Capítulo 3
-Carmen. -Es lo mejor SEÑOR, a mi hija le hace falta alguien que la cuide, es una mala cristiana, y se lo he dicho mientras terminaba la comida.
-Si ya lo he comprobado -mentira- necesita quien controle sus demonios, pero tú eres peor, ya pensaré algo.
-Fátima. -Mi madre lo necesita más que yo y hasta le diría que mi…
Así terminó el último capítulo…
…hermana Elena, por más que lo hemos intentado…
La corté…
– ¿Tu hermana?
A pesar de conocerla desde hace muchos años, no sabía que tenía una hermana, conocía la existencia de un hermano…
-Fátima. -Si SEÑOR, es la mayor de los tres, lo que pasa es que de muy joven se fue a estudiar fuera y volvía esporádicamente, y ahora ha vuelto, ha tenido un divorcio complicado…
-Carmen. – ¿Complicado?, lo que pasa es que no ha sabido atender a su marido y este la ha dejado -no salía de mi asombro al oír esas arcaicas palabras y máximo cuando ella lo primero que hizo al caer enfermo su marido fue ingresarlo en una residencia- me da vergüenza tener una hija…
-Fátima. -¡¡¡Mama por favor!!!
-Carmen. -Perdón SEÑOR, de todas formas va a ingresar en un convento, ya lo tengo todo organizado.
-Quiero conocerla, si es tan pecadora como vosotras, lo mismo no hace falta que entre en un convento.
-Carmen. -No, por favor SEÑOR, ella ya no tiene salvación, ya lo he intentado todo.
Para ser sincero, sus palabras me descolocaron, no sabía si lo dijo por evitar que se viese como ellas estaban ahora, o lo decía en serio.
-No te he pedido tú opinión PUTA del DIABLO, he dicho que la quiero conocer y lo antes posible.
Estaba enfadado y se lo dejé ver con mis palabras y con la bofetada que le di.
-Carmen. -Perdón Padre, gracias por castigar a esta HIJA del DIABLO.
Ni yo lo entendía, es que era y es difícil de entender, pero mi mente perversa me tenía excitado.
– ¿Dónde está ahora?
-Fátima. -En casa de mi madre SEÑOR, tiene prohibido salir de casa sola.
Increíble, no sabía su edad, pero sí que tendría que estar muy cerca de los 50 si no es que los había sobrepasado ya.
-Llamadla y que se venga, supongo que sabe dónde vives ¿no?
-Carmen. -Esta castigada Padre, le retiré el móvil y no tenemos teléfono fijo.
-Vestiros que nos vamos…
Estaba realmente enfadado…Lo notaron al oír mi forma de hablar, así que ninguna de las dos dijo nada…
-Fátima. -No sé qué ponerme SEÑOR.
-Coge unos pantis del suelo y tráelos PERRA.
Observé como la madre se vestía a la espera de que volviese Fátima, que no tardó.
-Fátima. -He cogido estos negros.
Me los alcanzó, me levanté y acerqué a la cocina y cogiendo una tijeras, recorté toda la parte inferior, devolviéndoselos.
-Carmen. – ¿Y la comida Padre?
-Métela en un táper, nos la llevamos.
Fui tras Fátima al dormitorio y me vestí, mientras observaba como se ponía un vestido de punto sobre su cuerpo desnudo, supo muy bien que no la iba a dejar ponerse ropa interior. Sobre el vestido se puso un jersey de punto de color blanco, no le dije nada, ya que sin sujetador sus tetas daban mucho el cante solo con el vestido. Noté tranquilidad, y hasta alivio en su cara…
-Fátima. – ¿Puedo hablar, SEÑOR? -asentí- gracias, lo que mi madre quiere hacer con mi hermana no es de ser buena cristiana.
-No puedo opinar, porque no conozco a tu hermana, ¿ella que opina?
-Fátima. -Es complicado, vino muy mal de Canarias, fue un divorcio difícil, y se abandonó por completo, hace solo lo que mi madre le dice, sin replicar, sin protestar, sin…
-Sin deseos de vivir…
-Fátima. -Si.
