Capítulo 4
-Fátima. -Ufffff, AMO, como estoy…
-Yo no puedo con mi alma PERRA, ahí tienes a tu hermana.
Al oírme a Elena se le cayó el cubierto y por supuesto le cambio la cara, no esperaba que su hermana…
-Fátima a que esperas FURCIA de mil DEMONIOS.
Esas palabras me excitaban, y más cuando miré expectante a Elena, esperando su reacción…
Así terminó el último capítulo…
-Elena. -Noooo, por favor, esto es demasiado…
Fátima actuó con una rapidez asombrosa, giró la silla lo justo para salirse de la mesa, a la vez que con rabia o furia, cogió a su hermana del pelo y la tiró de la silla. Mentiría si dijera que sus palabras no me desconcertaron…
-Fátima. -Ya has oído al PADRE, maldita PECADORA…
Sus palabras seguían sin ir acorde a su cuerpo, sus pezones estaban increíblemente de punta, cuando vio como su hermana echaba las manos hacía ella, antes de que llegaran a su destino, se fue de rodillas y apoyando sus manos en estas, que ya estaban abiertas todo lo que sus gordos muslos le permitían, llevó su boca al brillante coño de su hermana… Carmen en ningún momento levantó la cabeza del táper…
-Fátima. -Ufffff, SEÑOR, esta pecadora no tiene ni idea, ufffff, pero da igual, me corrooooo.
Era cierto que estaba en un estado máximo de excitación, al segundo lengüetazo se estaba corriendo… Me levanté y colocándome frente a Carmen, que al ver mis pies sí que levantó la mirada, me meé en ella…
-Llevadme al cuarto de baño de esta PECADORA y mientras que se asee en otro y que limpie todo esto.
Las dos se levantaron, una del suelo y la otra de la silla, sin poder evitar que le temblasen las piernas y fueron dirección al dormitorio de la madre. Era enorme, solo el dormitorio era más grande que mi apartamento, y si este era grande, el baño era de película, la bañera tipo spa que hasta me dieron ganas de meterme. Me quité la camiseta que era la única prenda que llevaba y entré en la ducha, donde cabrían ocho personas tranquilamente.
-A que esperáis, ya estáis lavando a vuestro Padre, PERRAS PECADORAS.
A Fátima no se le iba la sonrisa al oírme hablar así, y más al ver el efecto que causaba en su hermana…
-Elena. -Si Padre, perdón…
Fátima solo se descalzó, entrando en la ducha con sus destrozados pantis, ayudando a su hermana con un fuerte azote, que hasta a mí me sorprendió.
-Fátima. -A que esperas PECADORA…
Llevándose sus manos al culo, el azote no fue nada flojo, entró en la ducha y al ver como su hermana echándose gel en las manos empezó por la parte superior de mi cuerpo, se fue de rodillas y empezó a lavar mi parte inferior. La tuve que ayudar, y cogiendo sus manos las llevé a mi polla y a mis huevos…
-No muerden PECADORA.
-Fátima. -Espabila PUTA PECADORA, o vas a terminar en un convento.
Las palabras de su hermana tuvieron más efecto que las mías, y con mimo me lavó. Me salí cuando consideré que ya estaba limpio de más…
Ahora la una a la otra. Fátima con determinación hizo levantar a su hermana y llenándose las manos de gel, las llevo al coño y al culo, y pasó a masturbarla con fuerza…
-Elena. -Agggggg, eso no es lo… por favor Fatí, ufffffff, me corrooooooo agggggg.
Esta vez no se cortó, soltó un grito que su hermana calló con un beso en toda regla. Era de foto, ver como las dos se abrazaron y bajo el agua empezaron a comerse la boca la una a la otra, hasta que tomando por primera vez la iniciativa, Elena agarró a su hermana de los hombros y la fue haciendo bajar por su cuerpo, sin encontrar ningún tipo de resistencia, al revés Fátima conforme iba cayendo de rodillas iba besando cada parte de su cuerpo, hasta llegar a su poblado coño. Se apoyó en la pared, abrió todo lo que pudo sus piernas…
-Elena. -Siiiii, ufffff, tan PUTA como mama, siiiii, saca todos los demonios de mi coño, quiero ser como vosotras tan PUTA…
Estaba secándome sin poder apartar mi vista del espectáculo que ambas me ofrecían, a la vez que pensaba en cual de la tres era más puta, y si eran así o lo habían tenido reprimido por la religión. Me volví a empalmar, como no hacerlo, pero salí del baño dándome de bruces con Carmen que entraba al dormitorio totalmente desnuda.
