Soy la puta de mi suegro
Déjenme contarles más cosas de mí, ya que en mi relato anterior (El viaje de mi esposo), con la emoción dejé pasar algunos detalles; me llamo Arely vivo en la ciudad de México, ya les comenté que no soy una supermodelo, pero que si me vieran en la calle seguro voltearían a verme.
Tengo 32 años, soy de tez blanca, ojos cafés peso 57k y mido 1.69, ¡ah, y me gusta vestir de lo más provocativa que puedo!
Mis puterías las hago mientras mi esposo trabaja fuera de la ciudad, pero en cuanto vuelve, soy ama de casa normal y recata, pero sin él, soy la puta más cogelona del orbe.
Todo esto comenzó hace una semana, después de que mi esposo salió de viaje por razones de trabajo; ya también les comenté que últimamente viaja mucho.
Un lunes por la mañana me desperté con ganas de comenzar una nueva aventura, me urgía ser traspasada por una rica macana de carne; así que fui al armario y busqué entre la ropa lo más atrevido que me encontrara, saqué un vestidito que había comprado el fin de semana anterior; es azul muy brillante y muy pegado a mi cuerpo y me queda como guante; también busqué un coordinado negro y medias negras.
Tomé una ducha, me alisté y me vi al espejo y me dije: «Arely eres una golfa, ¿qué piensas hacer hoy?, ¡te ves deliciosa!»…
Me preparaba algo de desayunar y ensimismada en mis planes, me sorprendí cuando sonó el timbre de la casa, me puse pálida pues no esperaba a nadie ese día.
Me asomé por la puerta y pude ver que era mi suegro que estaba tocando, me vio y me dije: « ¡No puedes abrir vestida así!»…
Desde ahí le grité:
- Un momento-, y salí corriendo al cuarto, me puse una blusa y una falda para disimular lo que traía puesto abajo, regresé y recibí a mi suegro con una linda sonrisa… ¡Qué milagro suegro!, ¿qué lo trae por acá?-
- Pues fíjate que he traído unas fotos para que las veas, y ver que opinas de ellas-
¡Cuál sería mi sorpresa al ver que mi suegro tenia fotos mías saliendo de mi departamento vestida como una puta!… Vi cada una de las fotos y sentía como mi rostro se torneaba rojo, no quería ni alzar la vista.
Todo quedó en silencio hasta que mi suegro me preguntó:
- Bueno, ¿pero qué opinas de esto puta?-, quedé paralizada… -Mira, vamos a hacer una cosa, tú vas a hacer lo que yo diga y estas fotos nadie las verá nunca, ¿estas de acuerdo, cabroncita?-
Al no tener otra salida, acepté.
- Lo primero que vamos a hacer es que te vas a vestir como te gusta y vamos a salir esta semana. Vas hacer mi perrita… ¡Qué esperas, vete a cambiar!-
Fui a mi habitación y me sentía muy desconcertada, me tenía a su merced y tenía que hacer lo que dijera; me quité lo que llevaba encima y regresé a la sala.
- ¡Muy bien putita, te ves deliciosa!… Vamos a salir salimos rumbo a la carretera-
Después de la 1:30pm, llegamos a un rancho que después me enteraría era de un amigo suyo:
- Vamos puta, bájate y ayúdame con las cosas que vienen atrás
Empezamos a bajar varias bolsas y equipo de fotografía, al entrar a la casa, dijo:
- No perdamos tiempo y comencemos… Quiero tomarte algunas fotografías-
Sacó una cámara y empezó a decirme cómo debería de posar…
Me sentía muy humillada pero a la vez excitada de ser la putona de mi suegro. Después de terminar con las fotografías, me dijo:
- Escúchame bien hija de la chingada, vas a obedecerme y vas a venir a ponerte de rodillas frente a mí-, liberó su enorme verga y me dijo: -Disfrútala perra, te va a gustar-
Me la metí a la boca y empecé a mamar como una verdadera golfa:
- ¿Te gusta, verdad puta?
