Capítulo 3
- Cuando mi prima duerme I: Bragas y disimulo
- Cuando mi prima duerme II: Manoseándola Descaradamente
- La desconocida mina de la piscina (Mi prima parte 2.5)
En esta historia yo tenía alrededor de 15 y es una continuación de las historias con mi prima, aunque en esta ocasión poco tiene que ver con ella.
Aunque ya era más difícil tocarla, de vez en cuando seguía con mis lujurias cuando se me daba la gana.
A pesar de que ella era notablemente renuente a mis actos, digo que una parte de ella quería detenerme cada vez que la manoseaba, pero otra parte se inclinaba por dejarme ya que su inexperiencia frente a algo nuevo la incitaba a descubrir más acerca de ello. Lo digo porque de vez en cuando sentía como quería terminar toda la situación en la que la puse, pero en otras ocasiones se dejaba llevar un poco y me ponía más atrevido cuando eso sucedía.
La rutina siguió por un tiempo, olía y lamía sus bragas a escondidas, me masturbaba en el baño con ellas y de vez en cuando le daba un rico manoseo cuando se me antojaba de más.
Llegó el verano y salimos de vacaciones de nuestras escuelas, nuestros padres se pusieron de acuerdo para que en lugar de estar todo el día encerrados en nuestras respectivas casas, hiciéramos algo de provecho y pagaron un campamento de verano para los tres. Supongo que mi familia les ayudó un poco en el tema económico, pero desconozco si estoy en lo correcto.
Debido a la diferencia de edad, ninguno de nosotros estaba en las mismas secciones por lo que la mayoría del día estábamos separados y solo hablábamos un poco en el tiempo de recreo.
El campamento era como una escuela pero con clases de baile, karate y otras actividades recreativas en como fútbol, básquetbol y cocina en lugar de los típicos apuntes y el sermón en una pizarra. No me lo pasé mal, pero no era nada del otro mundo. Lo mejor fue que me enteré que el día final nos llevarían a un parque acuático y estaba ansioso por ese día, por mis sucios motivos.
El día llegó y cuando llegué, vi por primera vez a Cristina en bañador de dos piezas. Estaba sorprendido porque para mí era certero que mis tíos buscasen a toda costa comprarle algo que tapase la mayoría de su cuerpo pero cuando la vi, me puse más caliente que de costumbre.
Hablamos un poco los tres y nos fuimos a una de las piscinas, empezamos a jugar en ella y obviamente no podía dejar pasar tan grande oportunidad y obviamente cualquier pretexto era bueno para tocarla.
Si bien ya le había dado unos buenos agarrones encima de la ropa, ahora cargándola fingiendo jugar en el agua cuando ella estaba prácticamente en ropa interior para mí hizo que mi pene se pusiera incontrolable, repetí mis actos sucios de siempre pero ahora la excitación estaba al máximo y lo mejor es que ese día ella se estaba dejando llevar como en las primeras veces, riéndose a más no poder y siguiéndome el juego todo el rato, supongo que fue un efecto de la ocasión especial de estar en un parque acuático.
El contacto de mis manos con sus piernas, culito y tetas no cedió en lo absoluto por treinta minutos y cuando estaba pensando en atreverme a más, a inmiscuir mis manos por debajo de la tela prohibida, Sergio me detuvo notoriamente molesto con una aleatoria excusa de que no debía ser tan brusco porque el salvavidas se podría molestar de que la estoy poniendo en peligro.
Quería decirle que se fuese a tomar por culo, pero si bien ya sabía que mi niña Cristina no tendría el valor para delatarme ante alguien, tal vez él sí y hasta ese momento me di cuenta de que nunca había tomado a Sergio en cuenta, él estuvo casi todas las veces que manosee a su hermana, incluso cuando se le bajó el pantalón y vi sus nalgas y no había cruzado por mi mente que no solo Cristina se dio cuenta de lo que hacía, probablemente él también, así que por miedo sentí que no me quedó de otra y no toqué a mi primita por el resto del día.