-Carmen. – ¿Vamos a salir Padre?
-Si, vístete.
No abrí su armario, sabía perfectamente que no me iba a defraudar, me fui a buscar mi ropa. Me vestí y salí al salón a la vez que lo hacían Fátima y Elena…
-Fátima. -Vamos a vestirnos, SEÑOR.
-Elige algo para Elena.
Casi a la vez aparecieron las tres, Fátima con la misma ropa, solo que ahora sus piernas estaban desnudas, al igual que su hermana, que solo llevaba una falda plisada verde al igual que la blusa, siendo esta casi transparente, la muy puta la había sabido elegir, ya que al no llevar sujetador, sus enormes tetas se veían perfectamente, y su excitación no decaía, sus pezones tensaban la blusa exageradamente.
-Fátima. – ¿Le gusta, SEÑOR?
-Jajajaja, si, va a levantar pasiones.
Carmen dentro de su elegancia, llevaba una falda un poco por encima de las rodillas color malva al igual que la blusa y las medias.
-Poneros los abrigos y vamos a comprar.
El contraste en sus rostros era grande, Carmen como si fuese un día más, Fátima sonriente y hasta triunfante y Elena, roja como un tomate y sin ser capaz de levantar la mirada.
-Carmen. – ¿Dónde vamos?
Las quería exhibir…
-Vamos al Nevada, tenemos la parada del metro ahí.
Esta vez sí hubo pánico en las tres, incluida Carmen y eso que ella iba “normal”, no por el sitio si no por tener que ir en el metro, los veinte minutos de trayecto mínimo no se los iba a quitar nadie. Ellas entraron en pánico y yo rezando porque estuviese lleno, que suele ser lo normal un viernes tarde a esas horas. Así fue el metro iba lleno, y el único que sonreía al subir era yo. Quedándome en medio de las tres, que sin quererlo formaban un círculo alrededor mío. Fue hacerlo y abrirle el abrigo a una rojísima Elena, dejando casi al descubierto sus enormes pechos.
-Tan PECADORA -al oído- como tu madre, mira como tienes lo pezones.
Solo agachó la cabeza, no tardando en alzarla, al sentir como a través de la camisa mis dedos le pinzaron los pezones, sin importarme que los que estaban pegados a nosotros lo vieran, en especial una muchacha con estilo gótico, solo le podía ver su cara, pintada en ese estilo, entre la gente que había y que debido al frio se le adivinaba un abrigo negro. No perdió detalle, por su postura quedaba lateralmente entre Carmen y Elena, quedando casi frente a mí. Al verla sonreír le guiñé y con la mirada la invité a actuar. No daba el paso, pensé que se había cortado, mientras yo seguía apretando los pezones, sacando la blusa de la falda, viendo como hacía verdaderos esfuerzos por no gritar, a la vez que la veía juntar sus piernas. En la siguiente parada, retiré mis manos. Aun entró más gente y yo por un momento perdí de vista a la gótica, además que al haber entrado más gente, ahora estaba totalmente pegado a Elena, y Fátima a su madre, a la que vi hacer también esfuerzos para no gemir, no lo podía ver, pero era fácil adivinar el por qué. Seguía con mi manoseo en el cuerpo de Elena, una de mis manos estaba levantando su falda, cuando vi como su rostro pasaba de excitación a miedo. En ese momento vi aparecer la cabeza de la gótica y ahora era ella la que me giñaba. Bajé la mirada y vi como había introducido sus manos a través del abrigo y aprovechando que saqué la blusa de la falda, le estaba tocando los pechos directamente. Aproveché ese instante y por encima de la blusa llevé mi mano a una de las suyas y con determinación le hice apretar el pezón. Corriendo el riesgo de montar un espectáculo, en la siguiente parada ninguno de los dos dejamos de martirizar a Elena, teniendo suerte, ya casi ni se podía respirar de tanta gente, es más, aprovechó la situación para pegarse más, usaba a Elena como quería, hasta se agarraba a ella cuando el metro aceleraba o frenaba. Con la entrada de más gente había perdido de vista a las otras dos, ya tendría tiempo de preguntarles. Me centré en Elena y como pude y contando con la ayuda de la gótica, fui girando a Elena, quedándose ahora frente a ella.
-Déjate hacer PERRA PECAMINOSA.