- Si me gusta, suegro-
- ¡Qué ganas tenía de comerte, putita!-
Después de un rato sentí como salía semen por toda mi boca y por más que trataba de tragármelo, no podía era demasiada leche.
- Límpiame toda la verga, perra; vas a dejarme muy limpio, ¿entendiste hija de la verga?-
- Si suegro-
Después me levantó y comenzó acariciar mis pechos y mis nalgas, diciendo que qué rica estaba la vieja de su hijo y que putona era. Me quitó el vestido y tras la visión que le ofrecía me dijo:
- ¡Mira todo lo que me voy a comer!-, me quitó el sostén y masajeó mis tetas.
Yo estaba que reventaba, bajó mis medias y movió mi tanga a un lado y me clavó su rica verga de un sólo golpe.
- ¡Qué rica estás, perra; se ve que te encanta la verga!-
Sentía cada centímetro de su chile dentro de mi cueva, hasta que alcancé un orgasmo y sentí por dentro de mí, mucho calor; terminé rendida en el piso.
Me pidió que me duchara porque regresaríamos, pues era ya tarde y habíamos pasado más de mediodía en ese rancho. Terminé, me vestí y salí:
- ¡Muy bien putita, te has portado muy bien!… Pero aún me falta algo-, me tomó de la cintura, me inclinó en la mesa y sentía como mi ano empezaba a ser untado de vaselina.
Sentí la punta de su garrote rozar mi culo y un toque de electricidad recorrió mi cuerpo; poco a poco empecé a ser llenada por ese trozo de carne, y pronto ese dolor empezó a ser placer.
- ¿Estás gozando, puta?-
- Si suegro, estoy gozando… Soy una piruja, soy su puta-, sentí como eran llenados de semen mis intestinos…
- Por hoy, basta; terminamos, perra. Regresaremos a casa que mañana te tengo algunas otras sorpresas-
Regresamos y me vine comiendo esa enorme verga durante el trayecto. Al llegar a casa, me despidió con unas nalgadas y me dijo:
- Hasta mañana, puta; descansa que tenemos mucho trabajo esta semana-
A la mañana siguiente recibí una llamada, por un momento dudé en contestar pero finalmente tomé el teléfono, y, ¡sorpresa, era mi esposo!, que preguntaba como estaban las cosas, a lo cual le dije que todo iba bien por acá que esperaba que regresara pronto, pero aún faltaban 6 días para su regreso; nos despedimos y colgué, segundos después volvió a sonar el teléfono y creí que era nuevamente él, y descolgué, pero era la voz de mi suegro… Quiero comentarles que las voces son muy parecidas y por un momento las confundí, hasta que:
- ¡Buenos días puta!, ¿ya estas lista?-
- ¿Lista?-
- Si, lista; recuerda que eres mi perra y tenemos que seguir con lo pactado-
- Está bien, suegro; ¿qué haremos hoy?-
- Bueno ya sabes, cómo me gustas; vas a ir al rancho de ayer, nos vemos en una hora. Llévate varios cambios de ropa, te espero… -, y colgó.
Me sentía tan humillada y usada, que de pensarlo, me excité.
Me bañé muy rápido, me vestí y salí. Esa mañana usaba un pantalón negro de lycra y una blusa rosa, un coordinado blanco.
Salí rumbo al rancho, y al llegar, me abrió la puerta un campesino.
Entré al patio, estacioné mi auto, pero al querer bajar vi por el retrovisor que el campesino se hacia acompañar por un perro bastante grande, por cierto, le tengo pavor a los perros, así que decidí esperar.
Llegó este señor, cuyo nombre es Ray y me pidió que pasara al interior de la casa. Bajé del coche y entré. Ray dijo:
- Así que tú eres la perra-, me quedé atónita…
En eso mi suegro entró a la estancia e interrumpió la conversación:
- Así es Ray, esta es la perra, hija de la chingada; la puta esposa de mi hijo y una cabrona cogelona más… ¿Cómo la ves?-
- ¡Esta buenísima la tía!
