Historias III
Subimos a la suite, yo abrí la puerta haciéndome a un lado las dejé pasar, entró primero Ana seguida por Michelle, ésta miraba alrededor mientras dejaba el bolso en un asiento. Ana fue directamente al dormitorio, se sentó en la cama y sonriendo la llamó.
–De rodillas-ordenó, Michelle presurosa fue hacia el dormitorio y se dejó caer de rodillas ante ella.
Ana mirándola a los ojos con furor, muy en su papel de Ama, sermoneó a Michelle.
–Estas aquí para nuestro placer, serás nuestra esclava y nos servirás en todo momento y lugar durante los próximos siete días- dijo dándole una sonora bofetada en la mejilla — ¿has entendido?.-
Michelle, sorprendida asintió con la cabeza.
–Bien, quítame los zapatos y las medias, besa mis pies-ordenó recostándose.
Michelle, lejos de la primera turbación, con una extraña mansedumbre hacía con presteza y dedicación lo que Ana le había ordenado.
Ana daba pequeños gruñidos de placer, a la vez que sonreía con maldad. Sus dedos bañados en saliva dejaban unos destellas producidos por la luz en sus uñas pintadas.
–Ya basta, levántate y desnúdate, no te quites las medias ni los zapatos, queremos verte para comprobar la mercancía.-dijo con insolencia.
Yo me había sentado en uno de los sofás y miraba estupefacto cuanto sucedía, Michelle se desnudó con una cierta pudicia, a la vez que se pintaba de rojo su rostro, era una esclava autentica, rubia, con el culo bien formado, cintura estrecha, pechos aperados y algo pequeños, piernas largas, de unos 25 años.Yo observaba a ambas, la risa socarrona de Ana y la timidez inicial de Michelle, creí adivinar una tremenda bisexualidad en Ana.
Una vez terminada de desnudar cayó de rodillas delante de Ana. Ésta mirándola, se puso de pie y se desnudó por completo, y dirigiéndose a mí dijo:
–Amo, ¿no te vas a desnudar?.-
El llamarme Amo me sorprendió gratamente.
–Qué esperas-dijo dirigiéndose a Michelle-ponte a cuatro patas y ve a recoger al Amo-así lo hizo Michelle, avanzando hacia mí. Cuando llegó a mi altura me besó los pies postrándose. Fascinado, pues había visto su culo meciéndose a la vez que avanzaba hacia mí, sus tetas colgando moviéndose al compás, me excitaron. Tomé un collar de perra y se lo puse al cuello. Me senté sobre su espalda que se arqueó un poco con mi peso. El contacto de su piel con mis huevos y culo me agradó tanto como su sometimiento. Con una mano me agarré al collar y con la otra la di un tortazo en su culo, indicándole que debía comenzar a marchar, cuando llegamos hasta Ana la obligué a dar la vuelta para recorrer otra vez la suite, estaba embargado por el poder, una oleada de deseo nació en mi entrepierna, lentamente Michelle recorrió la estancia. Era más fuerte de lo que yo creía, pues apenas se quejó, sin embargo sus medias se habían roto, las rugosidades de éstas le molestaban terriblemente cada vez que movía las rodillas. Cuando llegamos otra vez donde Ana, esta esperaba al borde de la cama, sentada y con las piernas abiertas, yo me levanté y ella aprovechó para ordenar:
–Chúpame, perra y procura hacerlo bien, si no té acordaras.-tomándola por los pelos atrayéndola hacia su coño.
–Amo-dijo con voz distraída-en las bolsas de viaje hay unas fustas, tenla preparada por si esta perra no hace bien su trabajo.
Así lo hice, también tomé unas cuerdas que en dicha bolsa había, con ellas en las manos me dirigí a la cama, Michelle se ufanaba en meter y sacar su lengua del chorreante chocho de Ana.
Tomándola de los brazos se los até a la espalda, Michelle sin el apoyo de las manos, de rodillas, metía y sacaba su lengua una y otra vez, pero por lo visto no lo suficiente, Ana incrementó los tirones de pelos para incitarla.
Ah, Aaah, exclamaba Ana. -Amo, pégale a esta puta para que meta más profundamente su lengua, –Dijo entre jadeos.
Ah, aaah, aaaaah, gritaba Ana al borde del éxtasis.
El culo de Michelle se movía al ritmo de los estirones de pelos, era delicioso, con la fusta marqué su glúteo izquierdo, así fui dando golpes alternativos, con cada golpe Michelle saltaba hacia delante para el placer de Ana. A los diez o doce golpes, Ana se corrió dando un grito. Como Michelle continuaba metiendo su lengua y chupándole el clítoris, Ana la apartó de un empujón.
