tipo de liquido viscoso, y transparente.

Agarro mi falda y le rompió el cierre, esta cayo al suelo, dejando al descubierto mis nalgas grandes y frondosas, vestidas con una tanga diminuta, roja y gruesa de encaje se pegaba a mi culo como si lo levantara y lo redondeara.

Después me dijo al oído : te va a gustar lo que te vamos a hacer., y lentamente tomo mis tetas con sus manos, las apretaba y las acariciaba, mientras me repegaba el pene en el trasero excitado.

El hombre que no parecía albañil se volvió a acercar, y lentamente me desabrocho el brassiere, y una ves que me lo quito, de una bolsa de mandado tomo un hielo y comenzó a pasármelo por los pezones.

Mis pezones eran rositas y resaltaban en mis tetas blancas, parecían dos kisses en un helado de vainilla, tenían un rico olor a leche caliente.

Y comenzaron a pararse y excitarse con el hielo. Me sentía mas sensible, y hasta el roce con el aire me excitaba.

Un ultimo hombre se acerco a mi, pensé que ya lo había visto antes, estaba desnudo, tenia la piel trigueña, ojos negros, nariz grande y olía mucho a alcohol, y a un perfume de menta con sudor.

Me arrojo al suelo y fue así como pude ver su pene, era de un color mulato, estaba totalmente erecto, me pareció muy largo y delgado, y sus huevos eran tan grandes como peras, comenzó a golpearme la cara con el como si estuviera cacheteándome.

Me tiro al suelo y me dijo: Voltéate Zorra. Una vez que yo estaba tirada en el piso, comenzó a besarme las caderas, con sus manos hacia círculos en mi piel, y me mordisqueaba las nalgas.

Tomo un cuchillo y corto mi mini tanga, le excitaba el peligro de un cuchillo pegado a mi piel, primero le hizo un hoyo a la altura de la vagina y comenzó a olerme y a chuparme por ahí, después corto la tanguita por los lados, y siguió despedazándola en mi cuerpo hasta que quedo desecha.

De mi vagina salía un rico olor a sexo caliente y un lubricante blancuzco y viscoso. Me daba la impresión de que ya no podría aguantarme el placer que sentía.

Se paro y me hinco desnuda. Se podían ver mis tetas grandes, como melones, me seguí sintiendo muy confundida, no sabia si podía seguir resistiendo, o acceder libremente a sus deseos. Comenzaron a desnudarse y a murmurar entre ellos. El chaparro se acerco desnudo a mi y puso su pene en mi boca bruscamente.

El pene era grueso y mediano, era suave y estaba muy duro, era de color blanquito, y una vez que estaba en mi boca comenzó a empujar mi cabeza bruscamente hacia enfrente y para atrás.

Después empezó a gritar como animal cogiendo, y los demás seguían murmurando algo que no podía escuchar. El hombre gordo y calvo quito al chaparro y se paro en frente de mi, yo pensé que quería que se la chupara, pero me dijo : Chúpame los huevos perra.

Se puso mi cabeza entre las piernas y empecé a chuparle y sobarle los huevos con mi lengua, tenia un olor muy feo y fuerte a sexo, pero la sus huevos se sentían calientes y carnosos, eran muy grandes y su pene era muy chico y delgado, tanto que comencé a excitarme y ya no tenían que obligarme a hacer lo que ellos querían.

El que no parecía albañil, el flaco y el moreno, también desnudos me tomaron de las manos y casi arrastrándome me tiraron en una vieja cama de hierro que había en el cuarto, me abrieron de piernas y de brazos, y me ataron a la cama.

Entre ellos decían que yo ya no ponía resistencia que me encantaba, y tenían razón, estaba empapada de lubricante y toda excitada.

Se treparon a la cama los tres y comenzaron a jalarse el pene, el flaco tenia un pene muy grandote y grueso, y el que no parecía albañil lo tenia de tamaño y grosor mediano, parecían honguitos rosas, estaban bien calientes y erectos.

