Capítulo 1

Capítulos de la serie:
  • Mis esclavas I (Jessica)

Saludos a todos los lectores, Por motivos de seguridad me nombrare a mí mismo Mateo, y les contare como es que me he ido haciendo de una variada cuadra de sumisas-esclavas. Antes que nada, yo soy un chico de estatura normal con 24 años, de cabello negro quebrado (entre rizado y lacio), ojos verdes, de 1.75 metros aprox. y 79 kilos, mi pene es de tamaño promedio pero un poco más grueso del promedio, dependiendo de mi excitación; de cuerpo marcado por el ejercicio (aunque antes no era así) no muy guapo, pero si muy inteligente, por lo que he podido mantener esta situación en la que me encuentro.

Todo comenzó hace unos años cuando mi novia terminó conmigo, yo tenía 22 y ella 20, ella es de un pueblillo que está lejos de mi ciudad (a 7 u 8 horas.) nos conocimos en la universidad. Yo me quedé muy dolido, anduve con alguna otra chica, pero nunca pude olvidar a Jessica (así se llamaba mi ex), no sabía cómo hacer para sacarla de mi cabeza, pues aunque ella era una niña muy recatada, nunca había tenido relaciones sexuales y de hecho no las tuvo conmigo, solo le enseñe el placer del “Faje”, esos momentos fueron inolvidables para mi, ella es una chica de cabello rojizo y rizado, largo hasta mas debajo de los hombros, lo cual significa que alaciado le llega casi a media espalda, tiene senos medianos y una cintura pequeña, tiene una nalgas deliciosas y bien marcadas, que son el comienzo de sus largas y torneadas piernas, todo eso con un delicioso tono de piel blanco y unos hermosos ojos cafés.

Unas semanas después de que terminamos comencé a comprar billetes de lotería, pronósticos, incluso raspaditos, varios meses después tuve la suerte de ganar más de 50’000,000 de pesos, gaste parte de mi dinero invirtiendo en criptomonedas y bienes raíces entre las propiedades que compre había un local abandonado para adaptarlo como antro (discoteca) que me ha estado redituando gran cantidad de dinero, aumentando así mi pequeña fortuna.

Comencé a contratar chicas para cumplir algunas de mis fantasías, y así experimentar cosas nuevas y muy distintas a las que estaba acostumbrado. Habiéndome hecho adicto al sado y la dominación, sabia que la hora de la venganza por el abandono había llegado.

Decidí cumplir mi mayor fantasía y esclavizar a Jessica. Para eso compre una finca a las afueras de la ciudad, bastante alejada diría yo, para mantenerla siempre alejada del mundo y así perdiera contacto con la realidad y el exterior, pudiendo controlarla más fácilmente.

La propiedad era cuidada por una pareja de señores maduros que tenían su casita un poco lejos de la casa principal, ellos le dan mantenimiento, además rescate y adopte de cinco perros: Áyax, un Gran Danés; Aquiles, un mastín napolitano; Perseo y Ulises, que eran tan cruzados que ni siquiera se reconocía de que razas eran mezcla y además de un Pastor alemán llamado Hércules a quien tenía desde hace años y quien rápidamente se posicionó como el perro alfa, que cuidaban el terreno fielmente, la casa principal estaba rodeada de campo de forma que 3 kilómetros no hay nada y colinda con un muro alto y además mandé construir otra no tan alta a 20 metros de esa, la cual corone con alambre electrificando. Así que es prácticamente imposible escapar de allí sin mi consentimiento, o el de los señores que también tienen llave de los portones principales para poder salir a comprar su “mandado”, pero ellos no pueden dejar salir o entrar nada ni a nadie sin mi permiso.

Después de eso lo primero que hice fue recuperar unas fotos que le tome desnuda un día que estábamos jugando al fotógrafo (hacíamos muchos juegos), la convencí haciéndola creer que la vieja cámara no tenía rollo, en esas fotos aparecía en poses que iban desde lo mas hermoso y artístico, hasta lo más vulgar y asqueroso que mi mente pudo idear, lo primero que hice al encontrarlas fue digitalizarlas y guardarlas en dos memorias, aparte del disco duro (por seguridad), y se las envié en un e-mail, diciéndole que o volvía conmigo o todos sus contactos iban a recibir esas fotografías y se iban a dar cuenta de lo zorra que era, pues ella siempre tuvo fama de niña buena.

Ella respondió que teníamos que hablar y así lo hicimos, me aseguro que todavía me quería y que no era necesario ese chantaje que solo necesitaba tiempo, que la esperara (cosa que talvez era cierta pues hasta donde se no tuvo otro novio después de mí), pero yo en mi indignación reitere la amenaza, así que ella asintió a mi petición, estuvimos yendo algunas veces a mi casa, de la ciudad, para tener sesiones de faje y bdsm, donde la ataba con cintas de cuero o esposas le tapaba los ojos y la hacia que me diera mamadas, algunas veces la empinaba para darle por el ano pues ella no quería que se lo hiciera por la vagina hasta que nos casáramos.

