Capítulo 2

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Un nuevo mundo II

Terry llegó junto a sus hermanas, soltó su abrazo y colocó a Natalia en cuatro, untó su polla con una buena cantidad de saliva y fue entrando por la puerta de atrás de su hermana con extremada lentitud. Natalia notaba como esa polla gorda y larga, le iba abriendo las paredes de su culito y como la quemazón era casi insoportable.

  • Para Terry, joder, para.

Terry, paró y se mantuvo parado un rato, asido con fuerza a la cadera de su hermana, fue bamboleándose adelante y atrás, con suma lentitud. Ganando milímetro a milímetro esa difícil y estrecha plaza. Natalia sentía que su culo ardía, pero increíblemente, cada vez le daba más placer. El semen de su hermano mayor ahora hacía de lubricante y aunque la polla de Terry era mucho más gruesa que la de Teo, el semen de este empezaba a obrar maravillas. Natalia empezó a sentir un placer diferente, el gusto que le dejaba la enculada no era como cuando le habían follado el coño. Diría que era más fuerte y llegaba en torrente, un torrente que abrió las esclusas de su cuerpo y un gran chorro salió por el coño de Natalia.

  • No pares, cabrón, no pares, dame fuerte, más fuerte.

Esto alentó a Terry que sujeto a las caderas de su hermana la bombeó con fuerza hasta levantarla del suelo en su empujón final.

  • Animal, me has destrozado el culo, cabrón, quédate quieto.

Natalia se retorcía cada vez que latía la polla de Terry en su interior, eso le gustaba, le gustaba mucho y quería disfrutarlo con tranquilidad. Su hermana Nancy se le acercó, besó tiernamente sus labios y descendió a sus pechos, donde se recreó por un buen rato. Mientras, la polla de Terry iba perdiendo cuerpo hasta salirse del culo de su hermana. Natalia aprovechó para cambiar de postura y acoger entre sus piernas la carita de su hermana Nancy. Esta con gran habilidad consiguió que su lengua proporcionará un terrible placer a su hermana, consiguiendo tenerla en un continuó orgasmo que le llevó a perder la consciencia.

La fiesta continuó hasta altas horas de la madrugada y todos participaron de ella. La propia Natalia fue incansable y terminó con más de quince entre sus piernas.

Pero la nueva vida en este nuevo mundo tenía pormenores de iniciación y costumbres nuevas, que hicieron de la vida en él, un paraíso libre de prejuicios, donde todos eran libres de expresar su sexualidad, gustos y formas de vivir.

Ahora les contaré un día en la vida de Antonio. Antonio, es un muchacho de casi treinta años, que comparte su vida con María, una preciosa muchacha un poco más joven que él, pero con un cuerpo espectacular.

A las cinco de la mañana sonaba el teléfono de Antonio, despertándolo para un nuevo día de trabajo. Siempre lo ponía un poco antes, por si a María le apetecía un buen despertar.

Hoy habían despertado abrazados y Antonio portaba una erección espectacular. Su polla entre las nalgas de María estaba húmeda por los jugos que esta destilaba. Antonio alzó un poco el culo de María y entró en ella sin dificultad. Ese coño estaba caliente y chorreante. María tiró de su culo hacia atrás clavándose la polla de Antonio hasta las bolas.

  • Así, chavalín, así, ya sabes, despacito.

Antonio sujetando con ganas el pecho izquierdo de María, fue penetrándola lentamente. Su cadente ritmo le llevaba a apretar ese duro pecho con ganas. Su polla se iba encabritando a la vez que María movía su culo, buscando esa dura polla. Los dedos de Antonio apresaron con fuerza el pezón izquierdo de María, que en ese mismo momento se deshizo en un mar de jugos bañando la polla de Antonio.

  • Dame fuerte, dame, no pares, sigue, no pares.

Antonio aceleró el ritmo hasta terminar en un fuerte orgasmo que clavó su polla en lo más hondo del coño de María. María lo sujetó para que permaneciera quieto a su lado. Una vez que la polla de Antonio salió del coño de María, se levantó y fue a la ducha. María estuvo quieta unos minutos y se levantó marchando a la ducha con Antonio. Tras recoger en su mano un poco de gel, lo extendió por el cuerpo y la polla de Antonio, lanzándose a chupar esa ya dura polla que la miraba con su único ojo. María tragó glotona la polla de Antonio y la recorrió con su lengua, chupó de ella y acarició los huevos con ternura. Antonio meció su cuerpo haciendo que su polla traspasara la garganta de María una y otra vez. La levantó, la puso de cara a la mampara de la ducha, levantó su pierna derecha e insertó su polla de una en María.