- Bueno Ray, por qué no empezamos por comernos este manjar que te parece-
- Me parece muy bien-
Mi suegro me dijo:
- Manos a la obra, puta; vas hacer todo lo que te pida Ray y cuidado y te niegas a algo, porque te parto tu pinche madre-
Me quedé callada.
- Bueno Ray, tengo que salir, pero regreso. Diviértete con esta puta-
Ray me llevó a la recámara, se bajó el pantalón y dejó escapar su órgano que no era tan grande como el de mi suegro, ni cómo el de mi marido.
- Vamos perrita, empieza a mamar-, dijo Ray.
«Es la cuarta verga que voy a probar, después de que en toda mi vida sólo había mamado únicamente la de mi marido, y ahora, dos semanas más tarde; era la cuarta que mamaría», pensé.
Me acerqué y lamí su pene, con lo cual Ray gemía cada vez más…
- ¡Que bien lo haces, perra!-, dijo.
Me tumbó a la cama, me arrancó la blusa y el pantalón, y me dijo:
- Ahora si vas a saber lo que es un macho, cabrona-, y me clavó la verga de una sola estocada.
Grité mucho pues no estaba ni mojada, lo que pareció excitar a Ray, más. Me estuvo comiendo toda y me cogió por todas partes… No sé cuanto tiempo pasó pero termine tirada en la cama sin poderme parar.
Él salió por lo que pensé que era hora de irme. Tomé mi ropa de repuesto, me vestí y me encaminé a la salida; cuando abrí la puerta me encontré con el perro de Ray, el cual empezó a ladrar… Ray llegó de inmediato… Ya mi suegro también había regresado y me dijo:
- ¿Con qué te querías ir perrita? Bueno, veo que estás lista… Vamos a seguir la fiesta-, me metieron de nuevo a la casa, pusieron música y me hicieron bailar.
Bailaron junto a mí, Ray y mi suegro estaban tocándome por todas partes; en eso se oyó el timbre y Ray dijo:
- A de ser mi compadre-
Me quedé con mi suegro quien me puso al tanto de la situación.
- Hoy vas a experimentar que se siente estar clavada por cada uno de tus agujeros-
Entró un hombre gordo a quién llamaban José, y dijo:
- ¡Así que empezaron la fiesta sin mí!-
- No, sólo estábamos poniendo a punto a esta cabrona!-
- Pues no se diga más-, se abalanzaron sobre mí, rasgaron mi ropa y pronto mi suegro estaba dentro de mi vagina.
José se sacó la verga y la puso en mi boca, era la quinta verga que probaba. Ray empezó a picotearme el culo, que ya bastante dilatado estaba; en segundos estaba siendo penetrada por cada uno de mis agujeros.
Déjenme decirles que me sentía la mujer más puta del planeta, estaba siendo ensartada por tres machos y lo estaba disfrutando…
Cambiaron de lugar las veces que quisieron, me gozaron de todas las formas, y fui la puta más golfa y cogelona que habían tenido.
El miércoles fui la puta de Ray, en el rancho; sólo él y yo. El jueves fui la puta de José en su casa, y el viernes fui la puta de mi suegro en mi casa. Ese día mi suegro me dijo:
- Te has portado a la altura, puta; mañana es sábado y hay una sorpresa más. Después serás libre, para que recibas a tu marido-
Era sábado por la mañana, me desperté súbitamente, era el teléfono; era mi esposo para decirme que llegaba al día siguiente y que lo esperara en el aeropuerto, le dije que sí, que no había problema.
Anoté el número de vuelo y nos despedimos.
Cuando colgué, me acomodé de nuevo, mi suegro estaba junto a mí, pues era su puta y ese día, me tenía la última sorpresa.
