Capítulo 1

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Me llamo Lucía, tengo 19 años, camino de los 20, y les voy a narrar el giro de 360º que dio mi vida el mismo día de cumplí los 18. No soy ninguna modelo, pero sí que atraigo las miradas. Pelo por los hombros muy negro, de piel morena, con los ojos marrones aunque tirando más a negros, buen culo y piernas, pecho normal tirando más bien a pequeño y 1.65 de altura. Vivo en una urbanización de nivel alto a las afueras de Granada con mis padres, ambos de 45 años, muy bien conservados y mi hermana de 25 años. Mi madre es lo que se suele decir una jaca de las que atrae las miradas, y eso que su forma de vestir está más cerca de una monja que de una mujer. Mi padre tan carca como ella y según mis amigas muy guapo, con sus ojos azules y su 1.80 de altura. Mi hermana, engreída, malcriada, caprichosa, tiene el cuerpo de mi madre, es decir un pibón, pero en la altura le ha salido a mi padre, pues si no los tiene poco le falta para el 1.80.

Para nosotros, yo incluida, hasta que acaecieron los hechos que les voy a narrar, el qué dirán, el ser de moral intachable, de misa semanal, de estar en todas las asociaciones cristianas que existen, está muy por encima de todo. Mis padres y mi hermana también son catequistas. Mi padre y mi hermana son de carácter débil, todo lo contrario que mi madre, que es la que hace y deshace en mi casa, por muchos planes que se hagan, si no le gustan no se hacen, vamos que mi padre a pesar de su cuerpo, de su trabajo, director de RRHH de una gran empresa, era y es lo que se le suele llamar un calzonazos. Se, que a estas alturas de la vida es difícil de creer, pero tanto mi padre, como mi hermana y yo, teníamos los móviles controlados por mi madre, y ¡¡¡con control parental!!! Mi madre dentro de su control, hasta le buscó el novio perfecto a mi hermana, tan tonto sino más que ella. Y para terminar esta presentación que creo que era necesaria, mi abuela por parte de madre y su hija, una monja frustrada, que solo malmetían y que eran a las únicas que mi madre les hacía caso. Mi abuela, todo una señora, viuda, de marido militar, tan recatada como mi madre, pero mucho más beata, y mi tía que jamás se despegaba de su madre y a la que jamás vi con falda, siempre con pantalones de vestir, eso sí, muy elegante y guapa, bastante delgada, pero con unos pechos impresionantes, que siempre trataba de ocultar, con jerséis, camisas o blusas varias tallas más grandes.

Soy una estudiante de matrícula, y como a todas mis amigas al cumplir los 18 años, sus padres, por lo menos ese día, o les preparaban una fiesta o las dejaban hasta más tarde. Esa era mi ilusión que ese día me dejaran algo de libertad, no quería una fiesta, seguramente sería un acto social más para mi madre, y ni conocería a la mitad de la gente. Esa semana me esmeré y mucho en ayudar en casa, en ser o intentar igualar a la tonta de mi hermana…

Así empezó todo…

-Mamá tengo que saberlo ya, por favor solo son tres o cuatro horas más, por favor, por favor, déjame más tiempo…

-Paloma. -No, no has querido fiesta y me has hecho quedar mal con mis amigas.

-¡¡¡Vaya mierda!!!, no es justo…

Creo que era la primera vez que le contestaba a mi madre, aunque no fue la primera vez que la respuesta de mi madre fue darme un bofetón, con todas sus fuerzas.

-Paloma. -A tu cuarto, no solo no te dejo llegar más tarde, sino que estas castigada toda la semana…

No me lo podía creer, ni siquiera iba a poder salir en mi cumpleaños, me giré con rabia y dándole la espalda a mi madre y llorando a lágrima viva me subí a mi cuarto. Sabía que no podía contar con mi padre, y de mi hermana ni os cuento, ya fuese por miedo o por interés, nadie me iba ayudar. Me tiré en la cama odiando a todos, a mi mierda de vida, a pensar porque no podía ser como mis amigas. No sé qué se rompió en mí o mejor dicho que nació en mí, porque dejé de llorar, me senté en la cama y mi mente se disparó en como dañar a mi madre. Le di mil vueltas a la cabeza, pero no veía la manera de poder meterle mano por alguna parte a mi madre. En eso estaba cuando, se abrió la puerta…

-Paloma. -Me voy a la parroquia, y no vendremos a cenar, ya le he dicho a Loli -la criada interna- que estas castigada y ni visitas ni llamadas.