  • Tu culo, María, quiero tu culo.

María alzó la vista y vio el bote de crema en la estantería de la ducha, lo cogió, embadurnó la polla de Antonio con la crema y se aplicó una buena cantidad en su culo. Antonio enfiló la punta de su polla en el pequeño orificio que María le exponía doblada en forma de ele. Apuntó y lentamente entró en ella. La polla de Antonio abría las paredes del culo de María, a la vez que el roce le producía un intenso calor. María, a la vez que el roce le producía un intenso calor.

  • Vamos, ya estás dentro, ahora dame con ganas.

Antonio aceleró su ritmo, notando como María era un río, como le fallaban las piernas y como ambos terminaron de rodillas sobre el suelo de la ducha. Ahí, Antonio sujetó con fuerza las muñecas de María y le dio como nunca le había dado, hasta terminar dentro de ella, a la vez que ella quedaba tumbada en la ducha. Después de recuperarse de esa terrible enculada, los dos se prepararon para su jornada laboral.

Bajar por las escaleras del metro, siempre era agradable. El olor a sexo y diferentes perfumes excita a Antonio que rápidamente se empalmaba. La salida del vagón era muy interesante, las muchachas recolocando sus ropas y sus pelos y ellos, guardando sus miembros, ya flácidos y goteantes.

El meteorito, además de un nuevo mundo, había proporcionado una gran cantidad de fuerza y aguante a los hombres y mujeres y había hecho superlativa la líbido entre los habitantes del nuevo mundo. Todos eran libres de hacer, siempre que la otra persona aceptase.

La entrada al vagón, como siempre fue apoteósica, dentro una orgía se disfrutaba por los ocupantes del mismo. Antonio buscó donde sentarse y se sentó, él ya iba bien servido.

Se sentó y nada más hacerlo, unas manos se posaron en sus rodillas. Frente a él una mujer morena y joven era follada sin descanso por un fornido muchacho. Este le daba con fuerza y su dura polla hacía que las tetas de la muchacha se bambolearan ante sus ojos.

Antonio miró a la muchacha notando su polla ya dura como un hierro de nuevo. Desató su cinturón, soltó el botón que unía su cintura, bajó su bragueta y sacó su polla totalmente erecta.

La muchacha al ver fuera la polla de Antonio se lanzó a por ella acogiéndola en su boca. Antonio sujetó con fuerza la cabeza de la muchacha, bajando una mano hasta sus tersos y grandes pechos, estos terminaban en un gran pezón como la tetina de un biberón y Antonio los apretó.

Notó como la muchacha abrió más su boca y metió su polla hasta dentro sujetando unos segundos, ahí la cabeza de la chica. Está abrió mucho los ojos buscando aire y Antonio la dejó salir, llevando con ella gran cantidad de babas. Sacó la polla de su boca, lo miró y sonrió, le había gustado.

Así estuvieron un tiempo hasta que el hombre que estaba detrás de ella le clavó la polla en lo más hondo y dejó fluir toda su carga en el caliente coño de la muchacha. Esta se tiró entre las piernas de Antonio y adoró su polla de tal manera que cuando este se corrió, fue ella misma quien introdujo la polla en lo más hondo de su boca.

  • Joder niña, que bien la chupas

Frente a ellos una preciosa rubia que había seguido toda la historia, se retorcía con los dedos dentro de su coño. La rubia los miró y subiendo su mano hasta su boca, los chupó muy sensualmente mientras miraba fijo los ojos de Antonio. El tren aminoró su marcha para parar, esta era la estación de Antonio. Miró a la joven rubia y a su feladora morena y les lanzó un beso a cada una, saliendo del vagón.

Una vez llegó al trabajo, Antonio se sentó en su sitio habitual, abrió su ordenador y comenzó a programar. Le habían encomendado la programación del suministro de agua en una nave destinada a la producción de tomate. Este trabajo, aunque sencillo para él, era elaborado y necesitaba de varias horas de trabajo. El reloj de su mesa sonó, era la hora del descanso, disponían de tres periodos de diez minutos para descansar. Lo de descansar es un decir, pues en la sala de descanso lo que se producía eran buenas orgias.

Cuando Antonio iba por el pasillo, se cruzó con la secretaria de su jefe, que ya iba desabrochando su blusa, buscando un prometedor encuentro. Al entrar en la sala de descanso, todas las chicas estaban follando y todas eran penetradas doblemente. En una esquina vio a Heidi, una muchacha joven, nueva en la oficina, que se masturbaba de rodillas, dejando sus tetas colgar del respaldo de la silla. Antonio se acercó a ella y le pidió permiso, Heidi asintió con la cabeza. Como ella seguía con los dedos dentro de su coño, Antonio escupió sobre su polla y le penetró el ano.

