Cuatro perrillas
Voy a poner que me llamo Leticia.
Soy barcelonesa.
Siempre he vivido muy bien, es decir con dinero.
Estoy casada con un hombre estupendo y que me satisface plenamente pero aún así reconozco que mis gustos no son nada vulgares debido al ambiente social y a la educación en la que he convivido siempre.
De ahí el relato que les voy a contar.
Se trata de una experiencia , que no es la primera , pero que desde luego tampoco va a ser la última.
Un compañero de trabajo aficionado también a vivir el sexo en toda su intensidad me dio un numero de teléfono. Llamé. Apareció la voz de un hombre.
Era grave, profunda. Me citó en una dirección, concretamente en un hotel de una calle céntrica.
Allí fui a la hora indicada.
Subí a la habitación y me abrió la puerta un tipo alto, corpulento, atractivo, con pelo engominado.
Entre dentro y me llevó a una habitación en donde había varios sillones. Había tres mujeres más.
Una era más baja que yo, no excesivamente bella pero si atractiva, morena pero de pechos prominentes.
Otra era muy guapita, delgadita, con cara de muñequita.
La otra era la clásica rubia playmate, corpulenta, buenísima, parecía siliconada.
El hombre chascó los dedos. Esa es la señal de que debíamos desnudarnos y comenzar a mostrar nuestros cuerpos.
Comencé a desnudarme. Soy atlética, rubia, de ojos azules, alta. Llevo un tatuaje en el brazo derecho y otro en el muslo.
La bajita también se quitó la ropa. Tenia tatuajes en sus grandes pechos y en la espalda.
La delgadita llevaba una flor tatuada sobre uno de sus hombros. Sus pechitos eran para comérselos.
La rubia era exuberante. Sus pechos no eran de silicona sino conseguidos con hormonas. Tenía un tatuaje en el abdomen.
Cuando se quitó las bragas mostró un pene de unos 21 centímetros. Se trataba de una transexual que estaba buenísima.
Luego le tocó el turno al tío. Era musculoso, bien proporcionado pero sin exagerar. Tenía un tatuaje en el brazo derecho como yo y otro en su pene de 25 centímetros en erección.
Nos fuimos todos para estar más cómodos a un dormitorio, con una gran cama donde cabríamos.
Dio comienzo la sesión de porno duro. El hombre es el que manda y hacemos todo lo que el nos dice.
– Abre tus piernas- me dijo.
Me tumbe en la cama y me penetró por la vagina. Nada más metérmela me corrí.
En estas sesiones el macho dominante debe saber eyacular por lo menos tres veces sin perder la erección. Si no es así, todas nos marchamos pero le llenamos el cuerpo de escupitajos.
El tío le dio una orden a la bajita.
– Ve y acaríciale el clítoris.
– Haz que el cabrón se corra- le dije yo.
La boba se puso a acariciarme mientras el otro me estaba follando. Y las otras dos miraban.
– Ven aquí- le dijo el amo a la chica con cara de princesita- y lámele el coño cada vez que yo se la saqué.
Y eso es lo que hacía. Cada vez que me la sacaba la otra guapita me comía el coño. Y yo me volvía loca.
– y mientras tu me masturbas- le dijo a la transexual.
Y eso es lo que hacía.
Sorprendentemente se corrió.
Yo sonreí.
– Gilipollas te vamos a poner perdido.
Pero la polla seguía tiesa, intacta, viril, insaciable.
Yo creo que eso hizo que nos corriéramos todas.
A continuación cogió a la bajita y se la sentó encima. Follándosela por la vagina.
– Cuando la saque me la chupas- le dijo a la princesita.
Y eso es lo que hacía una y otra vez. Los jugos de la boca de la chica se juntaban con los líquidos vaginales de la otra.
– Y tu haces lo mismo- le dijo a la rubia travesti.
Así se la chupaban las dos a la vez, metiéndosela hasta la garganta. Turnándose. Sin poder contener las arcadas. Y se la volvía a meter a la de cabello moreno.
– Y tu le acaricias el clítoris- me dijo a mi.
Y la volví loca de placer.
Luego cogió a la muñequita.
– A ti no te voy a follar.
Y se la metió entre las tetillas.
– Lámele su coño- le dijo a la travelo.
Y se lo devoraba.
– Y tu hazme una paja- me dijo a mí de nuevo.
– Y mientras tu me la chupas- le dijo a la bajita.
Yo deseaba que se corriese meneándosela con fuerza mientras su polla de toro se apretaba a los pechitos de la chica y la punta del capullo se la lamía la otra.
El tío jadeaba ferozmente pero nosotras es que gruñíamos o suspirábamos lloronamente.
Le tocó el turno a la travestí.
– Ponte debajo- le dijo.
Y él se puso encima metiéndosela toda hasta el fondo y la sacaba para que la otra pudiese respirar. Él a ella le chupeteaba hasta la mitad de su polla transexual.