Estaba caliente y con ganas de seguir, pero ese día me desahogué con una niña mucho menor que yo que estaba también en el campamento, pero de otro salón. La frustración de alejarme de Cristina se convirtió en uno de los mejores días de mi vida.
Encontré a la chiquita cuando salí de la alberca molesto por no poder manosear más a Cristina ese día, una niña unos cinco años más chica caminaba por ahí y pude notar como sus inexistentes pechos estaban salidos de su bañador por el movimiento del agua y no se había dado cuenta de ello por lo que me le quedé viendo un rato, hasta que una de las instructoras se dio cuenta y se lo acomodó.
Era una niña divina, tenía el pelo bastante largo y castaño pero muy claro, era delgadita y se notaba que no se había desarrollado ni un poco pero aún así tenía unos ojos verdes preciosos y una actitud muy dulce.
Se metió de nuevo a la piscina y volvió a suceder lo de su bikini. Al parecer el la parte de arriba del bañador le quedaba un pelín holgado, pero ahora ningún instructor del campamento se había dado cuenta y tampoco estaba en el campo de visión de ningún adulto.
Era tan afortunado de que todos los que estábamos ahí éramos del campamento porque no había padres y eran como cinco adultos para cien niños, era difícil mantener un ojo en todos pero también había cierta despreocupación por saber que todos ahí eran miembros del retiro de verano, si acaso los instructores del campamento solo vigilaban duramente a los que trabajaban ahí, pero fuera de eso, les daba una confianza implícita porque no había adultos desconocidos acosando a las niñas o cosas por el estilo. Cualquier otro día estaría plagado de padres que no perderían de vista ni un segundo a sus criaturas pero hoy era una oportunidad de oro que si bien quería pasar con mi Cristina, algo de variedad no le cae mal a nadie.
Ella estaba deambulando sola entre las diferentes piscinas, sus amigas se quedaron en la primera. Una vez me aseguré la nena realmente estaba fuera de vista de todo adulto, le pregunté si quería jugar conmigo y me dijo que sí.
-Ven, que me gusta más la piscina de acá. Le dije
Me siguió y se me ocurrió decirle que le dije que creía que el agua de la primera alberca estaba muy sucia así que tendríamos que ir a las regaderas para que no ensuciáramos la otra piscina con el agua mala.
Me siguió hasta ella y tomamos una ducha juntos. Hasta ahí, no había nada de raro, las regaderas son al aire libre en las que la gente solo se moja ya con el traje de baño puesto para quitarse el sudor y los aceites naturales del cuerpo para que la alberca no se ensucie, cuando llegamos hasta había fila para usarlas y todos se bañaban uno al lado del otro, pero como todos los del campamento ya lo habían hecho hace horas para entrar inicialmente, solo había un par de niños que se fueron cuando llegamos, así que quedamos solos.
-¿No trajiste jabón? Pregunté
-No, solo me mojé y ya fui a nadar, ¿tengo que usar jabón?
Pues no muchos usan, pero pues como nos mojamos en el agua de esa piscina y vi que un niño se hizo pipí en ella, creo que deberíamos de hacerlo, pero mi jabón está en los casilleros de la entrada… Bueno, supongo que solo nos mojaremos pero hay que tallarnos bien para quitarnos lo sucio.
-Si quieres ve por tu jabón y te espero. Me dijo.
-No porque si me ven mis amigos van a querer que me vaya con ellos y yo quiero estar contigo hoy, solo hay que tallarnos muy bien.
La niña me sonrió tiernamente cuando le dije eso, pero en realidad sabía que si me iba, tal vez ya habría alguien al regresar o tal vez encontraría a una de sus amigas. No había oportunidad y aunque hubiera sido delicioso ver su cuerpo enjabonado, no tenía mucho tiempo.
La nena se empieza a tallar el cuerpo y me espero unos momentos mientras hago lo mismo, le digo que debe de hacerlo más fuerte para que se quite todo, se esfuerza más y le digo que mejor le ayudo.