  • Joder si, como me gusta, que buena polla tienes.

Antonio pasó su mano por delante del cuerpo de Heidi, para así acariciar sus menudos, pero bien duros pechos. Antonio entraba en ella con suavidad, disponía de cinco minutos antes que se terminara el descanso y pensaba estar dentro de ese culo hasta el final. Heidi aceleró la fricción de sus dedos en su coño, consiguiendo un fuerte orgasmo. Antonio por su parte, mantenía el ritmo, disfrutando de la opresión de ese culo sobre su polla.

  • No pares, sigue, no pares.

Heidi gritaba girando su cabeza, menos de dos minutos para que sonara la llamada al trabajo. Antonio aceleró un poco, notando como sus huevos iban hirviendo y como el volcán de su polla erupcionaba con todas sus fuerzas en el coño de Heidi.

  • Qué bueno, que bueno, que bueno.

Tanto Heidi como él se colocaron las ropas y salieron camino de su puesto de trabajo. Antes Antonio se detuvo en el baño para orinar y recolocar sus ropas. Al salir la puerta del despacho de su jefe estaba entreabierta y ahí pudo observar cómo Olivia, la eficiente secretaria de su jefe le propinaba a este una fenomenal cubana con sus impresionantes tetas.

En el momento que Antonio se asomó, su jefe explotó mandando un gran chorro sobre la cara de Olivia, que rauda, sujetó esa polla con su mano y la introdujo en su boca, para así degustar ese preciado caldo. Ganas le dieron a Antonio de sacar su polla ya nuevamente tiesa, pero no había tiempo el timbre que marcaba el final del descanso sonó, devolviéndole a su despacho. Los siguientes dos descansos fueron igualmente placenteros para Antonio que disfrutó de las tetas de Olivia y del culito de Manuela, la de ventas.

Manolo compañero de Antonio esa mañana se había reservado para acudir al parque donde después del trabajo se reunía un variopinto grupo de hombres y mujeres.

Este parque unía a las personas y les alentaba a tener relaciones sin pudor alguno. Manolo llegó al parque donde varias parejas ya copulaban sobre la hierba o sobre los bancos. Ante él se extendían un sin fin de personas totalmente desnudas esperando ser poseídas. Tanto ellos como ellas los que aún no estaban ocupados miraban a su alrededor buscando la persona idónea para sus juegos.

Manolo ya había echado el ojo a una joven pelirroja de no más de veinte años sobre el uno setenta y con unos pechos medianos. Esta chiquilla le recordaba a su mujer y su sonrisa le tenía loco. La joven yacía completamente desnuda sobre una manta que había depositado sobre el suelo de hierba.

Ella miraba sin fijar su vista en ningún lado, hasta que Manolo se situó frente a ella y empezó a desnudarse. Manolo depositó su ropa sobre la manta, se acercó a la chica que cogió su polla y la llevó a su boca en señal de aprobación. Manolo gimió al sentir la calidez de esa boca en su polla.

Ruth, que así se llamaba la pelirroja, atrapó con pasión la polla de Manolo en su boca, procediendo a engullirla, mientras su lengua le daba vueltas. Cuando la tuvo bien dura, la sacó de su boca, se puso en cuatro y Manolo supo lo que tenía que hacer. Hincando sus rodillas en la hierba, acercó su polla al coñito de Ruth que lo recibió con un largo gemido a la vez que echaba su culo hacia atrás buscando la penetración total.

  • Trátame bien, muchacho.

Manolo entró en ella con tranquilidad, llevando su polla hasta el final, notando como cada vez ese coño era más acuoso, como se deshacía en su polla y como Ruth gemía cada vez con más intensidad.

  • Más fuerte, más fuerte.

Manolo aumentó su ritmo, sin ser aún todo lo que podía dar. Ruth se deshacía sobre esa polla que le estaba propinando uno de los mejores polvos de su vida. Ruth gritó al llegar al clímax, moviendo con rapidez su culito sobre la polla de Manolo.

Manolo tras darle unos segundos, sujetó con fuerza los brazos de Ruth y ahora sí, ahora le dio con todas sus fuerzas, le dio hasta vaciarse en ella. Ruth cayó rendida sobre la manta y Manolo la siguió sin sacar la polla de ese apretado coñito que estrujaba su polla con un sin fin de contracciones. Manolo le dio un tierno beso en el cuello, se vistió.