Se lo dije al oído pero lo suficientemente fuerte como para que la gótica me oyera. No sé cuál sería su estado, lo que si noté es que cogiéndola de los pezones con fuerza, quitó mi mano, se pegó de tal forma a Elena y sin más empezó a morrearla. Se corrió, sentí como la mano que tenía en su coño se empapó, como se tuvo que agarrar a la gótica. Vi que casi llegábamos a nuestra parada y sacando mi mano del coño, la llevé a la boca de ambas, obligando a parar el morreo…
-Esto no es gratis, chupa…
Ni se inmutó, sacó sus manos de los pechos de Elena y cogiendo mi mano se la llevó a la boca, lamiendo, para escándalo de una señora, dedo a dedo con una perversa sonrisa. Tenía la esperanza de que se bajara, algo que no ocurrió…
-Gótica. -Un placer SEÑOR.
Bajamos del metro, teniendo que llevar agarrada con fuerza a Elena, casi no podía andar, así que a pesar del frio, la senté en la parada. Una vez que se despejó la parada vi después de mucho rato a Fátima, con una sonrisa, y a Carmen, roja como el tomate.
-Fátima. -La GUARRA de mi madre se ha corrido en mi mano SEÑOR.
-Ya vi su cara, y las dos seréis castigadas por hacerlo sin mi permiso.
-Fátima. -Lo se AMO, pero al ver a mi hermana…
-Eso no es motivo GUARRA.
-Carmen. -Esto no es de cristianos, estas muy mal de la cabeza.
Increíble, que pasaría por su mente, para ser tan PUTA, y aun así pensar que era un castigo o un premio de su dios.
-Vamos a comprar, ya hablaremos en la casa.
Entramos en una tienda de lencería de una conocida marca, y aunque en otro momento hubiese actuado de otra forma, mi mente, mi perversidad hizo sacar mi lado más humillador. Había bastante gente, así que esperamos un rato viendo género, hasta que se acercó una dependienta, preguntándonos si nos podía ayudar.
-Abriros los abrigos.
Las dos se quedaron muy cortadas, obedecieron, dejando ver a la dependienta, que se puso de todos los colores sus pechos, a Fátima no se le veían, pero sí que sus pezones querían atravesar el vestido y el jersey, y lo de Elena, ufffff, sus pechos y sus pezones pugnaban por salir de su blusa.
-Quiero varios conjuntos de bragas, ojo bragas y sujetadores a juego, y medias.
Con nerviosismo nos llevó a uno de los mostradores que había quedado vacío y se dispuso a enseñarles genero…
-Perdona, ellas solo están aquí para que veas la talla, el que decide soy yo.
Tardó en reaccionar, y supongo que no sería la primera vez en encontrarse en una situación así, ya que a partir de ese momento, las ignoró, fue sacando género, todo precioso por cierto y nada barato. Elegí seis conjuntos para cada una, diez pares de medias y tres ligueros para Fátima, a Elena no le hacen falta. El cambio en la dependienta fue radical, del nerviosismo pasó a ignorarlas del todo, es más las usó más como maniquís que como personas, colocándole los sujetadores por encima para mostrarme como le quedaban y para que les diera el visto bueno.
-Dependienta. – ¿Cada una paga lo suyo?
-No todo junto, lo paga su madre que para eso la he traído.
Se volvió a poner roja, sin saber que decir, lo mismo que Carmen, que tartamudeando le dijo que ella pagaba, sacando la tarjeta. Ver la cara de circunstancias de las tres, en especial de Carmen, y lo sucedido en el metro, me tenía muy excitado y con ganas de volver a casa.
-Vámonos a casa, y a ti no se te ocurra cerrarte el abrigo.
Me miró y bajando la cabeza lo asumió, siendo el centro de más de una mirada…
-Carmen. -Mejor cogemos un taxi Padre.
Asentí y su forma de dirigirse a mí en ese momento me hizo saber que la muy guarra estaba excitada. Al final al no encontrar taxi, cogimos un Uber…
-Quítate el abrigo y súbete delante.
No sabía en qué estado se encontraba, ni que pasaba a cada orden mía por su mente, su cara no cambiaba, seria de más. Durante el trayecto que no fue muy largo, observé al chofer que miraba más las tetas, eso sí, empitonadas de Elena, que a la carretera, la sonrisa pícara de Fátima y la cara de circunstancias de Carmen.
-Ábrete de piernas todo lo que puedas -pegándome a su oído y aprovechando que estaba en medio-.