Conforme entró se fue, ni se molestó en mirarme… Al sentir la puerta y sabiendo que por la hora que era, Loli estaba en su cuarto, salí del mío y sabiendo que me exponía a no volver a ver la luz del día si me pillaban, entré en el dormitorio de mi madre. El dormitorio, además de tener su propio baño y un ropero más grande que mi habitación, contaba con una habitación cerrada con llave, a la que jamás había tenido acceso, solo se por las veces que oí a mis padres, que era una especie de despacho… Efectivamente estaba cerrado, pero estaba decidida, así que me puse, con cuidado, a rebuscar en los cajones y en el ropero la llave.

Al final la encontré en el último cajón de la mesita de noche de mi madre. Mi cuerpo temblaba, no de miedo, de excitación, iba a profanar o eso pensaba yo, la vida íntima de mis padres. Vaya desilusión, era un simple despacho, todo de madera, con varias estanterías llenas de carpetas y libros, un pequeño sillón y una mesita, que supuse que era donde mi madre se sentaba, ya que ni por asomo mi padre lo haría, ¡¡¡solo había un sillón!!! Me senté en el sillón y hasta sentí un escalofrío al hacerlo. Desde allí hice una exploración, hasta que me fijé en una caja de cartón que estaba en lo alto de una de las estanterías, y más porque esta, estaba un poco disimulada… Tuve que mover el sillón y subirme para alcanzar la caja, con cuidado de que no se me cayera la bajé. No quería que correr el riesgo de que Loli me pillara, así que cogí la caja y procurando que todo estuviese igual salvo la caja, me fui a la habitación, donde me tiré en la cama y entre miedo y nerviosismo abrí la caja. Me llevé una desilusión, solo había papeles y más papeles, pero como no tenía nada mejor que hacer, empecé a leerlos. Al principio lo hice por encima, hasta que vi que eran oro puro.

La perfecta y santa, o mejor dicho las perfectas y santas, no lo eran tanto, había facturas, documentos bancarios, y varios tochos de sentencias. Lo que más me llamó la atención fue un documento firmado por las tres, declarándose culpables de desfalco y estafa, comprometiéndose a pagar una cantidad irreverente al mes a un hombre, aparecía nombre y apellidos, pero jamás había oído hablar de él. No me lo podía creer, con ese documento podía hundir no solo a mi madre, también a la hija de puta de mi abuela y a la puta monja. No me podía arriesgar a fotografiarlo, mi madre no tardaría en verlo en mi móvil, así que me quedé con el original. Comprobé que Loli seguía en su cuarto y rápidamente lo puse todo como estaba, procurando que no se notara, y con una sonrisa de oreja a oreja me tumbé en la cama. No sé porque, pero lo hice, por primera vez y a falta de un día para cumplir mis 18 años, me bajé los pantalones y me masturbé. En mi mente no había pollas, no, veía a mi madre de rodillas comiéndome el coño, e incompresiblemente tuve un orgasmo, mi primer orgasmo, tan grande, que del grito que solté, casi que pierdo el conocimiento, sino llega a ser por la carrera que se dio Loli hasta mi cuarto…

-Loli. – ¿Qué te pa…?

No terminó la frase, al verme en la cama, totalmente desnuda, y con mi mano aun en el coño… En otro momento, hubiese saltado de la cama, le hubiese rogado a Loli que no le contara nada a mi madre, pero sabiendo lo que guardaba en mi armario…

-Uhmmmm, no pasa nada Loli, simplemente me he masturbado.

Se quedó muy cortada, conociendo y sufriendo a mi familia, sabía que si se enteraban mis padres, estos eran capaces de mandarme a un internado o hasta echarme de casa.