En cuanto estuvo vestido, una joven morena se acercó a Ruth, se coló entre sus piernas y procedió a darle placer. Bien a gusto, Manolo, se hubiese quedado a disfrutar de ese espectáculo e incluso haber participado de él. Pero ya se le hacía tarde, aún tenía un largo trayecto en metro, hasta llegar a su domicilio.

Al llegar al metro, tuvo que esperar y a la vez que él, otra cantidad ingente de personas hacía lo mismo, se le había hecho tarde y a esa hora el metro bullía de almas dispuestas a todo, hasta de volver a sus domicilios.

En la espera recorrió con la mirada a todos y todas allí presentes y se quedó prendado de una morenita de unos veinticinco años, que con su rizado pelo al viento tenía un aspecto arrebatador. Sus miradas se cruzaron y ambos esbozaron una risita de aprobación.

Manolo se acercó a la morenita y su perfume lo subyugo, ahí pudo apreciar sus largas piernas, apenas cubiertas por una minifalda muy mini y sus puntiagudos pezones que se marcaban sobre la fina camiseta.

La polla de manolo se puso totalmente tiesa ante tal belleza. Al entrar al vagón manolo guio de la mano a la mulata hasta el final del vagón y se acomodó en una esquina. La mulata pegó su culo a la polla de Manolo a la vez que el gentío iba llenando el vagón hasta hacer casi imposible cualquier movimiento.

El bamboleo del vagón hacía que la polla de Manolo chocara una y otra vez contra ese culito que bien a propósito, también la buscaba. Manolo bajó su mano al terso culo de la mulata, observando que no portaba ropa interior alguna, su polla ahora sí dio un salto adquiriendo su máximo grosor.

La mulata, acercó su mano a la polla de Manolo y sacó la polla de su prisión, lo miró de reojo y se acercó esa caliente y dura polla a su ya más que mojado coñito.

La polla entró como un cuchillo caliente en mantequilla, topando con los huevos en el duro culito de Ángela, que así se llamaba ella.

Angela gimió al sentir esa dura barra invadir su sexo, notó como abría sus paredes penetrando hasta casi traspasarla por completo. Intentó moverse para poder sentir como esa polla resbalaba dentro de ella, pero era imposible, la multitud no le dejaba moverse. Angela aprovechó el traqueteo del vagón para sentir dentro de ella como esa polla aún crecía un poco más, como las paredes de su coño la abrazaban y como podía oprimirla con ellas como si la estuviera ordeñando.

Por suerte para ellos su parada era la última así que, aunque fue bajando gente, siguieron aprovechando el traqueteo y disfrutando de las contracciones del coño y de la polla. Manolo, aunque había tenido otro escarceo ese día y esto le hizo aguantar más, tras casi media hora de tener su polla dentro de ese coño, explotó sujetando con fuerza los pechos de Ángela.

Esta al notar como su coño era bañado por una caliente ducha, también se dejó ir apretando con fuerza las manos de Manolo sobre sus pechos. Cercanos ya a la parada, manolo sacó su polla dejando que un reguero de su esencia resbalase por las piernas de Ángela. Esta, echo su mano hacia su sexo, recogiendo ese elixir y lo llevo a su boca, degustándolo con lascivia.

  • Está usted muy rico.

Nuestra pareja no era la única que disfrutaba en ese vagón, prácticamente todos se encontraban practicando una u otra forma de sexo. La parada de Manolo llegó y este junto con Ángela bajó del tren, al llegar a la boca del metro se despidieron con un tierno beso. Mientras Manolo tomó un camino sin mirar atrás, Ángela enfiló el suyo de igual manera.

Al llegar a su casa, Manolo se descalzó y colgó su americana del perchero de la puerta. En el salón se escuchaban gemidos y se acercó a él. En la televisión una rubia era doblemente penetrada por dos grandes pollas. A la vez, su mujer se masturbaba con un gran consolador. Manolo fue a la cocina y abriendo el refrigerador descorchó una cerveza. Se acercó de nuevo al salón a observar cómo su mujer que le saludó con una mano seguía follándose con ese terrible instrumento.

Ella gemía y abría sus piernas todo lo posible a la vez que con sus dos manos sujetaba ese instrumento que la penetraba hasta un poco más de la mitad. Mientras en la pantalla la rubia era penetrada ahora en vuelo sujeta al cuello de uno de los hombres, mientras el otro sujetaba su culo mientras se lo follaba con fuerza. La polla de manolo se puso nuevamente dura, así que este se despojó de sus ropas y se empezó a menear la polla. A los pocos minutos dejó la cerveza sobre una mesita y dijo.

