Mi primera esclava I

Se llamaba digamos que María, pues bien, María contesto a un anuncio puesto en la prensa el cual decía así «Busco mujeres con tendencias sumisas, ofrezco: respeto, cariño, compresión y dureza, no tengas miedo solo llegaremos donde tu quieras, te lo promete Morfeo«, sinceramente pensaba que no había nada que hacer, el anuncio salió durante tres semanas y al final contestaron, era María.

En nuestro primer contacto (que fue por teléfono) María me expresaba sus miedos y temores, que a su vez eran lógicos y normales, María no quería recibir palizas y ni ser obligada a nada que ella no quisiera hacer, algo absolutamente normal, después de escucharla atentamente le explique gran parte de las obligaciones de una sumisa y de las exigencias que puede tener cualquier amo, una vez terminada la explicación le pedí que escribiera en un papel lo que estaba dispuesta a dar y lo que no.

Una semana después quedamos en vernos con el fin de consensuar sus deberes y obligaciones, como era de esperar entre dos personas adultas y maduras llegamos a un acuerdo satisfactorio para los dos, para que quedara constancia de ello firmamos un acuerdo, dicho acuerdo nos obligaba a los dos a cumplir ciertas normas básicas de funcionamiento, concluida dicha reunión quedamos en dos cosas:

  1. Revisar el acuerdo de forma anual.
  2. Que esperaría mi llamada para nuestra primera cita.

Una semana mas tarde llame a mi nueva Sumisa citándonos en un conocido hotel de Murcia, le indique cual debía ser su indumentaria y que tenia que llamarme al móvil cuanto se encontrara en la puerta.

El día esperezado y a la hora esperada sonó el móvil

Amo: Si.

Sumisa: A sus ordenes Amo.

Amo: Pregunta en recepción por la habitación del Sr. López de Urridalga.

Después dirígete al WC te quitas toda la ropa excepto el abrigo y la metes en una bolsa de papel cuando acabes te diriges a la habitación.

Un minuto después alguien golpeaba la puerta de mi habitación, me levante y fui directo a la puerta con paso lento y pausado, abrí muy despacio y ante mi estaba la figura mas gloriosa del mundo, una mujer dispuesta a ser mi sumisa, mi esclava, mi perra y cualquier cosa que yo quisiera.

La hice entrar, cerré la puerta tras ella y le ordene que se quedara quieta donde estaba, le quite el abrigo y le bese el cuello, estaba muy nerviosa, con el propósito de tranquilizarla un poco me acerque de nuevo y le susurre al oído «no te preocupes preciosa, vas a disfrutar como nunca lo has hecho, relájate y déjate llevar».

Llevaba el pelo recogido en una cola de caballo, su cuerpo era el cuerpo de una mujer como otra cualquiera pero su sumisión la dibujaba como un objeto de placer sin limites, sus pechos eran pequeños pero su pezones, menudos pezones, erectos y erizados, una autentica maravilla, su estomago no era totalmente liso, en el se describía una pequeña y deliciosa curva, su sexo sin depilar se veía poblado por un bosque de helechos, a mi como Amo me gustan los sexos rasurados totalmente y el suyo no era una excepción pero lo que mas me gusta es rasurárselos yo la primera vez, de esta forma les enseño como me gustan a mi.

Continuará…