Y como soy una hija de la chingada, lo desperté con una rica mamadota, tragándome toda la verga y saboreándola con mi lengüita. Cuando despertó, me tomó de la cabeza y me dijo:
- ¡Pero que rápido aprendes, cabrona! ¡Aprendiste muy bien esta semana y disfrutaste de tres ricos garrotes!-
- Si suegro, aprendo rápido porque soy bien puta… Muchas gracias por esta experiencia-
- Arely, quiero pedirte que sigas siendo mi amante, claro, cuando tu marido te permita salir, nos veríamos por ahí-
- Si suegro, seré su puta para siempre; pero con la condición que me siga tratando como la pinche perra que soy-
- Eso me gusta, muy bien… –
Terminé mi trabajo, y me consideraba una autentica mamadora, casi profesional.
Nos fuimos a desayunar y luego nos preparamos para la última sorpresa que me tenía; a pesar que insistí, mi suegro no soltó prenda; me dijo que me vistiera con lo que quisiera, que no importaba, de todos modos era evidente mi personalidad de piruja y que de cualquiera manera se me veía la cara de puta, que me era imposible disimular.
- Yo no sé si es natural la forma que tienes de comportarte, o es fingida; pero en todo momento no puedes ocultar que pareces puta-, me dijo.
- Es natural, suegro. Me costaría trabajar todo el tiempo estar actuando de una manera diferente a mi forma de ser; no podría conservar todo el tiempo mi forma de ser si fuera fingida. ¡Qué quiere, soy todo una señora puta!-
- No sé… Si fuera natural, te vendría de herencia, ¿no?… No me digas, que tus padres son bien cachondos…
- Mi madre, suegro…
- Así que mi consuegra también es puta y le encanta la verga… -, yo sólo me reí.
Me arreglé y salimos de nuevo hacia el rancho. Esta vez no había nadie sólo mi suegro y yo, pensé que luego llegarían los otros dos…
Me pidió quitarme la blusa y mis jeans, a esas alturas, hacia lo que mi suegro me pedía; pues soy muy sumisa y obediente.
Me ató de los pies y de las manos, me puso una venda en los ojos y me tapó la boca; me sentía muy excitada, pues no sabía lo que estaba pasando.
Me puso de rodillas en el sillón y me penetró por delante y por detrás, tuve muchos orgasmos ya que esa posición me hacia sentir completamente a expensas de él.
De pronto se apartó de mí y no oí nada, hasta que de nuevo volví a sentir su presencia en la sala y empezó a untarme algo en mi puchita.
Ricos escalofríos me recorrían la piel, al sentir que lamían la sustancia que me había untado en mi vagina.
No era una sensación conocida, era algo nuevo; pronto adiviné que era la lengua de “Brutus” el perro de Ray.
Yo estaba en un taburete amarrada de pies y manos, tapada de los ojos y boca, y un perro lamía mi pepa llena de mermelada.
Estaba muy asustada y quería apartarme, pero no podía. Pronto sentí como el animal se montaba sobre mí, sentí sus patas sujetándome, y noté que tenía cubierta las patas, ya que no me rasguñaba.
Sentí como “Brutus” empezaba a meter su pene dentro de mi concha y crecía y crecía. “Brutus” me tuvo como a su perrita, ahora si era la perra de “Brutus”.
El mete y saca continuó hasta que sentí como su verga se inflaba como globo dentro de mí, creí que no podría seguir y sentí desmayarme, pero pronto todo mi ser era inundado de algo muy caliente, era Brutus que se había corrido dentro de mi cueva…
Terminamos y nos quedamos como veinte minutos pegados, culo con culo; hasta que por fin pude librarme del animal. Mi suegro me quitó la venda y me dijo:
- ¡Qué rico lo gozaste, hija de puta!-, era increíble en lo que me había convertido, pero no puedo negar que me gustó, no contesté pero mi suegro supo que me había encantado, por la forma tan zorra en que me había movido con la verga de ese garañón.
El sudor perlaba mi cuerpo, y sentía mucha sed y ganas de seguir cogiendo.
