Amada

Amadita fue la encargada de mi iniciación sexual.

Ella tenía en aquel entonces más o menos 15 o 16 años, yo apenas 12 o 13. Todo ocurrió una noche en que ella durmió conmigo en mi cama.

Yo profundamente dormido, poco a poco fui sacado de mi sueño por algo que me estaba ocurriendo, la diestra mano de Amada hurgaba bajo mi trusa, acariciando mi verguita, que ya para entonces se ponía erecta cuando me la acariciaba en el baño, pero ahora era otra mano, una mano de mujer, la manita acariciadora de mi prima Amada.

Luego de algunos momentos, el suave vaivén de aquella mano logró su objetivo, ya mi pito lucía una hermosa erección, Amada siguió con su tarea al percatarse de que ya el garrotito estaba parado, ahora apretaba su mano sobre el lomo de la verga, a la vez que la deslizaba de arriba para abajo, hasta descubrir el mojado glande.

Ya se había percatado de que yo estaba despierto, pero siguió con sus caricias, hasta casi lograr mi eyaculación, pues una liguera palpitación de mi verga le dio a entender que ya estaba a punto de venirme, entonces se detuvo. Con ambas manos logró bajar mi calzón, yo le ayudé quintándomelo por completo, ella hizo lo mismo con el suyo, su pantaleta fue a parar hasta sus tobillos, echa un rollito de tela.

Entonces fui yo el activo, mis manos ansiosas recorrieron su desnudez, raudo fui a parar hasta su entre pierna, donde me sorprendí al tocar una inmensa cantidad de pelos, Amada estaba más peluda que yo, abrió las piernas para facilitar los torpes movimientos de mis dedos en su panocha mojadísima.

Volvió a posesionarse de mi verga, ambos ahora nos acariciábamos, ella moviendo su apretada mano sobre mi verga, yo jugando con su panochita abierta, seguimos nuestro caliente entretenimiento por varios minutos, ya suspiraba, hondos suspiros hacían subir su pecho, «hummmm, aahhhhh, hummm».

Yo trataba de entender que estaba pasando, después lo comprendí mejor, Amadita se estaba viniendo, seguí moviendo mis dedos por el resbaladizo pasaje de su chocha, entonces fue presa de un fuerte espasmo que sacudió todo su cuerpo, cerró con fuerza sus piernas aprisionando mi mano en su raja caliente, nos quedamos quietos unos minutos, poco a poco fue aflojando la presión de sus deliciosas piernas, acercó su boca a la mía y sus labios se abrieron para darme mi primer beso, con ansia su boca se abrió para tragarse la mía y su lengua inquieta vagó dentro de mi inexperta boquita, incrementó los movimientos de su mano en mi verga, hasta hacer que el placer fuera insoportable y eyaculé, mi primera venida!, su boca siguió pegada a la mía mientras seguía moviendo su mano sobre mi pito que ahora escupía chorros de mis primeros mocos.

Me había hecho hombre!, ya sabía que era eso!, mi verga se había venido por primera vez.

Luego de que ambos nos quedamos quietos y tranquilitos, utilizó su pantaleta para limpiarse la mano de mocos, pasó el trapo sobre mi verga y con sumo cuidado me limpió de semen. Luego ambos nos abrazamos hasta quedarnos dormidos.

Al día siguiente, todo fue agitación y nerviosismo para mi, no podía asimilar la experiencia vivida la noche anterior, más cuando Amada rehuía mi mirada, su silencio y su fría actitud me desconcertaban, ¿por qué actuaba así?, supuse que quería guardar el secreto, nuestro secreto.

Por la noche, tarde se me hacía para que de nuevo viniera a mi cama, ya era hora de dormir, yo estaba ya listo, esperándola en la cama, por ello cuando al fin se vino a acostar, raudo traté de abrazarla, pero ella me detuvo «no, espera que todos se duerman».

