Confesiones de autosatisfacción

Soy un asiduo lector de esta lista, me he animado a relatarles en forma resumida mis vivencias, mis fantasías algunas llevadas a cabo y otras no, mis inicios en la autosatisfacción del sexo anal, mi primer paso en la bisexualidad.

Actualmente tengo 40 años, altura 1.70 m y un aspecto físico menudo; mi vida es lo que siempre he soñado tener, una agradable esposa, hijos adorables, bienestar económico más que aceptable, pero existe en mí un espacio aún sin llenar, sin satisfacer, que me contenga sexualmente en plenitud.

Paso a relatarle mis vivencias reales: Desde mi adolescencia a mi adultez, mis relaciones fueron netamente heterosexuales totalmente satisfactorias para esas etapas de la vida, superando aún lo recomendado por el Kamasutra pero siempre en el plano fisiológico gobernado por el fuego de la pasión que se antepone a los sentimentales, superada esa etapa y al final del camino uno se encuentra solo puesto que cuando se apaga el fuego de la pasión no resta nada que justifique continuar una relación heterosexual por más que me permita liberar mis instintos primitivos.

No sé si a alguien le ha sucedido, pero hay un periodo en la vida del hombre en que no encuentre razón alguna que lo conduzca a establecer una relación meramente formal, periodo este en el cual uno se limita a la faz laboral, a satisfacer la necesidad del intercambio hormonal y después nada un vacío.

Pero de pronto como un regalo del cielo nuevamente se presenta una luz en la vida, que hace temblar el corazón que nubla la vista, como un nuevo nacer en este mundo, un mundo en el que sólo reina la ternura, la felicidad íntima se manifiesta en nuestra piel es cuando uno se da cuenta que ha encontrado la perla que buscaba o esperaba de la vida, una relación que no está condicionada en el tiempo, donde cada segundo es un éxtasis total, creo que eso es lo que se llama «amor por una persona», por la cual uno esta dispuesto a abandonar todo. Realmente sin haber llegado a consumar una relación carnal, esos fueron mis más sublimes momentos de placer y gozo, cómo extraño esos días y cómo envidio a aquel que tenga esa oportunidad de gozar de la relación más pura, blanca transparente.

Pero como somos esclavos de la pasión, la que algunas veces nos gobierna, esta pasión es la que nos hace cambiar las prioridades anteponiendo lo carnal frente a lo sentimental, gran error en la vida del hombre, pobre de aquel que se deje llevar por la lujuria de la pasión, no sabe lo que esta perdiendo.

Habiendo caído en las redes de la pasión, uno empieza a tratar de convivir con la dualidad pasión vs. sentimientos, pero siempre este último pierde.

A tal punto es el enceguecimiento de uno, que en mis primeros diez años de matrimonio valoraba únicamente lo carnal, el juego erótico al que uno somete el comunicarse físicamente. El roce de nuestros dedos, nuestras manos, sentir el aliento, el susurro, y que las caricias no sólo responden a nuestros genitales y sentir un clima con una temperatura creciente que presagia un final tormentoso lleno de placer, todo esto ya no existe en mi universo conyugal.

Era un privilegiado al ser el único testigo de la lujuria de mi mujer, la mirada lasciva, de las fellatios que me realizaba sin importar la hora y lugar ni la predisposición de mi sexo, con qué placer relamía y degustaba mis líquidos seminales, qué momentos, qué sorpresa ante los orgasmos de ella al simple roce de mis piernas. Algunas veces pasaba horas contemplando toda su femineidad vaginal en cada posición habida y por haber, la fellatio a la que era sometido o cuando mi mujer una vez que alcanzaba temperatura en posición perrito me pedía por favor que la penetre profundamente, una vez saciada, se recostaba en la cama previa colocación de la almohada para nuevamente comenzar la sesión con mi principito que le encantaba, en esos momentos procedía a girar y quedarse de costado en posición fetal ofreciéndome toda su intimidad y nuevamente la penetración vaginal suave y profunda, y ante mis besos en su cuello y oreja, me susurraba «métemelo, no me lo saques, cómo encanta tenerlo adentro»,»soy tu putita, rómpeme entera»,»cómo me encanta, la puntita todo entero» a tal punto respondía a sus instintos primitivos que estoy seguro que si en ese instante otro hombre tomaba mi lugar a ella no le interesaría, me sentía a veces usado. Tan sólo le interesaba mi masculinidad con una longitud de 19 cm y 4,7cm de diámetro, le interesaba que tan sólo la cojan primitivamente.

