Cuando estaba más joven empecé a escuchar a mis amigos que me decían que habían visto a sus hermanas,primas o tías desnudas sin querer por algún descuido de ellas y bueno eso me llamo la atención de querer ver a mi tía desnuda.
Soy una mujer de cincuenta y dos años, rubia de pelo rizado, 1,62 de estatura, ojos verde claro y se puede decir que soy una mujer de pechos generosos… Talla 110
Eleanor, una mujer dueña de un emporio empresarial gigantesco, después del fallecimiento de su esposo, está transitando un camino de duros cambios o adaptaciones, ¿podrá mantenerse en pie en medio de aquellas turbulencias de la vida?
Tumbada sobre su espalda me puse sobre ella y fui directo entremedio de sus piernas abiertas, me metí a besar sus muslos, iba acercándome a mi meta centímetro a centímetro con mis labios y lengua, pero al ver su rostro se cruza en mi vista esas tetas que tantas noches besé...
Una vez estuvimos a menos de un segundo de ser descubiertos por otra de mis hermanas mayores cuando jugábamos mi hermanita y yo todos los sábados con mi pene.
En la cocina, la familia Huntington comparte un desayuno tenso. James, serio, y Sophia, distante, evitan mirarse. Eleanor, elegante y maternal, intenta mantener la calma mientras aborda temas de la empresa, buscando unidad en medio de emociones contenidas.
Silvia casi no podía creer que su hermana también hubiera dado ese cambio y estuviese en esa actitud de querer traspasar cualquier frontera para descubrir ese mundo en el que ella había entrado y del que no quería salir.