Sin límites V: Tres en una cama
Sin decir palabra le sujeté la cintura y se la metía lentamente, pero sin detenerme. De la garganta de Yanet se escapó un grito, pero no me detuve, continué hasta metérsela completa. Mirtha chupaba su clítoris y yo la estaba sodomizando con ternura y fuerza, todo al mismo tiempo. El dolor no podía durarle mucho, así que pronto sus gritos de dolor se trocaron en expresiones de placer.