Superior a este sentimiento eran mis deseos de gozarla, ver sus ojos brillantes como una piedra preciosa pidiendo ser poseída, adoraba sus delicadas manos realmente de mujer, su trato sutil, ningún paso ni movimiento grosero, pero cuando surgían los fantasmas me hacía sentir muy mal.

Yo tan sólo deseaba después de consumar el acto, darnos besos tiernos y agradables caricias dejar que mi cuerpo repose sobre el de ella, sin embargo ella no lo entendía así, ya que después de cada relación intima procedía inmediatamente al lavaje vaginal enfriando bruscamente todo, y adiós a mis ratoneos románticos.

Así pues, últimamente ella se limita solamente a tener su orgasmo vaginal y se olvida de todo lo que rodea a una pareja el compartir, el respetar el deseo del compañero que no todo es fornicar sino comunicarse físicamente, sentir el aliento, el susurro, las caricias, etc, etc. Me siento impotente cuando soy usado, ya que a veces sucedía que tras una jornada de trabajo, ella regresaba con evidencias de haber fantaseado con alguno de sus compañeros y me agarraba muy cachonda, con toda su vagina muy mojada lubricada naturalmente, cuando en realidad yo no había hecho el mínimo esfuerzo o acercamiento ya que en nuestras relaciones normales la lubricación era artificial y exigía el uso de abundante crema lubricante. En su estado de excitación, prácticamente sutilmente me conminaba a entablar relación carnal y de esa forma se distensionaba en mí, realmente me hacía mucho daño, pasó una vez, dos, y paremos de contar… Ella lograba su objetivo coger a través mío con su amante de turno, tener su orgasmo y se olvida de todo lo que la rodea. Con el tiempo me ha llevado por ese camino, ha priorizar en las oportunidades de intimar la relación directa, donde la ternura el juego erótico es meramente formal, he caído en esas redes, ha diferencia de mi vida anterior ahora ya no tengo elección estoy atrapado, así que me dije a cerrar los ojos resignarse y adelante.

Resignado a esto, me he propuesto gozar al máximo los tiempos venideros, pero con el correr de los tiempos, nuevamente todo se convierte en rutina.

Me hubiera gustado haber tenido una relación íntima total con la mujer que yo más quería, que amaba sin la cual no concebía mi existencia, pero debía resignarme a mi papel de semental.

Jugado como estoy, he comenzado a valorar el prodigioso sexo oral al que me somete mi mujer siempre con el fantasma si realmente es a mí o a su frustrado amante. Se esta convirtiendo en una rutina, a tal punto que lo tengo agendado la frecuencia de mis relaciones, resignándome a aceptar a esto como la mejor relación carnal-vaginal, en realidad la quería tanto a mi mujer que aceptaba todo esto con tal de haberla hecho feliz por lo menos en esos segundos aún a sabiendas del riesgo a correr en que algún día venza sus barreras psíquicas y haga realidad a sus frustrados amantes, no hay peor infidelidad que la infidelidad psíquica-mental.

A la fecha, perdido como estoy, con relaciones quincenales más por necesidad fisiológica que por deseos naturales , me he propuesto hace algún tiempo romper con la rutina, por lo menos intentar saltar la raya y explorar el sexo anal, esperé el día que consideraba como el más apropiado, su regreso de mujer cachonda, ojos vidriosos, lasciva al cien por ciento, y me dije éste es el día, manos a la obra, con tal mala suerte que debido a mi falta experiencia en este contacto anal en el que he perdido la oportunidad de penetrarla analmente cuando debido a la cachondez de mi mujer me lo consentía, bruto que soy traté de penetrarla directamente con la punta de mi pene, ya se imaginan la pobre salto de la cama y se cerró como culo de muñeca y adiós sexo-anal, desde ese entonces cada vez que arremetía a reintentarlo mi mujer sutilmente me rechazaba, últimamente he alejado de mi mente todo lo atinente a una relación anal sea por juego o por contacto o penetración.