- Aún te falta otro, puta-
- ¿Otro?-
- Sí… –
Entró con otro perro. Este era más grande y pude ver que tenía en las patas calcetines para que no dejara marcas en mi cuerpo. Me dijo que me pondría más mermelada en mi cuca para que “Pulgoso” hiciera su trabajo.
Me untó de nuevo mermelada en mi cosita y entre mis nalgas, acercó a “Pulgoso” y me dijo que me quitaría las cuerdas, pero que no me fuera a escapar, y que dejara que “Pulgoso” me reventara el culo con su verga.
Acepté un tanto desconfiada de lo que fuera a pasar; y mientras me quitaba las cuerdas, “Pulgoso” estaba lamiendo mi pepa.
Cada lengüetazo era una descarga eléctrica para mí, ese perro no tardó en montarme y mi suegro quitó el taburete para que quedara en cuatro patas, con mi redondo culo en todo su esplendor.
Me di gusto empinándome y parando mis nalguitas para deleite de mi suegro, que sé que es un verdadero morboso cuando de buenas ancas se trata, así que como buena nuera que soy, elevé mis nalgotas como una verdadera perra.
Antes de que “Pulgoso” se subiera atrás de mí, mi suegro me nalgueó, ya que dice que estoy muy nalgoncita y que se antoja tenerme sentadota con la verga clavada en mi culo.
Después, “Pulgoso” empezó a ensartarme por mi ano, y aunque me dolía y tenía el anillo bastante rozado, me puse flojita y este animal, no tardó mucho en encularme.
Me sentía morir, estaba siendo atravesada por la verga de “Pulgoso”, pero en cuanto su palo empezó a crecer dentro de mi ano, traté de zafarme, pero era demasiado tarde… Fui embestida una y otra vez hasta que terminó…
Duré más tiempo pegada a él, ya que era muy difícil y doloroso zafarme.
Cuando por fin me libré, mi suegro sacó a “Pulgoso” de la casa y me quedé un buen, tirara en el piso, no podía moverme, pues me habían cogido dos enormes perros y tenía la pucha y el ano en carne viva.
Mi suegro me ayudó a ducharme y me vistió… Después, nos salimos de ahí.
Llegué a la casa y me tiré en el sofá, estaba muy confundida; me había gustado, era una perra verdadera.
Mi suegro me abrazó y me dijo que si me había gustado, se sorprendió cuando le dije que si, pero que me sentía muy puta. Me dijo:
- No te preocupes, eso pasa cuando estás casada y no tienes un buen macho que te coja sabroso. Te da mucha picazón en la vagina y quieres calmarte el ardor con cualquier cosa-
- Ahora que lo dice, ¡mire cómo tengo mi parte!… Me arde suegro, pero quiero seguir cogiendo…
- Me acá, hija de tu puta madre-
Se sacó la verga y me fui sobre él cómo una verdadera zorra.
Me llevó a la cama y mientras se la mamaba, empezó a penetrarme con dos consoladores, uno en mi vagina y otro en mi culo.
Estaba teniendo más orgasmos y orgasmos… No supe cuando me quedé dormida, sólo sé que al día siguiente era el día de ir por mi marido, a lo cual mi suegro y ahora mi amo, me dijo:
- Vamos por él, perra-, pero me volvió a coger antes de irnos al aeropuerto.
Mientras esperábamos que mi marido llegara, me fajó en la sala de espera, y al llegar mi marido, mi suegro me tomó de las nalgas y supe que seguirá siendo su puta.
Mi marido nunca se imaginó lo que pasó en todos esos días que pasé con su papá.
Me siento muy feliz de seguir siendo su putilla y voy a su casa cuando hay tertulia o juegos de baraja con Ray y José.
Ahora mi ropa atrevida esta en casa de mi suegro, mi esposo se siente bien que me lleve tan bien con su padre y cuando mi esposo sale, ya nunca duermo sola.
Soy la golfa de mi suegro.
Sin contar los perros me hubiera encantado ser ella