-Vámonos en tu coche…
Salimos en al salón, encontrándonos a su madre en el reclinatorio. Al vernos se santiguó y se puso de pie. No quise decir nada, entre la intriga y el enfado, preferí callar. Bajamos a la cochera y dejando que su madre se sentara junto a ella, me subí en la parte de atrás. No hubo palabras. No podía ver a Fátima ya que me había sentado detrás de ella, y si a su madre, que no dejaba de frotarse la manos con nerviosismo. Tardamos un poco más de la cuenta, ya que vive en el centro, y menos mal que tenían cochera… Su piso es el ático y solo hay uno. Fue a abrir y se encontró que la puerta tenía la cadena de seguridad puesta, por lo que tuvo que llamar al timbre. Sentimos una voz diciendo que ya iba. No la vi hasta que entramos, ya que tras abrir, medio se ocultó tras la puerta.
-Elena. -Hola mama, ohhhh Fatí, que alegría, no te esperaba…
Se cortó cuando me vio, lo mismo que yo porque… ufffff era toda una belleza, delgada de más, en parte debido a su desgana de vivir, llevaba una camiseta larga, le llegaba a las rodillas, bastante vieja por cierto, eso sí sus pechos eran grandes, algo caídos ya que no llevaba sujetador y como supuse y acerté cuando nos guió hasta una pequeña salita, tampoco llevaba bragas. El pelo muy largo y al contrario que su madre y su hermana, negro, eso sí, los ojos azules…
-Carmen. -Te presento a Raúl, él viene a…
-A lo que vengo ya lo digo yo PERRA del DIABLO.
No sé qué esperaba, si ya es blanca de piel, y como no llevaba maquillaje, aun se puso más, al contrario que Fátima que sonrió, mientras que Elena se quedó totalmente paralizada, eso sí, ante mis palabras se santiguo…
-Carmen. -Perdón Padre, no quería…
-A que esperáis PECADORAS fuera ropa.
Mientras Fátima con tranquilidad se desnudó, quedándose solo con los pantis y los zapatos, su madre con nerviosismo y como comprobé excitada, ya que a través del sujetador sus pezones estaban duros, y en sus bragas apareció una gran mancha, que por su humedad era muy reciente…
-Carmen. -Ya has oído al Padre, Elena…
No salía de su asombro, me miraba como mira un cachorrillo asustado, pero obedeció a su madre y bajando sus manos al borde de la camiseta se la sacó por la cabeza, dejando al descubierto un perfecto cuerpo, sin una pizca de grasa y para mi sorpresa…
-¡¡¡Qué coño es eso!!!
Sabía perfectamente lo que era, nunca lo había utilizado pero los había tenido en mis manos, además de que su hermana también los tenía…
-Carmen. -Son…
-¡¡¡Te he preguntado acaso a ti, PECADORA!!!
-Elena. -Son dos silicios, tengo que pagar por todos mis pecados…
Tenía la polla a punto de reventar, pero era importante no dar un paso en falso…
-Quítatelos, tu madre me ha traído aquí para que me haga cargo de ti, de tus demonios, a ver si podemos evitar que entres en el convento.
Hice blanco con mis palabras, a la vez que me di cuenta que lo del convento, solo era cosa de Carmen, y aunque por fuera demostré enfado por dentro no podía estarle más agradecido.
-Elena. -Gracias mama…
-Olvida a tu madre, las gracias me las tienes que dar a mí por aceptar a una pecadora como tú, y mi nombre es SEÑOR, ¿entendido PERRA PECADORA?