Podía ver en sus caras un gesto de placer, poco a poco comenzaron a eyacularse en mi, estaba bañada en semen, el olor a semen y a sexo era muy fuerte.

Me excitaba lo caliente del semen, y me excitaba mas como se iba escurriendo desde los pezones a los pechos, las piernas, el vientre y como iba corriéndose hacia mi vagina, donde lo sentía caliente. Después con sus manos comenzaron a manosearme y a embarrarme todo el cuerpo con el semen.

Me tocaban las tetas, la cintura, las caderas, el culito y la vagina. Se veían un poco cansados, y se levantaron de la cama.

Se acerco el trigueño, me tomo del cuello y comenzó a besarme salvajemente, en la boca, el cuello, y comenzó a bajar lentamente por las tetas, los pezones, mi cintura, el monte de Venus, hasta que llego a mi clítoris.

Comenzó a chuparme y acariciarme, en la habitación se percibía un fuerte olor a mi sexo, lo cual los excitaba mas, parecía una orgía de animales en celo.

Yo pude percibir otro olor a su sexo, era fuerte y al mismo tiempo ácido, una combinación de olor a leche caliente, con sudor, con sexo, y lubricante.

Sentía cada vez mas calor, comencé a gemir de placer y uno de ellos me dijo: Esto te gusta eres una zorra.

Sin darme cuenta comencé a pedir mas, me chupaba cada vez mas fuerte, mas intensamente, pero a la misma vez gentilmente. Con los labios absorbía mi clítoris y con la lengua lo masajeaba. Mis gemidos eran cada vez mas fuertes que decidieron taparme la boca. Sentí desesperación y quise escaparme.

De repente sentí que unas manos grandes, pesadas y muy rasposas, me manoseaban el culo, y sentí que me metían en la vagina unos dedotes.

Hacían un movimiento que comenzó a excitarme, el calor de esos dedos y la forma en que me tocaban hizo que me mojara aun mas. Cerré los ojos y quise gritar, peor no de dolor, sino de placer.

No lo hice porque algo dentro de mi seguía produciéndome miedo.

Esas manos eran las del gordo y del chaparro. El trigueño me seguía besando, y al mismo tiempo me decía: quiero meterte esto por tu vagina.

Se sentó entre mis piernas y comenzó a metérmela fuerte y furiosamente, y se balanceaba hacia mi empujándose con las tetas, empecé a sentir como estaba eyaculando dentro de mi, yo estaba muy excitada pero los nervios y el miedo me impedían disfrutar libremente, hasta que el trigueño quedo muy cansado y retiro su pene de mi y me desato.

El flaco se acostó en el piso y me grito: móntate puta. Me subí sobre el, y me penetro, y me abrazo, sentí como sus manos sobaban me acariciaban fuertemente y abrieron mis nalgas.

El chaparro se hincó detrás de mi, y comenzó a chuparme y bésame el culo, yo sentía como su lengua me mojaba mas, y como entraba en mi culo. Era una excitación constante y no llegaba al orgasmo.

El chaparro me estaba penetrando por el culo, al principio sentí un poco de dolor que fue desapareciendo mientras mi culo se lubricaba mas.

Los tres nos movíamos al mismo ritmo y gemíamos de placer. Los dos hombre me manoseaban con movimientos suaves y circulares. Me tomaban de la cadera y se impulsaban hacia mi.

Yo estaba casi en el orgasmo cuando ellos se vinieron dentro de mi y pararon y me los sacaron.

Era tanto semen y lubricante que me escurría un liquido blanco y viscoso de la vagina y el culo.

Yo seguía excitada, me recostaron con la cara al techo mientras uno de ellos me penetraba por atrás.

El moreno se puso debajo de mi , y me monto en su pene, metiéndomelo por el culo, el que no parecía albañil se sentó en mi vientre y comenzó a penetrarme por la vagina.

La presión que sentía de los dos penes me excitaba mas, yo comencé a gritar y a gemir, mi clítoris estaba tan erecto que se hacia obvio, y el roce con el vientre del que no parecía albañil, me excitaba mas.