  • Ana, ponte en cuatro.

Su mujer sin sacar el consolador de su coño se puso en cuatro sujetándose con una mano al respaldo del sofá, a la vez que con la otra seguía introduciéndose el consolador.

Manolo escupió en su mano, escupió en su polla y llenó el agujerito de Ana con saliva. Acercó su polla al estrecho agujerito y lentamente la penetro. Ese culo estaba muy, muy apretado, la gruesa polla que invadía el coño de Ana hacía que su culo volviese a parecer virgen. Manolo entró con dificultad hasta tocar con sus huevos la entrada de ese culo. Ana gimió, gimió con fuerza y se corrió nada más tener la polla de Manolo dentro.

  • Sujétame, sujétame con fuerza.

Cuando Manolo la tuvo bien sujeta, Ana empezó un incontrolable movimiento con sus manos y con su cuerpo que le llevó a desfallecer sobre el sofá. Manolo que ya sabía de los orgasmos brutales de su mujer, esperó paciente que recobrase el sentido. Ana recobro el sentido y sacó la polla de plástico de su coño.

  • Rómpeme, rómpeme el coño, rómpemelo ya.

Manolo no pudo más que complacer a su mujer y en la posición del misionero, la penetró con todas sus ganas. Tras varios minutos sobre ella, ambos terminaron exhaustos sobre la cama, húmeda, de los jugos de Ana.

Tras unos minutos abrazados, comentaron las vicisitudes del día. Tanto él como ella habían disfrutado varios encuentros sexuales. Pero se los contaron por encima, salvo uno en el metro que Ana le contó a su marido.

Al entrar en el metro, él me miró, eran dos chavales de poco más de dieciocho años, fornidos y altos. Se me acercó uno de ellos y me preguntó si me apetecía un trío. Yo obviamente le dije que sí, menudos cuerpazos. Llamó a su amigo y entre los dos me rodearon.

  • Quítate las bragas

Lentamente metí mis manos bajo la falda mientras ellos besaban mi cuello y acariciaban mis tetas que ya estaban fuera, las habían sacado por encima del sujetador. Una vez me quité las bragas, las guardé en mi bolso que colgaba de mi cuello en bandolera. Noté como ese osado muchacho sacó su polla y me la puso en la mano, al igual que hizo su compañero. Esas dos jóvenes y duras pollas me excitaron y las lamidas que daban a mis pezones me tenían al borde del éxtasis. El amigo bajo su mano hasta mi sexo y metió en el un dedo, haciendo lo propio con mi culo. Me creí morir y me dejé ir en un suave y breve orgasmo. El muchacho lo noto en sus dedos y me levantó en vuelo.

  • Métesela tu por delante primero y sujétala fuerte.

El amigo me sujetó de mis posaderas y me izó hasta clavar su polla en el fondo de mi coño. Se movía lento y sentía esa polla dura y caliente dentro de mí. Me sujeté a su cuello y le dejé hacer. El otro muchacho, apoyó su polla en mi culo y la fue metiendo despacio, su polla larga pero fina, entró en mi sin dificultad, sujetó mis muslos con ambas manos y acompasó su ritmo al de su amigo. Creí morir era un placer indescriptible y esos muchachos no paraban, eran incansables.

No sé cuántos orgasmos llevaba cuando el de atrás me sujetó con fuerza y el de adelante sacando su polla de mi coño, la frotó con todas sus fuerzas sobre mi clítoris. Cariño, ese fue mi primer squirt, le puse perdido de mis jugos y terminé desmayada entre sus brazos. Desperté justo cuando el vagón ya estaba parado y vacío.

Cuando Ana terminó, pudo observar como la polla de su marido ya estaba de nuevo en forma.

  • Cariño, necesito una ducha.

Ana saltó corriendo de la cama y se fue corriendo al baño. Manolo se levantó y se acercó sigiloso al baño, la puerta estaba abierta. La mampara era un cristal transparente, por lo que pudo apreciar el fenomenal culo de su mujer, esa historia le había calentado. Entró en la ducha y procedió a lavar con esmero el cuerpo de su mujer.

  • Cariño, estoy saciada, déjame descansar.

Manolo no dijo nada, pero no paró en sus caricias, Ana, lo tuvo claro. Se dejó caer de rodillas y pajeándolo suavemente le hizo una fenomenal mamada. Manolo explotó en la boca de su mujer que mirándolo fijamente se lo trago todo.

La pareja se tumbó en la cama y espero la llegada del nuevo día.

Continúa la serie