Esas palabras fueron mágicas, al igual que a su madre y hermana, el sentirse “religiosamente” humilladas, la excitaron, no pudo evitar que sus pezones se pusieran duros. No sé porque, pero de golpe se me vino a la cabeza que ahí no era donde llevaban a cabo sus penitencias…
-Llevadme a la capilla…
Me salieron esas palabras, cuando tenía que haber dicho mazmorra…
-Carmen. -Sígame Padre…
Fui tras ella, siendo seguidos por una sonriente Fátima y por Elena que sin entender nada, sí que se le notaba algo aliviada por ver una salida, claro que aún no sabía el precio a pagar, para no ingresar en un convento. Entramos en un despacho, sobrio y bien amueblado, se dirigió a una estantería que en realidad era una puerta, no tenía ningún tipo de cerradura y entramos descubriendo un lugar oscuro y donde no vi nada hasta que encendió la luz. Era más grande que el despacho, vi una ventana que estaba totalmente cegada por unas cortinas negras, varios crucifijos en la pared y fotos donde se veían a monjas siendo castigadas con fustas o látigos. Lo que más llamó mi atención fue una mesa no muy grande como la de los altares de las iglesias, con un crucifijo y pegados a la mesa cuatro reclinatorios.
-De que os sirve todo esto si no hacéis nada más que pecar, ¡¡¡malditas FURCIAS PECADORAS!!!
Ya no aguantaba más, necesitaba follarme a alguna de ellas o me iba a correr sin tocarme, y claro que ya sabía quién iba a ser.
-Carmen. -Si padre somos unas FURCIAS…
-Ya vale de palabras, girar tres reclinatorios y apoyad las manos en ellos con el culo fuera, vais a ser castigadas FURCIAS.
Por primera vez, ya que con los silicios no me había fijado, vi el coño de Elena, que era una selva, no sé el tiempo que llevaba sin arreglárselo, ya que el resto del cuerpo sí que estaba depilado. Me dio igual, ya tenía entre ceja y ceja follármela…
-Carmen. -En ese armario están -que ilusa, pensaba que las iba a azotar- los utensilios de castigo.
-Muy bien PECADORA…
De las tres en esa postura lo que más me atraía era el culo de Fátima, con sus pantis destrozados por el culo, mientras que su madre a pesar de la edad tampoco estaba mal y más con las medias, las bragas y el liguero, pero sin darles tiempo a reaccionar, me puse tras Elena y tras bajarme los pantalones lo justó, puse mi polla en un brillante coño, no era difícil saber que estaba mojada, sus pelos, que no eran pocos, estaban llenos de sus jugos, y la penetré.
-Elena. -¡¡¡Qué!!! Esto es pecadoooooo, aggggg.
-Calla FURCIA, ufffffff, eres tan FURCIA y PECADORA como ellas, tenías el coño lleno de demonios.
Fátima con una sonrisa y una mano en su coño me miraba, Carmen se puso a rezar, a darle las gracias a Dios por mandarles un redentor. Elena no podía casi hablar, intento rezar al igual que su madre, pero sus propios gemidos no la dejaban…
-Elena. -Agggggg, gracias, noooo, por favor, esto es pecado, ufffff, no pare SEÑOR.
Sus palabras me excitaban, tan contradictorias como excitantes.
-Elena. -Agggggggggg.
Se corrió, pero su propio pudor evito que dijera nada.
-Fátima. -SEÑOR, ¿puedo?
-Siiiii, me corroooo en esta FURCIA, agggggg.
-Fátima. -Graciassss SEÑOR me corrooooo.
Me quedé un rato dentro de Elena, echado sobre ella y agarrándole sus enormes tetas.
-Así se sacan los demonios de PECADORAS como tú…
Su respiración era agitada, le costaba, por lo que me salí de su coño, observando como sus jugos se mezclaban con mi esperma, liándola un poco, ya que al salirme la guarra no pudo contenerse y se meó.
-Fátima. -SEÑOR la FURCIA de mi madre se ha meado…
-Jajajaja, y esta PECADORA también.
-Carmen. -Castígueme Padre, castigué a esta pecadora.
