Descubriendo a Catiana

Todo empezó aquel día, yo estaba en mi habitación, acababa de llegar de la facultad, y me había estado martirizando la imagen de las pequeñas braguitas y ese jugoso tesoro que le había visto a mi profesora de arte, justo cuando se agachó y separó las piernas para recoger ese milagroso boli que cayó al suelo, yo ávido de sexo como buen cachondo que soy vi como se transparentaban en sus braguitas aquellos carnosos labios recubiertos de una mínima cantidad de dorado pelo, casi se salían de la apertura de esos interiores de gasa azul traslúcida, pero lo que mas me calentaba la cabeza y no hablo de la de arriba era que ella me había visto y no había hecho ningún ademán de corregir esa deliciosa postura, sino todo lo contrario, me había sonreído casi de modo maquiavélico e incitador como diciéndome: Pedazo de perro cómeme y lámeme entera!.

Así es que dejé las llaves del coche me quite la ropa y me quedé en boxers, me tumbé en mi cama y mientras veía girar el ventilador mi miembro crecía y mi mente devoraba los pechos de la deliciosa profesora, pero tenía que despejarme, así es que me di un duchazo, pero el calor que llevaba dentro no cesaba, por lo que decidí hacerme un pequeño apaño pensando en ese maravilloso pozo de las delicias, jurándome a mi mismo que algún día lo probaría, me la sobé tanto que me corrí manchando mis sábanas con espeso y caliente semen.

Al día siguiente, encontré en internet una página muy interesante, en ella publicaban relatos eróticos de todo tipo, la estuve hojeando un rato y luego me fui a clase, ¡qué suerte hoy tenía ARTE, y quizás volvería a ver eso que tanto deseaba, pero para mi desgracia la profesora había enfermado y su reemplazo era el jefe de cátedra un hombre mayor y amargado, mi gozo en un pozo!!.

Cuando llegue a casa conecté con el ordenador, y busqué aquella página de relatos, lentamente fui leyendo uno a uno, descartando algunos que no me gustaban, hasta que descubrí a una autora, Ktiana, sus historias de sexo pleno y duro empezaron a levantar mi pene como si de un gran mástil se tratase, a medida que leía en la oscuridad de mi habitación tan solo iluminado por la pantalla, mi glande se calentaba más y más, lo mejor era que esa historia me estaba haciendo olvidar a la profesora, lentamente fui bajando mi prepucio, rítmicamente palpaba mis huevos que los notaba duros como dos piedras, y mis jadeos mudos en la noche junto con lo que leía e imaginaba hacían que las venas de mi verga casi estallaran, prolongue mi paja mas de cuarenta minutos tan solo tocando el frenillo y mi capullo rojo y caliente, al mismo tiempo que consumia el último relato de Kat, pero justo en el momento que ella se metía ese vibrador por ese chochito húmedo y delicioso sentí un espasmo que invadía mi interior, pasaba por mi espalda, mi culo y finalmente en mis huevos y verga, de donde empezaron a salir en cantidad industrial largos chorros de semen blanco y caliente, el mismo semen que había caído unas veces en mis sábanas y otras en rajitas vírgenes y no tan vírgenes de mis compañeras de la uni, y de alguna que otra madurita que me había pedido guerra, pero esta vez, esta vez era distinto, me estaba derramando, corriendo, orgasmando con un relato, todo ficción, pero tan bien hecho que me dejó vacío, sin una gota más de simiente que expulsar por mi falo.

En cuanto limpié todo lo que había manchado me dispuse a contactar con ella, y hace media hora recibí su respuesta, me puso tan malo que me he masturbado un par de veces desde que lo leí, ahora mi misión es hacerlo realidad, y no regar mi esperma ni hinchar mi pene en balde sino todo lo contrario hacerlo hasta que ella desfallezca de placer!

Continuará…