Veo que no tuvo reacción alguna ante esas palabras, incluso separó sus piernas y puso sus brazos al aire para dejarme hacerlo y no pude evitar pensar lo tierno que fue eso. Si yo hubiese sido otra persona me sentiría culpable por lo que estaba apunto de hacer, pero lejos de eso, me sentí su amo.
Me hacía caso muy obediente así que no desaproveché y manoseé todo su cuerpo de arriba a abajo, mucho más descarado que con mi prima porque tenía todo su permiso y ella no dudó ni un poco de mis intenciones.
Le toqué sus nalguitas y muslos descaradamente sin pasar por debajo del bañador, lo único que me atreví en el momento fue a pasarle las manos por debajo del corpiño porque como era una nena completamente plana y creía que quedaba un pelín grande, no se notaba si me propasaba bastante en esa zona, aunque seguramente me hubiese dejado tocarla toda como me placía ahí mismo, decidí ser jugármela seguro antes de llevarlo a otro nivel.
Le dije que también había que exprimir el traje de baño porque aun tenía de esa agua en él y como los vestidores estaban a un lado de las regaderas, solo le dije que fuera conmigo y le tendí la mano. Como deseaba, me dio la mano sonriendo y me siguió hacia ellos sin pensarlo dos veces. Y tuve suerte porque escuché como llegaban otros grupos de niños a esa zona justo después de irnos.
Entramos a un cubículo vestidor y como lo más normal del mundo le quité el traje de baño, primero el sujetador y luego sus braguitas que eran azul claro con estampado de florecitas como su top. De nuevo vi su reacción por si acaso se veía asustada, confundida o pícara como he notado a mi prima y otras chicas en ocasiones pero lo tomó de lo más normal del mundo, como si su mamá la estuviese desvistiendo y no un adolescente extraño que acababa de conocer ese día.
Me sorprendía increíblemente que ni siquiera trató de cubrirse con las manos cuando la desnudé…
Por alguna razón la desnudez no le incomodaba en lo más mínimo y eso era muy raro, al menos en donde yo vivía. para mí era ampliamente extraño pero claro que bien recibido. Tal vez ella era muy inocente, tal vez se sentía cómoda conmigo porque nunca dejó de sonreírme desde que le hablé, tal vez quería experimentar…
… Lo de experimentar lo veía poco probable porque su actitud nunca se vio curiosa ni morbosa, solo me hacía caso a lo que yo le dijese sin ningún ápice de complicidad, solo había ternura en su rostro.
Todo eso pasó por mi cabeza en unos segundos, pero tenía que volver en sí porque tenía asuntos importantes en ese momento, salí del trance y recordé que tenía a esa preciosa nena desnuda frente a mí y la razón no importaba en lo absoluto.
Había notado desde antes que sus pezoncitos eran casi como el color de su piel y eso no se porque, pero me encantó y ahora que yo mismo le quité las braguitas, pude observar como su vagina era casi lampiña, con un par de pelitos super delgaditos y cortos apenas brotando, ella era muy alta para su edad pero aun así su carita apenas me llegaba al pecho.
Sin tocarla aún, tomé acción y como hacía con las bragas de mi prima, encontré la parte en donde su vagina tenía contacto y las olí un poco enfrente de ella pero para que no se viese raro y también por el morbo de hacerla tener contacto con su propio sexo, mientras las acercaba a mi nariz, le dije que el agua de esa alberca olía extraño, que no creo que solo sea el niño que se hizo pipí y extendí mi mano con sus bragas y se las puse cerca de la nariz.
-Huélelas. Le dije
Ver como inmediatamente y sin miedo ni morbo acató mi instrucción hizo que me pusiera más duro de lo que ya estaba. Las olió con mucho esfuerzo y hasta tomó mi mano con las suyas para acercarlas más, ella de verdad buscaba un olor inusual.
-Creo que sí no puede ser solo eso que viste del niño, porque creo que todas las albercas tienen pipí. Me dijo, entre risillas.