–Amo, ven-dijo llamándome a la vez con un gesto de su mano, ella se arrodilla en el suelo ante mí tomándome la polla y con ojos picarones se la metió lentamente en su boca, al rato ordenó a Michelle que me chupara el culo. Yo abrí las piernas para facilitarle el acceso a mi agujero negro, ella lo chupó creándome un suave picor placentero en la base de los huevos, que junto a la espléndida mamada de Ana, hizo que me corriera sin poderlo evitar, tensando mi cuerpo y agarrando la cabeza de Ana metiéndosela hasta la campanilla.
Ella tomó todo mi semen en su boca, se volvió hacia Michelle, la beso e intercambió parte del mismo con ella, que lo paladeó gustosa.
Nos fuimos a la ducha dejando a Michelle de rodillas y con las manos atadas a la espalda. Cuando volvimos Ana la tomó por el pelo y la empujó al suelo, tomó un trozo de cuerda y le ató los tobillos, estirando se los ató a las manos. Michelle boca abajo formaba un cero imperfecto, acomodó su cara al suelo. A Ana no le gustó y tomando otra cuerda se la pasó por la frente a fin de que levantara la cabeza.-Deseo verte la cara, perra.-gruñó mientras hacía nudos.
Con la fusta en la mano, altiva y provocativa se ensañó con Michelle.
-Te voy a corregir los fallos que has tenido, perra.-Dijo furiosa dando un fustazo fuerte en el culo
–Te dirigirás a nosotros como Amo o Ama.- Michelle gritó y se contrajo con un estertor.
Dando otro fustazo en el mismo sitio continuo:– No sacas la lengua lo suficiente, ¿tendré que atártela y estirártela para que aprendas?.-Michelle gritó de nuevo acompañado de gruesas lágrimas.
-No gritarás sin nuestro permiso, o tendrás la mordaza puesta durante horas.
Ahora no me acuerdo de más faltas. – dijo dando otro fustazo-y éste es porque me apetece.
Los glúteos estaban marcados por los cuatro fuertes fustazos.
Estaba fascinado con Ana, parecía una diosa, totalmente desnuda con la fusta en una mano y con la otra se arreglaba los cabellos echándoselos hacia atrás, unas pequeñas gotas de sudor corrían por la canal de sus pechos, estaba espléndida.
Mi polla se había levantado de nuevo. Ana me observaba a través de un espejo, soltó la fusta y desató a Michelle. La ayudó a ponerse de pie, la puso con las manos apoyadas en el respaldo de una silla, dando la vuelta se colocó de cara a Michelle a la que besó con pasión en la boca, a la vez que prodigaba pequeños besos por sus ojos, chupó los surcos que habían dejado las lágrimas.
–Amo, es tuya.-dijo suavemente, mientras continuaba besando a Michelle.
Esta estaba totalmente expuesta a mí, con las piernas separadas, sin pensármelo me acerqué y se la metí de un solo tirón. Ella lanzó un pequeño grito a la vez que se movió hacia delante. Ana la tranquilizó, con más besos. El chocho estaba totalmente húmedo, me dediqué a follarla sin prisas pero con fuerza. Michelle se corrió a la vez que empujaba hacia fuera su culo, pidiéndome más polla. A los pocos minutos me corrí dentro de ella. Fue fabuloso, no sería el único polvo que le echaría, decidí.
–Limpia al Amo– dijo serenamente Ana, Michelle se volvió y me chupo la polla con deleite.
–Ya basta, vete a la ducha y prepárate para dormir, mañana será otro día.
Michelle mansamente se fue al baño, al poco rato oímos la ducha que fue larga.
Ana, furiosa me sermoneó: » Has dejado que se corra la muy puta.»
Yo encogiéndome de hombros le dije – Y qué quieres que haga-
–Pues no sé, párate cuando notes que ella se va a correr, esa si que es una buena manera de enseñar a esta perra, cuando lo notes te paras y así hasta que te corras tú, no ella, no olvides que es una esclava y que esta aquí para darte placer no para recibirlo ella.-
Yo mentalmente tomé buena nota. Tendría que aprender a controlarme.
Cuando terminó, Michelle salió del baño y automáticamente se puso a cuatro patas y se dirigió hacia donde estaba Ana.