Actualmente y para romper con esta monotonía, luego de leer tantos mensajes de relatos , me he atrevido a explorar otras sensaciones, iniciándome en el sexo anal al principio me costaba creer que existiera un lado de mi cuerpo aún no explorado.

Comencé acariciándome la zona anal con lubricantes, notaba que mi esfínter se relajaba mi cuerpo se estremecía en cada una mis experiencias y volvía a sentir el placer y gozo que había perdido. Recurriendo a pomadas y lubricantes aprendí a introducir lentamente un dedo, luego dos por supuesto con preservativo, en un mete y saca placentero.

Luego he recurrido a otros elementos desde velas, marcadores metálicos de 1,50 cm hasta 2 cm notaba cómo mi cuerpo respondía con líquidos seminales a estos estímulos, con el correr de los meses me fui atreviendo a mayores diámetros, desde zanahorias y toda otra variedad hortícola a las que torneaba para emular a mi miembro – este es de un largo de 19 cm y 4,7cm de diámetro, también usé tubos los consideraba atractivos.

Actualmente estoy usando unos juguetes, y como mi mujer son mis «amantes pero no de carne y hueso», con diámetros variados desde los 4 cm a los 5,50 cm, el sentir como abren mi esfínter luego de unos masajes manuales, cómo se desplazan en mi recto, creo que es un acto subliminal a tal punto me lleva que no me interesa ser sorprendido en esa situación.

Estas sesiones no tienen ni día ni horario, sólo requiero un ambiente apacible, en la etapa inicial relajo todo mi cuerpo recostado en el piso y de costado inicio con una serie de masajes, luego en posición fetal me coloco bastante lubricante en la zona de mi esfínter, introduzco el dedo mayor para lubricar mi recto. Luego dos que se abren como tijera para dilatar y relajar mi esfínter y prepararlo para la etapa siguiente.

Tumbado, relajado con las piernas estiradas, coloco mi «amante» en mis nalgas como presagiando lo que viene, elevo los glúteos jugando a introducir, nuevamente relajado y de costado, comienzo a contraer y expandir mi esfínter varias veces, cuando mi esfínter se relaja doy inicio a un viaje sin retorno, comienzo a jugar con el juguete de 4 cm, lo introduzco unos 10 a 15 cm lo saco lentamente, olas de placer me inundan, lo vuelvo a introducir y continuo.

Seguidamente tomo otro «amante» de unos 20 cm de largo con forma de pene, con un glande de 5,50 cm de diámetro en los primeros 5 cm de longitud y luego de 4 cm en el resto de la longitud, cuando el supuesto glande atraviesa el músculo del esfínter me brinda una sensación que nunca he experimentado o sentido donde el voltaje, la contracción muscular, la eyaculación seminal son signos de placer y máximo gozo, más aún cuando me someto a la lenta introducción y procedo al movimiento vaivén ni les cuento me tiembla el cuerpo, siento que mi miembro se erecta llevándome a un plano indescriptible de gozo nunca experimentado en toda mi vida y que ha superado lo que tanto extrañaba.

Este centro de placer anal para mí desconocido, donde yo gobierno la acción para mi mayor disfrute es impagable, no se me ocurre aún reemplazar a estos «amantes artificiales» por otro de carne y hueso, debería probarlos me digo a mi mismo que sensaciones afloraran en míy si estas superaran a mi fantasía de la autosatisfacción, habrá alguien con un miembro que se ajuste a mi esfínter y que me traslade a otra dimensión y que me vuelva a hacer sentir el fuego de la pasión, debería buscarlo me digo a mi mismo.

Como ven, estas son mis confesiones, me gustaría conocer las experiencia de otros e intercambiar opiniones, y si alguna vez se llegan por Buenos Aires Argentina, contáctense conmigo.

Y ustedes mujeres asiduas lectoras, atiendan a sus maridos, déjenlos agotados de sexo, varíen sus posturas, sorpréndanlos continuamente, y no se dejen llevar por la rutina y evitaran lo que a mí me ha sucedido, explorar otros horizontes sexuales.

De hecho… los dejo ya que mi mujer me reclama la cuota mensual de sexo el que cumplo sin objeciones y disfruto enormemente porque en estos casos mi mujer se comporta como una verdadera hembra en celo, afortunado sea aquel hombre que en el futuro disfrute de ella de lo que me ha sido negado, para mi resignación me reservo el resto del mes para mi mayor disfrute.