No obstante su recomendación, ya la abrazaba por detrás, ella volteada hacía la orilla de la cama, y yo detrás, pegado a sus nalgas, con mi pito como de fierro, entre los globos carnosos de sus ricas nalgas, pese a su negativa fui bajándole el calzón, «no, espérate, mira que nos van a oír, por favor no, ya te dije que te esperaras», pero yo necio, ya tenía mi verga erecta moviéndose entre sus sabrosas nalgas, ella me dejó hacer, dejó que me moviera de esa rica forma, ya mi verga iba y venía sobre su raja, que poco a poco se fue mojando, entonces me dijo en voz baja, «espera, no te muevas, déjame hacerlo a mi», abrió un poco sus piernas para hacerle espacio a su mano, con su manita tocó mi verga, se fue acomodando, parando su culo, y haciendo que la punta de mi verga fuera más atrás, poco a poco, sus deditos hicieron que mi garrote diera con el sitio correcto, su vagina, el rico agujero de su pucha, «aprieta tantito, mete tu verga un poquito, así, despacio, poco a poco, ya está, no te vengas, cuando sientas que te viene la leche te detienes, quédate quietecito, si te gana lo sacas, no me eches tus mocos adentro, muévete despacio, así, ahora yo, déjame mover, así, despacito chiquito cogelón, así, muévete más».

Ya la tenía bien cogida, Amadita dejándome coger, dejando que le metiera la verga, mi primera cogida de mi vida, seguí sus instrucciones al pie de la letra, me agarré a sus nalgas y despacio me la fui cogiendo, sacando y metiendo la verga, toda, ahora hasta el fondo, sacándole apagados suspiros, así una y otra vez, más fuerte cada vez, hasta que de pronto ella se puso tensa, se estaba viniendo, repegó su cuerpo hacía el mío, pasó una de sus manos hacía atrás para hacer que la penetración fuera más profuda, «ya, hummm, ya me viene, me sacas el orgasmo chiquito, ya, hummmm, ahhhhh, ya espera, deja de moverte, tu no te vengas, espérate tantito primito chulo, hummm, así, así, siente como te aprieta mi pollita, siente como palpita por tu rica verga….».

La dejé terminar, entonces volví a moverme, ya me quería venir, pero ella tenía otros planes, se quitó, hizo su cuerpo hacía adelante, haciendo que mi verga saliera de su delicioso albergue.

–«Espera, déjame cambiar de posición».

Se volteó hacía mi, ambos de lado, nos abrazamos y nuestros labios se pegaron intercambiando lenguas, ya mis manos apretaban sus pechos, gordos, llenitos, mientras ella subía una de sus piernas por mi cintura, y dirigía con su mano mi verga hacía el camino correcto, presioné un poco hasta que lo mojado de su sexo permitió que mi verga volviera a penetrar, ya estaba adentro de nuevo.

Sin soltarme ella fue ahora la activa, se movía deliciosamente, primero lento, luego más rápido, una y otra vez su pelvis se pegaba a mí, mi verga era tragada, toda, completa, más fuerte. Amada estaba por venirse de nuevo, entonces se detuvo un momento, «anda chiquito, bésame las tetas», dijo.

Manos a la obra, su manita sacó a flote sus dos promontorios de carne palpitante, raudo me fui sobre ellas, mi boquita se tragó un pezón y parte de la teta derecha, y mi mano refregaba la otra chiche, el efecto fue inmediato, los «hummmmm, ahhhh» de Amadita se intensificaron, más y más, hasta que de nuevo se detuvo, apretó su pierna sobre mi cintura y se vino con un hondo y prolongado suspiro, cuando terminó me dijo:

–«Anda papito, ahora te toca a ti, te voy a sacar los mocos, anda chiquito dame tu leche», me moví con furia y en el preciso momento del primer chorro, Amadita se hizo hacía atrás, sacándose la verga, pero apretando sus piernas y reiniciando su vaivén, hasta que los chorros cesaron y su entrepierna quedó empapada de semen.

Al terminar me dijo en voz muy queda: «mira primo, podemos hacer esto cuando quieras, pero debemos tener mucho cuidado, nadie se debe enterar, procura no dar a entender lo que andamos haciendo». Ya satisfechos ambos, nos quedamos abrazados hasta que el sueño nos venció.