-Loli. -Vaya, vaya con la niña, si es un poco PUTA, ¿Qué va a decir tu madre en cuanto se lo cuente?

No me esperaba eso de ella, máximo cuando yo era la única que la trataba bien…

– ¿Se lo vas a decir?

-Loli. -Depende, ¿Qué me ofreces?

Loli llevaba toda la vida en mi casa, rondaba los 60 años, solterona, claro que tenía que serlo, para llevar tanto tiempo en mi casa y yo jamás le había conocido a nadie. No era fea, y su cuerpo muy parecido al mío, sí que su culo era un pelín más pequeño, eso si la gran diferencia era que casi no tenía tetas. Allí estaba frente a mí con ese uniforme horroroso que mi madre le obligaba a llevar, lo de uniforme por decir algo, una bata de rayas blancas y verdes, unos pantis beige y unos zapatos planos negros, eso sí muy brillantes.

– ¿Cómo? ¿Por qué?

-Loli. -Jajajaja, porque puedo, jajajaja, o es que quieres que se entere tu…

En ese momento inicié el camino sin retorno a la humillación de mi familia, porque para mí hasta ese momento Loli lo era… Salté como una leona de la cama, lo que la sorprendió, y no reaccionó hasta sentir como una de mis manos la agarraban del moño y sin miramientos la arrastré hasta la cama.

-Hija de puta, después de todo lo que yo he hecho por ti, te vas a enterar mala puta.

-Loli. -Aggg, suelta, déjame o te vas a enterar, niñata.

-Ahora te vas a enterar quien es esta niñata…

Me subí encima de ella, pero al revés, por lo que era su culo lo que tenía delante. Con furia le levanté la falda, dejando su culo solo tapado por unos pantis beige y unas enormes bragas blancas. Metí mis largas y afiladas uñas en los pantis y se los destrocé por el culo. Con fuerza, con rabia y notando como mi coño se humedecía, empecé a azotar con saña su culo…

-Loli. -Paraaaa, por favor, perdóname, no se lo voy a contar, agggggg, te lo juro Nena.

Imposible, ya no era por castigo, ya era por placer, mis pezones me dolían, y en la bata de Loli apareció una gran mancha, de los jugos que mi coño estaba destilando.

– ¿Ahora me llamas Nena?, guarra, que es lo que eres, vas a saber quién va a ser la señora a partir de ahora.

Me había convertido en una leona cachonda, porque mi cuerpo estaba temblando de placer, sentí subir por mi cuerpo la misma sensación que mi primera corrida y sin saber porque, sin llegar a bajarme, de muy mala manera, la giré. Creyendo que ahí acababa todo colaboró. Conseguido mi propósito, me di la vuelta, cruzando por primera vez las miradas, y sin darle tiempo a reaccionar, le solté un bofetón y echando mi cuerpo hacía delante…

-Cómeme el coño o te muelo a palos PUTA ZORRA.

No habría lo boca, al contrario hacía fuerzas para quitarme, pero yo no estaba dispuesta a ceder, y si no la hacía de forma voluntaria…

-O me lo comes o te ahogo…

Le puse mi peludo coño en su boca y nariz con fuerza, hasta que casi me desmayo al sentir su lengua en el coño… Apoyándome en las rodillas, alce un poco mi pelvis, llevándome la sorpresa de ver como rápidamente alzó su cabeza y empezó a lamer y chupar, con desesperación. Al no tener experiencia alguna, no supe ver que ella sí. No tardó en localizar mi clítoris y al primer mordisco…

-Aggggg, me corrooooo, siiiiiiii, más, más, no pares o…

No pude seguir, fue tan intenso que me caí hacía atrás. Sentía mi pecho a mil, mis babas resbalar por mi boca. No pensaba, no discernía, pero ella sí, y cuando pudo vengarse o simplemente salir de allí, que era lo que yo pensaba al ver cómo se levantaba, me equivoqué, se puso de rodillas en la cama, a la vez que se fue desabrochando el uniforme…

-Loli. -Ahora vas a saber lo que es disfrutar Nena.