Fue decirlo y arrepentirse al ver mi cara…
-Las FURCIAS se limpian entre ellas…
Le cambió la cara pero su excitación y lo PUTA que era, la muy GUARRA simplemente era ninfómana…
-Carmen. -Si así lo quiere Dios…
Tuve que contener la risa, no quería estropear lo conseguido, la muy GUARRA cogió de mala manera a Elena y tirándola al suelo, ante la pasividad de esta, que seguía recuperándose de su orgasmo, llevó su boca al coño y esta vez sí, sin remilgos, le comió el coño, limpio mi corrida. Volvía a estar empalmado, como no estarlo, si estaba bendecido, jajajaja. Me giré a Fátima que al ver como estaba mi polla no pudo evitar sonreír. Me desnudé del todo, tirando mi ropa de mala manera al suelo y sin dejar de mirar a madre e hija, de ver como los gemidos de Elena iban en aumento…
-Súbete en la mesa PUTA PECADORA…
Besando el crucifijo lo quitó de la mesa y lo puso en un armario, no tardando en tumbarse en el filo de la mesa, abriendo todo lo que pudo sus gordos muslos. Esta vez la quería sentir mejor, así que poniendo sus piernas en mis hombros la penetré con ganas, llevando mis manos a sus pechos, a sus duros pezones, sin dejar de mirar como Elena se estaba mordiendo la mano para que no se sintieran sus gemidos o sus corridas…
-Ufffff, como me gusta tu coño PERRA, ufffff, y vosotras parad, de rodillas ¡¡¡ya!!!
Ver a las dos, frente a mí, mientras me follaba a Fátima, incremento mi excitación, Elena estaba como ida, todo su cuerpo estaba sudado, mientras la cara de su madre estaba lleno de los jugos de su hija, la muy guarra no había hecho la más mínima intención de limpiarse.
-Fátima. -Aggggg, siiiii AMO, ufffff, me corrooooo, siiiii.
-Agggggg si PERRA, ufffff tienes un coño perfecto para mi polla, voy a matar tus diablos PECADORA…
-Fátima. -Siiiii, AMO, me corroooo otra vezzzz. Por favor no se corra dentro, uffff, no tomo nada.
Primero le escupí en la cara y después con una mano le solté un bofetón con todas mis ganas a la vez que con la otra mano apreté fuerza un pezón…
-Que sea la última vez que una PECADORA como tú decide donde me corro.
-Fátima. -Perdónnnnnn aggggg, me corrooooo, córrase donde quiera AMO, préñeme si lo desea, quiero un demonio en mi cuerpo, agggggg.
-Que PUTA eres, agggggg.
Me corrí, lo hice sin apartar la mirada de Elena, que iba recuperándose, sin poder evitar que se le notara que seguía excitada, sus pezones estaban tiesos, no lo podía disimular, ya que estos como medí posteriormente superaban el centímetro y medio cuando estaban duros.
-Fátima. -Gracias AMO…
Me salí de su coño, dejando caer sus piernas y aproveché para cogerla del pelo y de mala manera tirarla donde estaban su madre y hermana.
-Vamos a comer PECADORAS, tú prepáralo y que te ayude Fátima, y tú llévame a tu cuarto.
Las seguí a las tres. Mientras madre e hija se fueron a la cocina tras coger las bolsas con los táper, seguí a una uffff, espectacular Elena hasta su dormitorio. En contra de lo que me esperaba, no había ni crucifijos ni nada religioso, eso sí era un dormitorio muy sobrio, una cama de 90 una mesita de noche, un escritorio y un armario.
-De rodillas PERRA PECADORA.
Temblorosa obedeció, y observo como abría el armario. Estaba como dividido en dos partes, en una parte había ropa “normal”, faldas, pantalones, y en la otra solo había faldas largas y horribles, así como blusas que ni mi abuela se pondría. Un cajón estaba lleno de bragas y sujetadores de abuela, todos blancos y beiges, el último cajón solo contenía calcetines de lana y de media, ni pantis ni medias… Saqué todos los cajones y los vacié, tirándolo todo al suelo, a los que no tardó en hacerle compañía su ropa monjil.
-Ahora cuando comamos, vamos a ir a comprar ropa interior, que seas una PECADORA INFIEL, no tiene que estar reñido con la elegancia, o no has visto a tu madre.
-Elena. -Mi madre es una GUARRA y una hipócrita, SEÑOR, y no lo digo por como viste.
Me quedé a cuadros, la tenía calada, lo que me hizo dudar y mucho por qué le seguía el juego…
– ¿Y tú?