Al principio creí que esto la asustaba o disgustaba pero fijándome bien me di cuenta de que lo disfrutaba tanto como yo o mas talvez, pues llego un momento que ella me pedía que la atara o ella misma se ponía en cuatro patas para que la sodomizara, en algunas de esas sesiones le seguí tomando fotos y hasta video pero ahora con cámaras digitales, lo que facilitaba el trabajo de poner en la computadora, así que la amenaza era cada vez mayor para ella, pues cada vez tenia mas material para mandar a su familia y amigos, en realidad ya no sabía si ella estaba conmigo por amor, placer o miedo, pero la verdad mientras tuviera su culito, eso era lo que menos me importaba.

Empecé a tener mayor control sobre ella, haciendo que solo usara tangas con pantalones o faldas a la cadera, blusas que quedaran mas arriba del ombligo y/o tops ajustados, a menos que la situación solicitara vestimenta más formal, es decir la empecé a tratar como mi muñequita, pues yo decidía que debía usar, de hecho la ice tirar toda la ropa sosa que no me gustaba que usara, o aquella que tapara mas de lo que yo quería, haciéndola salir así a la calle, cosa que a ella le avergonzaba, pero al mismo tiempo lo disfrutaba, esto lo se por que ella misma me lo comento en mas de una ocasión.

Poco después la llevé a que se pusiera un piercing en el ombligo le escogí uno en forma de bolita de oro, y otro en la lengua, me gusta exhibirla así por la calle e incluso subirnos a los camiones para poder manosearla; el colmo fue cuando la hice irse a vivir conmigo lo que me causó más satisfacción fue que accedió aun en contra de su familia, (estuve recibiendo llamadas de su familia, para que la dejara pues no les parecía correcto que viviéramos juntos sin estar casados), ahí sería donde terminaría de entrenarla y hacerla una verdadera sumisa, pues aun respingaba por algunas órdenes.

Unos días después en los que estuvo a mis órdenes la hice ponerse un diminuto bikini de tanga y sostén de hilos delgados, un collar de perro para jalara de una cadena, al abrochar el collar pude ver en sus ojos y sus pechos la excitación por sus pezones, ya vestida así la lleve al sótano, donde la encadene haciendo una X con el cuerpo a una mesa de mármol frío, ella no sabia que pasaba, así que le explique desde ese momento ella sería mía para siempre y pronto se convertiría en mi esclava, que incluso lo disfrutaría.

En esa posición le vendé los ojos con una cinta de cuero y le puse unos audífonos con música electrónica con mensajes subliminales que yo había preparado, dos a veces tres veces al día le inyectaba una sustancia que era más bien es una mezcla de drogas que le causaban placer y atontamiento (ketamina y escopolamina), le quitaba la venda y la ponía a ver películas porno de sado ligero en las que las chicas eran golpeadas y humilladas por sus amos en atuendos de cuero, mientras la ataba al muy particular estilo de “naranja mecánica” y al mismo tiempo que la masturbaba con un consolador electrónico que le sobaba los labio y el clítoris hasta que se venía varias veces.

Durante ese tiempo su alimentación fue únicamente de verduras al vapor y licuados energéticos vitaminados, y eso en escasas proporciones, también en ese sótano lleve una caminadora, una escaladora, una bicicleta estacionaria y unas pesas para abdominales, la hacía pasar entre 15 y 30 minutos en cada una para darle firmeza a sus músculos y para darle forma a su cuerpo la hacía practicar aeróbics; para despertarla siempre le arrojaba una cubeta de agua fría y hacia que se bañara con agua fría en una regadera que tenía instalada en el sótano.

Me encantaba verla temblando de frío implorando por una toalla con el cuerpo empapado los pezones alzados y la melena escurriendo agua fría; también había unas cadenas fijadas a la pared donde cuando me parecía necesario la encadenaba y castigaba con una máquina de Shocks hecha por mi con un regulador de corriente una batería de auto cables y tubos de cobre, eso lo hacía cuando desobedecía o se resistía y algunas veces solo por divertirme un rato con su cara de dolor y terror; todo esto, la falta de sueño, de comida, el exceso de ejercicio le estuvieron bajando las ya de por sí escasas resistencias que tenía y le estuvieron dejando más susceptible a los mensajes que le sugerían u ordenaban obedecerme sin decir nada, que la obediencia le iba a causar mucho placer.

Unas de las cosas más agradables de su entrenamiento fue cuando después de llevarla tirándola de una cadena atada el collar a su “cuarto” no me dirigía la mirada para nada, solo miraba donde pisaba, eso me llamó la atención porque antes me veía a la cara o las manos en la correa pues siempre la hacía ir detrás de mí atada con collar y cadena, cuando llegamos a su hábitat, le vendé los ojos, ella se mordía de los labio suavemente, al terminar de encadenarla y en voz baja pero excitada me dijo “Gracias, Amo” después de eso pasaron tres días en los que presentó la misma conducta, entonces hice la misma rutina pero esta vez con menos droga hasta que logre que agradeciera sumisamente solo inyectando agua destilada, fue cuando vi que su entrenamiento estaba en la fase final, así que la desate y coloque frente a mi desnuda y procedí a un interrogatorio:

MATEO.- ¿Cuál es tu nombre?