¿Pero crees que huele extraño o estoy loco? Le pregunté mientras sonreía un poco.
-Bueno sí. No había olido nada cuando estaba ahí pero ahora sí algo tiene de raro, qué bueno que vinimos a limpiarnos porque no quiero que todas huelan igual. Me respondió.
No se si solo lo hizo para estar de acuerdo conmigo o si el olor residual de su vagina le hizo cambiar de opinión, pero el tener una conversación tan natural mientras hago a una chica desnuda oler sus bragas me ponía a cien.
-Pero ahora que lo pienso, somos los únicos que estamos haciendo esto, así que creo que es inútil. Le dije, fingiendo cierta perplejidad. Quise denotar la absurda razón con la que la manosee y desnudé para ver si pescaba algo de complicidad sexual o si realmente no sentía el más mínimo pudor y en efecto, creía que realmente estábamos ahí para limpiarnos.
-Pues sí, tienes razón (giró los ojos como si los que no vinieron a limpiarse fueran unos irresponsables). Pero al menos la culpa no va a ser de nosotros. Me respondió honestamente.
No podía creerlo, hasta la fecha estoy seguro de que no mentía y que no veía nada de extraño en lo que hacíamos. Creo que yo le gustaba en alguna manera infantil, pero como aún no tiene la más mínima idea del sexo o calentura, solo me sigue el rastro de lo que digo y hago para pretender madurez y que no la vea como una niña.
Ya no sabía cómo detenerme, el morbo de la situación me hizo no pensar en las consecuencias y después de escurrir el agua del traje de baño, en lugar de volverla a vestir, me atreví a dar un paso más y le dije:
-Oye, pero en las regaderas no te tallé nada en donde tenías puesto esto tu bañador. Señalando a su diminuto traje de baño mientras ella estaba desnuda frente a mí.
Esperaba respuesta, pero ella no dijo nada, solo me vio sin tener otra reacción más que girar a ver su vulva. No tenía opinión alguna, solo esperaba a que yo le dijera qué haríamos al respecto y eso hizo que mi erección se mantuviera por su inocencia, sabía que tenía carta blanca para hacer varias cosas.
-A ver, voltéate. Le dije. Ella me dio la espalda inmediatamente mientras giraba su cabeza para verme a mí.
Aún no podía creer la facilidad con la que ella obedecía, y ese culito blanco tan precioso por fin estaba completamente a mi disposición y lo veía desnudo por primera vez, hice la comparación y casi todo me cabía en una sola mano.
Seguí renuente a creer que en realidad tenía a la nena más inocente del mundo frente a mí, así que decidí darle una última prueba para ver qué tan poco le importaba estar expuesta. Escuché que los niños que estaban pasando cuando nos fuimos se habían marchado de vuelta a la zona de recreación y le dije:
-Ven, vamos a mojarte en las regaderas ya enterita. Le tendí la mano sin intención de devolverle el traje de baño que aún tenía en la otra.
Mi corazón se detuvo en seco…
,,, ¡Me dio la mano, lista para salir completamente desnuda a un lugar donde cien y fracción de personas de todas las edades podían llegar en cualquier momento!
Estaba completamente seguro de que finalmente se cohibiría así que por miedo casi me arrepiento de sacarla así a las regaderas pero decidí hacerlo por al menos un minuto para satisfacer el disparo de adrenalina que me hizo sentir el angelito tan inocente que me acababa de encontrar.
Salimos del vestidor y yo quería correr pero no quería romper la tranquilidad naturista de mi niña así que fingí que estaba igual de tranquilo a pesar de que mi cerebro se derretía.
Abrimos la llave de nuestras respectivas regaderas y ver cómo el agua recorría su cuerpo desnudo mientras me veía tiernamente me hizo olvidarme de la peligrosa situación por un momento. Estaba a punto de meterle mano como se debe ahí en público cuando veo que alguien va llegando. Pidiéndole al universo que no sea un instructor porque correr haría todo mucho más obvio y peor, me limité a aceptar mi destino sea lo que fuese…
…Para mi fortuna, era un solo niño y muy pequeño además, unos dos o tres años menor que mi nena.