El gordo se paro sobre mi cara y metió su pene en mi boca y comencé a chupárselo hasta que se viniera. Y volví a sentir ese fuerte sabor a lubricante, los otros dos hombre me seguían cogiendo, me manoseaban y me besaban, me chupaban las tetas, y los pezones.

El hombre al que le chupaba el pene comenzó a venirse, mientras me gritaba: trágatelo perra. Estaba gozándolo, cuando empecé a sentir en mi cuerpo algo caliente, sentí como iba llegando el orgasmo, me estaba viniendo, mi vagina se contraía y apretaba mas los penes que me estaban cogiendo.

Mi vientre temblaba mientras se venia, el gordo se retiro de mi boca, y el moreno comenzó a venirse, era tan fuerte que pude sentir un chorro de semen entrar por mi culo.

El que no parecía albañil me tomo de la cadera y comenzó a jalarme hacia el.

En su cara se veía el placer que tenia al eyacularse en mi, y comenzó a gritar y a moverme mas rápido y mas fuerte. Yo que pensé que ya había llegado al clímax, volví a excitarme.

Este hombre me agarraba de los muslos y me jalaba hacia el, pude sentir como su pene tocaba hasta el fondo de mi vientre.

Volví a calentarme, y ahora mi excitación era mas intensa, mi vientre se contraía mas rápido y mas fuertemente ; el sentía como latía mi vagina y se excitaba cada vez mas.

Comenzó a gemir como un perro en celo, los demás hombres nos miraban asombrados, de que yo pudiera seguir tan caliente y excitada por tanto tiempo.

Sentí que la vista se me nublaba, y sentí como si mi vientre explotara con un grito de placer que deje ir cuando llegue al orgasmo.

Una vez que estaba en el clímax, no podíamos parar, era cada vez mas intenso, hasta que por fin terminamos.

Los dos dejamos ir un suspiro de placer, yo estaba mas satisfecha que nunca.

El salvajismo, la vulgaridad, el peligro, y el miedo que representaban esos hombres, me liberaron y me hicieron sentir mas mujer que nunca, me sentí necesitada, utilizada, y al mismo tiempo, pude cumplir todos mis deseos.

Yo estaba muy cansada ya. Me recostaron en la cama y me ataron a ella, sin pensarlo me quede dormida.

Cuando desperté estaba desnuda, seguía atada, me quise levantar pero el moreno y el flaco estaban encima de mi. En ese momento se despertaron los demás.

El gordo me dijo : Que paso zorrita, andabas desatada anoche.

Yo les dije que me tenia que ir, antes de que amaneciera. Y el chaparro me dijo : acuéstate zorra que todavía me la tienes que mamar.

Yo seguía abierta de brazos y piernas, y atada a cada una de las esquinas de mi cabeza.

Yo estaba acostada mirando al techo, el chaparro puso su pene sobre mi cara y comenzó a metérmelo por la boca.

Podía sentir en mi garganta, ese sabor entre dulce y amargo del semen que iba eyaculando.

Cuando termino, se salió, el moreno se hinco para que se la chupara, pero yo me negué.

Les advertí que si no me la mamaban no se las chuparía. Entonces el que no parecía albañil comenzó a mamarme.

Puso mi clítoris entre sus labios y comenzó a chuparme.

Y uno a uno fui mamándoselas a cada uno hasta que se vinieron en mi boca.

El que me la mamaba no quiso que se la chupara, parecía estar muy cansado.

Perduraba el olor a sexo.

Me desataron, comencé a vestirme, tome mi bolso y mi saco y al salir, me di cuenta que estaba comenzando a amanecer.

Me fije en mi reloj y me di cuenta que eran las 5 :30 de la mañana.

Rápido camine hacia mi casa, silenciosamente entre a ella, todos estaban dormidos.

Me acosté en mi cama, y me quede dormida, hasta las 8 de la mañana que sonó el despertador.