Como una posesa se tiró a por mí coño, me lo comió, chupó y lamió como quiso, tanto que perdí la cuenta de los orgasmos que sentí…

-Para, para, no puedo más, aggggg, ufffff.

-Loli. -Te toca…

No oí nada más solo vi como avanzo pasando sus rodillas por mi cuerpo y como apartándose las bragas, me puso un coño brillante, sin un pelo en la boca… No tenía experiencia, fue instinto y que si no lo hacía me iba a ahogar. Al principio con timidez, no sabía que eso me iba a poner más cachonda…

-Loli. – Uffff, así Nena, siiiii, un poco más arriba, siiiii, ahí, siiiii, me corrooooo.

Vaya si se corrió, casi que me ahoga, fue lo que luego supe un squirt en toda regla. Se quitó de encima, para evitar que entre ella y su corrida me ahogase, para con delicadeza, echarme a un lado y tumbarse a mi lado. Vi su mirada, picara y no me negué cuando junto sus labios con los míos, cuando introdujo su lengua en mi boca. Uffff, mi primer beso, mi primer de todo y era con una mujer que casi me sacaba 40 años. Ya era una muñeca en sus manos, me gustaba sentir sus babas, su saliva en mi boca…

-Agggggg, me corrooooo, no puedo más, aggggg.

Mientras yo me quedé en la cama, ella se levantó y se puso la bata sin apartarme la mirada…

-Loli. -Vete a la ducha, y baja a cenar -Rebuscó en mi armario, sacando una de las batas de estar por casa, tirándomela a la cara- te quiero desnuda guarrilla, la bata es por si llegan tus padres.

Salió riéndose, sabía perfectamente que había ganado. Fue salir y saltar de la cama, para nada me encontraba mal o asustada, al revés me encontraba feliz y tranquila. Creó que en mi vida me he duchado tan rápido, me sequé y sin calzarme ni nada, solo me paré a coger la bata, bajé las escaleras de dos en dos. Al llegar a la cocina, algo en mi cabeza hizo que me parara…

– ¿Puedo pasar?

No sé si lo esperaba, pero sí sé que la sonrisa que vi en su cara me hizo saber que había acertado…

-Loli. -Vamos a cenar…

Eso era algo normal, cuando estábamos solas, yo era la única que cenaba en la cocina con ella. Fui a sentarme y vi solo un plato…

– ¿Voy a cenar sola?

-Loli. -Jajajaja, no Nena, ese es mi plato.

Seguí su mirada, y lo que vi, me dejó helada, a la vez que mi coño empezó a mojarse, aunque lo que me delató y que a ella la hizo reír a carcajadas, fueron mis pezones que reaccionando se pusieron duros como piedras, junto a la silla en el suelo estaba mi plato…

-Ni de coña Loli, eso ya es pasarse…

Sin dejar de reír…

-Loli. -Como quieras, cógelo y ponlo en la mesa, y aquí no ha pasado nada, y cada una volvemos a lo nuestro, y no te preocupes que no le voy a contar nada a tu madre.

Se sentó, pero no hizo intención de coger el plato, su cara demostraba una seguridad que jamás le había visto. Me costó dar el primer paso, avanzar hasta la mesa, decidida a coger el plato y sentarme con ella. No pasó, al llegar a su altura caí de rodillas y roja de vergüenza, pero excitada como una perra me puse a comer. Paré al sentir su mano acariciar mi pelo…

-Loli. -Así me gusta PERRITA.

Más que comer yo devoré la cena, terminando con la cara llena de churretes…

-Que hambre…

-Loli. -Jajajaja, ya lo veo, recoge la mesa y lava los platos, y cuando termines vete a tu cuarto, y no se te ocurra tocarte guarrilla, tus orgasmos me pertenecen.