Ya anticipaba la ausencia de reacción en mi niña, ya había aceptado que tenía una alma blanca y aunque no sabía cómo podía llegar a tal etapa de su vida siendo tan inocente (caí en cuenta como su bikini tal vez sí le quedaba bien, pero tenía las tetas al aire porque no le importaba un carajo si se le veía algo), notó la presencia del pequeño intruso pero hizo caso omiso completamente. Lo miró de reojo y se volvió conmigo.
Yo si le presté atención al niño ya que él sí que tuvo una reacción acorde a ver a una niña tan preciosa desnuda en un sitio tan abierto, no le despegó la mirada ni un segundo y la admiraba de pies a cabeza.
Estaba tan caliente y quería darle un espectáculo al mocoso, terminando de limpiar a mi desnudo angelito ahí mismo, pero mi adrenalina llegó a su límite y supe que a ese punto ya estaría retando al destino a darme consecuencias por si llegaba un trabajador, si el niño le decía a los instructores o a sus amigos que seguro correrían a ver el espectáculo así que solo le di una mirada de “guárdate esto para ti, cabrón” y tomé a mi amorcito de la mano para volver al cubículo diciéndole que ya estábamos lo suficientemente mojados y que terminaríamos de limpiarnos en nuestro vestidor. Como siempre, mi niña me hizo caso perfectamente.
Debo decir que si bien lo caliente no se me bajó ni un poco, hasta estaba mareado de lo intenso que fue estar en público así.
Una vez en un lugar más seguro y sobre todo, privado, me recompuse y volví a mi tarea.
-Agacha tu espalda para poder tallar bien. Le ordené de forma cálida.
Se inclinó pero sin saber arquear la espalda así que la corregí, diciéndole como debía ponerse, cuando tomó la posición correcta me dejó ver su lindo y diminuto hoyito y su ano rosita claramente por primera vez, comencé a masajearle el culito tan pequeño pero carnosito dejando su traje de baño en los ganchos para colgar la ropa para poder usar las dos manos, apretándolo pero siempre fingiendo que era la limpieza prometida y le di unas palmaditas en las nalgas mientras fingía sacudirla, no me atrevía a darle de nalgadas como debería pero sí que quería ver su colita rebotar.
No pude evitarlo y me lamí un dedo antes de pasarlos por sus partes, daba igual si lo hacía porque estábamos empapados por el agua de las regaderas. Mi saliva tenía que estar en su vagina y ano. Se los pasé cariñosamente primero y después más fuerte. Llevé mi dedo hasta su clítoris en la misma posición y la masturbé un poco simulando aún limpiarla.
Estaba perdiendo un tornillo y me atreví a meterle un poco mi dedo, pero dio un pequeño resalto ya que estaba cerradita. Obviamente era virgen, me sorprendería si no lo fuese así que no insistí más con ello porque no quería lastimarla y la verdad aunque fuese cosa de solo ese día, me enamoró su forma de ser, pero con el intento ya que había estado adentro de ella aproveché para lamerme el dedo ya cubierto de sus escasos fluídos pero llenos de sabor.
Volví a masturbarla con una mano mientras que con la otra seguía fingiendo sacudir para meterle unas leves nalgadas de nuevo.
No importa cuánto la masturbara, no tenía reacción alguna. No esperaba que se viniera o gimiera pero al menos una reacción normal de sentir cosquillas o estremecerse un poco, la única que obtuve fue el pequeño dolor que le causé por intentar insertar mi dedo de más en ella.
Tal vez por eso es así, no ha sentido ningún tipo de necesidad fisiológica de ese tipo y sus padres nunca han hablado de sexo o las partes privadas con ella, era como presenciar un unicornio en todo su esplendor ya que es normal que los niños se masturben involuntariamente desde que empiezan a hablar.