Lo hizo de forma descarada y favorecida por el vestido de punto, provocando que hasta Elena girase la cabeza al ver como lo hizo el chofer. Por suerte para nuestra integridad ya estábamos a escasos metros del piso. Me llamó la atención que Elena no se puso el abrigo en el corto trayecto del Uber al ascensor, lució su pechos a través de la blusa, con el consabido riesgo de que algún vecino se cruzara con nosotros. Más tarde me confesó que lo hizo por fastidiar a su madre. Fue cerrar la puerta y cogiéndola del pelo la morreé llevando mis manos a su blusa que rompí, siendo respondido en mi morreo, con muchas ganas por su parte. Entramos en el piso…
-Las tres desnudas ¡¡¡ya!!!
En la misma entrada se quedaron las hermanas desnudas del todo y su madre con un conjunto de seda color malva, precioso de braga y sujetador. Para mi asombro en las bragas de Carmen había una enorme mancha de humedad, y se le veían caer sus jugos a través de los laterales de sus bragas y solo se detenían gracias a la blonda de las medias.
-Carmen. -Lo siento Padre, tiene que hacer algo con esta PECADORA.
No sabía si reír o llorar, me seguían asombrando sus palabras.
-Las tres a la capilla, malditas pecadoras y llevaros la compra.
Las seguí, comprobando lo bien que asumían sus “pecados”, tanto Fátima como su madre se fueron de rodillas y fueron como perras hasta la capilla. Elena las fue a imitar, y al ver cómo se lo negué con la cabeza, le saqué otra sonrisa y vi un poco de orgullo en sus ojos.
-Fátima. -Padre, ¿nos deja a la PECADORA de mi hermana y a mi vestirnos para usted?
-Tú si, ahora tengo que sacar lo que queda de demonios del cuerpo de la PECADORA de tu hermana.
Tanto Fátima, que sonrió, como Carmen que puso cara de terror, entendieron de donde iba a sacar esos demonios. Fátima con placer empezó a rebuscar en sus bolsas…
-Fátima. -Gracias SEÑOR.
-Apoya los brazos en el reclinatorio y saca el culo PECADORA, y tú a que esperas, te quiero como a ella.
La ninfómana de Carmen estuvo lista, esta vez dejó el reclinatorio en la misma posición y no sin dificultad se subió en el apoya rodillas. No me hacía falta lubricar mi polla, estaba tan excitado que el líquido preseminal estaba extendido por toda mi polla, me desvestí del todo y con mi mano derecha empecé a azotar el culo de Elena, a la vez que sin nada de trabajo, penetré a la GUARRA de su madre.
-Carmen. -Agggggg, gracias Padre, gracias por castigar a esta PECADORA.
No se corría, se meaba, era increíble la cantidad de jugos que soltaba por el coño… Al sentir en mi polla y en mis piernas resbalar sus jugos, me salí y soltándole un azote con todas mis ganas…
-Prepara a la PERRA PECADORA de tu hija.
Lo entendió perfectamente y con una cara de vicio increíble se arrodilló detrás de su hija y sin ningún tipo de pudor, le abrió los cachetes y llevo su lengua a un sucio culo, si en el coño tenía pelos, en el culo también existían. Al sentir la lengua de su madre en su culo, volvió su mirada hacía mí y para mi sorpresa y la de su hermana que ya estaba vestida para mí, solo sonrió…
-Elena. -Soy suya, AMO. Esclavice a esta PECADORA.
Al final de las tres iba a resultar la más lista, ya no me llamó Padre o SEÑOR, fue directamente AMO. Cogiendo de mala manera del pelo a Carmen, la tiré al suelo y con mi polla a punto de reventar, puse el capullo en su ano y dejando caer todo mi peso, se la metí de golpe. Ya no hubo silencio, esta vez soltó un alarido entre dolor y placer…
-Agggggg, si, ufff fuera demonios, agggggg, PUTAS que sois una PUTAS.
-Elena. -Siiiii, queeeee, aggggg, placer, siiiii castígueme AMO, haga de mi lo que desee, que le den al puto convento, aggggg, siiiii me meoooo.
Era cierto, soltó un meada grandiosa, que para sorpresa de todos fue absorbida por la GUARRA de su madre que se metió como una posesa y no sin trabajo entre el reclinatorio y su hija. A pesar de mi excitación, de la estrechez de su culo que me estaba llevando al cielo, aun podía aguantar, iba a tardar en correrme, así que cogiendo del pelo a Fátima que se estaba masturbando, la miré a los ojos, a sus preciosos ojos y la morreé con ganas y deseo…
-Me corrooooo, agggggg, PUTAS y PECADORAS.
A la meada le siguió un squirt que fue a parar a la boca de su madre, que al sentir la última gota en su boca, se corrió al igual que Fátima. Durante unos minutos solo se sentían las respiraciones agitadas de los cuatro, hasta que mi polla se salió por si sola de uno de los mejores culos que me había follado. Me fijé en cómo se había “vestido” Fátima, con un conjunto rosa palo, precioso, un liguero del mismo color y unas medias beige transparentes con costura trasera.