Con toda la tranquilidad del mundo, se levantó y sin girarse se fue a su cuarto. Eso me enfadó y mucho, esperaba algo más, pero aun así, recogí todo, me lavé la cara y los platos y me fui a mi cuarto. Estaba loca por llegar, y estaba loca ella si pensaba que no me iba a masturbar…Me tumbé y solo me puse a llorar, que me pasaba, porque lo hacía, o mejor dicho porque no lo hacía, mi cuerpo me pedía tocarme, pero mi mente lo impedía. Me levanté tirando la bata al suelo, me puse el pijama de niña buena y llorando me quedé dormida.

A las siete y media como siempre me levanté, me vestí con el uniforme y sin caer en que ese día cumplía 18 años. Bajé, y en la cocina solo estaban mi madre y Loli, mi hermana y mi padre ya se habían ido.

-Buenos días Mama, buenos días Loli.

Mi madre solo asintió con la cabeza, mientras que Loli…

-Loli. -Felicidades Nena.

-Paloma. -Para lo que le sirven, te recuerdo que estas castigada, así que conforme salgas del instituto te quiero aquí.

Era odiosa, y eso me recordó los papeles, así que pegando un salto y ante la atenta mirada de mi madre, fui a mi habitación saqué la documentación de donde la tenía escondida y sin decir nada salí dirección al instituto. Lo bueno de mi instituto es que al ser el último curso, y muchas tener tutorías de orientación para la universidad, es que el control de asistencia era mínimo, y a no ser que te saltaras muchas clases nadie se iba a enterar. De las dos primeras clases a pesar que asistí, ni me enteré, mi mente estaba en lo que iba a hacer y en lo sucedido el día anterior, lo que me hacía mojarme, menos mal que hoy al ser un día frio había cambiado los calcetines por los leotardos, que ya notaba mojados. Tenía casi una hora, para todo lo que mi mente planeó, fue sonar el timbre y salí corriendo de la clase, llevándome la carpeta y comprobando que llevaba el DNI y la tarjeta, guardé mi móvil en mi taquilla, sabiendo que tenía el sonido quitado, pero no quería que la arpía de mi madre se diese cuenta de mi escapada.

Todo lo hice a la carrera, alegrándome de que mi instituto está a escasos metros de un Carrefour. Lo primero que hice y con algo de miedo, ya que nunca había usado la tarjeta que mis padres nos dieron a mi hermana y a mí, solo para emergencias, y sabiendo que hasta primeros de mes no lo iba a comprobar, lo sabía porque con mi hermana ya habían tenido alguna que otra movida. Me compré el iPhone 16 Pro-Max, si ese que sale por 1.300.- € y una tarjeta prepago, si todo me salía bien, eso iba a quedar como anécdota y si salía mal, de perdidos al rio. A la carrera me fui a un comercio de fotocopias, e hice cinco de cada uno de los documentos y por último y lo que yo pensaba que me iba a resultar más complicado, alquilar un trastero. Me quedaban 20 minutos y los que encontré a través de mi nuevo móvil estaban justo en la otra punta. Decidí irme a clase, y por el camino llamé a uno del Polígono Asegra, convencí a la muchacha para que me rellenara todos los datos por teléfono, indicándole que solo iba a ser un mes y que le pagaría en efectivo. No me quise arriesgar a sacar efectivo con la tarjeta, así que nada más entrar en clase hablé con mi mejor amiga…

-Nati, necesito que me dejes 100 euros, pensé en el taxi.

Ni preguntó, me dijo que después de la siguiente clase los sacaría. Su familia es, hablando en forma de estatus, tres o cuatro escalones por encima de mi familia, pero su forma de actuar tanto de ella como de sus padres no era como la de los míos. No tardó en volver y para mi sorpresa, me entregó 200 euros…

-Nati. -He llamado a mi padre, y le he dicho que te quería regalar algo y que como no sabía que regalarte por tu cumple, te iba a dar 100 euros, pero me ha dicho que no, que te de 200.

