Seminario universitario

Soy profesora de universidad, rubia, de ojos azules, con el culo salidito y las tetas respingonas.

Hace un par de meses me invitaron a participar en un seminario una universidad francesa muy prestigiosa.

No me apetecía mucho (esas cosas normalmente son muy aburridas) pero decidí que para mi currículum era mejor ir y pasearme un poco por ahí.

Llegué en Paris al mediodía.

Me fui a mi hotel, me duche, me vestí y me fui para la universidad.

Me había puesto falditas cortas y una blusa semi transparente que insinuaba ligeramente mi ropa interior.

Normalmente voy más informal a esos actos pero ese día después tenía una cena y no querría volver a pasar por el hotel.

Llegué puntual al encuentro. Éramos pocos, sólo los seis ‘especialistas’ en nuestro tema. Primero llego mi colega sueca, tan guapa como siempre.

Al cabo de poco fueron llegando los otros, el anfitrión francés, mi amigo holandés, un americano desconocido y un alemán altísimo.

Entramos en una salita, con una mesa larguísima y todo muy buen decorado.

Empezamos nuestras disquisiciones teóricas, el francés exponía sus nuevos hallazgos y yo cada vez estaba más aburrida.

Así que me dediqué a pasear la vista por la habitación cuando vi que mi amiga sueca le estaba tocando la polla al alemán por debajo de la mesa. Mi amigo holandés también los estaba mirando.

Me empecé a poner cachonda y no pude evitar empezar a tocar mi concha, suavemente, de forma discreta.

Me fui animando, el holandés me miraba lascivamente.

Cada vez estaba mas excitada y ante la sorpresa de todos, y de mi misma, empecé a tocarme por todo el cuerpo fogosamente.

Estaba a punto de explotar cuando mi amiga sueca se levantó suavemente vino hacia mi.

Me quito mi blusa transparente, me hizo levantar de mi silla y me indico que me subiera a la mesa. Y ahí arriba, ante la mirada de todos los colegas, me fue desnudando poco a poco.

Mis pezones estaban erguidos, duros y rojos, y mi excitación hacia que mi cuerpo temblara.

Mi amiga sueca me fue tocando todas las partes de mi cuerpo, me supo los pezones y me acarició suavemente mi culo, mientras con los dedos jugueteaba con mi tango negro de encaje…

Al cabo de un momento, mi colega alemán la empezó a denudar a ella, quitándole su vestidito y dejándola completamente desnuda delante de mí, encima de la mesa.

Nos besamos apasionadamente mientras ellos, los hombres, se empezaron a desnudar unos a otros.

De pronto empecé a sentir como una mano de hombre me sujetaba el culo por detrás mientras otro me chupaba los pies morbosamente.

Yo no podía dejar de lamer a mi amiga sueca, en la cara, por los pechos y hasta llegar a su sexo húmedo. Ella gritaba de placer mientras con sus manos empezaba a acariciar la verga de mi amigo holandés.

Me arrodillé de cuatro patas y mi amigo alemán me penetro, yo sudaba y gritaba cuando el francés se unió al juego y puso su polla entre el sexo de mi amiga sueca y mi boca.

Y les lamía mientras la polla iba entrando en el sexo de mi amiga, por detrás me penetraban mientras otras manos desconocidas acariciaban mis pezones, me pellizcaban y me llenaban de placer.

Tuve más de un orgasmo seguido, mi sexo húmedo pedía más y más…

Poco después, el americano vino hacía mi, me levanto y me penetro por delante con su inmensa polla.

Moviéndose en círculos, poco a poco, y cada vez más rápido.

Estaba excitadísima y delante de mío veía como el francés penetraba al americano y mi amiga sueca le lamía la polla al holandés.

Las tres parejas nos fuimos uniendo, nos besamos unos a otros, nos acariciábamos y una polla iba pasando de un lado a otro.

No podíamos parar de follar, salvajemente, como yo nunca lo había hecho.

Estuvimos más de dos horas hasta que nuestros cuerpos satisfechos fueron volviéndose más mansos, más suaves, más tranquilos.

Mis mejillas estaban rojas con una mezcla del sudor y la excitación.

Empecé a vestirme mientras en silencio, todos hacíamos lo mismo.

Las miradas iban recorriendo la salita, los papeles estaban por el suelo, todo había quedado desordenado y no sabíamos quien había podido escuchar nuestros gritos de placer.

Nos despedimos de forma rápida, dimos por concluido el seminario y cada uno se fue por un lado.

No nos hemos vuelto a ver y no sé como será el reencuentro en el próximo congreso.

Con mi amigo francés nos hemos escrito un email, por temas de trabajo, pero ninguno de los dos se refirió a lo sucedido.

Ya os contaré como termina.

La intelectual cachonda