Todo eso pasó en unos minutos pero para mí fueron horas y segundos a la vez. Creí que ya había acabado todo pero recordé que tenía permiso de hacer algo más y el pensar en ello me provocó sin límite.
Le dije varias veces que “debíamos limpiarnos”, incluyéndome, así que le dije que se volviera a la primera posición de frente a mí, le tallé sus pezones por unos segundos, pellizcándolos disimuladamente un par de veces para decirle:
¡Sigo yo!
Estaba nervioso, si bien todo lo que había hecho ya era más que extremo, el calor de exhibirme frente a ella parecía algo mucho más allá pero ella seguía viéndome tiernamente, me preguntaba si sabía lo que era un pene y ya no podía terminar ese suceso sin descubrirlo.
Quité el nudo de mi bermuda que aún estaba en forma de tienda de campaña y me la bajé y me volví a incorporar para colocarlas en el gancho de la ropa, en ese momento tuve la primera reacción “normal” por parte de la nena en todo el rato. Afortunadamente no estaba asustada, pero clavó la mirada en mi pene sin romper contacto visual por un segundo, no supe qué hacer pero el hecho de causarle cualquier sensación por estar desnudo frente a ella me tenía en las nubes.
Ayúdame a tallarme la espalda. Le dije.
Me puse en cuclillas para que no se le dificultara mientras aproveché para masturbarme un poco mientras miraba en la misma dirección que ella. No supe como pedirle que me tocara el miembro así que dejé que ella decidiera si lo tenía que hacer más adelante, pero de tocarme las nalgas y el ano no se iba a salvar.
Cuando terminó con mi espalda me puse en la misma posición en la que la puse y le dije que la tallara como yo se lo hice a ella y una vez más, sin cuestión en su mente, lo hizo y a pesar de que era torpe y porque obviamente no tenía las mismas intenciones que yo, no hacía movimientos que buscaban darme placer, pero aún así logró ponerme bobo con el morbo de la situación en su intento por limpiarme.
Me paré frente a ella y le dije que me tallara por enfrente también, tirando los dados en si sólo me tocaría el pecho, abdomen y piernas o si le provocaría la idea de tocarme el pene, que aún seguía viendo con atención.
Empezó con mi abdomen así que no tenía muchas ilusiones, pero su bracito de vez en cuando hacía un leve contacto con mi miembro y eso ya era ganancia, además, era lo suficientemente estimulante para que continuara estando erecto. Subió hacia mi pecho y empezó a hacer círculos ahí y al final y para mi grata sorpresa, tímidamente pero aún sin morbo y con una cara tan seria como siempre talló mi polla por unos ricos segundos para luego seguir con mis piernas y al final, se agachó y hasta me talló los pies.
Tenía unas ganas enormes de tomar su mano y masturbarme con ella hasta venirme. Irónicamente me arrepiento y a la vez no. Yo sé que no habría puesto queja alguna mientras no la lastimara y sí estoy tan pirado que disfruto de pervertir y acosar nenas a veces en contra de su voluntad, pero ella era un caso especial y a pesar de que lo que le hice ya era abiertamente negro e inmoral, quería preservar la naturalidad de cómo lo estaba percibiendo ella.
Lo que sí hice fue preguntarle de la manera más natural posible:
-¿Por qué te me quedas viendo ahí? Le pregunté juguetonamente.
-Es que no sabía…
¿Crees que ya estoy suficientemente limpio? Pregunté agitando levemente mi pene con la mano con la esperanza de que me tocara una vez más ahí.
Sí, ya te froté todo. Me dijo, mientras seguía mi miembro al mismo ritmo en el que lo movía, me desilusioné un poco pero sí que disfruté su perpetua mirada.
-Bueno, ya estoy listo yo, déjame te reviso una última vez para comprobar que tú también.
Sin chistar, se giró y agachó, esta vez de manera correcta desde el inicio y eso me hizo querer reventar de nuevo y literalmente lo hice.