Me tiré a ella y empecé a besarla, a darle las gracias, y en otro momento no me hubiese fijado, pero noté como sus pezones se endurecían al roce con los míos que llevaban toda la mañana empitonados. Me separé de ella mirándola directamente a los ojos, viendo cómo se ponía roja…

-Luego hablamos, a mí también me ha gustado…

Me miró y para quitarle importancia, y comprobando que nadie miraba, di un tirón rápido de mi camisa y de mi jersey dejándole ver como mis pezones aun con el sujetador puesto, estaban como piedras. La agarré de la mano y entramos en clase. En ese momento pensé en Loli, y que yo ahora me sentía como ella, con poder sobre mi amiga. La clase se hizo eterna, pero amena, porque ver como Nati disimuladamente me miraba, me estaba poniendo a mil, así que cuando faltaban dos minutos para el cambio de clase, le mantuve la mirada, y con la mía dirigí la suya a mis piernas, y aunque era imposible ver nada por los leotardos, eso sí empapados, me abrí todo lo que dieron de si mis piernas. No pudo evitar sonrojarse y volver a su posición rápidamente.

Ni la miré, en cuanto acabó la clase, cogí un taxi para que me llevara a la empresa de trasteros. Todo fue muy rápido, elegí el más pequeño, lo abrí y en una pequeña estantería solté la carpeta con los originales y rápidamente y en el mismo taxi me volví al instituto, dándome cuenta que aún quedaban 20 minutos para la siguiente clase, así que me tranquilice y entré con cuidado para que la chismosa de la portera no me viese, y al doblar la esquina, casi que me doy de bruces con Nati. No sabía qué hacía allí, ella jamás se saltaba una clase, poco me importó. La cogí de la mano y sin encontrar la más mínima resistencia la llevé a los servicios de la segunda planta. Los tenían reservados para las visitas, así que era difícil que nos encontrásemos a alguien, además de estar super limpios. La arrastré hasta el servicio de minusválidos. No hubo palabras, yo mandaba ella obedecía. La senté en la taza del wáter, me saqué el jersey y se lo di…

-Te aseguro que tendrás que usarlo.

Fue a hablar, pero le puse el dedo en la boca, me arrodillé y como ella llevaba calcetines, con brusquedad, le abrí las piernas, le subí la falda y por encima de las bragas, le di el primer lametón. Sonreí, estaban mojadas, las lamí, antes de apartarlas y admirar un coñito precioso, también depilado, y tal y como me enseño Loli, busqué su clítoris, noté como se tensaba, como hacía verdaderos esfuerzos para no gritar, no tardando mucho en sentir sus manos en mi cabeza, en hundirla más, en frotar su coño con mi boca. No paré, tampoco fue mucho rato, hasta que sentí como se tensó y como mi boca se llenó de sus jugos. En cuando dejó de hacer presión con sus manos en mi cabeza, me separé, y con delicadeza, le quité mi jersey de su cara, lo estaba mordiendo a la vez que se la tapaba. No me corté, me incorporé lo justo para coger su cabeza y juntar nuestras bocas, imitando todo lo aprendido la noche anterior. Durante un rato nos morreamos, ella al principio con timidez, para luego tener que pararla, ya que sentí la campana del cambio de clase. Nos levantamos y allí mismo nos arreglamos y cuando fue a salir, aun no sé cómo me salió, le di un fuerte azote y girándola…

-Eres mía, que te quede claro…

Bajando la cabeza…

-Nati. -Desde chicas…

Me quedé parada, pero ya no podíamos perder más tiempo. Llegamos justo cuando se iba a cerrar la puerta de la clase. Esta vez no se atrevió a volver la cabeza, algo que me gustó, y como ya era la última clase, le escribí una nota.

“¿Quieres ser mi putita? No me escribas, no me contestes, estoy castigada, pero conozco a mi madre y sé que está loca por conocer mejor a tus padres y si tú le dices que ya que estoy castigada quieres estudiar conmigo, no va a poner ninguna pega la muy zorra. Así que si a las seis estas en mi casa es porque aceptas”

Al sonar el timbre, me levanté y pasando junto a ella…

-Léela y rómpela.