Jessica.- El que mi amo ordene.

MATEO.- ¿Cuál es tu condición?

Jessica.- Soy esclava y sumisa de mí amo MATEO.

MATEO.- ¿Qué es lo que debes hacer?

Jessica.- Lo que mi amo diga.

MATEO.- ¿Cuál es tu mayor placer?

Jessica.- hacer feliz a mi amo.

MATEO.- Entonces ¿Te gusta tu cuerpo?

Jessica.- Este no es mi cuerpo, le pertenece a mi AMO, igual que mi mente, mi voluntad y mi futuro

Esta respuesta fue la que me puso a mil, no soporte más y me lancé sobre ella, la abracé y la besé en los labios, ella respondió con pasión le dije que quería hacerle el amor por todos los agujeros posibles, ella solo dijo, “estoy para lo que mi amo desee, ordene cual desea primero” y yo le ordene un poco más repuesto y con voz firme “¡¡la Boca!!” ella se arrodillo y empezó a lamer mi pene, con su lengua lo recorría como si fuera una paleta, se lo fue metiendo poco a poco en su boca, yo la tome de la cabeza y principié a marcarle el ritmo de mete saca hasta que mi pene se puso duro.

Entonces hice que lo lamiera, y la volteé para lamerle el culito, que ya tenía un poquito dilatado por la excitación, para lubricarlo y la recargue boca abajo en la mesa de mármol, coloque mi pene a la entrada de su ano y contando tres, para que se preparara lo metí hasta dentro lo más que pude, ella solo se lanzo un grito de dolor y placer, entonces la bombeé tomándola de las caderas, embestida tras embestida ella suspiraba y a veces pedía más de forma muy educada diciendo “más, amo por favor…” entonces la tome del cabello y le levanté la cabeza para dejar su oído a la altura de mi cara y decirle, sin dejar de bombearla, “¿Cómo te atreves, perra, a pedir más? Tu solo eres un objeto de mi placer ¡NO tienes derecho a pedir NADA! ¡¿Me oyes?! ¡¡NADA!!” ella solo dijo “perdón mi amo, disculpe a esta perra estúpida que es su esclava” y se mordía los labios mientras sacaba lágrimas de los ojos.

Después de varios minutos de darle por el culo me corrí dentro de sus tripas y se la saque ella puso cara de alivio y la baje a mi pene ordenándole que lo limpiara y lo pusiera a tono de nuevo, ella obedeció de inmediato y después de algunas lamidas en las que ella disfrutaba mi semen, mezclado con restos su de sangre y heces, mi pene estuvo listo de nuevo por lo que dije ahora tu coño será mío, la senté en la mesa de mármol, se abrió de piernas y me agache para lamerle su conchita ella me tomo de la cabeza y acaricio mi cabello diciendo “gracias amo”, le metía la lengua y tomaba sus jugos, eso jugos agridulces que ella destila cuando se excita, cuando vi que ya estaba un poco dilatada la entrada le fui metiendo mi pene despacito pues después de todo ella seguía siendo virgen, ella se agarró a mi con brazos y piernas mientras besaba mis orejas mientras que yo me entretenía besando su cuello y tetas cuando la metí toda ella estaba aguantándose las ganas de gritar y llegar al orgasmo, fue entonces cuando recordé que como buena esclava no podría tener un orgasmo a menos que su amo, o sea yo, se lo permitiera u ordenara, nunca creí que las películas funcionarían tan bien, le pregunté en tono sarcástico “¿te quieres correr?” ella dijo apretando los dientes y entre suspiros agitados “SI AMO” “Entonces… Espérate otros cinco minutos” y me reí de su cara de angustia y placer, cuando calcule que ya habían pasado el tiempo le dije “ya, ¡corretee!” ella solté un gran grito de placer, podía sentir su cuerpo temblando mientras besaba agradecida mi cara y decía “Gracias amo, muchas gracias” entonces le saque el pene y la arrodille y le dije “me voy a venir en tu boca quiero que te tragues toda mi leche, si se te llega a salir o a escapar una sola gota, por pequeña y mísera que esta sea, me veré en la necesidad de castigarte” entonces empecé a masturbarme y me corrían su boca fue un chorro descomunal tanto que no pudo mantenerlo todo en su boca, se trago cuanto pudo pero aun así parte del semen se escurrió por su mejilla así que sonreí, al entender por que me reía puso cara de miedo.

Yo la tome y la encadene a las cadenas de la pared tome una manguera y la empapé con agua fría luego cuando estaba temblando tome la maquina de shocks y le di toques por todo el cuerpo poniendo especial interés en su zona genital, al terminar ella me agradeció, casi inconsciente la desate y cayó de rodillas al suelo donde me empezó a besar los pies y decirme que me amaba.

Después de ese día la hice vestir ropa tipo sado (de cuero y en tiras, dejando sus tetas al aire) a menos que tuviéramos que salir de la casa. La finca sería su morada de ahora en adelante, pues le ordene que dejara la escuela y a su familia.