– Siéntate encima de su polla- me dijo a mí.
Y me puse hacia delante metiéndome la polla de la travestí en mi vagina. Yo me la follaba y el tío se follaba su boca. Se oían berridos.
– Y tu métele un dedo por el culo.
La bajita se lo metió a la rubia transexual.
– Y cada vez que lo saque tu le lames el culo- le dijo a la muñequita.
Y yo me la follaba y las otras dos hurgaban en su culo con dedos y lengua. El otro le sacaba la polla de su boca y la otra se quejaba. Hasta que noté que me llenaba las entrañas de su semen.
– Ven aquí- me dijo el macho.
Y me sentó sobre él, follándome por la vagina, clavando mi espalda contra su pecho.
– Méteme a mi un dedo por el culo- le dijo a la bajita.
– Y tu chúpamelo- le dijo a la princesita.
Así mientras su polla entraba y salía de mi coño, ellas le sobaban su trasero.
La transexual tenía la picha arrugada.
– Chúpamela.
La sacó de mi y la boca de la rubia hormonada se tiró a por su falo. En una de las embestidas se corrió. Yo preparé dentro de mi boca un escupitajo. Pero el tío seguía con la polla dura.
Le quedaba todavía una sola eyaculación, una sola más pero antes tenía que penetrarnos a todas.
– Ven aquí le dijo – a la bajita- abre las piernas.
Se puso a lamerle el coño. Ella suspiraba con ferocidad.
– Y tu ven aquí- le dijo a la princesita.
La sentó sobre si, mirándose ambos, pero penetrándola por el culo, muy lentamente. El tipo era un maestro. Le entró toda.
– Y te voy a hacer lo mismo a ti- le dijo a la transexual.
Se la saco a la chiquita y se la metió a la otra. De la misma forma. Ambas tenían los culos muy abiertos.
– Ponte de pie- me dijo a mi- y agáchate
Se la sacó a la travestí. Yo me agaché y me la metió por el culo. Al hacer esto tuve otro orgasmo al sentirme penetrada por su polla toda sucia, guarra y pegajosa.
– Túmbate- le dijo a la bajita.
La tetuda se tumbó en la cama y de esta forma el tío salidorro y bestia se la metió también por el culo.
– Sienta tu culo sobre mi polla- le dijo a la princesita.
Y eso es lo que le hizo.
– ¡Que marcha tienes cabrón!- gritó ella.
– Trae tu boca- le dijo a la transexual.
Le metió un dedo para que se lo chupara mientras follaba por el culo.
– Bésame- le dijo.
Se dieron un morreo con lengua.
– Acaríciame con tu dedo pulgar mi polla según entra y sale.
Y mientras follaba por detrás a la princesita, la travesti apretaba su dedo contra el gran nervio de su polla.
Se la sacó y me la metió a mi otra vez por el culo. Yo sentada sobre él con mi dulce cara contra la suya.
– Chúpamela- le pidió a la bajita.
Luego se la metió a la chiquilla, otra vez tumbada, por su culo.
– Ábrete de piernas- le dijo a la travesti.
Se tumbo sobre ella frotando sus penes. El de la rubia comenzaba a ponerse erecta de nuevo. Apretando un poco consiguió que volviese a correrse de nuevo. La transexual gimoteo de placer. Aquello le había gustado de verdad. Y el seguía y seguía frotándose. Al tiempo me metió un dedo en mi boca y se lo chupe. Me toqueteó las tetas.
– Apriétate contra mi espalda.
Lo hice. Pegada a su espalda. Mientras él seguía meneándose sobre la transexual que gritaba como loca exagerando.
– Hazle una paja- me dijo.
Yo lo hacía. Le meneaba la polla pero a la rubia no se le levantaba.
Él aprovechó para volver a meterle los dos dedos por el coño a la de grandes pechos.
– Chúpamela- le pidió a la princesita.
La tenía toda guarra y con rozaduras.
Cogió a la travesti. Y le metió un dedo por el culo. Y yo seguía meneando su polla arrugada.
– Salid de la cama- le dijo a la travestí y a mi.
La rubia se agacho y él se la metió por el culo mientras yo seguía masturbándola.
Nos dejó a las dos. Y se puso a apretar los abultados senos de la bajita. Y luego se puso a follar por la vagina a la princesita que se convulsionó.
Hasta que el tío ya no pudo mas, del festín que se estaba dando.
Se puso de pie sobre la cama y se toco las sienes. Se corrió llenando la cama de leche. Tenía espasmos. Le duraron varios minutos.
Su cuerpo temblaba mientras se ponía la ropa.
– Ya no lo vuelvo a hacer más – decía.
– Te has librado de que te escupamos- le dije yo.
Dentro de unos meses me pegare otra juerga con uno de estos tontos.