-Uffff, que rica estas PERRA, pero eso no te va a librar del castigo, las dos ocupad el puesto de tu hermana.
Las dos con una sonrisa, no paraban de sorprenderme, ocuparon el puesto de Elena, mientras está sabiendo lo que se les venía a su madre y hermana, se puso de rodillas junto a mí, con una sonrisa, que si la hubiesen visto Fátima y Carmen, se les hubiesen helado las venas. Me acerqué al armario que me habían indicado antes de comer y sacando el látigo de ocho colas, idéntico al de Fátima…
-Las PECADORAS como vosotras no merecéis otra cosa…
Con fuerza, tanta que sus culos pasaron de rojos a morados al segundo latigazo y cuando iba por el de veinte, por sus cachetes caían hilos de sangre. Las dos aguantaron y muy bien el dolor, en ningún momento dejaron de rezar…
-Elena. -Esta PUTAS no se a quien quieren engañar AMO.
Me dio por reír, mientras que Fátima y Carmen seguían, porque creían firmemente en ello, con sus rezos, Elena sabía perfectamente que lo suyo no era religioso, solo era una PUTA ESCLAVA.
-Curaros las dos, y tú prepárame la bañera, vamos a relajarnos.
Durante una hora en la que me volví a follar en la bañera a Elena, no salimos del baño. Fuimos a lo que por última vez iba a ser una capilla, la iba a convertir en una mazmorra, y allí continuaban las dos de rodillas en el reclinatorio.
-Elena. – ¿Me deja elegir qué conjunto ponerme?
-Si, y cuando lo hagas quiero que busques donde te pueden limpiar todo eso que tienes en el coño y en el culo. Vosotras dos al salón, vamos a hablar.
Totalmente desnudo me senté en el sofá, comprobando como las dos se colocaban frente a mí de rodillas. Espere a que apareciera una despampanante Elena, con un conjunto negro de encaje a juego con las medias y unos zapatos de tacón que no sé de dónde los sacó, y que eran preciosos.
-Elena. -Gracias AMO, tiene usted muy buen gusto, espero que le gusten mis zapatos.
-Uffff, si, siéntate a mi lado.
-Elena. -Gracias AMO.
-A partir de ahora MI ESCLAVA y yo vamos a ser pareja, lo que le contéis a tu hijo y hermano, me da igual, tampoco creo que al resto le importe, tú vas a alquilar tu piso y te vas a mudar aquí, las dos vais a ocupar el que hasta ahora ha sido el dormitorio de mi ESCLAVA. Nosotros nos quedamos con el principal. Tú solo podrás salir para ir a trabajar y a la asociación, y tú por ahora no vas a pisar la calle, solo estarás al servicio de Elena y mío.
-Elena. – ¿Algo que decir, malditas PUERCAS PECADORAS?
No dejaba de asombrarme, me gustaba y mucho…
-Carmen. -Si con eso sacan ustedes -sonreí- todos mis demonios, lo acepto.
-Fátima. -Encantada AMOS.
Desde ese momento pasamos a ser un matrimonio AMO y ESCLAVA, hasta pasamos por el altar. Fátima fue madre, aunque solo la dejábamos darle de mamar, el resto del tiempo la niña fue de Elena y mía. Aunque la más feliz de todos por lo menos durante unos años fue Carmen, a la que terminamos prostituyendo a pesar de la edad.
FIN.
Soy Amo, me encanta la dominación, me gusta tener, someter y humillar a parejas y a quien se quiera iniciar, necesitar un tutor o conocer este estilo de vida.
Mi Skype es ra_ul1967, mi correo ra_ul1967@hotmail.com y mi Telegram @Amo_Leo, hablo y respondo a todo el mundo, siempre que lo haga con respeto.
Nota del autor: Soy cómo escribo, soy exigente, dominante y no suelo dar segundas oportunidades, cuando ordeno algo es para ser obedecido, algo que suelo advertir a quien desea ser adiestrada o entregarse a mí. No trato con hombres solos, aunque no me importa hablar con ellos. Ni miento, ni juego, ni sigo ni persigo a nadie por muy buena que este o por muy sumisa o perra que sea.
No entiendo a quien estando advertida o advertidos en caso de parejas sumisas, se enfadan conmigo y hasta me tratan de mentiroso o manipulador cuando corto con ellos cuando no cumplen.
Seguro que en la red hay quien los o las acepte, yo no.