Bien perrita.- dijo Ana dándole unas palmadas en la cabeza-Ahora ve hacia el sofá para aplicarle unas pomadas en las zonas que habían sido azotadas, después de levantó, tomó una manta del armario y una almohada supletoria.
Acuéstate,– ordenó señalando al sofá.
Pasando las manos de Michelle por la barra del reposabrazos se las trabó con unas esposas.
Que duermas bien. Dijo inclinándose y besándola en la boca con pasión.
Esa noche dormimos entre arrumacos, a la mañana siguiente cuando desperté Ana estaba ya en el cuarto de baño, había desatado a Michelle que estaba de rodillas a la cabecera de la cama – Buenos días Amo, ¿has dormido bien?.
Sí, gracias Michelle. Respondí.
Nada de eso – dijo Ana saliendo del cuarto de baño hecha una furia – cuando estemos en privado la llamaras, perra, esclava, zorra, lo que quieras, pero no por su nombre. Has entendido, así que para que no se te olvide pon a esa perra sobre tus rodillas y dale de azotes con la mano, bien fuerte que la quiero escuchar-ordenó volviendo al cuarto de baño.
Me senté en el borde de la cama, la puse sobre mis rodillas, ella con los zapatos de tacón de aguja sin medias, las palmas de las manos en el suelo, sus muslos y su chocho en mis rodillas, sentí su miedo y su temblor, el contacto con su piel hizo que se me levantara la polla.
Empecé a azotarla, plas, plas, plas, de un modo rítmico, alternando los golpes de un lado a otro, al poco rato, su culo estaba rojo, de vez en cuando paraba y los masajeaba, le debía doler bastante, ya que a estas alturas del castigo en respuesta a mis palmetazos ella se giraba y con una de las manos intentaba parar los golpes. Tomé esa mano y se la retorcí a la espalda, sin misericordia seguí azotándola, sus lamentos, súplicas y pequeños gritos me excitaban de manera desacostumbrada.
Ya basta-dijo Ana que me miraba complacida desde la puerta del baño. Tomó una pomada y restregó el culo de Michelle con ella, aliviándola instantáneamente. Le limpió las lagrimas y la besó en la boca.
Ana me estaba intrigando cada vez más. Era indudablemente una Ama, pero le tendría que enseñar que el Amo único era yo.
Ana me miro y vio la tremenda erección que tenía.
Mira lo que has hecho.- dijo a Michelle, señalando mi polla a la vez que la daba un tremendo bofetón.- ahora tendrás que calmarla.
Yo fascinado por la escena, pensé que ya estaba bien, hasta aquí has llegado pensé, había llegado el momento de ponerla en su sitio.
–Ella, no tú.-dije enfadado empujándola sobre la cama se la metí sin darle tiempo a reaccionar, a los pocos envites ordené a Michelle que se pusiera delante de mí, de espaldas de pie con las piernas abiertas sobre la cama para verle, a mi antojo, su culo rojo lleno de crema, sus pelos del chocho rubios, me la estaba follando con la mente, Ana se dio cuenta y cuando salió de su asombro intentó apartarme, no se lo consentí, y empecé a darle tortas en la cara mientras con la otra mano sujetaba sus muñecas, al poco rato, ella dejó de luchar y no por eso dejé de abofetearla, ella cambio y empezó a colaborar moviéndose y enroscando sus talones en mi espalda. Miles de sensaciones se concentraron en mis huevos hasta que exploté con una cascada de leche.
Cuando se la saqué, Michelle se bajó de la cama y de rodillas me limpió con su boca dejando mi polla reluciente. Estaba aprendiendo deprisa y eficazmente.
Limpia también a tu Ama.-ordené– El chocho de Ana estaba chorreante de jugos y leche fue limpiado a conciencia, lo que provocó en Ana una serie de gemidos placenteros.
Límpiate la crema, vístete y prepárate para salir dije a Michelle, que se puso de pie y se fue al baño.
Ana, estaba esperando esta oportunidad, muy enfadada y con fiereza se volvió hacia mí diciendo: Cómo te atreves a follarme delante de esa perra, y ella sabiendo que te la estabas follando a ella y no a mí- Sin perder la calma la di un sonoro bofetón que la lanzó al suelo.
–No olvides que el que manda, el Amo, soy yo-amenacé con el gesto fruncido y señalándola con el dedo.
Sin darle tiempo a reaccionar ordené imperiosamente: ¡ De rodillas!
Ella con fuego en los ojos, se levantó y cayó de rodillas ante mí, puso las manos a su espalda bajando los ojos al suelo.