Me miró con cara rara, pero cogiendo la nota, se la guardo en su mochila. Ni me giré, tenía prisa por llegar a casa, solo cogí mi móvil de la taquilla y salí corriendo hacia casa. No tardé en llegar y en seguida me di cuenta de que no lo iba a pasar mal, al ver que en el comedor no había nadie, ya sabía que hoy como tantos otros días me tocaba comer con Loli. Otras veces me sentía mal, pero hoy no, hoy sonreí y soltando la mochila en la entrada y antes de subir a mi cuarto, entré en la cocina. Mil emociones chocaron en mi cabeza, hasta casi me corro. Loli estaba sentada en la silla, con el cuerpo mirando a la puerta. Qué cambio, todo de negro, botas altas, un corsé que le resaltaba sus diminutos pechos, medias con liguero y unas bragas de cuero con cremallera. Y junto a ella dos cacharros metálicos, que pertenecieron a un perrito que tuvimos, uno con agua y otro con comida. Se abrió todo lo que pudo de piernas y señalándose el coño…

-Loli. – ¿Quieres esto? Antes come y bébete eso…

Ni lo pensé, me tiré como una posesa a por la comida, que no estaba mala, y al ir a beber el agua, me llamó la atención el color, pero ni me lo pensé. El primer lametón, me supo mal y hasta me dio una pequeña arcada, pero la excitación me pudo y lametazos y sorbos me lo bebí.

-Loli. -Jajajaja, sabía que te iba a gustar, que sepas que son mis dos squirt de hoy y mis dos meadas.

Terminé y quedándome con la cara hecha un asco de rodillas y con el culo apoyado en mis talones, esperando a que ella, que se había girado y estaba comiendo con toda tranquilidad, quisiera dirigirse a mí. No había terminado de comer, cuando le saltó una llamada, por la rapidez con la que contestó, supe que era mi madre. Ella no hablaba, con mi madre eso era imposible, solo asentía…

-Loli. -Vaya ya nos han fastidiado la tarde, a las seis me ha dicho tu madre que va a venir tu amiga Nati, y que no os molesté, que me vaya a mi cuarto, vaya hija de puta que es tu madre.

-Jajajaja.

-Loli. – ¿De qué coño te ríes?

-Perdón, sé que siempre lo has pensado, como todos, pero es la primera vez que te oigo una mala palabra de la puta de mi madre.

Todo esto lo dije sin levantar la cabeza, con un respeto máximo, del que ella se dio cuenta.

-Loli. -A solas siempre me llamaras Ama o Señora.

-Si Ama.

-Loli. -Limpia todo esto, te vas a tu cuarto, te desnudas y me esperas de rodillas, en la misma postura que has estado antes.

-Si Ama.

Ni me miró, se levantó y dejándome ver su imponente figura, que cambio, solo le faltaba algo más de pecho. Rápidamente recogí todo, lo fregué y coloqué, recogí mi mochila y subiendo los escalones de dos en dos, y desnudándome por el camino, me metí bajo la ducha. Miré el reloj, viendo que casi eran las cuatro y media, pero sonriendo, por lo menos iba a tener una hora y media para complacerla. Que error, estuve casi esa hora y media esperándola, mil veces intenté levantarme, pero no pude, algo dentro de mí, me obligaba a obedecer. Eran las seis menos diez cuando apareció. Me desilusioné al verla entrar con su horrendo uniforme, aunque en las manos traía algo…

CONTINUARÁ…

Mi correo ra_ul1967@hotmail.com y mi Telegram @Amo_Leo, hablo y respondo a todo el mundo, siempre que lo haga con respeto.

Nota del autor: Soy cómo escribo, soy exigente, dominante y no suelo dar segundas oportunidades, cuando ordeno algo es para ser obedecido, algo que suelo advertir a quien desea ser adiestrada o entregarse a mí. No trato con hombres solos, aunque no me importa hablar con ellos. Ni miento, ni juego, ni sigo ni persigo a nadie por muy buena que este o por muy sumisa o perra que sea.

No entiendo a quien estando advertida o advertidos en caso de parejas sumisas, se enfadan conmigo y hasta me tratan de mentiroso o manipulador cuando cortó con ellos cuando no cumplen.

Seguro que en la red hay quien los o las acepte, yo no.