-Elena. -No pongo en duda que no sea cristiana, que no sea temerosa de dios, pero no deja de ser una GUARRA, que le gusta más fornicar que rezar. Yo -agachó la cabeza- desde que mi marido me repudio, -que mal están las cabezas que siguen pensando así- no me he tocado, hoy ha sido la primera vez que…
-Jajajaja, que te has corrido después del divorcio…
-Elena. – -Roja como un tomate y con la cara casi tocando el suelo- No, SEÑOR, la primera vez que me he corrido en mi vida.
¡¡¡Qué familia!!!, no sabía si reír o llorar, y más cuando me enseño su muñeca, por no gritar se había mordido de tal forma que estaba sangrando.
-Vamos a curarte Elena-me había desconcertado de tal manera, que la llamé por su nombre- luego antes de irnos veremos el calzado.
Me fui directamente a la cocina en busca de Carmen.
-Deja eso, ya termina Fátima y ve a curar a tu hija, ¡¡¡ya!!!
Al sentir como se lo dije, casi se le cae lo que llevaba en las manos. Lo soltó todo y con la mirada al suelo fue a curar a Elena. Me fui al comedor y al entrar casi me doy de bruces con el culo de Fátima que estaba terminando de poner la mesa. El culo de Fátima es increíble, el contraste de los pantis destrozados, sus jugos y mi corrida, hicieron que me empalmara otra vez, iba a empezar a creer en milagros… Me aguanté y en contra de los buenos modales, me senté desnudo de cintura para abajo, solo me dejé la camiseta, y esperé con Fátima que se sentó junto a mí a que entrasen madre e hija.
-Tú siéntate y tú bajo la mesa, vas a comer polla por ser la más pecadora.
Por primera vez vi sonreír a Elena, y si esperaba mala cara por parte de Carmen, me equivoqué, sin pensarlo dos veces se metió bajo la mesa. Realmente era guarra y ninfómana. Lo hizo muy bien, y eso que decía que nunca lo había hecho. Despacio, dando tiempo a que comiese tranquilo, saboreaba cada lametón que le daba a mi polla, o cada vez que se la metía hasta el final de su boca. No había palabras en la comida, Fátima sonreía y estaba más pendiente de mi cara que de hablar o incluso comer, al contrario que Elena, que parecía que llevaba un mes sin comer, y le importaba poco lo que estaba pasando bajo la mesa…
-Ufffffff, para PECADORA, que me voy a correr.
Echando mi silla para atrás, cogí el táper con la comida que quedaba y me corrí dentro, esta vez bajo la atenta y alucinada mirada de Elena, que se llevó la mano a la boca para evitar que se le escapara nada, al ver como cogí un tenedor, removí la comida y poniendo en táper en el suelo…
-Come FURCIA del DIABLO.
No puedo explicar si lo hizo por hambre o por excitación, metió la cara en el táper y se puso a comer como una cerda.
-Fátima. -Ufffff, AMO, como estoy…
-Yo no puedo con mi alma PERRA, ahí tienes a tu hermana.
Al oírme a Elena se le cayó el cubierto y por supuesto le cambio la cara, no esperaba que su hermana…
-Fátima a que esperas FURCIA de mil DEMONIOS.
Esas palabras me excitaban, y más cuando miré expectante a Elena, esperando su reacción…
CONTINUARA…
humillar a parejas y a quien se quiera iniciar, necesitar un tutor o conocer este estilo de vida.
Mi Skype es ra_ul1967, mi correo ra_ul1967@hotmail.com y mi Telegram @Amo_Leo, hablo y respondo a todo el mundo, siempre que lo haga con respeto.
Nota del autor: Soy cómo escribo, soy exigente, dominante y no suelo dar segundas oportunidades, cuando ordeno algo es para ser obedecido, algo que suelo advertir a quien desea ser adiestrada o entregarse a mí. No trato con hombres solos, aunque no me importa hablar con ellos. Ni miento, ni juego, ni sigo ni persigo a nadie por muy buena que este o por muy sumisa o perra que sea.
No entiendo a quien estando advertida o advertidos en caso de parejas sumisas, se enfadan conmigo y hasta me tratan de mentiroso o manipulador cuando corto con ellos cuando no cumplen.
Seguro que en la red hay quien los o las acepte, yo no.