Para despedirme de la situación me apoyé en una rodilla y le separé las nalguitas una ultima vez, pero ahora poniendo mi nariz tan cerca de su sexo como pudiese sin llegar a tocarlo, mientras decía algunas frases como: “sí… Creo que ya no te queda nada ahí” o “creo que ya estás muy limpia”, usando de excusa el revisarla bien para estar tan cerca.
Aún recuerdo ese aroma, agua de piscina y vagina sin estrenar, fue embriagador y aprovechando que ya estuve caliente por alrededor de quince minutos y sentí que estaba a punto de explotar desde el primer momento, quité mi mano derecha de sus nalguitas pero dejando la izquierda bien puesta para que no creyera que ya terminé de revisarla, amasando esa nalguita y con mi nariz oliendo la entrada a su paraíso me corrí fácilmente en mi mano después de todo ese tobogán de sentimientos que sucedieron en los últimos veinte minutos.
La tentación fue mucha y extendí mi lengua hacia su agujerito, dándole el oral más corto y leve del mundo. Eso hizo que mi eyaculación fuera diez veces mejor.
Ya extasiado por todo lo que sucedió en tan corto tiempo, en lugar de correrme en el suelo, tomé todo lo que pude en la mano con la que me masturbé y me animé a restregarle lo más que pudiera de mi semen en su vagina y ano y aunque no quería lastimarla, introduje un poco mi dedo bañado de semen en su orificio, cuidando no hacerlo tan profundo como la primera vez para que no le duela.
Quería mantener la pureza del momento pero a la vez no podía dejar pasar la oportunidad de que mi semen fuera el primero dentro de ella, decidí no intentar cogérmela pero no pude evitar dejar un pequeño depósito en su cuerpo para clavar mi bandera en ese territorio no explorado.
Por fin la solté sabiendo que se pararía de nuevo cuando lo hiciese y se me ocurrió tomar sus bragas que dejé al lado de mi bermuda primero para dejar todo el semen que pudiera en ellas, pero antes de hacerlo embarré un poco de este en mi otra mano, y me le quedé viendo de forma extraña como si viese algo en su cara y funcionó, se empezó a tocar el rostro, como queriéndose quitar lo que había “encontrado”, le sonreí y le dije:
-Te ayudo
Le pasé la mano izquierda en la que dejé algo de semen en por su cachete y pasé mi pulgar por sus labios. No podía creer todo lo que me dejó hacer sin rechistar y además, terminó con mis jugos en su cara, boca, vagina, ano y bañador.
Me puse triste porque ya había terminado y la ayudé a vestirse de nuevo. Seguía un tanto mareado por todo y seguía sin creer todo lo que acababa de pasar.
Fuimos a la piscina y nos la pasamos increíble, estuvo pegada a mí el resto del día y aunque podía parecer un tanto extraño para los instructores por la diferencia de edad, por encima del agua la trataba como a una hermanita pero por abajo le acariciaba las piernas o le repegaba el pene en su colita cada vez que su juguetón ser me daba otra erección, incluso me animé a bajarme el bañador un poco para sentir su culito o muslos ya que decidí no aprovecharme de ella como normalmente lo hubiese hecho, aunque aún me arrepentía de no haberle hecho miles de cosas más fuertes, de no cogérmela salvajemente o meterle todo lo que encontrara sin importar lastimarla, lo gentil que aparenté ser hizo que fuera prácticamente mi noviecita por el lo que quedaba de ese día. Se colgaba de mis brazos, me abrazaba con un cariño precioso y me decía emocionada un montón de cosas y yo correspondía todas y cada unas de sus acciones.
Cuando era hora de irnos, como estábamos separados por aula y como era el último día del programa de verano, sabía que no la volvería a ver. Antes de irse me dio un tierno beso en la mejilla el cual me derritió el corazón, me dijo “te quiero mucho, gracias por acompañarme todo el día”, y la vi alejarse poco a poco hasta que ya no la pude ver más.
Jamás la volví a ver y hasta que ya no se encontraba ahí me di cuenta de que a pesar de todo lo que habíamos hecho, nunca supe su nombre, ni ella el mío…
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