Una oficina es el mejor lugar

Creo ser afortunado por tener la suerte de vivir experiencias al límite, que me han dejado maravillosas sensaciones.

Se puede decir que la oficina que habíamos instalado con mi socio era lo mejor que nos podría pasar en la vida.

El día que un diseñador trajo a carolina fue distinto.

Llegué esa mañana a la oficina y ella me esperaba sentada en el sillón de la sala de espera. Una morena alta, de cuerpo perfecto y muy simpática.

Se presentó como publicista para hacer el trabajo de marketing que necesitábamos.

Mi socio trabajaba en otra empresa como empleado y solo venía en las tardes a revisar las cuentas y los movimientos diarios, ellos se flecharon al momento, se convirtieron en amantes quizá el primer día en que se vieron.

De esa historia me convertí en el confidente.

Ella lo veía siempre en la oficina después de hora y yo , como buen caballero me retiraba a casa.

El tiempo fue pasando y nos hicimos amigos con carolina.

Ella era una mujer en todo sentido de la palabra.

Nos contamos la vida y terminamos secreteandonos en la oficina.

Un día, no se porqué, hablábamos de sexo, de gustos en esa materia y ella se definió como amoral, o sea lo hacía sin cargo de conciencia.

Yo me hice amigo intimo de ella, a tal punto, que en pocas semenas me dejaba espiar los encuentros con mi socio.

Desde un baño al costado de la oficina miraba mientras ella se dejaba admirar en toda su plenitud.

Vi como se acariciaban y ella se encargaba de hacer una escena fantástica, porque ella sabía que mis ojos estaban detrás de la puerta.

Esos días no podía dejar de masturbarme en el baño.

Nuestra amistad se afianzó y comenzamos a hablar sin tapujos de estos temas, ella me explicaba el lado femenino y yo explicaba mi lado, el masculino.

Cierto día ella me llamó, me contó que había recibido un regalo de mi socio…… nada menos que de victoria secret.

No pude aguantar y le pedí que se lo pusiera. Ella se negó, en una principio.

En el correr de la tarde logré convencerla y nos fuimos a mi departamento, que estaba solo a probárselo.

El espectáculo era infinito, una mujer extremadamente curvilínea en una baby doll, de solo verlo me provocó una sensación de lujuria especial.

Le pedí que volteara para ver el colalles que llevaba puesto, todo en color negro y transparente.

Sus nalgas eran fabulosas, llenas de vida y morena como su piel.

No pude aguantar y pedí tocarla, sin rodeos, pasar mi mano por esas nalgas. Accedió a cambio de pagar su celular, lo cual me pareció buen trato.

Pasé mi mano en sus nalgas, tan despacio que podía definir su estremecimiento al roce. Ella me pidió que siguiera, lo cual hice con algo de miedo, no quería ser imprudente.

Su mano bajo mi cierre y yo solo pude cerrar mis ojos y disfrutar.

Su mano tibia me masturbó con delicadeza y se convirtió en una experiencia totalmente fascinante.

Se arrodilló en frente de mi y colocó mi pene en sus labios.

Era tibia y suave, no podía dejar de sentir tan bien la lengua rodeando mi pene. Lo hizo como una experta, como me había contado que lo hacía. No pude menos que pedir algo mas.

Subió despacio y se agachó en frente de mi cama.

Me pidió la penetrara por la vagina, despacio porque no estaba tan mojada y podría doler.

Penetrarla fue fantástico, logré sentir como se mojaba mas mientras metía todo, no hizo gesto alguno , solo me recibió llena de placer.

Después de hacerlo unos momentos, poco, ya que me encontraba totalmente excitado sentí la necesidad de acabar, una necesidad casi imperiosa, al oír esto ella, con algo mas de experiencia que yo, me pidió que respirara despacio y profundo, con lo que logré disipar de alguna manera el reflejo eyaculatorio.

Luego, despacio, ella tomo mi pene y lo apretó dejando la cabeza fuera de la mano, lo cual aceleró mi corazón pero, quitó el espasmo eyaculatorio.

Al suceder esto, se acostó y abrió sus piernas y me pidió que lo hiciéramos otra vez.

No pude esperar y puse mi glande en lo labios de la vagina y la penetré otra vez.

Todo sucedió así, como lo leyeron.